Scott se encontraba dando vueltas por la casa, no sabía como hacerlo, tenía miedo de la reacción de Peter Quil, su novio. Prácticamente se comió todas las golosinas de la alacena producto de los nervios, cada vez que escuchaba algún ruido daba un sobresalto pensando que sería su novio, pues no quería enfrentarse a la verdad tan pronto.

— Amor, ya llegué — escuchó que gritaban desde la entrada, las palabras que para él siempre eran de amor en ese momento sonaron como de condena, sintió un escalofrío correr por su espalda, como si el aire le faltara — cariño ven a comer, se enfriará la cena — terminó de gritar Peter para luego ponerse a cantar una canción.

Scott tragó duro y finalmente fue hasta el salón, dio un fugaz beso en la mejilla de Peter y se sentó en la mesa que ya estaba preparada para cenar, tuvo que disimular una mueca al ver la comida china, en ese momento se le revolvió el estómago y le dieron ganas de vomitar, de inmediato se sirvió agua y dio un sorbo, necesitaba calmarse. Peter lo quedó mirando extraño, había traído lo favorito de su novio y en esos momentos Scott no había dado ni siquiera aun bocado.

— Cariño ¿todo bien? — preguntó Peter preocupado, estaba seguro de que Scott estaba pálido.

— Si…todo bien — dijo no muy seguro mientras revolvía la comida sin comer, no quería terminar vomitando sobre la mesa — amor, ¿qué dirías de agrandar la familia? — preguntó preocupado, con la mirada fija en su novio, quería observar su reacción. Peter soltó el tenedor y se tapó la cara frustrado, incluso comenzó a gruñir.

— ¡Qué! — gritó molesto, estaba bufando — ni lo sueñes Scottie, ya somos suficientes en este hogar, esta familia no necesita más miembros — terminó de gritar mientras Lang se levantaba de la silla y con lágrimas salía corriendo a encerrarse en el baño.

Peter se quedó sin entender que había pasado, terminó empujando su plato enojado, para luego dar un portazo y terminar saliendo al patio. No podía creer que Scott quisiera que tuvieran más mascotas, ya no podían tener más perros o gatos, incluso tenían un maldito reptil, pero su chico cada vez que veía un animalito sin hogar terminaba adoptándolo, así que su jardín prácticamente era un zoológico, mucho quería a Scott pero ya no le podía permitir otro animal, no había ni el dinero suficiente.

Lang lloró sentado en la tina sin agua, se abrazó a si mismo mientras se tocaba con cariño el vientre plano, no podía creer lo enfático que había sido Peter respecto a agrandar su familia, no podía creer que le había gritado de esa forma que no quería su hijo, su pequeña manchita, dio una sonrisa el recordar la imagen que había visto en la ecografía esa misma tarde.

Peter se sentó frustrado mientras sus gatos y perros se le acercaban, incluso el viejo conejo tuerto que tenía, si hasta el pato sin plumas había llegado a su lado, no pudo evitar una risa haciendo que uno de los gatos maullara enojado, en realidad siempre había espacio para uno más, quizás un cachorrito sería divertido, quizás no debió ser tan duro con Scott, pero ese si que debía ser el último animal, estaba seguro que el cualquier momento llegaría control sanitario y le pondrían multas, o al peor, se llevaran a sus mascotas, para que ellos eran parte de su familia.

Se levantó a pasos cansinos, fue hasta la bodega y alimentó a todos los animalitos que habían, jugueteo con los perros, sabía que en realidad solo estaba haciendo algo de tiempo para la conversación que tendría que Scott, de seguro le costaría ir por algunos helados ganarse la reconciliación con su chico.

Escuchó como el auto era puesto en marcha, de inmediato corrió a la cochera, pero ya era tarde, vio como su chico se iba furioso del lugar, apretando el acelerador a fondo. Peter ahora estaba más frustrado, se golpeó el rostro furioso. Perfecto, Scott quería ser un grano en el culo, pero esta vez el no le rogaría, entró a la casa dando un fuerte portazo, pasó por una cerveza y se sentó enojado a ver la televisión, aunque en realidad no se podía concentrar, estaba resistiendo la tentación a ir a la casa de Hope, de seguro Scott se estaba refugiando en ella, no pudo evitar sentir cierta punzada de celos lo que lo hizo sentir aún más idiota.

Dio un sobre salto cuando la puerta fue abierta, incluso terminó derramando el poco de cerveza que aún quedaba en su botella, se quedó en silencio mirando como su novio entraba, Scott ni siquiera lo tomó en cuenta, iba con la cabeza gacha y se podía notar que sus manos temblaban, Peter se debatía entre seguir con su estúpido orgullo de macho alfa o simplemente levantarse, acunar a su novio entre sus brazos y hacer todo lo necesario para que dejara esa cara de tristeza.

— Peter — se giró al escuchar como lo llamaban, estaba seguro de que apenas terminó de pronunciar su nombre Scott había soltado un sollozo, se le estrujó el corazón — ¿tú realmente no quieres? ¿no quieres que seamos una familia más grande? — ahora no se pudo reprimir sus lágrimas, tenía miedo de la respuesta. El jamás abortaría, el tendría solo a su hijo o hija, siempre tendría un recuerdito de su amado Peter, instintivamente su mano fue a su vientre mientras Peter soltaba el aire frustrado, Scott siempre terminaba ganando las batallas, aunque él no lo supiera.

