Nota: La serie "Inuyasha" no me pertenece, (aunque ya estoy empezando a ahorrar para poder comprar los derechos, n-) Esto lo hago solo con el fin de divertirme y divertir al lector ocioso que le gusta tanto leer fanfics como a mi.

Descripción: Un encuentro inesperado. Un mensaje por entregar. Estas dos situaciones sentaran las bases que terminaran forjando una relación poco común. Sango x Inuyasha

"COMPLICADO AMOR"

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Capitulo 1

"Un encuentro Inusual"

-No te enojes, Sanguito. Tu sabes que no todos lo días se me presenta una oportunidad así –le dijo como disculpa.

-Haga lo que quiera –respondió.

♦ ♦ ♦

"No me importa" Pensó Sango alejándose de aquel lugar caminando presurosa, "No me importa, no me importa ¡No me importa!" Las palabras que él le había dicho la destrozaron por dentro, aunque no lo quisiera admitir.

-¡¡NO ME IMPORTA!-gritó histéricamente, y hecho a correr por el sendero que por el que se salía de la aldea.

Los aldeanos que la vieron y escucharon se quedaron contemplando como la figura de aquella muchacha se alejada ¿Qué le habría sucedido?

Sango corría lo más rápido que le era posible, ya que la yukata le impedía mover libremente sus piernas, hacia su mayor esfuerzo por alejarse de aquella aldea. Corría para alejar la furia. Se adentró en el bosque donde le era mas difícil desplazarse, evadía los árboles y arbustos como si deseara dañarse, recibiendo rasguños en todo el cuerpo rasgando ligeramente su ropa. Sus mejillas ardían, ni siquiera las gruesas lágrimas que corrían por ellas lograban disminuir la temperatura.

¡Ese maldito monje! No entendía su falta de consideración hacia ella, si él sabia que... que ella… Por desgracia no podía luchar contra aquel sentimiento, lo había intentado tantas veces, siempre sin resultado alguno ¿Por qué entre tantos hombres tendría que haberse fijado en el menos indicado? Aquel monje mujeriego y libidinoso que no hacia mas que ocasionarle tristezas. Y sin embargo, seguía adorando aquellos ojos azules y aquella sonrisa de suficiencia. Se odiaba por eso. Se odiaba por no tener el valor de despreciarlo y alejarse ¡Debía hacerlo! Estaba tan enojada que los pensamientos fluían sin organización alguna, solo guiados por el enojo y la tristeza. Pero se creía merecedora de aquel dolor, pues ingenuamente había mantenido la esperanza de que él cambiaria después de derrotar a Naraku, ¿Cómo pudo creer en el? Pensó que serian ciertas aquellas palabras que le anunciaban bienestar futuro a lado de un hombre renovado. Pero hacia unas horas que habían cumplido con su cometido y justo en ese instante sus expectativas se revelaban dejando en claro que el jamás cambiaria. Que absurdas parecían ahora sus antiguas aspiraciones… Que infantiles y tontas… Como ella misma.

Dejaba salir las emociones, quería deshacerse de ellas a base de sus lágrimas, y esperaba que cuando estas dejaran de fluir sus sentimientos también se secarían, dejando como único acompañante la soledad y esperando que en realidad el llanto limpiara el alma, pues la suya estaba atestada de ira y desolación… Cuanto deseaba olvidar… Olvidarlo.

Mientras sus fuerzas se debilitaban sus piernas perdían agilidad y con el cansancio sus pensamientos desaparecían, sin embargo seguía avanzando mientras sus lagrimas se evaporaban. Cuando su cuerpo no pudo mas se detuvo con pequeños pasos y se tumbo en la hierba boca arriba. Intentaba recobrar el aliento aún recostada. Poco apoco su respiración agitada se modero asta extinguirse en ligeras respiraciones. Con la mente en blanco observaba las copas de los árboles que parecían eternamente altos desde donde se encontraba, los rayos de luz que se filtraban entre las hojas eran casi nulos, y no podía precisar si era de día o de noche ¿Cuánto tiempo había corrido? No identificaba el lugar donde estaba… Estaba perdida en el bosque.

A pesar de entender la situación en la que se encontraba le importó poco. Se sentía mejor por que aunque estaba agotada y tenía rasguños nuevos en los brazos y piernas la ira se había apartado. Solo miraba el vacio. Sin pensar en nada. Poniendo atención en cada sonido y nada más. Escuchando como un par de grillos hacían sonar sus patitas en la casi total oscuridad. De repente algo atrajo su atención.

