ESTA HISTORIA ESTA PUBLICADA EN FANFIC . ES POR SU AUTORA ORIGINAL MISFITS Y ELLA ME HIZO EL FAVOR DE PRESTÁRMELA PARA PUBLICARLA AQUÍ
Nota de Arika Yuy Uchiha: jejeje bueno si regrese con otra historia que no es mia pero en honor a la verdad es que le he hablado tanto a Mitchell de esta que me sugerio que la publicara y ya que misfits no tiene problema con que lo haga aquí esta, ESTA HISTORIA ESTA SIENDO PUBLICADA POR LO CUAL EL TIEMPO DE ACTULIZACION ES VARIABLE
Nota de misfits: este es mi primer ShikaTema orientado fuera de su mundo original así que espero que les guste. Bueno aca es donde explico como escribo para que les sea mas facil leer la historia.
Siempre que haya un guión (-) en frente es diálogo.
Si esta con esta letra es recuerdo o sueño.
Uso esta separación para saltos temporales o cambios de ambiente:
Si no hay guión (-) es narración o pensamiento.
La historia esta narrada de diferente forma segun el capitulo, a veces lo hace Shikamaru, a veces Temari y a veces yo.
Apuestas en el Infierno
Era otra jornada rutinaria, el calor de las interminables llamas y el grito de las almas en pena no me reconfortaban aquel día. Esta aburrida, más aburrida de lo normal. Oh… ¿dónde están mis modales? Olvide presentarme… presentarme a mi misma nunca ha sido fácil. Tengo demasiados nombres quizás alguno de ellos logre identificarme ante ustedes, soy la princesa de las tinieblas, la reina del infierno, Satanás, etcétera, etcétera…
Así es amigos soy una mujer. ¿Realmente pensaron que el ángel más hermoso del cielo era hombre? Puff... no me hagan reír. Las criaturas macho son por lo general las más estúpidas en todas las especies.
Así que teóricamente las denominaciones "EL" Diablo ó "El" Demonio es incorrecta. Si quieres buscarme un nombre más comprensible para su vocablo pueden llamarme Temari, Sabuko Temari.
Volviendo al tema importante: estoy aburrida. La última vez que estuve tan aburrida fue hace treinta mil años cuando cree esas nueve bestias sanguinarias, los demonios creados por mi reciben el nombre de Bijū pero eso jamás volvió a suceder. Crearlos requiere una cantidad colosal de poder y ya no tengo seis mil años de edad ¿saben?
Cuando complete a la novena las libere y los humanos crearon leyendas sobre ellas. Cuidarlas requería de mucho trabajo así que las esparcí por el mundo y conservé solo una, el demonio de una cola. Y ahora me está mirando con esa cara, sus ojos amarillos están tan aburridos como los míos. Ya empezó a mover esa gigantesca cola de arena. Si sigue así va a infectar las heridas de esa gente que mande a azotar hace un rato pero es obvio que ese es su plan. Está cansado de las torturas convencionales y yo también.
-¡Temari-sama! ¡Temari-sama!
Uh, esa voz chillona solo puede pertenecer a alguien no quiero voltear pero debo hacerlo, es parte del trabajo después de todo.
-¿Qué pasa Matsuri? –le pregunté mirando al demonio castaño que tenía yo por asistente mientras me preguntaba por qué razón aun no le había cortado las cuerdas vocales.
-Ya llegaron sus hermanos –grito entusiasmada.
Como decirlo… esta pequeña demonio está enamorada de uno de mis hermanos, el más pequeño para ser exacta. Ah sí, tengo dos hermanos, cuando me exiliaron del cielo ellos me siguieron voluntariamente y, aunque son mis sirvientes al igual que el resto de los seres que habitan en este esplendido lugar, sus poderes son muy superiores a los que otorgo generalmente.
-Diles que los espero en mi oficina –le ordené a la castaña.
-¿En su trono?
Sé lo qué están pensando, pero la asistente idiota venía con el trabajo, créanme que yo no la elegí.
-Si Matsuri, cuando estoy en mi oficina me siento en mi trono –le respondí evidenciando su ineptitud.
Ella bajo la cabeza avergonzada y me respondió– de inmediato su excelencia, ahora regreso.
