hola... jeje no se que tengo... pero creo que el unico fic que he terminado es Nueva vida... y cuando empiezo otro... se me vienen otras ideas a la cabeza. Por suerte este fic será corto... tipo oneshot pero con más de un capt. Diganme si les gusta ^^
Han pasado cuatro largos años después de la guerra… cuatro interminables años en los que he estado encerrado en mi propio mundo… años en los que he sido prácticamente un ermitaño, sin comunicación con ninguno de mis disque amigos…
Pero qué digo, yo no tengo amigos, los Slytherin no tenemos amigos, somos solitarios… una isla en medio del océano. No es que seamos antisociales, el problema es que no somos amables, no está en nuestra naturaleza hablar animadamente con alguien, sin importar de qué casa sea, sin importar si es de nuestra casa.
Ahora que todo ha acabado, que el bando de los "buenos", de los "mosquita muerta" han ganado, ya no queda nada… el nombre de mi familia está por los suelos, mis padres han sido perseguidos por un par de años y recién ahora los han dejado en paz, esperando a que puedan seguir con sus vidas. Yo no fui obligado a darme al olvido, ni a quedarme encerrado sin tener nada que hacer, pero mientras ellos enfrentaban sus problemas, yo también enfrentaba los míos. No sabía qué hacer con mi vida: era obvio que si la guerra no terminaba al terminar el colegio, yo iba seguir los pasos de mi padre e iba ser un mortífago distinguido y temido… mi futuro estaba marcado, lo único que faltaba era que yo lo siga sin mirar atrás y que acepte el desafío.
Pero se acabó, la guerra terminó y mi bando fue derrotado limpiamente. No había nada qué hace ahora… me rehusaba a seguir el trabajo de mi padre… era sumamente aburrido. Ir y venir del ministerio no estaba en mis planes y por más que mi padre trate de convencerme no lo iba lograr, no iba tomar ese estilo de vida.
Hace un año me encontraba en la misma situación, mirando el cielo mientras estaba echado en el pasto verde de mi jardín, estaba pensando en qué hacer con mi futuro, en qué decisión tomar ahora que ya todo estaba "bien", en que ya no había peligro… recordé que desde mis días en Hogwarts siempre había disfrutado volar una escoba, ganar un partido, escuchar las ovaciones, escuchar los gritos con mi nombre mientras sostenía la snitch. Recordé todo eso y como un rayo que cae en la tierra, la idea de convertirme en un diseñador deportivo cayó en mi mente sin que yo lo vea venir.
Empecé desde cero obviamente… mi padre me ayudó a comprar un local en donde vender mis diseños y con el tiempo me volví muy bueno… claro que yo solo diseñaba, no me encargaba de vender porque eso no era para mí… tenia a un empleado que hacia todo por mí… yo simplemente daba los diseños y era dueño de la tienda y de la marca.
No quiero mentir al decir que las escobas ni los atuendos se vendían como pan por las mañanas, pero me iba bien, no podía quejarme… además yo mantenía mi nombre en secreto… la marca no daba pistas para que la gente se entere que yo era el dueño, y como nunca me aparecía en la tienda nadie me conocía… nadie se acordaba de mí.
Difícilmente salía a la calle a caminar o a comprar algo, siempre mandaba a un elfo doméstico para que haga las compras por mí. Ya no vivía con mis padres porque francamente la mansión me traía malos recuerdos. Siempre veía a mis padres y era el único lugar al que yo frecuentaba. Me gustaba vivir solo y tener mi propia privacidad. Era lo mejor, de verdad: no tener que preocuparme por nadie, solo por mí, vivir como se me pegue la gana… hacerlo todo para mí y para nadie más.
Antes de Navidad, mi madre me mandó una lechuza, insistiendo en que vaya a verla porque tenía algo que contarme. Sin tener muchas ganas de ir, me vestí malhumorado y me aparecí en la mansión de piedra, en mi antiguo… ¿hogar? No, en mi antigua casa, simplemente.
-madre- la llamo, ya que no me estaba esperando en la sala como pensé. No escuché su voz al llamarla, no quería subir a su habitación, me pareció una invasión de privacidad, así que esperé a que se dé cuenta de que yo estaba esperándola y baje por fin.
Esperé lo que me pareció una eternidad, y por fin la vi bajar, con un vestido largo de color negro, su rostro pálido como el mío resaltaba a causa del color d su prenda. Se veía cansada mientras se acercaba a mí para darme un beso en la frente y sentí que estaba triste cuando se sentó a mi costado, tomándome la mano.
