Hi! Bueno, otra vez yo ¬¬ con un GokuHaru (mis otros fics espero actualizarlos pronto, es sólo que se me vino la idea, y lo escribí).
Disclaimer: KHR! no me pertenece, ni sus personajes, pues son de Amano Akira.
Son las siete de la mañana, tenues rayos de sol se filtran por la ventana. Se observa el movimiento de unas sábanas blancas, un quejido masculino, una fémina risa leve; el pedazo de tela es levantado, haciéndole volar, dejando a la vista un masculino cuerpo.
Los parpados se aprietan, gruñe, busca las cobijas, pero no encuentra ninguna; abre sus ojos con pesadez, parpadea acostumbrándose a la luz, chasquea la lengua, pero no dice nada; pues sabe quién es la culpable de interrumpir su sueño.
― ¿Qué haces aquí? ―.
― ¡Hahi! Vine para darte los buenos días, además… ― se sienta en la orilla de la cama ― prometiste acompañarme a comprar las cosas para mi departamento.
― Tsk, no lo prometí; el Décimo me pidió el favor ― colocó se el brazo tapando sus ojos― el día de hoy tengo cosas que hacer, te acompañaré otro día―.
― … hm ― la morena se levantó, tomo su bolso negro dirigiéndose a la salida― Nos vemos…, Gokudera-san ―.
Minutos pasaron, se levanto con prisa sintiendo algo de remordimiento por sus palabras; al abrir la puerta de aquel lujoso departamento, observo el pasillo vacio, suspiro, cerró, se dirigió a cambiarse para ir a l Cuartel General.
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Eran las once de la mañana; el chico se encontraba atendiendo papeleo, no había ninguna misión, pero llenar documentos también era parte de su deber, escuchó tocar la puerta.
― Adelante…―.
― Gokudera-kun― el mencionado, se levantó de la silla haciendo una reverencia.
― ¡Dígame, Jyuudaime! ―.
― Es muy temprano, ¿acompañaste a Haru a comprar las cosas de su nuevo departamento? ―.
El albino bajo la mirada, pidió perdón; el Vongola le dijo que eso no era necesario.
― ¿Puedo pedirte un favor? ―.
― Lo que sea Jyuudaime ―.
― Necesito que alguien investigue los territorios del clan Minamoto, sé que es riesgoso pero creó que eres el que mejor se adapta a la misión―.
― ¡Por supuesto, Jyuudaime! ― afirmó alegre.
Tsuna estaba por salir, cuando se detuvo antes de llegar a la puerta.
― Por cierto Gokudera-kun ―.
― ¿si?―.
― No sería mala idea sí llevarás a alguien para despistar, tal vez a I-pin para que finja ser tu novia, no sé…, así estarás más seguro―.
― ¿I-pin? ― preguntó confundido.
― Si…bueno, ella sabe pelear, además Chrome anda en Italia―.
― Mmm, si usted dice, entonces…. ― Tsuna se sintió apenado por la sugerencia, además de saber que I-pin era la novia del guardián del trueno, y sabía que ni la chica ni sus guardianes se sentirían cómodos, así que le surgió otra idea.
― Bueno, no quiero obligarte ¿podrías llevar a Haru, tal vez…? ― antes de recibir respuesta se marchó, dejando a su mano derecha meditando el qué hacer.
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Se escuchó un timbre, el reloj marcaba las dos de la tarde, una muchacha corría para abrir la puerta; preguntó quién era, al escuchar la áspera voz, abrió sin dudar.
― ¿G-Gokudera-san? ― preguntó con los ojos abiertos en sorpresa.
― Necesito que finjas ser mi novia ― escupió con brusquedad.
― ¡¿Hahi? ― parpadeó.
El de cabello cenizo se adentro al no adornado departamento, se sentó en el frío piso explicando la situación, la morena asintió, pidió un momento, y fue a cambiarse.