Una luz blanca se veía a lo lejos, entre los árboles. No podía ser una fogata. Lo mas probable es que se tratara de un ser sobrenatural. Podía escuchar ligeros pasos aproximándose lentamente. ¡Rayos, estaba desarmada! En una ocasión así no podía hacer más que ocultarse, solo esperaba que ese ser no percibiera su presencia. Se levanto con cautela esperando no hacer ninguna clase de ruido -cosa que no se le dificultaba gracias a su oficio de exterminadora-, decidida a ver de donde o de quien provenía aquel resplandor. Se escondió tras un árbol especialmente ancho. De un instante a otro ya no se escuchó nada y la luz desapareció. Se mantuvo quieta unos minutos esperando una emboscada, pero nada sucedió. Resolvió que tenia que arriesgarse, y dio un paso para asomar la cabeza, nuevamente no miró nada. Mas confiada pero sin bajar la guardia salió de su escondite. Pero apenas estuvo fuera de aquella débil protección un rayo destellante pasó a toda velocidad cerca de su oreja derecha terminando clavado en el pino que se encontraba a sus espaldas, era una flecha.

Cuando pudo reaccionar se sorprendió al ver a su atacante, ya que frente a ella estaba la sacerdotisa Kikyo que bajaba su arco. De un momento volvieron a parecer las serpientes cazadoras alrededor de la sacerdotisa, que por un momento se habían alejado y ahora nuevamente alumbraban el bosque con aquella luz blanca que casi parecía celestial. Fue un encuentro tan inesperado que por unos segundos se quedó en silencio.

Kikyo la observaba con seriedad.

-Tu eres la exterminadora que acompaña a Inuyasha ¿Cierto?-la voz fría y pausada de esa joven la puso nerviosa, pues no sabia que esperar.

-Si… -respondió insegura.

Sango estaba muy desconcertada, entre todos lo encuentros extraños que pudiera haber imaginado el mas inusual sin duda era que estaba viviendo en ese momento. En realidad no conocía mucho acerca de esa mujer. Lo único que sabia a ciencia cierta era que fue el primer amor de Inuyasha, que había muerto trágicamente, pero ahora que estaba resucitada se convertía automáticamente en la rival de Ahome. En varias ocasiones había visto a su amiga llorar o ponerse triste por su culpa… Por eso ella simplemente no le simpatizaba.

-¿Por qué estas sola? –Dijo interrumpiendo los pensamientos de Sango y haciendo que se sobresaltara-, siempre suelen estar todos juntos ¿A ocurrido algo?

Aun cuando sus preguntas eran de preocupación su rostro permanecía sin mostrar ninguna expresión, mas su voz delataba su angustia.

-Por favor dime si Inuyasha esta bien. Las heridas que sufrió en el combate contra Naraku han de estar aun en mal estado.

-Él esta bien. Ahome es muy buena en la curación –contestó mordazmente.

De cierta manera quería dar por enterada a esa sacerdotisa que Inuyasha no le necesitaba ahora que estaba con Ahome. Después de todo lo único que ella quería era eliminarlo.

-Tienes razón –y por un momento pudo percibir en su mirada un dejo de amargura-, Ahome nunca lo deja solo.

Se mantuvieron en silencio, Kikyo meditaba algo.

- ¡Sango! –le especto Kikyo, como si estuviera apunto de dar una orden.

La exterminadora dio un respingo ante el llamado.

-A si te llamas, ¿no? –dijo como si fuera de lo mas natural

- Eh… si

- Deseo que me hagas un favor muy especial

- ¿Un favor..? –su confusión era evidente. ¿Por que razón Kikyo necesitaría pedirle un favor a ella?

- Si, que le digas algo a Inuyasha de mi parte –no le sorprendió ver la mueca que hizo la exterminadora, pero continuó sabiendo que aún se sorprendería más-, espero que se sobreentienda que no quiero que Ahome sepa nada al respecto

- ¿Qué te hace pensar que haría algo así? –Dijo algo molesta-, no soy la clase de persona que le oculta cosas a sus amigos

- Supuse que dirías algo así, pero si me ayudas dejaré que mis serpientes cazadoras te guíen hacia la salida del bosque, ya que es evidente que estás perdida. Este lugar es muy recóndito, no saldrás de aquí con vida sin un arma y por lo que veo tu no portas ninguna, ahí muchos monstruos por aquí, me sorprende que no te hallas encontrado con ninguno.

Sango no podía creer que le chantajeara de esa forma.