-madre, ¿todo bien?- le pregunto. Puedo ser un corazón frío a veces, pero familia es familia…
-sí hijo, no te preocupes por mí… más bien la preocupada soy yo- me confesó, sus ojos verdes buscando mi mirada que no negaba la suya. Por un momento pensé que quería ver dentro de mí, que quería meterse en mi mente y ver lo que estaba pensando.
-¿preocupada por qué madre?- le hice la pregunta calmadamente, algo un poco inusual en mí.
-hijo, no te hagas el loco, sabes muy bien que estoy preocupada por ti- me respondió, vi el enojo saltar en sus ojos verdes y fue el momento de hacerme el desentendido y desviar la mirada.
-madre, no hay nada malo en mí- le explico… yo me sentía tranquilo por primera vez en mi vida luego de mucho tiempo, me sentía libre… y mi madre me lo quería arruinar.
-no es normal que pares encerrado en esas cuatro paredes que llamas hogar- me dijo, casi escupiendo con odio y rencor cada palabra. Sabía que ella era la más dolida luego de que me marche para vivir solo.
-es más hogar de lo que alguna vez fue esta mansión- le digo, devolviéndole una cuchara de su propia medicina. No tenía derecho a meterse en mi privacidad. Un par de lágrimas brotaron de sus ojos y corrieron por sus pálidas mejillas, ahora sonrojadas por la cólera.
-no tienes derecho a hablarme así jovencito, soy tu madre-
-y yo soy un adulto madre, no puedes decirme que mi vida está mal cuando yo la siento normal por primera vez en mi vida-
Sé que la herí con mis palabras, pero me molestaba que se meta en mi vida…
-no es normal que sigas soltero. Si eres tan adulto ya deberías estar listo para el matrimonio…- sus palabras hicieron que mi enojo se incremente y que mis ganas de irme sean más fuertes.
-no quiero casarme, estoy bien solo- le digo, tratando de hacerla entender que no necesito a nadie.
-hasta ahora no entiendo por qué rechazaste la oferta de los Greengrass al ofrecerte a su adorable hija… bien podrías estar feliz a su lado-
-no quería casarme en ese entonces y no lo quiero ahora… además Greengrass era una estúpida- le digo, y en verdad lo era.
-necesitas una esposa, alguien que te espere con la comida lista, que te complemente, que te acompañe en los buenos momentos y en los…-
-madre, calla antes de que te pongas a llorar de nuevo. Ves muchas novelas. No existe el amor verdadero, ni ninguna de las tonterías que acabas de decir- le digo con desprecio, me daba cólera que se haga la madre buena y comprensiva ahora… cuando toda mi vida me había dejado solo.
-hijo, solo quiero lo mejor para ti…- me dijo, tomando mis manos en las suyas y tratando de sonreír, ignorando las palabras llenas de veneno que le había dicho.
-madre, créeme que nadie sabe qué es lo mejor para mí más que yo mismo- le explico, rezando para que la conversación se acabe pronto y pueda retirarme.
-está bien hijo- sus palabras parecen un suspiro de resignación.
-¿es todo?-
-no, hay una cosa más que quiero discutir-
-madre, me sacas de mis casillas, ¿qué es lo que deseas?- le pregunto, de verdad irritándome.
-habrá un baile por navidad en la casa de unos de nuestros más cercanos amigos…- me comentó. Genial, lo que me faltaba… un baile.
-¿de quién es?- le pregunto.
-de la familia Nott- me respondo.
-claro, sí los recuerdo. Bueno, no iré-
-hijo, debes ir. Hace mucho que no ves a tus amigos-
-madre, ¿qué amigos? Yo nunca tuve amigos- le digo, haciéndola entrar en razón.
-no seas así Draco, había una chica rubia que siempre estaba detrás de ti… Parkinson, ¿ella no era tu amiga?- me dijo mi madre, apretándome la mano para que no me escape. Parkinson, ¿qué será de su vida? No sabía nada de ella y no la consideraba mi amiga, para nada.
-no éramos amigos-
-pero era la más cercana a ti- me dice ella tercamente. Bueno, eso no lo puedo negar.
-madre, ¿cuál es el punto?-
-quiero que te distraigas, tal vez te diviertas… tal vez conozcas a alguien…- me dice, ocultando una pequeña sonrisa que quería dibujarse en sus labios.
Toda esta plática era para eso, eso de "vamos a la fiesta" era para conseguirme a una esposa… mi madre sin duda no había perdido su chispa Slytherin.
-madre, no tengo ganas de discutir- le digo, en tono calmado.