Gokudera mantenía un cigarrillo en su boca, exhalando de lado el humo, sin separarlo de sus labios; la joven salió con una blusa blanca de tirantes que se amoldaba a sus pechos, holgada de la parte inferior, llegándole centímetros bajo la cintura; una falda de vuelo color negro, diez centímetros arriba de la rodilla, una pequeña bolsa azul marino colgada en su hombro hasta la cintura, así como una blusa ligera color naranja, amarrada por un cordón a la altura del pecho.
Los ojos verdes contemplaron a la chica por unos instantes.
― Vámonos… ― ordenó escondiendo un pequeño tinte carmín de sus mejillas.
― Hai! ― respondió con una sonrisa.
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Ambos asemejaban una pareja, pero en el interior sabían que era mentira; tal vez por eso dolía, es verdad, dolía estar a lado de la persona que amas, pero que piensas no corresponde tus sentimientos; ambos corazones sufrían sin saber que se amaban mutuamente.
Las horas pasaban, nada parecía estar mal; las calles, los lugares de reunión, incluso los centros nocturnos estaban en orden; la noche pasó, el amanecer había llegado, con ella el tiempo de entregar el informe, de ir a la base y reportar un día entero sin novedad.
― Es tarde, son las 9:00 de la mañana, debemos ir a la base, el Décimo estará preocupado ― comentó mirando hacia un callejón que le pareció sospechoso, el único lugar sin visitar en esa zona de comerció.
― Esta bien… ― la chica observaba la mano de aquel hombre, esperando un roce, un ligero toque que nunca llegó, ni llegaría.
Ambos caminaban por las calles de aquel suburbio, las personas caminando eran pocas, la actividad empezaba desde la tarde hasta la madrugada. Repentinamente se acercó a ellos un hombre de traje, observó a la chica de reojo, al ojiverde miró fijamente a aquel desconocido.
― ¿Eres Gokudera Hayato? ― preguntó.
― ¿Qué carajos te importa? ―.
El hombre sonrió, se acercó al albino antes de que este se marchara, metió su mano a su saco.
― El jefe Mori manda saludos a los Vongola ― murmuró, sacó un arma con silenciador, disparó a quemarropa una y otra vez, la morena gritó, recibió un golpe con aquella arma, cayendo al piso. El desconocido se alejó de aquel lugar, las pocas personas que pasaban se alejaron del lugar, a pesar de los ruegos de ayuda que emitía la chica, nadie le apoyo.
― Gokudera-san… ― susurró acercándose a él con cuidado.
― Fue la Familia Mori, no eran los Minamoto; dile al Décimo ― pidió con dificultad.
Agua salada salía de aquellas orbes cacao, las esmeraldas observaron con dificultad el rostro de aquella mujer; su mano intento acariciar aquel rostro, pero se detuvo apretando los puños ensangrentados.
Al percatarse de que jamás la volvería a ver, de que nunca le confesaría sus sentimientos; se atrevió a abandonar su orgullo, y hablar.
― Baka onna… te amo…
― ¿Gokudera…san? ― pronunció débil, para después gritar aquel nombre al ver que dejaba de respirar.
El llanto era incontenible; la escena trágica. Aquel hombre tendido en el piso llenó de heridas, de metal incrustado en su cuerpo, haciendo que aquel cuerpo inerte se cubriera de líquido carmesí; aquella mujer que le amaba, sosteniéndolo en sus débiles brazos con fuerza, llorando en silenció, sintiendo sus prendas humedecidas de la sangre de su amado.
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Habían pasado quince minutos, aún no avisaba a nadie, la calle estaba desolada; la oscuridad envolvió al cadáver junto con la mujer que le abrazaba, la chica no se percato de eso, hasta que escuchó una gruesa voz.
― Bien, parece que por fin recolectaré un alma―.
La joven levanto la vista acuosa, observando a aquel ser de alas oscuras como si de algún dragón se tratase.
― ¿Q-Quién eres? ― preguntó entre sollozos.
― ¿Puedes verme? ― cuestionó aquel aparente joven de cabellos negros largos, ojos grises.
