VIAJE AL PASADO... ¿SERÁ CORRECTO?
Esta historia la creé pensando en algunos errores que generalmente se cometen en este tipo de historias. No soy una experta, nunca he hecho un AU, así que obviamente acepto críticas de todo tipo. Sin críticas, uno no aprende; recuerden eso.
Saludos a los que lean y se dan el tiempo para leer. Espero no defraudarlos.
Declaimer: Todos los personajes que aparecen en esta historia son de propiedad de J.K Rowling, excepto algunas menciones a personajes ficticios que puedan aparecer en el texto.
Esta historia se actualiza los día Jueves y Domingos.
Ahora, sin más, les dejo la historia.
Capítulo 1: Comienzo de todo
En aquel tiempo todo había cambiado. Era el año 1997, Septiembre, y el otoño poco a poco comenzaba a acercarse. Los estudiantes de Hogwarts ya estaban en el castillo, muchos de ellos dormidos en sus habitaciones, sin saber las cosas horribles que sucedían en ese momento en el mundo mágico. No sabían si en ese momento algún Mortifago irrumpía en su casa, donde dormían sus familiares. No sabían si al día siguiente algún profesor se les acercaría para informarle alguna cosa que no querían escuchar, como la muerte de un ser querido.
Lord Voldemort estaba nuevamente al acecho, y muchos tenían miedo, en especial aquellos que estaban en la primera guerra. Sabían lo poderoso que era El que no debe ser nombrado. Sabían cuántas muertes era capaz de cometer aquel mago oscuro con tal de conseguir lo que quería. Eran muertes incontables. En ese momento, en esos meses, en las portadas del Diario El profeta cada vez se hacía más común ver el anuncio de una nueva muerte a causa de los Mortifagos.
Fudge había renunciado. No podía hacer otra cosa luego de que, en su gobierno, pasaran tantas cosas y desconfiara de la veracidad de las palabras de Harry Potter, el niño que vivió, y de Dumbledore, uno de los hombres más poderosos del siglo XX. Y es que él no podía soportar ver a Dumbledore, no cuando éste había rechazado el puesto que Fudge siempre había soñado. Desde luego, había insultado a Fudge, a quien eligieron como segunda opción.
En aquella habitación, el joven de la cicatriz se revolvía fuertemente en su cama, decía cosas entre sueños, hablaba con alguien. Ron le observaba desde su cama con preocupación. No era la primera vez que Harry tenía ese tipo de convulsiones. Se acercó lentamente y lo movió de forma brusca, para que se despertara de una vez por todas. Bien sabía Ron que el chico no se despertaba así como así, no cuando su sueño era tan real, como para lograr mover su cuerpo.
Cuando abrió los ojos, se colocó sus lentes, mirando a Ron con transpiración en algunas zonas del cuerpo. Su respiración era entrecortada y rápida, pero su mente trataba de recordar el sueño. Siempre tenía el mismo sueño, pero jamás recordaba sobre qué trataba, sólo despertaba con la sensación de tener que buscar algo importante en algún lugar, un lugar que él conocía.
Volvieron a dormir, aunque Harry no inmediatamente. Recordaba, también, que Sirius le decía algo, que soñaba con él, con su difunto padrino. Él le daba indicaciones, pero no podía recordar las palabras que salían de su boca. También recordaba a su padre hablándole, sobre algo importante. Lo único que recordaba, era un número, el que Lily le mencionaba: 2757.
Al día siguiente, después de clases, llegaron a la sala común a descansar. Harry estaba meditativo, pensando en su sueño. Es que había algo que le decía que ese sueño era más real de lo que creía. Sabía que hace unos años había pasado algo similar, y terminó con la muerte de Sirius Black, pero esta vez necesitaba averiguar lo que soñaba. Era algo vital. Era algo tan importante como el matar a Voldemort, pero no recordaba nada más que ese número.
Hermione le miraba desde su puesto, dejando el libro a su lado. Hace varios días que notaba a Harry algo distante. Sabía que su amigo tenía algo que pensar, y ella podría ayudarle, si tan sólo le dijera cuál era su duda. Había esperado todo ese tiempo, que Harry le contara su problema, que confiara en ella, pero eso no había sucedido y ella no estaba dispuesta a dejar de ayudarle.
