Digimon no me pertenece, es propiedad de Akiyoshi Hongo.
Incompatibles
Jōnetsu y Kiritsu
Para casi todos los que lo conozcan, MagnaAngemon es uno de los más poderosos ángeles del digimundo, y el más frío de todos ellos. Entrenado desde que era solo un digimon novato para convertirse en un guerrero disciplinado, esta siempre centrado en su misión como ángel guardián del digimundo. No parece relajarse nunca, rara vez baja la guardia y JAMÁS le ha sonreído a nadie desde que llegó a esa etapa. Muchas digimon femeninas lo consideraran atractivo solo por su apariencia y se enamoran de él proponiéndose conquistarlo, pero todas ellas renuncian a esa misión imposible apenas le hablan por 5 minutos debido a su carácter tan frío.
Todas, excepto una.
—Es un amor no correspondido –Murmuró Angewomon lanzando un suspiro.
Ella llevaba enamorada de MagnaAngemon desde que era solo una Salamon y su compañera de entrenamiento. En aquel entonces eran los mejores amigos, rara vez alguien veía a uno sin el otro. Cuando era Patamon él era amable, cariñoso y divertido, a diferencia del resto no la menospreció por ser tan pequeña ni se burló cuando se enteró de su fascinación por las estrellas, disfrutaba de cada segundo que pasaban juntos. Poco a poco sin darse cuenta ella fue cayendo en sus redes, hasta llegar al punto en que se dio cuenta de que estaba enamorada de su mejor amigo. Había decidido confesarle sus sentimientos, segura de que aun si no le correspondía al menos seguirían siendo amigos. Pero justo entonces…
Tenían que digievolucionar.
…
El pequeño Patamon se convirtió de la noche a la mañana en un poderoso Angemon, y empezó entrenar por su cuenta. Ella, por su parte, digievolucionó en Gatomon, una digimon de apariencia inofensiva pero con un gran poder escondido en su interior. No es que no le gustara su nueva apariencia, pero se decepcionó un poco al haber digievolucionado en un aspecto tan diferente, hubiera querido verme mas parecida a él.
Al principio las cosas siguieron como siempre, entrenaban, hablaban, pasaban tiempo juntos y se divertían; pero poco a poco sus entrenadores fueron separándolos con la excusa de que había demasiada diferencia de poder entre ambos y que no conseguirían muchos resultados a menos que estuvieran con alguien mas de 'su nivel'. Así es como Angemon empezó a entrenarse casi a diario con digimon adultos con mucha experiencia en combate e incluso un par de ocasiones con algunos de nivel perfeccionado, mientras que debido a su aspecto Gatomon era relegada a un segundo plano y como mucho la dejaban entrenar una vez a la semana, nunca con ningún digimon al que no pudiera derrotar sin mucho esfuerzo.
Todo eso causo un gran resentimiento en la digimon felina, odiaba que la subestimaran solo por ser pequeña cuando era casi tan fuerte como su antiguo compañero, pero por mas que insistía en que la trataran como a cualquier otro digimon sus demandas eran ignoradas. Entonces empezó a pensar en pedir que la transfirieran a otra sección, en donde si la tomaran en serio como guerrera, pero eso significaría despedirse de Angemon sin haberle dicho aun lo que sentía. Las cosas habían cambiado entre ellos desde que Patamon digievolucionó, ya no se veían tanto como antes porque él siempre estaba entrenando o de visita en alguna otra sección como embajador, había crecido mucho como digimon y como guerrero, mientras que a ella la ponían en una esquina para que no estorbara a los 'guardianes de verdad'. A pesar de todo, cada vez que estaban juntos las supuestas diferencias entre nosotros parecían desaparecer. No éramos el ángel y la gata, ni tampoco el campeón de la región y la marginada; éramos solamente dos amigos que disfrutaban de su mutua compañía. No quería perder la relación que tenían solamente porque sentía que la discriminaban, pero esa situación la estaba enloqueciendo y sabía que no podría seguir así por mucho tiempo más. Debía elegir que era lo más importante para mí: la relación con Angemon, o mi sueño de convertirme en guardiana del digimundo.