Mientras me dirigía a mi oficina olvide un pequeño detalle así que me volví sobre sí misma y lo llamé– ¡Shukaku!
Esa magnífica criatura un tanto incoherente pero sumamente inteligente levanto su cabeza y paró sus negras orejas mirándome fijamente y entonces corrió hacia donde yo estaba.
-¿Consideraste mi propuesta? –me preguntó excitado.
-Ya te dije que no tengo intensiones de iniciar otra guerra mundial –le respondí asesinando sus ilusiones.
-Nunca hacemos nada de lo que yo quiero –se quejó él mirándome con cara de mapache mojado.
-Solo te importan las guerras mundiales, te olvidas de las otras que te concedí –le recalqué como regañándolo.
-La Guerra Fría fue la última que tuvo algo de emocionante pero ha pasado tiempo desde eso –opinó y aunque no le otorgué la razón en la plática que tuvimos, debo admitir que las cosas estaban muy tranquilas últimamente. Necesitábamos un poco de emoción, no solo nosotros el infierno mismo parecía haberse vuelto monótono.
-Veré que puedo hacer –le dije y desaparecía en una nube de humo rojo para volver a aparecer sentada en mi cómodo e imponente trono.
Mis hermanos ya me esperaban dentro de mi despacho y mi sosa asistente se encontraba en un lateral del lugar simulando organizar documentos cuando era más que obvio que estaba observando a mi hermano menor. Olvide la incompetencia de la joven de ojos negros y posé la vista sobre mis hermanos. Parecían estar felices de verme como siempre, aunque algo flotaba en el aire, se percibía algo distinto a nuestros encuentros anteriores.
-¿Cómo han estado? –saludé.
-Bien, he visitado algunas funciones y me he divertido, ya sabes lo usual –respondió eso hombre de cabello castaño y ojos bestiales.
Ese era Kankuro, uno demonio muy singular. Se puede decir que es todo un artista, las marionetas son su especialidad aunque hace ya varios siglos dejo los títeres de madera y tomo control sobre los de carne y hueso. Así es, él es capaz de controlar el comportamiento humano, claro que esto tiene sus restricciones. Solo puede disponer de un "títere" a la vez y por un tiempo limitado. El plazo está determinado por la cantidad de pecados que haya cometido la marioneta en sí, cuanto más corrupta este el alma de recipiente más tiempo puede mi hermano controlar su cuerpo y mente.
Como se abran dado cuenta, los lugares más frecuentados por Kankuro son los teatros, operas y salones de espectáculos de todo tipo. Su reputación es tan perversa que los humanos crearon un dicho en este tipo de lugares en su honor. ¿Alguna vez han escuchado la expresión "rómpete un pierna"? Bueno… solo digamos que siglos atrás, cierto actor con escasos dotes artísticos debía interpretar a Próspero en la obra "La Tempestad" de William Shakespeare. Ese humano le producía repulsión a mi hermano, odiaba su voz enfermiza y caminar enclenque. Su rechazo por ese hombre era tal que literalmente manipuló a su novia para que esta le quebrara la pierna derecha antes del estreno. La obra fue un éxito sin precedentes, incluso yo fui a verla.
De no haber sido por la iniciativa de Kankuro la obra hubiese sido un completo bochorno y los humanos se percataron de esto. Entonces comenzaron a bromear con la frase "rómpete un pierna" en alusión a aquel acontecimiento que salvo al elenco entero del olvido. Pero los humanos son seres curiosos de frágil memoria y con el tiempo la expresión se fue distorsionando. Hoy en día siguen utilizando la frase aunque la usan como equivalente de "suerte" en lugar de respetar su naturaleza sarcástica.
-Ya veo… ¿qué hay de ti, Gaara? –indagué mirando al menor de mis hermanos, un misterioso hombre de cabello rojo como el fuego y mirada serena color aguamarina.
-Yo si encontré algo inusual –dijo llamando mi atención, la de Kankuro y provocando que mi ineficaz asistente tirara una carpeta llena de documentos.
-¡Matsuri! –la regañe mirándola amenazadoramente.
-Lo… lo siento –respondió petrificada mientras intentaba recoger los papeles lo más rápido posible.
- ¡Ya olvídalo! –Le ordené para que dejara de mezclar dichos documentos– ¡Solo sal de mi oficina! –concluí masajeando mis sienes para calmar mis nervios.