― Si…―.
― Mmm… ¿será por que los envolví a ambos?, bueno… eso no importa― se aclaró la garganta.
― Soy un demonio, la hora de su muerte ha llegado, y debido a sus pecados debó de llevarlo conmigo al infierno ― la muchacha abrió sus ojos en horror, suplicó por el alma, pero recibió una negativa.
― Es imposible, por muchas cosas buenas que haya hecho, también ha asesinado, mentido, robado, etc., pero el pecado más grande que cometió fue destrozar el corazón de la persona que amaba, así como traicionar la confianza que su mejor amigo depositó en él ― comentó casual.
Ella le observó, dirigió su mirada al cuerpo entre sus brazos, y con el flequillo oscureciendo su mirar sentenció.
― Sí… sí lo que quieres es un alma, una vida… ¿entonces por qué no te llevas la mía? ― apretó con sus manos el traje negro del albino.
Los ojos grises se ensancharon; pero sonrió de lado cruelmente.
― Está bien, lo que necesito es un alma, no importa de quién. Tu tiempo pasará a ser el suyo ― le tendió la mano a la morena ― vamos…
― Me podrías dar un día para despedirme de él, además me gustaría confirmar tu palabra ― pidió dudosa.
― Hmp, bueno… es normal que desconfíes, después de todo soy un ser malvado; ok, tienes un día para despedirte de él ― Aquel ente se alejó, las sombras comenzaron a desaparecer, a lo lejos se escuchó decir "suerte…", una luz encegueció a la portadora de los ojos chocolate.
Ella abrió sus ojos, sintiendo su cuerpo moverse; una sonrisa se mostró en su rostro al pensar en que fue un sueño, abrió una puerta caoba, se adentro a la habitación; observó unas sábanas moverse, escuchó un quejido masculino; la fémina rió suave; levanto las sábanas, haciéndolas volar, dejando a su vista un masculino cuerpo, únicamente cubierto por unos bóxers, ella enrojeció; pero el hombre no lo notó, pues tenía los ojos cerrados.
― ¿Qué haces aquí? ― le pregunta un poco molesto, después de chasquear la lengua.
― ¡Hahi! Vine para darte los buenos días, además… ― se sienta en la orilla de la cama ― prometiste acompañarme a comprar las cosas para mi departamento.
Algo no andaba bien, la chica percibía que esas palabras ya las había dicho un día antes, la conversación siguió.
― Tsk, no lo prometí; el Décimo me pidió el favor ― se colocó el brazo tapando sus ojos― el día de hoy tengo cosas que hacer, te acompañaré otro día―.
― … hm ― la morena se levantó angustiada, confusa, ¿acaso no había sido un sueño? Sí todo era verdad ¿Gokudera moriría o su alma se iría al infierno?, tomo su bolso negro dirigiéndose a la salida― Nos vemos…, Gokudera-san ― salió corriendo de ahí, sin mirar atrás, analizando el día anterior.
Minutos pasaron, el ojiesmeralda se levantó con prisa sintiendo algo de remordimiento por sus palabras; al abrir la puerta de aquel lujoso departamento, observo el pasillo, de la nada; una chica se le abalanzó haciéndole perder el equilibrio.
― ¡¿Q-Qué haces baka onna? ― gritó sonrojado, espero el reclamó de aquella chica, pero no llegó, en vez de eso; unos carnosos labios se posaron en los de aquel hombre, besándole con anhelo, pero con un sabor amargo; sin darse cuenta caían gotas de aquellos féminos ojos que se resbalaban en el pálido rostro del albino.
― ¡¿Qué carajos te pasa? ― preguntó intentando alejar a la joven, pero esta se aferró más al masculino pecho cubierto por una playera.
― Te amo, te amo… ― susurró escondiendo la mirada, volviendo a probar los masculinos labios con desesperación.