…
Al final, fue Angemon quien tomó esa decisión por mí. Una tarde volvía a casa luego de otra infructuosa sesión de entrenamiento y me lo encontré esperándome. Yo me ilusione creyendo que querría que fuéramos a cenar como hacíamos cuando éramos solo unos novatos, pero apenas me vio me entrego un papel y se marchó. Mi corazón se hundió al leer lo que decía: Era una solicitud de transferencia para Jōnetsu*, una de las mejores secciones y la única que podía estar a la par de la que Angemon y yo pertenecíamos, especializada en el combate. La solicitud estaba hecha a mi nombre, y del otro lado estaba el sello de aprobación que indicaba que ya había sido aceptada por ambas secciones. La fecha de mi traslado sería mañana por la mañana, ni siquiera tenia tiempo para hacer nada para evitarla.
Pasé el resto de ese día y casi toda la noche llorando, y al amanecer en silencio comencé a empacar mis pertenencias. Nunca fui del tipo que guardaba muchas cosas así que no me tomó mucho tiempo guardar las cosas que quería llevarme y tirar las que no creía que fuera a necesitar. Dude un momento al ver la foto que me había tomado junto a Patamon el primer año que fuimos compañeros de entrenamiento, pero al final la guarde también en la maleta. Sabía que sería difícil adaptarme al principio, los métodos de entrenamiento entre Jōnetsu y Kiritsu* eran muy diferentes y tampoco conocería a nadie cuando llegara. Necesitaría un recordatorio de que hubo alguien que creyó en mí y me animó a seguir mi sueño, al menos al principio.
No me despedí de nadie cuando me fui, no tenia mas familia que mi abuela Babamon, que había fallecido hace algunos años, ni tampoco tenia amigos allí además de Angemon, y sentía que él ya se había despedido de mi el día anterior al entregarme la carta. Cuando llegó mi transporte entre sin mirar atrás ni una sola vez.
…
Con el correr de los días y de las semanas me fui acostumbrando poco a poco a mi nuevo hogar. Si bien había sido parte de la sección de Kiritsu durante años, nunca pude adaptarme a sus reglas y su ideología igual que Angemon; mis maestros decían que era demasiado 'salvaje' para ser una buena guerrera. En cambio en Jōnetsu sentía que había encontrado al fin el lugar al que pertenecía. Sus miembros estaban comprometidos con su deber como guardianes del digimundo, pero eran mucho más relajados y disfrutaban más de la vida. Según me explicó uno de mis nuevos instructores, creían firmemente que para realizar bien su trabajo como guardianes del digimundo, primero debían conocerlo y disfrutar de las maravillas que tenia para ofrecer, sino ¿Cómo podrían comprometerse a proteger un mundo que no amaban?
Me fui acercando de a poco a mis nuevos compañeros, al principio temía que me rechazaran o que me menospreciaran solo por mi tamaño, pero me di cuenta de que mis miedos estuvieron infundados apenas los conocí.
Agumon, el mayor del grupo, era un dinosaurio amarillo con un apetito que parecía no tener fin; era muy chistoso y a veces se metía en problemas o hacía cosas que divertían a los demás, incluyéndome. En aquel entonces era el único de Jōnetsu que había logrado llegar hasta el nivel de perfeccionamiento, pero prefería mantenerse la mayor parte del tiempo en su etapa de novato.
Biyomon era muy cariñosa y siempre trataba de cuidar a los demás, aunque a veces podía ser un poco mimosa. Nos hicimos amigas casi desde el principio y además se convirtió en mi primera compañera de entrenamiento, como Birdramon era una dura oponente en especial porque yo casi no tenia experiencia luchando contra digimon voladores.
Palmon y Lalamon eran hermanas y, a diferencia de casi todos los que estaban allí, eran también pacifistas. Preferían solucionar los conflictos sin recurrir a la violencia, siempre trataban de solucionar las cosas sin llegar a los golpes. Aunque de no ser posible una solución pacífica, como Togemon y Sunflowmon tenían el poder suficiente como para hacer llorar hasta al más rudo.
Por ultimo, pero no menos importante, estaba Wizardmon. Él era el único además de mí que se mantenía todo el tiempo en la etapa adulta, ya que su sueño era digievolucionar rápido para convertirse en parte de los Royal Knights. Al principio se comportaba de un modo frío y a veces hasta arrogante con todos, pero después de un tiempo comenzamos a entendernos y a llevarnos mejor. Al final ese arrogante se volvió mi segundo mejor amigo.