-Debes conseguir una nueva asistente –opinó Kankuro.
-No puedo, ella está en el sindicato –le respondí como resignada a mi suerte.
Mis hermanos se sonrieron y yo también, la situación era tan absurda como desesperante. Yo la mismísima ama del caos atada a una niña boba. Termine de reír y regularice mi respiración para volver a posar mi vista sobre mi hermano menor.
-¿Y bien Gaara? ¿Nos dirás lo que hallaste ó nos mantendrás en suspenso otros quinientos años?
-Encontré un hombre inusual –comenzó a explicar él logrando captar toda mi atención y la de Kankuro también.
-¿A qué te refieres con inusual? –inquirió Kankuro apropiadamente.
-Toda su vida ha sido fiel a un solo pecado, la pereza –relató el pelirrojo– hasta hace un año, cuando le añadió el segundo pecado, la lujuria y lo viene manteniendo con bastante regularidad aunque no logra superar al primero.
-Tú entiendes que hay humanos que tienen incluso los siete pecados dentro de sí ¿verdad? –acotó mi hermano, incrédulo de que un demonio del calibre de Gaara viniera con un caso tan insípido.
-Este tipo es distinto, es sumamente inteligente –argumentó mi hermanito creyendo firmemente en el caso que presentaba frente a mi– si podemos obtener su alma será un perfecto estratega en el infierno.
-¡¿Estás loco? –exclamó exaltado el castaño. A diferencia de Gaara, Kankuro perdía la calma fácilmente y eso los convertía en un dúo singular– Shukaku también es sumamente inteligente y no por eso guía nuestros movimientos en la guerra.
-No puedes comparar a un humano con un Bijū.
Los deje seguir discutiendo sin intervenir mientras mi mente se alejaba del lugar producto del último comentario de Kankuro. Recordé cuando Shukaku era tan solo una bolita de arena que quería sacarle los ojos a los empleados que lo alimentaban. Era tan tierno y malicioso y por sobre todo era feliz. Cuando le permití comerse a esos empleados fue feliz, cuando destripo y atormento a su primer víctima fue feliz, y ni quiero mencionar durante las guerras.
En Egipto lo llamaron Shukaku del Desierto, el demonio de Arena en Libia, el Sanguinario Ichibi en Japón, la bestia de una cola en Italia, la Reencarnación de Arena en Canadá. Y ahora mi preciosa creación estaba aburrida, rogando porque algo interesante sucediera. Shukaku fue el primer Bijū que cree y paulatinamente se convirtió en un espejo de lo que soy yo. Si yo estoy entretenida, él está entretenido, si yo tengo miedo, él tiene miedo y si yo estoy aburrida, él esta aburrido.
No cree semejante demonio para que pasara la eternidad aburrido, mejor sería que encontrara algo con qué entretenme pronto. Observe a mi hermano menor mientras continuaba discutiendo con calma ante mi exaltado hermano del medio. La idea de Gaara parecía descabellada pero debía darle crédito, él nunca, jamás, se había equivocado. ¿Han escuchado hablar de Atila el uno? ¿Quién creen que tuvo la idea de eso? Así es. Mi hermanito podía mostrarse sereno todo el tiempo pero en cuestiones bélicas era el mejor y no lo digo solo por Atila. Calígula, Nerón, Napoleón, Franco, Hitler, Mussolini y tantos otros más que no valen la pena nombrar también formaron parte de la diversión de Gaara. El único problema que el pelirrojo tiene es que se cansa fácilmente de ser consejero de los humanos entonces, tarde o temprano, termina tomando posesión de sus cuerpos y liderando él mismo.
Las habilidades de Gaara no son como las de Kankuro. Mientras el castaño controla exteriormente al humano en cuestión, el pelirrojo se convierte en huésped del cuerpo permitiéndole una mayor libertad de obrar y sin plazos de tiempo. Claro está que todo tiene un límite. Mientras más tiempo pase Gaara dentro de un humano más rápido la mente y el alma del mortal comienza a desgarrarse conduciéndolo a la locura. Cuando la frágil mente se ha destrozado por completo Gaara ya no tiene poder sobre el humano y se ve obligado a abandonar el contenedor. La razón se extingue entonces en aquel mortal que a menudo intenta maniobras o tácticas militares suicidas con un alto porcentaje de éxito, si me permiten decirlo.