—Harry, ¿qué sucede? — preguntó al fin, observándole detenidamente.
—Nada —negó con la cabeza, sonriendo un poco—. Es sólo cansancio. Tengo algo de sueño.
—¿Por los sueños? —preguntó Hermione. Ron alzó la vista, haciéndole gestos con los ojos, abriéndolos y cerrándolos repetidas veces—. Ron me ha dicho que estos días has soñado seguido, que hablas entre sueños.
—¿Hablo? —saltó Harry, mirando a Ron. Él asintió —. ¿Qué digo, Ron? ¿Recuerdas algo?
— Sí —contestó el pelirrojo arrugando el entrecejo, meditando—. Nombras a Sirius… a tus padres… al profesor Lupin…
—Lo sé, pero, ¿qué digo?
—Mencionas la sala de los Menesteres —habló Ron aún meditando. Harry se levantó de su asiento—. Luego dices, "lo haré… ¿Dijiste la página 2757?" y después…
Calló. Harry había salido corriendo hacia el hueco del retrato, desapareciendo al traspasarlo. No lo pensaron dos veces antes de que los otros dos también corrieran detrás de él, tratando de alcanzarlo. Hermione se iba quedando atrás, porque no estaba acostumbrada a las carreras de velocidades, y no era tan rápida como lo era Ron o Harry, que, por cierto, era el más rápido de los tres.
Iban corriendo, respirando fuertemente. Subían escaleras y traspasaban puertas, pasaban por pasadizos secretos. Hermione comenzó a aminorar su velocidad en cuanto vio a Harry ir en su dirección. No alcanzó a preguntarle hacia dónde iba para cuando éste les dio la espalda y comenzó a correr hacia el lado contrario. Arrugaron el entrecejo, confundidos por la indecisión de su amigo al escoger el camino correcto, la duda que tenía al decidir la dirección a tomar.
Justo cuando Harry había descendido su velocidad, unas grandes compuertas de madera se abrieron ante él. Era la sala de Menesteres. Eso alcanzaron a saber para cuando el joven, bastante excitado, había entrado en la habitación, abriendo bruscamente las puertas. Estaba exhausto, cansado, con sueño también, pero soltó una pequeña risa de alegría en cuanto tomó un libro viejo.
Hermione se asomó en la puerta afirmando su mano en la pared. Tomó aire tranquila y profundamente, inflando mucho su pecho. Miraba la sonrisa en el rostro de Harry, radiante, feliz, aunque ésta desapareció en cuanto Ron abrió la boca para preguntar, quizás, a qué iba todo eso, ya que él había vuelto a correr, pasando junto a Hermione y dirigiéndose a la habitación.
La habitación de los chicos era grande y espaciosa, porque dormían cinco personas dentro. A pesar de ser una recamara de hombres, estaba muy limpia y ordenada, Harry y Ron habían tenido suerte al quedar en la misma habitación que Neville, Dean y Seamus, todos ellos eran bastante limpios. Esta vez no era la excepción para estar desordenada. Ni siquiera había un calcetín fuera de lugar. Los pósteres de los distintos equipos de Quidditch estaban por toda la habitación, resaltándose la preferencia por los Murciélagos de Ballycastle.
Ron corría fuertemente hacia su propia habitación, pero esperando también a Hermione. No era muy común ver a su amiga ir hacia la zona de chicos. Ella no rompía las reglas muy comúnmente, sólo cuando no tenían sentido, como cuando Umbridge estaba como directora de Hogwarts. Además, no quería ver a algún chico en calzoncillos o algo similar. Abrieron la puerta y vieron a Harry, por fin, sentado en el suelo, hojeando con gran ímpetu el libro antiguo, con telarañas como adorno.
—¿Ahora puedes decirnos qué sucede? —preguntó Hermione enojada. Se sentó en el suelo, junto a él para poder ver qué libro era ése—. Sólo has corrido y corrido sin siquiera darte el tiempo para explicarnos qué es lo que buscas, qué es lo que necesitas, en qué necesitas nuestra ayuda.