…
Pero por mucho que me divirtiera o aprendiera en Jōnetsu, no podía olvidarme de Angemon y de todo lo que viví a su lado en mi antigua sección. Con demasiada frecuencia me descubría pensando en él y preguntándome que habré hecho para que ya no me quisiera a su lado ¿Acaso lo ofendí sin darme cuenta y por eso decidió mandarme lejos sin siquiera preguntarme mi opinión?
Al cabo de dos meses sin recibir noticias suyas, cedi a la tentación de escribirle una carta. Empecé agradeciéndole por haber llenado la solicitud en mi nombre, le dije que me estaba divirtiendo y aprendiendo mucho en ese lugar y que esperaba que él lo estuviera pasando bien en Kiritsu. Le conté un poco sobre cada uno de mis nuevos amigos, cuidándome de que no se notara demasiado cuanto lo extrañaba, ni mucho menos cuanto me dolió que me halla mandado a otra sección solo para deshacerse de mi. Al final le mandé la carta antes de que cambiara de opinión, sin esperar una respuesta de su parte.
Por eso, me llevé una enorme sorpresa cuando al cabo de dos semanas recibí una carta de su parte desde Kiritsu. Decía que se alegraba que lo estuviera pasando bien y me deseaba toda la felicidad del mundo. Que por allí las cosas seguían igual que siempre y que dentro de poco llegarían nuevos aprendices. No parecía molesto en absoluto porque le hubiera escrito, más bien sonaba feliz de que yo quisiera seguir en contacto con él después de lo que hizo.
A partir de ese momento comenzamos a escribirnos, yo le mandaba al menos una carta a la semana mientras que Angemon apenas y me respondía una vez al mes, pero a ninguno de los dos parecía importarle. Así me enteré que él estuvo de visita al poco tiempo de que fuera transferida, pero justo en esos días a mi cuerpo se le ocurrió enfermarse y no pude salir de la cama por casi una semana, y me la pase durmiendo casi todo el tiempo. A menos que Agumon me despertara a los gritos creyendo que me había muerto.
…
Así fueron pasando los meses y los años, cada uno por su lado se volvía más fuerte y se acercaba cada vez mas a nuestro sueño de convertirnos en guardianes de nuestro mundo. A medida que el entrenamiento y las misiones se hacían cada vez mas exigentes comenzamos a escribirnos con menos frecuencia, pero siempre que parecía que uno iba a dejar de estar en contacto, el otro le mandaba una carta contándole cualquier tontería y el ciclo comenzaba otra vez. Mis sentimientos por él nunca desaparecieron, al contrario, fueron creciendo con el correr de los años. Lo que empezó siendo un enamoramiento infantil se convirtió en un fuerte amor a distancia, al menos por mi parte.
En todo ese tiempo Biyomon, Palmon y Lalamon alcanzaron el nivel de perfeccionamiento y digievolucionaron en Garudamon, Lilymon y Lilamon respectivamente. Wizardmon, después de mucho esfuerzo, logró digievolucionar a Mistymon y gracias a mi ayuda Agumon llegó a su etapa mega: WarGreymon, mucho más poderoso que sus anteriores etapas, pero todavía un poco idiota en ocasiones.
Yo, por mi parte, al principio traté de evitar mi digievolución. La ultima vez que eso pasó terminé separándome de mi mejor amigo, al que no había vuelto a ver desde entonces a pesar de que nos manteníamos en contacto. No quería digievolucionar y volverme todavía más diferente, al menos como Gatomon aun podía andar en dos patas y no tenia problemas para escribir. Cuando dejé de intentar luchar contra lo inevitable, resultó que digievolucioné en Angewomon, justamente en la contraparte femenina de Angemon. Tuve que soportar varias burlas de mis amigos, encontraban realmente irónico que la 'Gata del Infierno' se convirtiera en un ángel. Apenas tuve oportunidad me dispuse a contárselo a mi viejo amigo, ya había escrito una larga carta explicándole con lujo de detalles todo lo que sentí en esos últimos días cuando me lo pensé mejor. En su lugar le mandé una simple frase.
'Adivina quien acaba de digievolucionar' A los pocos días recibí su respuesta.
'Yo también ¿Cómo luces?' Sonreí mientras escribía la respuesta, no iba a dejárselo tan fácil.
'Solo un poco distinta ¿Y tu?' Al parecer él tuvo la misma idea.
