PARTE I

Solo otro día más, en esta torre, la Torre del Cielo. Me habían traído desde el este de Fiore, mi pueblo natal fue arrasado por las guerras de esa zona, perdí a mis padres en uno de los ataques al pueblo. Los pocos sobrevivientes fueron capturados, entre ellos yo, también habían traído personas de otros lugares de Fiore, como esclavos para construir esta inmensa torre. No sé que función exactamente tendría la torre.

Ya han pasado dos meses, desde que me trajeron como esclavo, aunque no se si ese era el tiempo que ha transcurrido, puede ser más. Solo tengo 10 años y medio, no podía hacer nada para escapar de aquí, así que desde un principio me resigne a este destino. Note que no era el único niño en este lugar, pero me costaba un poco relacionarme con ellos, los días eran de arduo trabajo y las noches de pesadillas, la comida era pésima. Pensé que esta vida seria así, tan triste y solitaria, hasta un día, el día que vi una pequeña criatura rondando cerca de donde me encontraba trabajando, pasando ladrillos de un lado a otro.

Era una pequeña serpiente, me asuste un poco al pensar si era venenosa, no quería acercarme, pero era más el miedo al castigo por no trabajar. Así que me acerque y continúe mis labores. Los días continuaron así, con esa pequeña criatura cerca, me producía una sensación extraña, al percatarme de la mirada de aquella criatura. Me miraba fijamente, sin perderme de vista. Supongo que empecé a encariñarme con ella. Así fueron continuando los días, sintiendo la compañía de esa criatura, pensé en quedármela como mascota, podría ser mi amiga.

Un guardia había notado a la pequeña serpiente, se acercó y levanto su mano para darle un latigazo. Por mero impulso me interpuse para cubrirle con mi espalda. En ese instante, la pequeña se metió entre mi ropa, no sentí cosquilla alguna debido al dolor del latigazo. El guardia me tomo por la camisa y me lanzo a un lado para buscar a la serpiente, al no verla, el guardia me miro y me dijo,

Mocoso, si la encontró me desacere de ella – Dijo el guardia, mientras daba media vuelta para marcharse.

Me levante como pude y me dirigí a un callejón entre los ladrillos, mientras tomaba a la serpiente y la colocaba en el suelo.

Será mejor que te quedes aquí, prometo llevarte conmigo – Le dije mientras me secaba las lagrimas, que me producía el ardor de la herida.

Continúe con mi trabajo, mientras me acostumbraba al dolor de la herida en mi espalda. Pero me agradaba la idea de tener una mascota, nunca había tenido una, por mas rara y exótica que fuese. Ya el día casi acababa, me dirigí rápido a buscar a la criatura, me costó un poco encontrarle, ya que este algo alejada de donde la deje. La metí entre mi camisa. Mientras me dirigía a mi celda, pensaba en un nombre para ella, realmente no se me ocurría ningún nombre adecuado, paso la hora de la cena, ya estaba en la celda para dormir y aun nada, hasta como una estrella fugaz, se me ocurrió un nombre algo extraño… Cubelios.

Así te llamaras de ahora en adelante… Cubelios – Le dije a la serpiente que estaba enrollada en mi mano.

Casi se me olvida, que mal educado soy, me llamo Erik – Dije mientras me sobaba la cabeza con algo de pena.

Ya no me sentía tan solo, le dejaba entre las sabanas de mi cama, mientras trabajaba, aprovechaba y mataba algunos ratones que veía para dárselos a Cubelios de cena. Cada vez que llegaba, le daba su cena mientras le contaba lo que hacia en el día, en el trabajo. Y así continuamos mi amigo Cubelios y yo, haciéndonos compañía en esta solitaria vida.

Tal vez sea algo fantasioso e imposible, pero me gustaría oír alguna ves la voz de mi único amigo, Cubelios.