Summary: Alice Brandon había ido a un rancho de Texas a empezar una nueva vida. Sin embargo se vio envuelta en un complicado plan destinado a que Jasper Hale dejara de ser soltero de una vez por todas. Muy pronto ninguno de ellos pudo negar la pasión que sentían en uno por el otro. Todos Humanos

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Capítulo 1: Rancho

- Jenks! - dijo Jasper volviéndose para mirar al viejo que estaba a su lado mientras señalaba una decrepita casa - ¿cómo demonios se te ha ocurrido comprar esta ruina? Y más encima con mi di­nero.

- No te ofendas, Jazz - replicó Jason Jenks con una sonrisa imper­turbable ante el tono malhumorado de Jasper - Como ya te dije por teléfono, puede que no te parezca una gran cosa ahora, pero tiene mu­chas posibilidades de ser una hermosa casa.

Jasper soltó un bufido.

- Sí, tal vez la casa y el establo no se derrum­ben con el primer vendaval que sople.

Miró la casa, comprada con el dinero que tanto le había costado ganar. Decir que aquel lugar ha­bía conocido días mejores era quedarse corto.

Grandes tiras de empapelado ondeaban al viento. Las pocas ventanas intactas estaban tan cu­biertas del polvo de Texas que eran completa­mente opacas, y el porche trasero amenazaba con desplomarse en un extremo. Pero eso no era lo peor. Faltaban tantas tejas que Jasper no tuvo duda de que la casa sería un colador cuando llo­viera.

Se subió el ala de su sombrero marrón y apoyó las manos en las caderas, mientras pen­saba en cuánto dinero iba a costarle arreglarla. Cuando calculó la cantidad de cinco cifras se le encogió el corazón. Adiós a la segunda camioneta que había pensado comprar antes del invierno...

Maldición! Tenía pensado mudarse allí antes de que su cuñado, Emmett, volviera de llevar a su hermana Rosalie y a los niños a Disneyworld. Para eso solo faltaba una semana, y Jasper aún te­nía que cercar los pastos antes de que Emmett trasladara el ganado desde su rancho.

- Bueno, tengo que ir al pueblo - dijo Jenks, mirando su reloj - Espero llegar a tiempo para conseguir el material que necesitas para comenzar a arreglar… esta casa.

Jasper asintió.

- Busca también unos cuantos rollos de plástico.

- Estás pensando en cubrir los huecos del tejado ¿verdad? - le preguntó el viejo con una risita.

- Y también las ventanas rotas - respondió Jasper - El hombre del tiempo dijo que va a es­tar lloviendo toda la semana. No quiero que el in­terior sufra más daños de los que ya tiene.

- Yo podría decirte si va a llover o no, sin necesi­dad de escuchar ese maldito informativo meteorológico - dijo Jenks cojeando hacia la camioneta de Jasper - Siempre que va a llover me duelen los huesos - Subió lentamente a la cabina y arrancó el motor - Parece que vas a tener compañía - le dijo con una sonrisa.

Jasper se volvió y vio que una camioneta roja se acercaba dando tumbos por el estrecho camino de tierra. El vehículo se detuvo junto a unos postes que sostenían algu­nas maderas rotas del corral. Otra cosa que habría que reparar.

- Seguramente sean las autoridades, que vienen a declarar este lugar en ruinas.

Jenks volvió a sonreír.

- No me avergüences, Hale. Cuida tus modales ¿de acuerdo?

- Hola! - un hombre fornido de unos cincuenta años salió de la camioneta roja y empezó a recoger el equipaje de la parte trasera - Soy Harry, su vecino.

- ¿Qué demonios pasa aquí? – preguntó Jasper en voz baja a Jenks.

- Pues… creo que alguien está pensando en quedarse una temporada - respondió Jenks en tono inocente. Soltó una carcajada y se alejó con la camioneta antes de que Jasper pudiera de­tenerlo.

Jasper frunció el ceño. ¿Acaso el viejo se había vuelto loco?