'No es la gran cosa, dime ¿Sigues teniendo manos o le pides a alguien que escriba por ti?' Me reí al leer esa pregunta, y todavía más al contestarle.
'Claro que todavía tengo manos, ángel idiota ¿Aun tienes tus ojos?'
'En contra de tu pronostico si, no creas que me olvidé de lo que me dijiste cuando me viste por primera vez como Angemon'
'-¿Cómo puedes ver con esa cubeta en tu cara?- Al menos fui mas amable de lo que tu fuiste cuando me viste como Gatomon por primera vez'
'-¡Llamen a control animal! ¡Me persigue una gata demonio!- Si, creo que me pase un poco con eso. Sobre todo cuando de verdad vinieron los de control animal y trataron de meterte en una jaula. Que yo recuerde dijiste que me la cobrarías un día'
'La estoy guardando para una ocasión especial, quédate sufriendo un poco mas' Seguimos así durante un buen tiempo, era divertido comunicarse de esa forma.
Hasta que un día finalmente, ocurrió algo que lo cambió todo. Los mejores miembros de Jōnetsu fuimos invitados a la sección Kiritsu por un periodo de tres meses, como una especie de muestra de amistad entre las dos secciones. Decir que estuve nerviosa cuando recibí la noticia sería quedarse cortos, pasé las dos semanas anteriores a la visita oscilando entre la dicha mas absoluta ante la idea de volver a ver a mi primer y único amor y la posibilidad de pasar tres meses juntos, hasta la mas profunda desesperación por la posibilidad de que estando en el mismo lugar nuestra relación cambiara para siempre.
…
Estoy casi segura de que Mistymon me mantuvo sedada con alguno de sus brebajes durante el trayecto a Kiritsu, que ya no fuera Wizardmon no quería decir que halla dejado de ser un mago. Cuando finalmente desperté ya habíamos llegado a mi antigua sección y éramos llamados a presentarnos ante sus miembros. Como todavía seguía algo mareada por lo que sea que me haya dado el mago demente, no podía volar y debía hacer un enorme esfuerzo para caminar derecha. Seguro cualquiera que me viera en ese momento pensaría que estaba borracha.
Al llegar a la cámara principal uno por uno fuimos dando un paso al frente y presentándonos ante los miembros de Kiritsu.
—WarGreymon. Nivel mega. Actual capitán de Jōnetsu y estratega nivel 29 –Dijo nuestro líder sorprendiéndome ¿De verdad era nivel 29? El máximo para un estratega era 30, sabía que él era bueno, pero no pensé que fuera TAN bueno- Especialista en combate cuerpo a cuerpo con un promedio de victorias del 95%.
Así siguieron presentándose cada uno de mis compañeros, hasta que finalmente llegó mi turno.
—Yo… yo soy… –Estaba tan nerviosa que apenas podía hablar. Pero antes de que alguno de mis camaradas me diera una mano alguien se les adelantó.
—Su nombre es Angewomon. Nivel de perfeccionamiento –Habló un digimon ángel de aspecto imponente entrando en el recinto- Tercera al mando de su sección y arquera nivel 18, con un promedio de dar en el blanco en 83.05 % de las veces, no importa la distancia a la que se encuentre su objetivo. También es experta en combate cuerpo a cuerpo, pero por razones que saltan a la vista prefiere mantener la distancia de sus contrincantes –Lo ultimo lo dijo con una sonrisa que pasó desapercibida para todos, excepto para mi que lo conocía seguramente mejor que nadie. Cuando cesaron las presentaciones y casi todos los presentes se dispersaron en distintos grupos, él se acercó hasta donde yo estaba congelada desde que entró.
— '¿Solo un poco distinta?' –Me dijo MagnaAngemon citando la carta que le había enviado. Juraría que sus ojos tenían un brillo burlón debajo de su casco.
— '¿No es la gran cosa?' –Le seguí el juego haciendo una mueca divertida. Estuvimos así por un buen rato, recordando los buenos tiempos en donde éramos solo dos pequeños novatos soñando con alcanzar las estrellas.
—Selene, cuando termines de hablar con tu novio alcánzanos en la zona del oeste. Como antes eras de este lugar supongo que no necesitas que te muestren el camino –Los comentarios de Mistymon rompieron el hechizo y nos hicieron regresar a la realidad. Ruborizada aparté la mirada de mi viejo amigo.