- No me importa. Buscaré la salida sola –y dio media vuelta para irse. Jamás aria algo que lastimara a Ahome -, además no veo por que necesites un mensajero. Si deseas decirle algo a Inuyasha ve y díselo tú.

Pero no fue unos segundos luego de decir aquello que se arrepintió. Se había dejado llevar por un segundo y no pensó claramente lo que salía de su boca, hasta se escuchó a sí misma.

- Sé que podría hacerlo –respondió al notar que Sango se daba cuenta de su error-, pero tú sabes al igual que yo que no ay nada que incomode más Ahome que mi presencia, he notado como se pone cuando me ve junto a Inuyasha…

- Ya… De acuerdo, llevaré tu mensaje –dijo con recelo.

- Bien. Quiero que le digas a Inuyasha que debe despedirse de Ahome, dejarla regresar a su mundo, y como la perla de Shikon ya fue destruida no volverá. Después de eso podremos ajustar nuestras cuentas pendientes. No pongas esa cara, tú y yo sabemos que ella no pertenece a esta época y que Inuyasha me pertenece a mí.

Sango la fulminaba con la mirada, pero se tuvo que tragarse las palabras que le rondaban por la mente si no deseaba que esa mujer fuera personalmente a llevar aquel mensaje. Se dio media vuelta para alejarse aceptando ser la mensajera.

- Guíenla –ordenó Kikyo a sus serpientes-. Si no cumples con este pedido te aseguro que me enteraré por medio de mis serpientes ya que te seguirán hasta que lo hagas.

- Lo haré. No debes preocuparte –dijo con voz firme.

♦ ♦ ♦

Mientras las serpientes cazadoras de almas le mostraban el camino a través de aquel bosque no dejaba de pensar en que haría, si debía darle o no el mensaje a Inuyasha. Esa sacerdotisa había dicho que se enteraría si no lo hacia ya que esos seres brillantes se lo harían saber, pero… tal vez se podría deshacerse de las serpientes… aunque si lo hacia también se daría cuenta por que estas no volverían… ¿Qué debía hacer? Debía calmarse. Después de todo tenia tiempo. Lo único que le quedaba claro era que Kikyo definitivamente no podía ser una buena persona.

Después de unas horas de caminata el bosque comenzó a ser menos espeso. Conforme avanzaban se podían observar más arbustos y plantas pequeñas rodeadas de flores silvestres, además la altura de los árboles disminuía considerablemente. Pronto pudo ver un camino conocido y en ese momento las serpientes se detuvieron, mas no regresaron con su ama. Sango continuó caminando como si no lo notara, por ahora solo podía seguirle el juego a esa mujer. Cuando el camino comenzó a ensancharse pudo precisar que la aldea estaba cerca; y en efecto, unos minutos más y la pudo ver a lo lejos. Los habitantes de aquella aldea los habían acogido gustosos luego de la última batalla con Naraku, y ya que se habían enterado de sus hazañas los trataban como héroes; ellos por su parte, que habían terminado lesionados no tenían más remedio que aceptar su excesiva hospitalidad.

Por fin estaba en la aldea. Pero al ver las calles vacías y obscuras pudo comprobar lo tarde que era. La luna creciente proporcionaba una deficiente luz debido a las nubes que la cubrían, y Sango apenas pudo encontrar el camino al castillo del terrateniente. Los guardias apenas si se dieron cuenta de su regreso ya que estaban medio dormidos y la dejaron pasar casi inconscientes. Al entrar a la casa, la cansada exterminadora se dirigió maquinalmente a la habitación que compartía con su fiel Kirara, pero se detuvo al pasar frente a la de Inuyasha. Por alguna razón sentía una terrible inquietud que la ponía nerviosa. Durante unos momentos permaneció inmóvil frente a la puerta del dormitorio sin saber el por qué y mientras los segundos transcurrían absurdas ideas se infiltraban en su mente… Quien sabe, tal vez Kikyo entraría por la noche mientras dormía y se llevaba a Inuyasha… o alguna de sus serpientes le chuparía el alma… o quizás… Toda clase de estupideces le pasaron por la mente hasta que tomo una resolución: tendría que hacer guardia para cuidarlo. Al principio no estuvo muy segura de su idea pero terminó autocombenciendose de que esa sacerdotisa podía ser capaz de cualquier cosa con tal de alejar a Inuyasha…

Resuelta deslizó la puerta con cuidado y entró en la habitación. Por suerte Ahome no se encontraba allí, de lo contrario habría tenido que dar muchas explicaciones por su intromisión, respuestas que ni ella misma podía explicarse.