Borró esa posibilidad de inmediato. Había co­nocido a Jenks cinco años atrás, y tenía que re­conocer que al viejo no lo afectaba la edad. No, su rápida huida significaba que tenía algo planeado. Jasper no tenía ni idea de lo que podía tratarse, pero sí estaba seguro de que no iba a gustarle cuando lo descubriera.

Abrió la boca para llamarle la atención a Harry pero se quedó sin palabras al ver cómo del asiento del copiloto salía una mujer joven. Ha­bía estado tan preocupado pensando en las in­tenciones de Jenks, que no se había perca­tado de la presencia de una segunda persona en el vehículo. Pero al ver su corta y desordenada me­lena de color negro, y fijarse en el mejor trasero que había visto en su vida, sí que fue consciente de su presencia. Demasiado cons­ciente...

Era baja y esbelta, pero no tan delgada como las esqueléticas modelos que se veían en las revistas y en la televisión. No, las curvas de aquella mujer podrían volver loco a cualquier hombre. Su estrecha cintura, su pequeño y duro trasero y sus bien formadas piernas, enfundadas en unos vaqueros azules...

Jasper tragó saliva y sacudió la cabeza. No pudo oír lo que la mujer le había dicho a Harry pero estaba claro que las maletas eran suyas. Jasper tuvo la intención de protestar, pero entonces la mujer se volvió para mirarlo, y él fue incapaz de articular palabra. No era solo atractiva. Era increí­blemente hermosa.

Al ver sus seductores labios, curva­dos en una radiante sonrisa, se le hizo un nudo en la garganta. Pero fueron sus ojos dorados los que le provocaron el deseo de hacer al­guna estupidez, como matar un dragón o mover una montaña por ella.

- Hasta pronto, vecino - le dijo Harry, despi­diéndose con la mano desde la cabina.

Jasper volvió a la realidad al oír el rugido del motor.

- Hey! - le gritó a Harry, pero ya era demasiado tarde. La camioneta roja se alejaba por el camino, levantando una nube de polvo a su paso.

Jasper y la mujer se quedaron durante varios segundos mirándose el uno al otro, antes de que él consiguiera acercarse a ella.

- Soy Jasper...

- Soy Alice...

Los dos habían hablado a la vez, y se echaron a reír.

- Intentémoslo de nuevo - dijo Jasper, exten­diendo la mano - Me llamo Jasper Hale

- Y yo Alice Brandon - sonrió y le estrechó la mano.

Tan pronto como palpó la suavidad de su piel, una ola de calor le subió por el brazo y se dirigió hacia la región por debajo de la hebilla.

Retiró inmediatamente la mano, y, para su satis­facción, comprobó que la mujer evitaba su mirada y se concentraba en la correa de la bolsa que lle­vaba al hombro. Era una prueba evidente de que también a ella le había estremecido el contacto.

- ¿Qué puedo hacer por usted, señorita Brandon?

Ella miró hacia el camino que conducía a la ca­rretera.

- ¿Era el señor Jenks a quien acaba de irse en la camioneta negra?

Su voz era tan dulce y sensual que Jasper tuvo que tragar saliva varias veces antes de poder ha­blar.

- Jenks fue al pueblo a buscar algunos materiales...

- Oh - la joven pareció repentinamente inse­gura pero aun así su sonrisa permaneció en el rostro - ¿Dijo cuándo volvería?

Jasper sonrió, en un intento por devolverle la seguridad.

- Tendría que estar de vuelta antes de que ano­chezca. ¿Puedo ayudarla en algo?

- No lo creo - negó con la cabeza y esbozó una sonrisa que casi lo dejó sin respiración - Tengo que hablar con el señor Jenks - dijo, mientras aca­riciaba nerviosa la correa de la bolsa - ¿No le ha dado instrucciones antes de marcharse?

Jasper se echó a reír.

- Ya quisiera! – dijo Jasper riendo - Por respeto a su edad lo escucho, pero luego hago lo que yo creo que es mejor.

La sonrisa de la joven se desvaneció.