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Gokudera se sentía confundido, pensaba que Haru amaba al Décimo no a él; por eso siempre respeto los sentimientos de la chica, pero esa confesión de la mañana cargada de dolor, de llanto; era completamente opuesta a la personalidad de la chica; él se hubiera esperado algo alegre, otra cosa, no un "te amo" tan angustiante; el albino se toco los labios.
― Amargo…― a eso le supieron los besos de la mañana, siempre se imagino que si besará a la chica serían dulces, ¿de verdad le amaba?. No sería porque no le acompaño a comprar sus cosas que se vengaba de él, besándolo sabiendo que él la amaba, pero ella en verdad no le quería.
No, eso era demasiado, además Miura nunca fue del tipo que juega con los sentimientos de las personas, eso iba para cierta persona, hombre de cabellos azules cual piña.
Continuó su camino por los pasillos del Cuartel Central, se adentró a su oficina, comenzando a llenar varios formularios y papeleo.
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En otro lugar, un departamento casi vació, se encontraba una muchacha de cabellos café oscuro sentada en el piso, pensando, recriminándose.
― Tonta, tonta; Gokudera-san tiene razón, Haru es una mujer estúpida ― 'Le hubiera besado con alegría, o explicado algo, no que después de los dos besos, salí corriendo', pensó.
Recordó que el día anterior, o ese mismo día, pues parecía repetirse; Gokudera le había pedido salir, así que no importaba lo que pasará, no importaba si ella moría o él; lo valioso era que aún le quedaba un día para amar a aquel hombre, eso aunque no bastará, debía de ser suficiente para lograr que él la amará, para que ambos pasarán aquel último día juntos.
Así que decidió ir a arreglarse, y en vez de esperar al peli-plata, ir ella misma a su oficina para proponerse como la supuesta novia.
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La mano derecha caminaba hacia la salida del cuartel, cuando observó a la chica que le había besado correr hacia él, abrazándolo con fuerza.
― Tsk, ¿Qué te sucede? ― bufó.
― Nada, es sólo que cuando te veo me dan ganas de abrazarte, y decirte te amo, hasta que creas en mis palabras ― afirmo con seriedad, mirándole a los ojos.
― Tú no puedes amarme, en realidad quieres al Décimo ― mencionó con algo de dolor, ella sonrió nostálgica, deposito un beso en la mejillas varonil, se paro de puntillas para acercarse al oído de este y le dijo.
― No es verdad, te amo a ti, además…
― ¿Además? ―.
― Te pido perdón si hoy soy diferente, pero te puedo asegurar que este día no es tiempo para ser tímida, ni de ser cuidadosa o temerosa, sino es tiempo de amarte con todo mi ser ― dicho lo anterior, le beso suavemente.
― Dulce… ― murmuró el oji-esmeralda después de sentir ese roce de labios, mostrando una tenue sonrisa.
― Supongo que no tendré que pedirte que finjas ser mi novia ¿no es así?― cuestionó, recibiendo otro dulce beso de su ahora pareja, posteriormente sumergió su rostro en el tórax del medio italiano, escondiendo la expresión de una punzada en su pecho.
― Gokudera-san… ― 'tal vez sí le digo el nombre de la Familia todo se resuelva…' pensó. Pero una voz masculina se adentro a sus pensamientos diciendo, 'si haces eso, la vida que estará en peligro será la suya; acepta tú destino, puedes cambiar los acontecimientos que quieras, pero no intentes rebelar el futuro…' después la voz desapareció.
― Mmm…― expresó el albino sin corresponder el abrazo, pero aún así sin alejarse.
― ¿P-puedo llamarte Hayato? ―.
― Ah…―.
Así fue como la pareja salió de aquel lugar para ir al lugar que se debía investigar, aquel suburbio en que una vez el amor de Miura perdió la vida.
Como ven, este es un tema común, recurrente, pero que tenía ganas de hacer; falta la segunda parte de esta historia por publicar.
Gracias a quien leyó el capítulo (a pesar de lo mal redactada y el Ooc)
¿reviews?
