Bueno, pues aquí os presento un nuevo proyecto que traigo de la mano de Nolwenn Magicmind (visitadla ya! y leed su In between y su RUSKA!!) La cosa es que entre las dos pretendemos rellenar la tabla Simbólica de 30vicios. Ella los pares y yo los impares. Nos retaremos con los personajes sobre los que debemos escribir y cruzaremos los dedos para que nos salgan cosas más que potables.

Contra todo pronóstico, me ha encantado escribir sobre esta pareja. Ha sido muy, pero que muy gratificante!! Espero que a ti también te guste Nolwenn!!

Sin más que decir! Leed y dejar reviews!! Aunque sea puteándonos!!

ILUSIÓN

"Si tuviera que elegir algo de ti, me quedaría con esa inocencia estúpida con la que empezaste a confiar en mí y con esos fríos y temblorosos dedos con los que me tocas cada noche esperando hallar en mí el consuelo que el resto del mundo se niega a darte. Eres una niña. Una niña débil que no posee conocimiento alguno de la maldad que puebla el mundo y eso me excita… y me da poder.

Me lo cediste todo sin tan siquiera darte cuenta de la gravedad de tu acción. Me convertiste en tu mayor confidente, abriéndome la puerta de tu alma. Me regalaste tus pensamientos y por mucho que quieras, no estoy dispuesto a devolvértelos. Eres mía Ginevra Weasley. Conozco tus secretos, poseo tus sueños, domino tus miedos. Te guste o no, ahora yo soy tu único y verdadero dueño".

La niña suspiró por quinta vez en menos de diez minutos. Sus dedos tamborileaban rítmicamente sobre los apoyabrazos del sillón verde grande y mullido en el que se encontraba, sin que sus pies pudieran alcanzar el suelo. Aburrida, comenzó a cantar Teardrop,y al muchacho le pareció la canción más horrible que había escuchado en su vida. Ginny cerró los ojos, ahora su cuerpo entero se convulsionaba al ritmo lento que podía oír en su cabeza.

-¿Qué cantas? –la voz varonil y seria de su compañero fue el jarro de agua fría que la devolvió a la realidad. O al menos, a una parte de ella.

-Teardrop, mis compañeras de habitación la escuchan tanto que ahora no puedo sacármela de la cabeza. Es… relajante. Si no te gusta ya paro. –Miró atentamente como el moreno revolvía algunos papeles en una mesa cercana. Él, al cabo de unos segundos, levantó la vista y la miró directamente.

-Supongo que es porque no estoy acostumbrado a ese tipo de música. ¿Es algún grupo de tu época?

-Sí –respondió ella distraída mientras le echaba un vistazo a la Sala Común. –No sabía que a los Slytherins también os iban estas cosas. –añadió, señalando con el rostro las guirnaldas en forma de corazón que caían del techo y las cajas con bombones repartidas estratégicamente por las mesas y sobre la chimenea.

El chico se encogió de hombros y volvió a su búsqueda entre los papeles.

-Supongo que cada casa tiene que sufrir a su propia Beatrize Harrold.

Ginny esbozó una sonrisa.

-¿Es tu novia?

-¿Qué? ¿Quién? –no le estaba prestando demasiada atención y aquellas preguntas salieron más por inercia que porque realmente supiera el tema de la conversación.

-Beatrize Harrold. ¿Es tu novia? –repitió ella.

Por fin, las palabras "Beatrize" y "novia" a tan poca distancia la una de la otra consiguieron captar su atención. ¡Y de qué manera! La propia Ginny se arrebujó más en aquel sillón Slytherin debido a la fuerza de aquella mirada que la taladraba.

-¿Qué gilipollez estás diciendo? –inquirió bastante más alto de lo que debería.

-Yo… no era mi intención ofenderte Tom. Es solo que pensé…

-Beatrize Harrold es una estúpida Hufflepuff mestiza que lleva una semana dando saltitos por todo el castillo. Pisarme un pie hubiera sido ofenderme, esto es darme una patada en la boca y luego escupirme en ella.

Dándose cuenta de lo que acababa de hacer, Tom Riddle hizo un esfuerzo sobrehumano para relajar el rostro y esbozar una pequeña sonrisa. Él estaba acostumbrado a ellas. Esas sonrisas falsas tras las que escondía su verdadera realidad. Sin embargo, esta vez le resultó más difícil que cualquier otra evocar una, pero suficiente para apaciguar los temores de la ingenua de Ginny Weasley.

¿Cuánto más tendría que soportarla? ¡Por Merlín! ¿Cuándo esa niñita insulsa y sin gracia le llevaría hasta Potter?

-Hoy es un día bonito para pasarlo con la persona que amas –aquella voz dulce e infantil le escocía en los oídos. –Ojala Harry me hubiera pedido una cita. Incluso le compré un regalo.

Y por sexta vez esa mañana, Ginny Weasley volvió a suspirar.

-Daría lo que fuera para que él me eligiera.