—Mira —comenzó Harry cerrando el libro. Miró a Ron, quien estaba parado frente a él, y a Hermione, que estaba a su lado. Suspiró—. He tenido muchas veces el mismo sueño. Siempre me dan indicaciones de algo que tenía que buscar, pero no recordaba qué era eso. Tan sólo recordaba un número: 2757 —explicó mirando a Hermione. Su mirada se posó en Ron—. Pero ahora, gracias a ti, he logrado recordar dónde estaba lo que buscaba… ahí había un libro antiguo y ése número puede ser una página.
—¿Y? — preguntó Hermione alzando una ceja—. Harry, no debes hacer todo lo que te digan en un sueño. Era un sueño, tú mismo lo admites, y los sueños sólo son parte de nuestro subconsciente, las imágenes que vemos son irreales, imaginarias…
—Hermione, no necesito una definición de "sueño" —le silenció Harry un tanto fastidiado—. Vamos, ¿cuántas veces has tenido un sueño en el que te den indicaciones reales?
—Puede ser una coincidencia…
—¿Tan grande?
Hermione le miró y luego a Ron, esperando su ayuda, pero éste ni siquiera estaba dispuesto a opinar de algo que no comprendía tanto como hubiese querido. La mirada de la castaña volvió a los ojos verde esmeralda, suspirando.
—Harry, tú ya has tenido problemas con esos sueños, que sólo eran una forma de controlarte por parte de… —guardó silencio. Si bien hace bastante tiempo llamaba al innombrable por su nombre, aún dudaba mucho antes de decirlo—, de Voldemort. Y todos sabemos como terminó.
—Sirius murió —masculló Harry más fastidiado que antes. No necesitaba que le recordaran lo que había sucedido—. Lo sé, Hermione, pero esta vez es distinto. Hay algo que me dice que debo seguir mis instintos.
—Y tus instintos te llevaron a una trampa en quinto curso —replicó Hermione ahora con voz suave. No le gustaba para nada el tener que recordarle lo sucedido con Sirius, porque sabía que le dolía, pero necesitaba hacerlo de vez en cuando para hacerlo entrar en razón—. Harry, piensa bien lo que vas a hacer…
Guardó silencio en cuanto vio que Harry ya no la tomaba en cuenta. Él estaba pasando rápidamente todas las hojas del libro, que soltaba algo de polvo. Las hojas eran amarillentas y con letra pequeña. Se detuvo en una hoja y comenzó a leer el título que estaba en letras grandes y negras, ocupando toda aquella página. Los bordes tenían dibujados unos relojes de arena y otras siglas que Harry no conocía, pero, al parecer, Hermione sí.
— Viaje de tiempo —susurró acariciando la página con la yema de su dedo índice. Miró a Hermione —. ¿Será correcto?
—Por supuesto que no, Harry —resopló Ron, entrando por fin en la discusión —. Está prohibido por razones importantes. No se puede alterar el tiempo. Según mi papá…
—Escuchen —pidió Harry dando vuelta la página y acomodándose sus lentes—. "Momentus atraeu" es un hechizo prohibido desde hace siglos atrás. Según los retractores, con tan sólo un pequeño cambio en el pasado, pueden cambiar muchas cosas en el mundo actual. Puede morir gente que originalmente no deberían morir y por eso mismo está prohibido —Hermione asintió haciéndose, como siempre, la sabelotodo—. Pero aquí hay algo que también tiene razón —dijo Harry mirándolos. Volvió a la lectura —. Los que estaban a favor de la legalización de esto, decían que todo los que decidían hacer un viaje al pasado, estaban controlados por el destino. Además, si se produce un cambio, el resto de los humanos, por muy cercanos que sean al viajero del tiempo, no se enterarían, porque, para ellos, jamás ha cambiado algo. Sólo lo sabría el que viajó. Por eso, nadie saldría dañado.
—Pero sigue leyendo —apremió Hermione sabiendo que los hechizos estaban prohibidos por una razón que debía ser muy importante—. Lee las causas de la prohibición.
