Summary: Incluso el más grande de los asesinos empezó como un novicio.
Disclaimer: Obviamente, ninguno de los personajes me pertenece.
Nota: Es el primer fic que hago y es muy pequeño. Se agradecen críticas constructivas y reviews.
Primera Persecución
Altaïr apenas era un novicio muy joven cuando le encomendaron su primera misión como asesino. Una de las experiencias que más recuerda fue su primera persecución. Estaba corriendo por las azoteas de Jerusalén dirigiéndose a la Casa de Asesinos cuando pasó al lado de un arquero sin darse cuenta. Éste lo vió y alertó a los guardias que andaban por las calles, los cuales persiguieron a Altaïr por los tejados.
– Demonios, necesito llegar a la Casa de Asesinos pronto y tengo que dejarlos atrás– murmuró el perseguido.
Dicho esto bajó del techo dispuesto a buscar una carreta con paja, una multitud de gente o algún otro sitio donde esconderse. Lamentablemente el escondrijo más cercano estaba justo al lado de unas tropas de templarios que custodiaban una torre, que también comenzaron a perseguir al asesino. Así que tenía guardias, templarios y arqueros detrás de él cuando por fin llegó a la Casa. Aunque, al parecer, olvidó una regla importante…
– ¡Malik, Kadar! ¡Ábranme!– gritaba mientras subía la pared.
– ¿Altaïr? ¿Pero qué haces?– desde dentro se escuchaba la voz del menor de ellos.
– ¡Después tendré tiempo para explicarles! ¡Déjenme entrar!– bajó de nuevo y combatió unos cuantos guardias, para después hacer sprint otra vez alrededor del edificio.
– ¿Acaso lo olvidaste novicio? ¡Nunca se abre el techo cuando te está persiguiendo!– respondió Malik –Debes pasar como incógnito. Deshazte de ellos antes–.
– ¡Ah! ¡Ouch! –se quejaba Altaïr por las flechas que lo lastimaban en la espalda y los espadazos que recibía– ¿¡Podrían ayudarme al menos!?–.
Tuvo que ir corriendo hasta un tejado bastante alto donde era más fácil tirar a sus perseguidores. Al final de la persecución Altaïr pudo esconderse en un montículo de paja con un salto de fe mientras Malik y Kadar distraían a los guardias que quedaban. Todos fueron de regreso a la Casa de Asesinos.
– ¿Te encuentras bien Altaïr? –preguntó Kadar entrando a la oficina.
– ¿Es broma? –se quejó haciendo una mueca de dolor– ¿Parece acaso que lo estoy? –contestó de mala gana el asesino, mientras se sentaba en el escritorio de la oficina y se quitaba la armadura mostrando los numerosos cortes y golpes que recibió en la espalda y los brazos.
– Tranquilízate novicio, Kadar preguntaba de la mejor manera, no se estaba burlando– Malik se acercó a Altaïr con una caja mediana de madera– Ahora, no te muevas o te arderá más–.
– ¿A qué te- ¡Auch! ¡Ugh! ¡Eso duele! – se quejaba el mayor. Al parecer Malik había sacado un poco de algodón de la caja y le untó algo que parecía ungüento de un frasco de la misma procedencia, pero quemaba un poco al contacto con la piel.
La escena se le hacía muy curiosa y divertida a Kadar, quién evito reírse en voz alta tapando su boca con su mano izquierda, para evitarse más problemas de los que tenía.
Nadie le dijo a Altaïr que ser un asesino sería fácil.