- ¿Y él se lo consiente? -le preguntó con incre­dulidad.

- Oh, a veces puede ser un cascarrabias - dijo Jasper encogiéndose de hombros – A veces dejo que se desahogue, pero no le hago mucho caso.

- Nunca he tenido un jefe tan… comprensivo - dijo ella negando con la cabeza sonriendo - Me va a costar mu­cho trabajo acostumbrarme.

De repente, Jasper tuvo la sensación de que no estaban hablando de lo mismo.

- ¿Cree que yo trabajo para Jenks?

- ¿No es así?

- No - respondió él con el ceño fruncido - Cuan­do no está intentando dirigir mi vida, trabaja para mi cuñado, Emmett Cullen.

Ella no pareció creerlo ya que entreerró los ojos.

- Cuando me contrató, el señor Jenks dijo que necesitaba alguien para limpiar la casa y cocinar.

- ¿Que hizo qué?!! - Jasper sintió que la tierra se le abría bajo los pies. Miró las maletas. Se había ol­vidado de ellas en cuanto vio la sexy sonrisa de la joven.

Ella se puso la mano en el pecho y empezó a re­troceder, como si estuviera asustada.

- Hey. vaquero! no es necesario que grite - dijo tapando sus oidos - no soy sorda...

- Escuche, señorita Brandon. Siento si la he asustado, pero YO soy el propietario de este rancho - miró la casa por encima del hombro - Y co­mo puede ver, no voy a necesitar una "asistente" du­rante mucho tiempo.

En aquel momento sonó su teléfono móvil. Jasper lo sacó de su bolsillo y contestó.

Antes de que pudiera decir una palabra, oyó la voz de Jenks al otro lado de la línea.

- Hale, apuesto a que te estás acordando de mí y de Harry ahora mismo.

Jasper miró a Alice quien ahora estaba un tanto nerviosa. Parecía tan asustada como un animalito, dispuesta a salir corriendo a la me­nor provocación.

- Puedes estar seguro - le respondió

- Lo suponía - dijo Jenks riendo - Por eso... voy a quedarme en casa de tu hermana a esperar a que Emmett y ella vuelvan de sus vacaciones. Así tendrás tiempo para calmarte y conocer a esa jovencita. Volveré a tu casa cuando Emmett lleve el ga­nado la semana que viene.

Jasper miró a Alice e intentó esbozar una son­risa tranquilizadora. Al no conseguirlo, le dio la es­palda y bajó la voz.

- ¿Y qué se supone que debo hacer con Alice Brandon mientras tanto? - el viejo volvió a reírse.

- Pues… si no sabes que hacer con una mujer así en un rancho solitario… es que no tienes reme­dio.

El teléfono dio un pitido, indicando que se es­taba quedando sin batería.

- Jenks!!! Tienes mi camioneta, y estamos a cuarenta kilómetros de la casa de Rosalie - Jasper em­pezaba a darse cuenta de la gravedad del asunto - ¿Qué demonios vamos a comer?!! - le preguntó en un furioso susurro.

- Ya me he ocupado de eso - Jenks parecía muy orgulloso de sí mismo - Todo lo que necesi­tan está en la casa. Incluso he de­jado ahí tu ropa.

- Pero no hay electricidad - Jasper odiaba mos­trarse tan desesperado, pero solo quedaban unos segundos de batería.

- No necesitas electricidad, hombre! - Jenks no paraba de reír - Y ahora, trata a esa joven como la dama que es. Nos veremos dentro de una semana.

Antes de que Jasper pudiera decir algo más, el teléfono se apagó. Cerró el aparato y apenas pudo contenerse para no arrojarlo tan lejos como pudiera.

Estaba atrapado en un rancho de­sierto con una mujer a la que no conocía, sin me­dio de transporte ni de comunicación. Se volvió para mirarla. Lo peor de todo era que tenía que explicarle la situación él mismo.

Alice observó cómo Jasper Hale se volvía para mirarla. No parecía muy contento.

