¡Hola!

Este es solo un pequeño Drabble muy estúpido que se me pasó por la cabeza.

Porque todos sabemos que Félix detesta ser Chat Noir y Chat Noir detesta ser Félix... XD


— TRANSFORMACIÓN —


El sonido de las bombas llenaba el cielo de París, cerca de la Mansión Agreste. En la biblioteca de dicha mansión, Félix Agreste dejaba hastiado el libro que lo tenía tan absortó desde hace horas.

— ¡Maldita sea! —exclamó enojado— ¿ahora, en serio? —preguntó con desdén al aire mientras se levantaba, como si el mismísimo Hank Moth estuviera a su frente— Yo también estoy cabreado con el mundo, ¡pero al menos tengo la decencia de no fastidiarle la lectura a la gente!

— Sabes qué él no está aquí, ¿verdad? —preguntó Plagg tras zamparse un pequeño trozo de Camembert con tono burlón, pero en realidad sinceramente preocupado por la salud mental de su portador.

Un lijero sonrojo avergonzado apareció en el rostro del chico trajeado, sintiéndose idiota.

— ¡Callate tú y transformarme! —exigio el chico golpeando más fuerte de lo necesario al kwami, que salió disparado hacía la pared.

El gato miró a su portador dolido en el orgullo, frotándose la cara dañada.

— Un día de estos te demandaré por malos tratos —esa frase fue ignorada por el humano—, y no voy a transformarte sin las palabras mágicas.

"A la mierda con tus palabras mágicas" —quiso responder Félix, pero entonces una nueva explosión le recordó que un akuma estaba atacando y que París necesitaba a ese gato gay... que no intente negarlo.

Malditos akumas, maldito Hank Moth, malditos parisinos de corazón débil, pero sobretodo ¡maldito sea Chat Noir una y mil veces!

Suspirando, exclamó sin ganas, la frase que le hacía sentir el máximo idiota sobre la faz de la tierra cada vez que la pronunciaba.

— ¡Plagg, garras fuera... te daré todo el Camembert del universo conocido por ser un kwami bueno!

Fue una gran idea engañar al chico haciéndole creer que era estrictamente necesario decir eso para transformarse, pensó Plagg mientras era absorbido por el anillo.

En cuestión de segundos, el cuero negro y una máscara cubrían el cuerpo de Agreste, a la vez que unas orejas de gato nacían de un cabello rubio que pareciera que nunca había conocido un cepillo. Una juguetona colita hacía juego con la deslumbrante sonrisa sincera que surcaba el rostro y los ojos verdes rasgados de Chat Noir, que hacían tanto contraste con la mirada de muerto en vida que lucía su odiada versión civil hace nada.

— Como a mi me sobra, y soy tan generoso, voy a darle un poco de mi mala suerte a ese akuma que quiere jugar conmigo~ —se comentó a si mismo con la voz más dulce que un superheroe puede poner, antes de salir por la ventana a enfrentarse al enemigo y proteger su amada ciudad... o al menos ir a ver como Ladybug lo hacía por él.