—Pueden provocarse grandes catástrofes, que afectarían el progreso de la humanidad, tanto mágica como no-mágica —leyó Harry. Dejó el libro a un lado—. Hermione, si viajáramos…
—Cosa que no haremos —interrumpió ella.
—Podríamos matar a Lord Voldemort cuando aún se puede —dijo Harry tratando de convencerla, sin tomar en cuenta su interrupción—. Aquí dice cómo se hace el hechizo, podríamos ir. Trataremos de no cambiar muchas cosas, no demasiadas.
—Harry —comenzó Ron.
—¿No les gustaría vivir en un mundo en el que no exista el miedo a que Voldemort ataque a sus familiares? —preguntó. Los otros dos se miraron—. Miren, no es necesario que me acompañen, sólo necesito de su ayuda para poder hacer el hechizo que aquí dice. Es tan sólo eso. El resto lo haré yo.
La semana que pasó, Harry no despegaba la vista del libro, leyendo y releyéndose aquel antiguo libro. Muchas de estas veces, Hermione le recordaba, también, lo sucedido con el libro de Pociones del Príncipe Mestizo. A pesar que éste le había ayudado bastante, contenía magia oscura, maldiciones. Y podría haber sido que el libro encontrado también fuera uno de ellos, de esos que sólo le complicaban la existencia.
Harry practicaba bastante seguido, tenía que abrirse un portal, pero nada sucedía. Murmuraba las palabras, las gritaba en la sala de Menesteres y, sin embargo, sentía su varita vibrar solamente, lo que no quería nada. Cada vez que esto sucedía, suspiraba fuertemente, sintiendo ganas infinitas de romper su varita, aquella que tenía desde su primer año en Hogwarts, desde que se enteró sobre la magia que tenía dentro de él.
Aquel día, estaban en la habitación de los hombres. Eran pocos minutos más de las cinco de la tarde. Harry miraba continuamente el libro cuando comenzaba a murmurar las palabras que necesitaba para invocar lo que quería. Hermione leía un libro en su lugar, sobre la cama de Harry, sentada en ella. Ron jugueteaba con la Saeta de fuego en miniatura de su mejor amigo.
Una luz blanca alumbró la habitación, inundándola con una molesta sensación, un ruido que no era ruido. Era un zumbido, como aquel que produce el silencio, que muchas veces era molesto. Hermione y Ron alzaron la mirada para ver de dónde provenía. Demoraron en comprender lo que sus ojos veían, pero sabían que era cierto: frente a la punta de la varita de un sorprendido Harry, estaba una nube blanca, alumbrante, centelleante.
—Re-resultó —exclamó él mirando aún incrédulo lo que había hecho—. Resultó.
—Harry —comenzó Hermione levantándose de su lugar. Ron la imitó—. No pensarás que…
—¡Harry! —exclamó Ron viendo como Harry, sin siquiera pensarlo, se lanzaba contra el portal—. Mierda…
Hermione no podía creer lo imprudente que Harry podía llegar a ser, pero no quedaba nada más. Ron ya había entrado en el portal, y ella seguiría siempre a sus amigos. Si Harry lo había decidido así, ellos debían acompañarlo, aunque no estén muy acuerdo con él. Solo, no podría desenvolverse en el año al que fuera. Definitivamente, Harry los necesitaba, y si Harry los necesitaba, ellos estarían ahí.
El portal comenzó a cerrarse y ella miró varias veces hacia todos lados. Cerró los ojos y gimoteó antes de saltar hacia él. Dio un grito y se despidió de esa época, sabiendo que volvería más pronto de lo que Harry pensaba, porque no habían hecho un plan y no podrían estar mucho tiempo en un lugar o tiempo al cual no pertenecían. Ella se encargaría de convencerlo para volver.
Sintió que se estiraba, que se achicaba. Sintió ganas de vomitar al marearse. Era una sensación rara, distinta a todas las que había sentido en su corta vida. No sabía describirla, sólo sabía que sentía un cosquilleo en el abdomen cada vez que inhalaba. No veía nada, pues tenía los ojos cerrados por el temor a ver algo feo. Parecía que habían pasado horas en ese viaje, pero fue menos. Un segundo bastó para llegar al año 1977.
