Saint seiya no me pertenece, solo los tome prestados, es de propiedad del gran Masami Kurumada

Li Mei suspiro aburrida mientras caminaba hacia el sótano, su padre le había ordenado que buscara una especie de libro guardado entre tanta porquería que su madre acostumbraba a comprar y a olvidad.

-Mei, ¿ya encontraste el libro? -puso los ojos en blanco y se acerco a la caja de libros.

-No padre, todavía no-le grito exasperada, mientras buscaba entre los montones de libros, grandes o chicos, delgados o gruesos...al final todos terminaban en esa caja-Ehh, pero si esto es un álbum de fotos... ¿y lo guardaron aquí?-recordó que su madre guardaba todo en la caja correspondiente, siendo raro que se equivocara, con lo ordenada que era.

El álbum no era muy abultado, pero se notaba que era viejo y estaba muy desgastado. Lo abrió y rápidamente paso por las paginas, donde la mayoría era de su padres de niños, y de los difuntos Dohko, su abuelo, y de Ohko su tío que se crio junto a su padre y que murió en un accidente.

Pero fue una foto en especial lo que atrajo su atención, en ella se veía a un grupo de jóvenes y un niño, atrás de ellos unas columnas griegas y muchos escaleras. Toco el rostro de su padre, que se le notaba joven, feliz y serio, todo al mismo tiempo, sentimientos que parecía compartir con el grupo de personas que lo acompaña. A los hombres los reconoció en un instante, por los cuentos e historias que su padre le contaba sobre los Santos de Athena, pero siempre pensó que era eso, historias.

Miro con atención a la joven de cabellos lilas, que miraba con expresión solemne y pensativa, mientras un aura de tranquilidad y amabilidad la rodeaba. Impactada, la joven dejo el álbum en el suelo, dándose cuenta que acababa de ver, en una foto vieja, la cara de una Diosa encarnada, y no cualquier diosa, si no la que su padre juro proteger hasta el fin de los tiempos.

-Hija del Dragón- una voz la sobresalto y la hizo girarse, mientras la forma de una mujer se le aparecía- No dudes nunca de tu padre, que fue uno de mis más grandes guardianes- un báculo se formo en su mano- Y ten en cuenta que siempre te protegeré, al igual que tus padres y tíos.

-¿Diosa Athena?, ¿qué hace aquí?-la mujer sonrió gentil, mientras miraba el cielo estrellado por la ventana.

-Yo siempre estaré a tu lado, y tus preguntas se responderán con el tiempo, mi querida sobrina-se desvanece-sigue a tu corazón y cosmos, ellos te dirán y guiaran en el camino. Tu destino a comenzado.

-NO...ESPERE, POR FAVOR-trata de alcanzarla, pero sentía que no podía moverse.

-Mei... Mei... despierta-la joven abrió los ojos para ver la negra mirada que le dedicaba su padre.

-Papi-lo abraza con fuerza-lo siento tuve un sueño perturbador.

-En serio-la recuesta en su cama- vuelve a dormir, recuerda que tienes clases.

-Espera-lo toma de la mano- cuéntame sobre la Diosa Athena y sus batallas.

Shiryu extrañado, le cuenta sobre las grandes batallas que sus hermanos y él libraron, mientras que su hija lo escuchaba con atención, fascinada y con una nueva visión de las historias.

En Grecia, a cientos de kilómetros del hogar del dragón, Athena sonreía y cepillaba sus cabellos, sintiendo la felicidad de la muchacha, mientras a su lado, su fiel santo Seiya, miraba las estrellas, que dictaban que una era de paz y alegría para ellos, ya que su familia se volverían a unir.

Todos habían aceptado, con quejas, de la decisión de Shiryu de dejar fuera a su hija los asuntos de Dioses y santos, pero sabían que su hermano de corazón que él le contaba cuentos de sus batallas, pero...aun así, se les uniría muy pronto.

La verdad, no tengo ni idea de donde salió esto, pero supongo que soy rara, jeje.

Tomatazos, amenazas de muerte, bombas, faltas de ortografías, criticas, dejen un review.

Con cariños, Diana de Acuario.