-De acuerdo –dije maliciosamente desconcertando a ambos.
-¿De acuerdo qué? –indagó Kankuro confundido y aunque Gaara no dijo nada sé por su mirada que la misma pregunta rondaba su mente.
-¿Qué les parece una pequeña apuesta entre ustedes por este humano? –sugerí sonriendo de lado.
-No tengo problemas en apostar, le tengo fe a este sujeto –manifestó Gaara provocando que Kankuro se encolerizara por querer probar que sus palabras también eran firmes.
-¡Entonces apostemos hermanito! –Desafió Kankuro y luego lo dijo al fin, el éxtasis recorría mi cuerpo mientras esas sublimes palabras salían de su boca– hagamos una apuesta infernal.
Déjenme explicarles… cuando alguien hace una apuesta y resulta vencedor gana el premio otorgado por el vencido. En el infierno nuestras reglas ó, mejor dicho, mis reglas son distintas. Ambos inician la apuesta perdiendo algo de su elección y no lo recuperan hasta ser el vencedor. ¿Por qué apostar cuando en el mejor de los casos solo recuperas lo que perdiste voluntariamente? La respuesta es sencilla, aquello que pierden vuelve potencializado. Yo soy la receptora del poder que abandonan al apostar y al momento de devolverlo le añado siempre algo interesante y útil para el vencedor.
-Por mi está bien –respondió calmamente mi hermano menor –como tributo entrego mis habilidades analíticas y bélicas.
-Perfecto, porque yo entregaré la habilidad de reconocer del nivel de pecado en las almas humanas –propuso el castaño.
-Completen la apuesta, yo seré el árbitro –les dije incitándolos aun mas, podía sentir el caos en mis venas.
-Dices que es todo un estratega pero la lujuria avanza sobre la pereza ¿eh? –Recalcó mi hermano el artista con una sonrisa maliciosa– Apuesto a que con tres de las mujeres seleccionadas y enviadas por Temari tu estratega se entrega al placer y olvida su pecado natural.
-¿Qué tal si redoblamos la apuesta? –Sugirió Gaara con esa típica mirada analítica– Sí el chico se enamora, tú ganas.
-Me lo dejas así de fácil –indagó el castaño sorprendido pero yo sabía que mi hermanito tenía algo entre manos.
-El chico no se enamora de nadie, incluso admitiré que Temari lo ayude pero debe respetar esa mierda que Dios le da a los humanos…
-¿Libre albedrío? –Murmuré incrédula y luego pregunté gritándole de la furia haciendo que el infierno se calentara aun más si es que eso es posible– ¿quieres que me convierta en la esclava de ese mocoso?
-Tranquila –me dijo temeroso Kankuro y luego prosiguió pausadamente– ¿qué más da? No tienes que hacer lo que no quieres solo lo acompañarías y vigilarías mientras observas su evolución, esa es la tarea de un árbitro ¿no?
-Touché Kankuro –dije mientras sonreía sínicamente.
Mi corazón vibraba, había olvidado esta emoción, la adrenalina recorriendo mi siniestro cuerpo era la más placentera de las sensaciones. Los despoje de sus poderes, esas simples dos cualidades que le daban equilibrio a todo su ser ahora residían dentro de mí en un lugar apartado y sellado. Sin la habilidad de Kankuro para medir el pecado en el corazón de un humano, no podía saber cuánto tiempo podría residir allí adentro y eso suponiendo que dicho hombre este sujeto a algún pecado. En cuando a Gaara, sus maravillosos poderes no le servían de nada sin su brillante intuición. ¿De qué sirve un cuerpo humano si no sabes cómo usarlo? Esto sería interesante, sumamente interesante. Casi podía sentir el corazón de Shukaku latir a la par del mío.
-Tienes dos semanas para lograr que mi chico se enamore –le recordó Gaara a Kankuro.
-Lo sé. Conozco las reglas, pero con las perras que hay aquí será más que suficiente –respondió el artista.
-Mañana me presentare ante este hombre –anuncié y luego mire al pelirrojo ara preguntarle– ¿Cuál es su nombre?
-Shikamaru Nara.