El aburrimiento en el que estaba sumido desde que aquella pelirroja había decidido pasar el día con él, despertó una alarma en su cerebro. Su boca empezó a salivar y sus ojos adquirieron el inconfundible brillo de un depredador. La niña siguió hablando, ajena a cuanto ocurría a su alrededor. Los finos labios de Riddle dibujaron una mueca obscenamente perversa. Ella estaba allí, indefensa y a su merced, dispuesta a hacerle pasar una mañana divertida, aunque todavía no fuera muy consciente de ello. Jugaría, la probaría, la degustaría y la envenenaría, no por nada él era una serpiente.

-Bueno, sé un regalo al que Harry jamás se negaría –siseó con una voz dulce y aterciopelada.

-¿De verdad? Dímelo –los ojos de la niña brillaron. –Dímelo, Tom, por favor.

La desesperación en la voz de Ginny le confirmó que su plan tendría éxito.

-Aunque te lo dijera, aún eres una niña Ginny. No podrías dárselo. –el brillo de los ojos de la pelirroja desapareció siendo reemplazado por una sombría desilusión. –Por todo lo que me has hablado de él, puedo asegurarte que sé lo que piensa Harry. Además, es un hombre y por mezquino y horrible que suene, todos pensamos siempre en lo mismo –se acercó a ella, quedándose a un escaso metro del sillón. –Ansiamos el calor de un cuerpo femenino, nos deleitamos con sus curvas, codiciamos besar sus labios… sin embargo, odiamos la inexperiencia, la ineptitud. Queremos que unas manos firmes sean las que recorran nuestro cuerpo, no las temblorosas manos de una novata.

-Pero…

-¿Pero? –había picado el anzuelo.

-Tiene que haber otra cosa que pueda regalarle. Algo que pueda hacer.

-Oh pequeña Ginevra, claro que hay algo que puedas hacer –enredó sus dedos en aquella cabellera pelirroja y se maravilló al ver como el rostro de la niña se volvía a iluminar. Era TAN estúpida. –Levántate.

Ella saltó del sillón, como si de un resorte se tratase, y el ocupó su lugar entre los cojines. La niña lo miró curiosa a la vez que él pasaba una de sus manos por su pelo negro. Su rostro, sereno y tranquilo, se dirigió a ella.

-Siéntate en mis piernas, Ginny –ella obedeció. -¡Por Merlín, Ginevra! ¡No soy el jodido Papá Noel! No te sientes en mis rodillas como si fueras a decirme lo que quieres para navidad. Ven, siéntate así. –la tomó de la cintura y la obligó a sentarse sobre él, mirándolo directamente a la cara, torso contra torso, con las piernas abiertas cada una a un lado, en el poco espacio que aquellas piernas masculinas dejaban en el sillón. –Eso esta mejor.

La pelirroja enrojeció.

-¿Qué te pasa ahora? –la niña no respondió, enmudecida por la vergüenza de sentir aquellas manos sobre sus caderas, aquel cuerpo bajo sus piernas. –Solo quiero ayudarte a dejar de ser una niña para convertirte en la mujer que Harry desea, pero si no quieres lo dejamos y ya está.

Como la niña seguía sin contestar, Tom hizo el amago de levantarse y quitársela de encima. Ella enseguida reaccionó entrelazando fuertemente sus brazos en el cuello del muchacho y gritando.

-¡NO!

-¿No?

-¡No! Haré lo quieras, lo que sea. Ayúdame Tom. Ayúdame como siempre lo haces.

Su grito desesperado era placer para sus oídos, la auténtica ambrosía.

-Está bien. Está bien. –con dulzura fingida y lujuria contenida, se desembarazó de aquellos brazos blanquecinos y volvió a reclinarse en el sillón, mientras la niña lo observaba con los ojos bien abiertos, sin perder detalle de cada uno de sus movimientos. –Empezaremos por lo sencillito. –ella asintió, confiada y dispuesta. –Lección Primera: Cómo besar.

Ginny estuvo a punto de replicar, pero en el último segundo su instinto de supervivencia se activó y desechó la idea. Por más que lo intentó, no pudo evitar temblar. Había imaginado infinidad de veces aquella situación en su cabeza, en distintos escenarios, con distintas personas… pero jamás pensó que lo haría con un recuerdo y muchísimo menos, un recuerdo Slytherin.

-No tengo todo el día.

Ginny se reprendió a sí misma. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Por qué se demoraba tanto? Sin volver a pensárselo, se inclinó hacia el moreno y depositó un casto beso en sus labios, tan insípido como fugaz. Luego volvió a mirarlo, ansiosa y esperanzada, esperando escuchar el veredicto. Tom parpadeó un par de veces y deslizó su húmeda lengua entre sus labios, en un vano intento de hallar en ellos algún rastro del sabor de su presa.

-Imagina que soy Harry. ¿Besarías a Harry como besas a tu madre o a tu hermano? –ella negó rápidamente. –Bien, te voy a enseñar cómo se hace, así que pon atención.