— Amor está bien — se acercó y de inmediato su novio se abrazó a su cuerpo, estaba seguro que en ese momento su camiseta estaba quedando sucia por los pocos de Scott, levantó los hombros, no sería la primera vez — pero solo uno, nada más — es mi última oferta agregó con una voz llena de mando, pero contrario a lo que esperaría sintió como su chico intensificaba su llanto, de inmediato comenzaron a pasar hipótesis por su cabeza, quizás algún refugio de animales había cerrado y su chico se quería hacer cargo de todos.

— Pet — sollozó más fuerte — ¿sólo quieres un hijo? — entre llantos limpio su nariz en la camiseta de su novio, quien en ese momento estaba estático, mientras el pequeño dialogo se repetía en su cabeza una y otra vez.

— ¿Hijos? — se alejó y tomó a Scott por los hombros — ¿Hijos humanos? — preguntó ahora aún más confundido.

— ¿Sí? — respondió Scott sin entender, acaso existían otro tipo de hijos, él quería mucho a sus mascotas, pero sabía muy bien que no eran sus hijos — Peter estoy embarazado — pensó que al decirlo de esa forma era imposible que Peter no entendiera, sabía que su novio era algo lento, incluso torpe, pero nunca para tanto, estaba seguro de que era por los nervios, si tenía que ser eso, comenzó a autoconvencerse

— Mierda, Scottie — sintió como Peter caía de rodillas y comenzaba a hablarle a su plano vientre — ¿por qué no fuiste claro? — lo regañó con dulzura mientras le pedía perdón a la barriga — cachorrito nunca quise rechazarte, solo que tu padre es muy idiota para darme la información — Scott comenzó a llorar con fuerza — oh perdón, amor, amor, amor — comenzó a llamarlo Peter mientras se ponía de pie y comenzaba a abrazarlo — perdóname tú a mi, yo fui el estúpido que no entendió — no estaba tan seguro de ser el idiota, pero no quería seguir peleando, lo mejor y su ya clásica estrategia era que el quedara como el tonto, como el que tenía que disculparse — ¿Qué puedo hacer para que me perdones? — preguntó acunándolo en su pecho y dando besos por sus cabellos.

— Papas fritas extragrandes, una hamburguesa sin pepinillos, un helado de vainilla y un chocolate con naranja— Scott comenzó a hacer una lista de toda la comida que quería mientras Peter lo miraba divertido, dio un último besito antes de salir al mercado 24 horas por los pedidos de su chico.

Con cuidado fue recordando como lo que Scott le había solicitado, no pudo evitar pasar por el pasillo dedicado a los niños, le fue imposible no tomar un lindo chupón de color amarillo, ese sería el primer regalo que le daría a su pequeño chico, al pagar no pudo evitar tomar un par de flores para su amado novio, quien le daría el mejor regalo.

Llegó con una amplia sonrisa, no hallaba la hora de contarle a sus amigos que sería padre, pero llamarlos a las dos de la mañana no era la mejor idea. Estaba seguro de que los muchachos pelearían a muerte por ser uno de los padrinos, pues era obvio que el otro cupo sería de Hope.

— Para la futura madre — entregó el ramo de flores, mientras un avergonzado Scott le daba un golpe en el brazo — y para nuestro príncipe o princesa — dijo mientras entregaba el chupón y daba un beso en la barriga haciendo que Scott se sonrojara aún más.

Peter se sentó a dormitar viendo la televisión, mientras Scott a su lado comenzaba a comer sin parar todo lo que había pedido, le brillaban los ojos mientras tragaba sin parar.

— Peter te dije helado de vainilla y chocolate con naranja — Scott le gritó haciéndolo dar un salto, con sueño comenzó a frotarse la cara mientras su novio lo seguía regañando.
— Anda a comprar.

— Amor son las tres de la mañana.

— El bebé quiere helado de vainilla y chocolate con naranja— hizo un puchero, Peter se levanto y gruñendo tomó las llaves del automóvil, estaba seguro que se vendrían meses complicados, pero él estaba dispuesto a darlo todo, no podía más de felicidad, no puedo evitar que sus ojos se aguaran e incluso se le cayera una lágrima, o quizás sólo tenía demasiado sueño.

Cuando llegó de vuelta, no podía creer que su novio estuviera durmiendo plácidamente sobre el sillón, con parsimonia guardo las cosas en la nevera y luego con cuidado lo llevó hasta la habitación.

— Te extrañé bebe, te amo — murmuró Scott entre sueños, haciendo que Peter diera una boba sonrisa, pensando en que pronto tendrían que dejar de llamarse "bebé o papi" porque definitivamente eso les acarrearía problemas.

Se quitó la camiseta y se acurrucó contra su novio abrazándolo por la espalda, le dio algunos besitos en el hombro mientras sentía como sus párpados se estaban sintiendo más pesados, poco a poco se estaba durmiendo.

— Los amo — y con esas últimas palabras terminó quedándose dormido sin soltar en ningún momento a su novio y a su futuro hijo o hija, los dos seres que más amaba en esos momentos.