Miró al pobre Inuyasha tendido en un futón. Estaba muy lastimado, y muchas vendas cubrían la mayor parte de su cuerpo, se veía tan frágil… Generalmente ella solía verle como un tipo duro, siempre adoptando una actitud acorde con las circunstancias, lo percibía como un joven insensible y orgulloso, además de obstinado, pero en ese momento paresia tan desprotegido… Una sensación desconocida se apoderó de ella… Se sentó más o menos a un metro de él para contemplarlo… No tenia que despertarlo ya que no quería ni imaginar como reaccionaria al verla allí.

Era muy entrada la noche cuando Sango comenzó a cabecear. No debía dormir… Esas serpientes cazadoras podrían entrar en cualquier momento…

- Mantenerse despierta -se repetía-, despierta

Estaba a punto de dejarse vencer por el sueño cuando Inuyasha empezó a quejarse de dolor aun dormido, esto puso alerta a Sango y se despertó al instante. Se acerco a él y le toco con delicadeza la frente, ardía en fiebre. Buscó con la mirada el botiquín de Ahome y lo vio al lado derecho del futón. Ella no sabia como funcionaban aquellos remedios milagrosos, pero había visto a Ahome usarlos muchas veces cuando alguien estaba herido, y tenia formada una idea de que hacer. Tomó una toallita y la humedeció con el agua de un recipiente cercano que ya se encontraba allí, posó con cuidado en la frente del joven mitad bestia, pero apenas tuvo contacto él reaccionó y le tomó la muñeca en forma defensiva, Sango se asusto por un momento pero le terminó de acomodar tranquilamente la toallita húmeda.

- Tranquilo – le dijo suavemente-, estarás bien.

Inuyasha entreabrió un poco lo ojos y alcanzó a distinguir la borrosa imagen de Sango que lo miraba dulcemente, pero estaba muy cansado y volvió a cerrar los ojos, soltando la mano de su cuidadora. Sin embargo algo dentro sí le obligó a conservar en su memoria el rostro de aquella chica.

Con dificultad, Sango cambió los vendajes de los brazos y pecho, limpiando las heridas y aplicándoles aquel líquido raro que en muchas ocasiones también a ella le habían puesto. Sabia que ardía, y en ocasiones el paciente soltó algún gruñido. Cuando hubo acabado nuevamente se quedó a observarlo, recorriendo con la mirada aquel cuerpo gravemente herido y el rostro demacrado. El aquel complejo sentimiento que antes no pudo descifrar de pronto estuvo claro, compasión. Todas las batallas realmente difíciles que habían enfrentando siempre concluían gracias a él. Regularmente ella y el monje Miroku siempre terminaban lo suficientemente golpeados para no poder continuar luchando, Shipo no siempre podía hacer algo sin arriesgarse demasiado y Ahome solo usaba sus flechas en casos muy necesarios. El que se llevaba las tareas más difíciles, los ataques más peligrosos y las heridas más terribles era sin duda Inuyasha, y la verdad es que nunca se preocupaban por agradecérselo como se lo merecía. Fue en aquel instante en que la compasión se transformó fugazmente en gratitud.

- Gracias por protegernos siempre –le susurró al oído-. Esta ocasión yo te voy a cuidar.

Con estas palabras Sango terminó aquel día tan agitado y pudo dormir tranquilamente.

Y por un segundo se pudo percibir como la tensión del mayugado cuerpo de Inuyasha se aligeró.

Continuara…

Nota de la Autora:

Me alegra mucho por fin poder publicar este fanfic (o), ya que he tenido muchos inconvenientes con esta historia: que si los arreglos del borrador, que luego la ortografía, pasarlo a la computadora… En fin, cuando creí que por fin lo podría publicar surgieron más problemas. Definitivamente este fic ha representado un reto para mí, sobre todo por el desarrollo de la historia y la redacción en lo que me estoy esforzando para que puedan disfrutar de una buena lectura, me he divertido mucho haciéndolo, ya que esta pareja poco común de Sango e Inuyasha me gusta mucho.

No sé a ciencia cierta si tarde mucho con el siguiente capitulo, o si sea más o menos extenso que este, así que le ruego paciencia querido lector.

Y ya no me queda mas que decir que espero que esta historia sea de su agrado y de verdad, de verdad, de verdad agradecería que me puedan enviar sus comentarios, dudas, criticas, lo que sea… realmente estaré feliz de recibir su apoyo.

Saluditos!