Sin esperar la respuesta de la pelirroja, el Slytherin se lanzó directo a sus labios. Su mano derecha se fue rápidamente a enredarse entre sus cabellos y la izquierda se encargó de acaparar el lugar más bajo de su espalda. Nada más llegar, encontró una pequeña resistencia. Paralizada por la ignorancia y la inexperiencia, Ginny era incapaz de abrir aquellos labios sin entender el permiso que demandaba la lengua de él.

-Sepáralos –ordenó.

En cuanto su lengua entró en aquella boca menuda, supo que era la primera vez que alguien le hacía algo así. Notó el cuerpo menudo de la pelirroja tensarse sobre él, pero no le importó. Tom Riddle siguió a lo suyo, descubriendo y saboreando cada recoveco de aquella boca, hostigando a la inanimada lengua de ella a levantarse a jugar con él, ocupándose de devorar poco a poco la inocencia de aquella alma. Él guiaba su cabeza, intentando hacer reaccionar su cuerpo sin ningún tipo de éxito. Por eso, cuando notó aquella legua intrusa, introducirse tímidamente en su boca su cuerpo entero reaccionó a aquella necesidad imperiosa de atraerla hacia sí. Ambos reclinados en el sillón, jugando el juego de la seducción. Ayudando a esa niña de ojos verdes a descubrir que existía algo mucho más divertido que escuchar con el estetoscopio cuando se jugaba a los médicos.

Él la separó con un suave tirón de pelo.

-Bien, lección primera aprendida. –él la miró con deseo y ella enrojeció un poco más. –Lección Segunda: Dónde besar.

Está vez decidió tomar él la iniciativa y se sorprendió por lo placentero que le pareció besar aquella piel tierna y virgen. Aquel cuello dispuesto a su entera disposición, expuesto para él, ajeno al peligro que aquello representaba. Su lengua recorrió ansiosa el sendero desde su mandíbula hasta la clavícula, deteniéndose en aquellos lugares estratégicos en una mujer que tan bien había aprendido a conocer. Besó, lamió, pero sobre todo mordió, apretando aún más aquel cuerpo plagado de pecas contra el suyo propio. Llegados a ese punto, Ginny soltó un pequeño gemido, lo que acabó enloqueciéndolo más de lo que ya estaba.

-Ginevra –susurró contra su piel, erizándola por completo.

Cuando notó la mano de Tom, fría como un témpano de hielo, sobre uno de sus pechos, soltó un gemido mucho mayor al anterior.

-Creía… -gemido. –…que esto debía… -grito de dolor. -… hacerse… -rugido gutural de Tom. –… con la persona que amases.

Él se separó de ella y la miró con los ojos oscurecidos por la pasión y jadeante por el hambre.

-Aquí no hay nada parecido al amor –le respondió con un gruñido. –Dominación, de eso es de lo que se trata, niña. Dominación y Posesión. Yo ya te domino, Ginevra, y ahora voy a hacerte mía.

No volvió a encontrar ningún tipo de oposición por su parte. Ella se dejó hacer, abandonándose al placer y a los acordes musicales de Teardrop. Moviéndose al ritmo de Tom Riddle, su confesor, su amigo, su perdición. Había confiado en él, se lo había dado todo sin esperar nunca nada. Muchos dirían que él solo se limitó a quitárselo todo: su inocencia, su voluntad, su cuerpo, su razón. Aquel demonio se aprovechó de la pequeña Ginny Weasley.

Si le preguntarais a ella, aún a día de hoy, te diría que todo eso es verdad. Se lo quitó todo, la engañó, la utilizó, pero también le hizo un regalo. Un 14 de febrero, a la escasa luz de la chimenea de Slytherin la poseyó y la liberó. Sus manos recorrieron cada centímetro de su cuerpo, regalándole más placer del que jamás hubiera imaginado. Le hizo sentir como ningún otro jamás consiguió hacerlo. Logró que ella se abandonara a sentimientos que más tarde aprendería a calificar de deseo y perversión. Jugaron juntos y él ganó. La hizo sudar y le arrancó los gemidos más largos y verdaderos que nunca se había atrevido a pronunciar. Bebió de él y por unos segundos disfrutó de su veneno. Gozó de la oscuridad que halló en aquellos ojos y la que le proporcionó sus manos.

-Déjate ir, Ginevra. Entrégate por completo a mí.

Ya no escuchaba nada más. Arqueó su espalda y arañó su pecho en el mismo instante en el que lo sintió deslizarse dentro de ella. Dolió, pero pronto quedó olvidado por aquella grata sensación que la enloquecía y la obligaba a moverse de arriba abajo. Disfrutó tanto que sus ojos se nublaron, incapaces de ver nada, pero más gozó cuando escuchó aquel eco sordo y gutural proveniente de la parte más baja de la garganta del chico. Luego él se dejó llevar y ella no tardó en seguirlo.

Ginny se dejó caer, lánguida, sobre el hombro derecho de su antiguo confidente y nuevo amante. Un pequeño sentimiento de culpa la atenazó en aquel momento, pero en seguida una vocecilla lo acalló. Al fin y al cabo, aquello no era real, todo formaba parte de una ilusión.