Prólogo
Clary miró por la ventana de su habitación, las flores amarillas florecían lentamente con la llegada de la primavera a Idris. Tomó su lápiz y comenzó a copiar aquel paisaje con precisión, sus ojos se movían de la vista hacia la hoja cada dos minutos. A su padre no le gustaba que dibujara, él lo odiaba porque eso le hacía recordar a su madre, siempre decía "No está bien quedarse en el pasado, Clarissa" Pero no podía evitarlo, dibujar era algo que le encantaba, sobre todo con el don que ella tenía.
Toc, toc, toc.
Alguien llamó a su puerta y Clary escondió rápidamente el bolc de hojas y tomó un libro de runología. – Adelante – Dijo mientras fingía leer. Un muchacho, un poco mayor que ella, de cabello blanco y pálido con enormes ojos verdes, entró. Clary suspiró y aflojó su postura, miró a su hermano, este estaba sonriendo burlonamente con los brazos cruzados sobre su pecho. - ¿Dibujando otra vez? – Le preguntó, ella se encogió de hombros, cerró su libro y lo apoyó sobre su mesa de noche, - ¿Importa? – Dijo mientras se levantaba y dejaba el objeto en su biblioteca. Jonathan frunció el ceño, su sonrisa se borró de inmediato, - Asique hoy es esa fecha – Dijo él, Clary no dijo nada. Ella quería mucho a su hermano, ambos eran muy unidos, pero cuando pasaba la fecha del cumpleaños de su madre odiaba que él le diera tan poca importancia.
Jocelyn Fraychild había conocido a su padre en la secundaria, se casaron y vivieron juntos en la antigua casa de los padres de ella, alejada de Alicante. Pero luego, todo cambió, cuando Valentine, su padre, formó el círculo. Eran adolescentes, los jóvenes más prometedores de su generación, se unieron a su padre para aniquilar submundos que rompían la ley, pero, al final, terminaron siendo asesinos. Fue por eso que su madre los abandonó.
Jonathan tenía sangre de demonio y de ángel en sus venas, Valentine se lo había inyectado incluso antes de nacer. En cambio, Clary, tenía más sangre celestial que el resto de los Cazadores de Sombras, lo que le daba ciertos dones… como el de crear y recordar runas nuevas y antiguas.
-Papá quiere vernos – Dijo Jonathan, Clary se dio cuenta de que se había quedado callada, -Lo siento – Le dijo, él solo asintió y se retiró de su habitación en silencio.
La casa en la que vivían, era una mansión muy grande y lujosa, con muchas habitaciones pare recorrer, a cualquier niño le habría encantado recorrerlas y curiosear. Por desgracia, Clary no había tenido esa suerte, su padre decía que la curiosidad era mala, por lo cual, debía controlarse.
Valentine Morgenstern estaba sentado en un sillón de cuero bordó en la sala, en su hombro, Hugo, el espía, observaba. Jonathan la miró hasta que terminó de bajar las escaleras, él y su padre se parecían tanto como se diferenciaban, tenían los mismos rasgos físicos, y la misma intensidad escalofriante, pero, por dentro, eran dos personas completamente diferentes.
Siéntate, Clarissa – Dijo su padre, ella obedeció y se acomodó en otro asiento, idéntico al de su hermano. Una sensación crecía en su pecho, algo que la inquietaba profundamente. – Ya se los he dicho, hijos míos, estoy planeando mi regreso al mundo de los nephilims, y quiero y sean parte de esta revolución – Jonathan y Clary observaron a su padre sin ninguna objeción. – Este es mi plan -.
