¡Hola! Y gracias por pasarte por aquí. Éste es mi primer fic, es una historia que llevaba ya algún tiempo en mi cabeza y que por fin podrá ver la luz. Espero y deseo que te guste y que la disfrutes. Bien, aquí va...

Nota: Nada en este fic a excepción de mi OC me pertenece, todo es propiedad de Eiichiro Oda y One Piece.

Corrí por la cubierta del enorme submarino amarillo en el que me encontraba, huyendo de todas esas personas que me perseguían, vestidas con monos blancos y gorras extrañas.

-¡Vuelve aquí!-Gritaban algunos. Esquivé otros dos que intentaron detenerme por delante y seguí corriendo, buscando una manera de escapar de aquel lugar. Volteé mi cabeza para comprobar mi retaguardia y ver cuántos hombres me seguían, cuándo choque con algo negro en frente. Por la textura del objeto, deducí que era algún tipo de ropa, por tanto, debía ser una persona.

Me retiré para ver de quién se trataba, mientras me frotaba la nariz algo enrojecida por el golpe. Era un chico alto y de tez morena, vestido con un largo abrigo hasta los pies. Cargaba con una enorme espada que agarraba con una mano y apoyaba en uno de sus hombros.

Me miró sin moverse y pareció cómo si, de alguna manera, pudiera leer mi alma. Su mirada era profunda, y sus ojos grises, penetrantes. Unas marcadas ojeras se distinguían bajo éstos, cómo si no durmiera desde hacía años.

Su semblante era serio, casi molesto. Me recorrió con la mirada, y alzó una ceja al caer en que llevaba puesta una de sus sudaderas. Era amarilla y negra, y llevaba el símbolo de la tripulación estampado en ella.

-¡¿Q-Quiénes sois?! ¡¿Y por qué estoy aquí?!-Retrocedí unos pasos y levanté mis puños, por si tenía que luchar, aunque me temblaba todo el cuerpo.

-Cálmate.-Dijo el chico de negro sin inmutarse.

-¡¿Quién eres?!-Lancé cómo respuesta.

Él soltó un suspiro y contestó:

-Soy Trafalgar Law, el capitán de este barco.

-Sois piratas, ¿verdad? ¿Qué queréis de mí?-Volví a decir, aún alterada.

-Escucha, no queremos nada de ti. Te hemos encontrado inconsciente a la deriva, flotando sobre un trozo de madera. Mi segundo de abordo te ha recogido y yo he tratado tus heridas, es todo.-Hizo una breve pausa y continuó.-Puedes irte cuándo quieras, aunque deberías reposar varios días para recuperarte, ya que tus heridas no son precisamente leves.

Lo que dijo me hizo recordar el intenso dolor que llevaba sintiendo en mi pierna derecha vendada desde que había salido de lo que parecía ser una enfermería. Permanecí inmóvil unos segundos, después bajé mis manos y relajé mi postura. Una gota de sudor descendió por un lado de mi frente; seguía nerviosa. Tragué saliva.

-Esto... Gracias. Ehm... ¿Dónde está mi ropa?-Dije. Me sentía un poco avergonzada por lo ocurrido.

-Estaba hecha pedazos, así que la hemos tirado.-Dijo él seriamente.-Tranquila, Bepo ha insistido en hacerte una nueva.-Señaló un extraño y gran oso blanco detrás suyo que vestía con un mono naranja, a diferencia de los demás, y que cosía algo sentado tranquilamente. Éste miró en mi dirección, levantó el pulgar y me sonrió. No supe cómo reaccionar ante eso, por lo que lo ignoré.

Miré la sudadera que llevaba: me iba enorme y mis manos quedaban ocultas bajo las largas mangas. Respiré y hablé con dificultades:

-Ehm... Bueno, cómo no sabía dónde estaba mi ropa he tenido que ponerme lo primero que he encontrado...

-No importa.-Interrumpió cortante. Se acercó un poco. Apoyó su espada en el suelo y contra su hombro. Con su mano, ahora libre, cogió la mía y la levantó con cuidado. Un escalofrío me recorrió la espalda al entrar en contacto. Sentí mis mejillas ruborizarse. Con la otra mano deslizó la manga negra de la sudadera y la dejó a la altura del codo.-Al menos procura no ensuciarla.-Dijo con suavidad, mientras repetía el mismo proceso con el otro brazo. Esto dejó a la vista muchos otros vendajes.

Me fijé en sus manos mientras lo hacía: eran grandes, y sus dedos finos y largos, con la palabra DEATH tatuada en ellos.

Soltó mi mano y por alguna razón quise que no lo hiciera, pero me mantuve quieta. Después de unos segundos se dio la vuelta y se marchó despacio dirigiéndose al interior del submarino. Se detuvo a medio camino y giró un poco la cabeza. Sus ojos quedaban ensombrecidos por la visera del gorro. Esbozó una leve sonrisa, algo inquietante, y dijo:

-Bienvenida a bordo, Kai.

Bueno, ¡espero que te haya gustado! Cómo he dicho al principio, éste es mi primer fic y no sé que tal se me da esto, pero sinceramente, espero que no esté tan mal.

Muchas gracias por leerlo, y si te ha gustado, un review siempre se agradece :3

¡Espero que leas el próximo capítulo!