— ¿Selene? –Preguntó luego de un rato para romper el incomodo silencio.
—Es un apodo, como me pasó buena parte del tiempo con la cabeza en las nubes –Expliqué lanzando un suspiro. Personalmente no era una fanática de ese nombre, pero cualquier cosa era mejor que 'Gata del Infierno', al menos ahora que me veía como un ángel.
—No te queda bien –Opinó directamente. Viniendo de cualquier otro habría sonado grosero, pero yo sabía que simplemente le costaba andarse con rodeos con cosas importantes.
—Tal vez puedas ayudarme a buscar otro nombre –Sugerí en broma, pero creo que se lo tomó en serio.
…
Durante aquellos maravillosos días aprovechamos para pasar todo el tiempo posible juntos. Ambos habíamos cambiado mucho desde la última vez que nos vimos, los diferentes métodos de entrenamiento entre nuestras secciones habían hecho que nuestras personalidades fueran muy distintas. Él era mas serio, calmado y reflexivo ahora. Mientras que yo me había convertido en una digimon expresiva, volátil e impulsiva. Darme cuenta de esto causó una enorme desazón en mi interior: A su lado me sentía tan infantil e inmadura.
Ahora él era frío como el hielo, mientras que yo era como el fuego más salvaje e incontrolable. Él pensaba antes de actuar, yo actuaba antes de pensar. Ante un conflicto su primera respuesta era actuar según las reglas establecidas, ante un conflicto mi respuesta era siempre responder a la amenaza se tratara de quien se tratara.
Fuego y hielo. Impulsividad y reflexión. Pasión y disciplina.
Crecieron de maneras tan diferentes que se habían convertido en opuestos sin darse cuenta. Era imposible que dos seres con ideologías tan distintas pudieran convivir en armonía ¿No?
No tenía una respuesta, así que trataba de no pensar demasiado en ello y simplemente disfrutar de la oportunidad de pasar un poco de tiempo juntos.
…
Por desgracia, faltando pocos días para que terminara nuestra visita pesqué una fuerte gripe que me impidió levantarme de la cama.
—Debe haber una razón por la que siempre te enfermas cuando él esta cerca –Comentó Lilymon divertida tomando mi temperatura, yo solo gruñí por lo bajo 'Cállate hadita' lanzándole una mirada enojada. Una vez que se aseguró de que la fiebre estaba bajando salió de mi habitación, después de todo alguien tenia que vigilar que el peor enfermero de la historia no se me acercara para asegurarse de que seguía con vida otra vez.
Apenas salió me quede dormida, y por alguna razón soñé que estaba sentada debajo de un enorme árbol con MagnaAngemon. Él me tomaba de la mano y me pedía perdón por haberme herido en el pasado, solo intentaba hacerme feliz y creía que no podría serlo si seguía en Kiritsu. Dijo que me amaba desde que nos conocimos y quería que despertara para poder seguir disfrutando de mi compañía. Fue el mejor sueño que tuve nunca, pero al despertar me encontraba sola en la habitación.
…
En nuestro ultimo día en Kiritsu, Mistymon nos dio una sorprendente noticia: Había sido aceptado para entrenar junto a los Royal Knights, con la posibilidad de formar parte de ellos cuando digievolucionara. Apenas me entere le di un enorme abrazo en pleno corredor, feliz porque alcanzara su sueño.
Decidimos que haríamos una fiesta esa noche para despedirnos de él y por volver finalmente a Jōnetsu. No es que no hayamos disfrutado del tiempo en Kiritsu, todos aprendimos mucho allí, pero de verdad extrañábamos nuestro hogar y poder expresarnos sin preocuparnos por la impresión que causáramos.
— ¿Invitamos a algún estirado? –Preguntó WarGreymon ocupándose de las bebidas. Había conseguido alcohol más que suficiente como para noquear a todo un regimiento.
— ¡No les digas así! –Le exigí al dino atarantado- Ellos no son estirados, lo que pasa es que los entrenaron de manera diferente a la nuestra.
—Es verdad además, estirados o no, algunos son realmente muy apuestos –Dijo Lilamon con ojos soñadores.
