Disclaimer: Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, sólo la trama es mía.


-Prólogo-

Estaba terminando de arreglarme el cabello cuando escuché que llamaban al timbre. Me dirigí a paso ligero hasta la puerta, y en el camino me detuve un momento delante del espejo para verificar que estaba presentable. Aquel vestido rojo me quedaba como un guante –siendo poco modesta –, y los tacones de diez centímetros estilizaban a la perfección mis piernas, además de que me hacían más alta, cosa que me encantaba. Jamás había estado orgullosa de mi metro y medio de altura. Me había maquillado muy sutilmente porque no quería parecer un cuadro yendo demasiado pintada, y ya había aceptado hacía tiempo que mi cabello no tenía arreglo. Le dediqué una sonrisita al espejo y al final me decidí a abrir la puerta.

Volví a sonreír cuando vi a la persona que me estaba esperando. Delante de mí se encontraba Garret, el mejor hombre que había conocido, y que, estaba segura, conocería en la vida. Llevaba un bonito conjunto de pantalón y chaqueta de color gris, con una camiseta negra que le quedaba estupendamente y que hacía resaltar sus grandes ojos azules. Se había peinado del mismo modo que siempre, pero aquel día tenía algo que lo hacía demasiado atractivo para mi bienestar mental.

-Hola, preciosa –me saludó con una radiante y perfecta sonrisa a la vez que sacaba de su espalda un gran ramo de flores que había estado escondiendo.

-Oh, Garret, no tenías que haberte molestado –le dije cogiendo las flores para después agradecérselo con un beso.

-Sabes que nada que se refiera a ti me molesta. ¿Estás lista?

-Sí, un segundo que voy a poner las flores en agua –lo invité a pasar y caminé hasta la cocina, donde coloqué su hermoso regalo dentro de un jarrón para que no se secara. –Ya podemos irnos –le informé una vez volví al salón.

Garret me tendió su brazo y ambos salimos de mi casa. Me ayudó a subir a su coche y después, cuando él también estuvo dentro, arrancó hasta nuestro restaurante predilecto.

Él y yo llevábamos once meses saliendo y jamás habíamos tenido ningún problema. Sí que habíamos discutido alguna que otra vez, pero nunca sobre nada serio, por lo que nuestra relación era muy cómoda y agradable. Lo que ocurría, era que había un insignificante detalle que se encontraba entre medio de nosotros dos. Yo estaba casada. O mejor dicho, continuaba casada. Me casé a los diecinueve años con el hombre que pensé que estaría conmigo para toda la vida, pero lo nuestro sólo duró tres meses, aunque jamás nos divorciamos, sólo nos separamos. No me sentía orgullosa de aquello, pero a Garret no le importaba porque me quería, y yo no podía ser más feliz a su lado.

Una vez estuvimos en el restaurante, pedimos lo que solíamos pedir siempre que íbamos allí, y después, de repente, Garret entrelazó su mano con la mía, hincó una de sus rodillas en el suelo y me observó con intensidad. En aquel momento se me detuvo el corazón. Todas las personas que se encontraban en aquel instante en el restaurante nos miraron con asombro.

-Garret, ¿qué estás…? –comencé, pero me pidió que me callara con un leve movimiento de su mano.

-Esto tendría que haberlo hecho durante los postres, pero no puedo esperar más. Alice, sabes que te quiero, y creo que tú también me quieres a mí –respiró hondo una vez porque estaba bastante nervioso. –También sé que si aceptas lo que te voy a pedir, nuestra relación no va a ser muy diferente de la que tenemos ahora, pero necesito asegurarme de que vas a ser mía para siempre, así que, ¿me harías el hombre más feliz del mundo casándote conmigo? –preguntó sacando de uno de sus bolsillos una pequeña caja negra de terciopelo. La abrió, y pude ver un precioso anillo de oro blanco con diminutos diamantes incrustados.

Parpadeé totalmente atónita, pero cuando me atreví a asentir, lo hice con toda la seguridad del mundo.

-Sí, claro que sí –pude contestarle finalmente justo antes de que colocara el anillo de compromiso en el dedo anular de mi mano izquierda. Sonreí totalmente emocionada, sabiendo que se me habían llenado los ojos de lágrimas, y cuando Garret se puso en pie, lo hice yo también y lo abracé. Todas las personas que habían presenciado nuestro compromiso aplaudieron, y yo me sonrojé de la cabeza a los pies, pero no pudo importarme menos. Para mí sólo existía Garret, mi futuro marido.

Cené muy poco porque aún sentía que me temblaba todo el cuerpo a causa de aquella fantástica sorpresa, y cuando salimos del restaurante, decidimos ir a pasear.

-¿De verdad que te gusta? –me preguntó otra vez Garret cuando se percató de que volvía a mirar la nueva joya que decoraba mi mano.

-Es una preciosidad –murmuré sin poder apartar la vista de mi dedo, que brillaba intensamente.

-Quería algo que pudiera compararse contigo, pero como no encontré nada, al final me decidí por este anillo –bromeó y no pude hacer más que sonreír. Tenía la sensación de que me quedaría con aquella sonrisa plantada en la cara de por vida. Entonces, de repente, me puse seria y me detuve al mismo tiempo. – ¿Qué ocurre? –me preguntó Garret preocupado.

Recordé que no podía casarme con él si primero no anulaba mi primer matrimonio, y toda la ilusión que me había estado invadiendo minutos antes se disipó.

-Estoy casada –musité observando de nuevo el anillo, y me entraron ganas de llorar ante aquella dolorosa realidad.

-Lo sé. Ya contaba con eso, cielo. Pero no tienes porqué preocuparte. Puedes enviarle los papeles del divorcio a tu futuro ex-marido. Sólo tendrá que firmarlos y se acabó. Las cosas complicadas déjaselas a mis abogados, ellos se ocuparán de todo –Garret era una persona adinerada, ya que su familia contaba con numerosas empresas, y su herencia era casi ilimitada, así que siempre tenía contactos que podían sernos de ayuda.

-Pero…no sé si… –comencé pero no supe acabar la frase.

-¿Qué es lo que te preocupa?

-Hace mucho tiempo que no sé nada de Jasper, y tal vez sea algo violento que de repente le lleguen los papeles del divorcio sin que le dé ninguna explicación previa.

-Entonces llámale. Explícale que vas a casarte de nuevo y que necesitas su firma. No se opondrá, estoy seguro. Al fin y al cabo, tú misma has dicho que hace mucho tiempo que no sabes nada de él.

Era cierto. Hacía seis años que me había marchado de Dilley con un puñado de sueños y de esperanzas. Jasper jamás me había llamado ni se había preocupado por mí a pesar de que estábamos y continuábamos casados, así que opté por olvidarle. Y lo logré cuando conocí a Garret tres años después de haberme instalado en Nueva York.

Asentí sonriendo de nuevo y me acerqué a mi futuro marido para besarle con ganas. Sabía que si no hubiera sido por él, jamás habría salido adelante, y por aquella misma razón debía divorciarme de Jasper para poder casarme con Garret.


Hola de nuevo^^

Tal y como os dije, aquí me tenéis otra vez con mi nueva historia. Tenéis que saber que me encantó escribirla, así que espero que a vosotros os guste leerla :D

Mañana subiré el primer capítulo, pero primero tengo que saber que os gusta, así que creo que ya sabéis lo que tenéis que hacer ;p

¿Nos leemos mañana? ¡Espero que sí!

XOXO