-Draco Malfoy no me importa nada de lo que me digas, soy tu madre e irás a esa fiesta quieras o no-
Sus palabras no me causaron miedo… pero al final se cumplieron. Tuve que asistir a esa maldita aburrida fiesta, con la música más estúpida del mundo y la comida malísima. Mi madre lucía, además de un finísimo vestido, una sonrisa de triunfo que hacia juego con su ropa, se veía linda, tenía que aceptarlo. Mi padre estaba vestido parecido a mí, ambos estábamos en terno negro, él con camisa celeste para hacer juego con mi madre, y yo con camisa ploma… parecía estar de luto.
Mis padres estaban conversando con la gente mayor, mientras que yo estaba en un círculo de compañeros de Slytherin, conversando "amablemente". Ni siquiera sabía de qué estaban hablando… mi mente estaba en otro lado.
-hey Malfoy, ¿qué es de tu vida? Te has desaparecido- comentó Blaise Zabbini. Le di una mirada fría y me limité a responder cortante.
-sí, me aparté un poco de la locura-
-te entendemos hermano, todos hemos tenido que pasar por eso- dijo de nuevo el morocho.
-¿estás solo?- preguntó una chica, Daphne Greengrass, la hermana de mi casi esposa. La miré con desprecio y alcé una ceja.
-sí, prefiero estarlo a tener una mala compañía-
Su rostro lo dijo todo, dio un respingón con su horrible nariz y se dirigió a una chica un poco más alta que ella, con el cabello negro, que estaba cerca de la mesa de bocaditos. No la reconocí, es más, era una chica que nunca antes había visto. Me entrañé al verla y observé sus ojos azules que a lo lejos parecían haberse postrado en los míos, como recordándome.
-¿Draco? Te hicimos una pregunta- dijo Crabbe que sorprendentemente había bajado de peso.
-¿qué cosa?- pregunté, irritándome por la presencia de estos tontos.
-¿qué haces por la vida?- preguntó Goyle, quién seguía gordito.
-diseño- respondí.
-¿qué cosa?- preguntó Blaise.
-escobas- respondí cortante.
-wow, ¿algo que hayamos visto?- preguntó Crabbe interesado.
-probablemente sí, con permiso- les dije y me disculpé para irme. Me estaba aburriendo de sus preguntas y me dirigí a la mesa en la que estaba la morena, quién ya se encontraba sola y haciéndole mala cara al cangrejo. Hice un ademán por coger un aperitivo, que tenía un color apetecible.
-no querrás comer eso…- escucho su voz, me está hablando y yo la miro con desprecio, porque no me gusta que me hablen los extraños. Ella me sonríe como si yo estuviera siendo amable con ella al mirarla. En sus ojos veo algo familiar… pero… no estoy seguro.
-¿de qué hablas? ¿Quién eres tú para decirme qué comer y qué no?- le pregunto, esperando a que se vaya llorando por mi rudeza, pero simplemente sonrió y volvió a hablar.
-se ve rico, pero no sabe tan bien, créeme-
-¿cómo voy a creerte si ni siquiera te conozco?- le pregunto, pero haciéndole caso y dejando en la bandeja el aperitivo que estaba a punto de meterme en la boca.
-sí me conoces Draco Malfoy- me dijo y con eso dicho se fue, se dio la media vuelta y me dejó solo.
¿Cómo? Ella me conocía y yo a ella no… esto no se puede quedar así, necesito saber quién es… no es que me importe, no nada que ver… pero bueno, tengo curiosidad, eso sí, soy bien curioso… chismoso. ¿De dónde me conoce?
Me acerco a dónde ella está, conversando amenamente con Bulstrode y las hermanas Greengrass. No la llamo por su nombre, porque francamente no la conozco, pero toco su hombro desnudo con mi fría mano, y sin querer siento una electricidad recorrer mi espina dorsal, un calor recorrer mi cuerpo al sentir la conexión con la morena. Trato de no darle mucha importancia y espero a que ella voltee. Las chicas, sobre todo Astoria, me miran con ojos llenos de odio, porque de seguro, he interrumpido un chisme.
-¿bailas?- le pregunto, tratando de no sonar tan desesperado al saber quién era esta misteriosa joven. Ella me sonríe como lo hizo antes y se despide de sus amigas, avisándoles que pronto regresará.
La llevo hasta el medio de la pista en la que varias parejas están bailando. Es increíble que se hayan reunido tantas personas. Los Nott hicieron un gran trabajo.