—Si, como ese amigo tuyo, ¿No Angewomon? –Agregó Lilymon para picarme. Con la cara roja, yo solo murmuré que le avisaría si quería venir y me fui a buscarlo, tratando de ignorar las miradas divertidas de Lilymon, Garudamon y Mistymon.
Me lo encontré al poco tiempo, yendo a entrenar. En vez de pedirle que se detuviera me puse a caminar a su lado, acelerando un poco el paso para no quedarme atrás.
—Esta noche haremos una fiesta para despedirnos antes de volver a casa –Comencé a explicarle a lo que él solo farfulló un 'aha'- Y nos gustaría saber si querrías acompañarnos.
—No gracias –Contestó sin siquiera detenerse.
— ¿Qué? –Pregunté incrédula al oírlo- ¿Por qué?
—Estoy ocupado –Esa era una pésima excusa y ambos lo sabían.
—Esta es nuestra ultima noche antes de volver a Jōnetsu –Le dije en caso de que se le olvidara- Quien sabe cuando sea la próxima vez que podamos volver a vernos, tendremos que conformarnos con escribirnos otra vez ¿Estas de acuerdo con eso?
—No –Sonreí pensando que había logrado convencerlo, pero entonces siguió- Creo que deberíamos aprovechar la situación y cortar toda comunicación entre nosotros. No podemos seguir así indefinidamente, la verdad es que he querido dejar de escribirte miles de veces, pero nunca tuve ocasión de decírtelo. No me atrevía a hacértelo saber por temor a lastimarte, pero estoy cansado de esto –Ni siquiera se molestó en mirarme a la cara mientras me rompía el corazón.
— ¿En… en serio piensas eso? –Quise saber agradeciendo que mi casco le impidiera ver como aguantaba las lágrimas.
—Es lo mejor –Sin decir nada mas MagnaAngemon siguió su camino, dejándola sola. Una vez que se perdió de vista Angewomon finalmente dejo escapar sus lágrimas.
…
Esa noche no quise ir a la fiesta, no tenia el valor de estar con mis amigos y aparentar que todo estaba bien cuando tenia el corazón hecho pedazos. Apenas tuve oportunidad me escabullí hasta un prado cercano para ver las estrellas. Había ido allí varias veces en el pasado cuando estaba triste y sentía que ya no podía dar ni un paso mas, con su hermosa luz las estrellas me animaban y me daban las fuerzas para seguir adelante, escuchando mis penas sin juzgarme y compartiendo mis alegrías.
—No sé que voy a hacer –Les dije a las estrellas sentándome en la hierba- Lo amo tanto, nunca he amado a nadie mas que a él. Me costó mucho recuperarme después de que me alejó la primera vez, no podré pasar por todo eso una vez más. En especial ahora que Mistymon no estará aquí para escucharme –Me pareció haber escuchado un gemido ahogado, pero debió haber sido solo el viento- Al menos quisiera saber porque lo hace ¿Por qué me aleja, se acerca y me vuelve a alejar? ¿No entiende lo mucho que me duele su actitud? –Sin poder decir nada mas me limité a enterrar la cara entre mis rodillas. Rato después levanté la cabeza, mirando el cielo con una sonrisa triste.
—Te amo MagnaAngemon –Confesé finalmente, jamás lo había dicho en voz alta- Siempre te he amado y siempre te amaré, aunque tu no sientas lo mismo –Acto seguido me levanté dispuesta a volver con el resto de mis camaradas. Viviría un día a la vez a partir de ese momento.
Pero apenas me di la vuelta me congelé, viendo que el causante de sus alegrías y dolores estaba de pie a pocos metros, mirándome completamente en shock.
Continuará.
Jōnetsu significa 'pasion', mientras que Kiritsu quiere decir 'disciplina'.
Esto es el resultado de un fin de semana buscando imágenes y fanfics de esta pareja, y de una mente con demasiada imaginación.
Hablando en serio ¿Pueden creer que MagnaAngemon no tenga ni un solo fic en fanfiction, al menos en su categoría? No es justo, solo porque no apareció tantas veces como su anterior etapa no debería ser ignorado de esa manera.
La segunda parte de este fic será bajo el punto de vista de MagnaAngemon, y se explicará porque hizo lo que hizo en el pasado y porque dijo lo que dijo en el presente.
Si alguno le interesa por favor deje un review, no toma mucho tiempo y me ayuda saber que mis historia son aceptadas.
Nos vemos.