-¿me vas a decir quién eres?- le pregunto, haciéndole notar que ese era mi único interés al bailar con ella. Ella me mira con sus ojos azules, que me hacen recordar al mar en verano.
-sí me conoces, tal vez si fueras un observador, me reconocerías- me responde, respingando su fina nariz y desviando mi mirada.
-no tengo tiempo para juegos, necesito saber quién eres…- le digo, apretando su cintura sin querer. La acerco a mí inconcientemente, y me alerto al sentir que nuestros pechos están rozando delicadamente... no puedo negar que se siente bien.
-¿por qué?- me pregunta y me mira de nuevo con sus ojos… hay algo en ellos que me resultan familiares, la manera en que habla, sus labios…bajo la mirada y no puedo evitar mirar su pálido y largo cuello descubierto y observo un collar que antes no había visto… un collar con su nombre.
-¿Parkinson?- pregunto en horror. La alejo para poder mirarla completamente. Así no dejé a Parkinson el ultimo día de clases… ella tenía el cabello rubio y su rostro era el de una muñeca de porcelana destruida… ahora parecía una mujer fuerte, reconstruida, una muñeca nueva… además que tenía el cabello negro, como el de Potter. Se le veía bien, no podía negarlo.
-exactamente Malfoy- me llama por mi apellido, supongo que para vengarse por llamarla por el suyo. Sonrío maliciosamente, nunca con amabilidad.
-has cambiado mucho- comento.
-por dentro y por fuera- me explica, ahora sin mirarme. Mis ojos están clavados en su collar de plata pura.
-¿por qué?- pregunto curioso.
-¿por qué no?, como la mayoría, yo también necesitaba un cambio- me responde, alzando un poco la voz para que note la autoridad en ella.
-¿por qué teñiste tu cabello?- le pregunto, intrigado.
-no me gustaba el rubio en mí, me hacía ver…-
-débil- termino la oración para ella. Ella asienta con la cabeza y me suelta al terminar la canción.
-ya obtuviste lo que querías- me dice, con un poco de rencor en sus palabras. Era obvio que se había dado cuenta de mis intenciones al sacarla a bailar… pero algo en mí me impedía dejarla ir.
-sí creo- le digo, nunca perdiendo mi postura. Me sonríe, algo un poco raro. Pansy nunca ha sonreído así, ni siquiera a mí.
-no has cambiado nada Drakie- me dice, riendo ante su atrevimiento. Yo no me rio, pero sonrío amablemente al recordar que así me llamaba cuando peleábamos y quería que nos reconciliemos.
Como verán Pansy y yo no teníamos una relación estable, ni siquiera le había pedido que sea mi enamorada, pero siempre parábamos juntos y todos asumían que estábamos juntos. No nos llevábamos bien, nunca fuimos cariñosos el uno con el otro, y nuestra disque relación se basaba en peleas y gritos por ambas partes. Ella siempre me decía Drakie para hacerme sentir mejor, pero al final terminaba enfadándome más con ella por llamarme así.
-parece que tú tampoco, sin importar que quieras decir lo contrario- le digo, tratando de hacerla enojar.
Sé muy bien que Pansy nunca ha querido la vida que tenía: ser la niña rica, la hija de un mortífago no estaba en su lista y se moría por terminar el colegio y escapar de todo el martirio.
-no me conoces- me dice, su tono de voz pasó de amable a crudo. Sonreí maliciosamente.
-tal vez tengas razón- le digo… tal vez no la conozco, creo que nunca la conocí de verdad. Siempre llevaba una careta como yo y casi nunca la dejaba caer.
-tal vez sí hemos cambiado, tú y yo…- me dice y en su voz presiento un poco de tristeza y decepción, tal vez por no poder ser como antes, una pareja un poco explosiva… pero después de todo estábamos juntos y ahora estábamos más separados que nunca… gracias a mí.
-tal vez…- le digo, no bajando mi mirada, ningún Malfoy baja la mirada.
-cuídate Draco- me dice, y planta un beso en mi fría mejilla. Supongo que era el adiós y estaba bien para mí. No necesitaba verla de nuevo ni ella a mí… habíamos cruzado caminos separados y ningún intento nos iba acercar de nuevo.
-tú también Pansy- le digo, por fin pronunciando su nombre.
-tal vez nos veremos algún día- me dice y en sus ojos veo un poco de esperanza.
-lo dudo- le digo. Ella sonríe y no dice más, simplemente se voltea, dándome la espalda erguida y me deja solo, una vez más. Parejas bailan a mi alrededor. La luz apunta a algun lugar... la luna brilla através de la ventana.