- ¿Pasa algo malo? - le preguntó

El se balanceó sobre sus pies y se quitó el som­brero para pasarse una mano por su rubia cabe­llera. Se quedó mirando al horizonte, como si no pudiera mirarla a los ojos.

- Eh... - volvió a ponerse el sombrero y la miró - Parece que tenemos un pequeño problema.

A Alice se le apretó aún más el nudo que tenía en el estómago y las rodillas empezaron a temblarle. Había algo que Jasper no quería decirle, y, a juzgar por la expresión de su cara, era algo que no iba a gustarle escuchar.

Se acercó al montón de maletas y se sentó sobre una de ellas, antes de que las piernas le fallaran por completo.

- ¿De qué se trata?

Jasper tomó una profunda inspiración, expan­diendo su amplio pecho.

- Por lo visto, Jenks ha decidido quedarse en el rancho de mi hermana y de mi cuñado. Dice que no piensa volver hasta que Emmett regrese de sus vacaciones y traigan mi ganado.

Alice sintió un escalofrío. No era de Texas, pe­ro sabía que algunos ranchos estaban separados cientos de kilómetros los unos de otros.

- ¿Y… cuándo será eso?

El se pasó una mano por el rostro, antes de mi­rarla con sus penetrantes ojos azules.

- Dentro de una semana.

A Alice le dio un vuelco el corazón.

- Quizás… podría llevarme al pueblo, yo...

¿Ella qué? No tenía nada que hacer allí, y no podía volver a Phoenix, donde solo la esperaba un pequeño pueblo en donde constantemente esta­ban recordándole sus errores.

- Señorita Brandon, eso es lo peor de todo - la voz de Jasper interrumpió sus pensamientos - Cuando Jenks se marchó en mi camioneta, se llevó el único medio de transporte que había.

Alice miró a su alrededor. No había ningún ve­hículo a la vista, ni siquiera un tractor.

- Puede llamar a alguien con su teléfono móvil. Estoy segura de que el señor Je...

- Se ha quedado sin batería - Alice tragó saliva.

- Recárguela.

- Imposible. No hay electricidad.

- ¿Quiere decir que estamos atrapados aquí?!! ¿Hasta la semana que viene?, ¿incomunicados? y ¿sin modo alguno de marcharse?

Él asintió con una molesta expresión.

- Eso es exactamente lo que quiero decir.

Alice se masajeó las sienes con los dedos. ¿Por qué Jenks le había mentido diciéndole que era el propietario del rancho? ¿Y por qué la había reunido allí con el vaquero más sexy que ha­bía visto en su vida?

Jenks había sido un amigo de toda la vida de su difunto abuelo, y cuando su abuela le habló del trabajo, ella había dado por sentada la honestidad del viejo. Por eso se puso en contacto con él y aceptó el empleo. Jenks consiguió la aprobación de su abuela, algo muy difícil de lo­grar, de modo que todo parecía ser una sencilla vía de escape del pasado y un modo de rehacer su vida.

Pero estaba claro que había cometido el mismo error, confiando de nuevo en la bondad y sinceri­dad de las personas. ¿Cuándo aprendería que no debía creer todo lo que decían los de­más?

- ¿Por qué el señor Jenks haría algo así?! ¿es que está… loco!?

- Porque el viejo tiene más de un tornillo zafado - respondió Jasper cruzando los brazos al pecho - Nos guste o no, señorita Brandon ten­dremos que hacernos a la idea de que estamos atrapados aquí hasta la semana que viene.

Miró a su nuevo hogar y luego a Alice. Había demasiado poco espacio para su tranquilidad mental. Cada vez que giraran una esquina se topa­rían el uno con el otro. La idea de chocarse contra ella le produjo una súbita reacción de calor corpo­ral.

- Será mejor que echemos un vistazo al inte­rior - dijo, señalando la casa.

- Si lo que me ha dicho es cierto… y es usted el dueño de la casa… - Alice entrecerró los ojos y cruzó los brazos al pecho - ¿cómo es que no conoce el inte­rior? ¿ah?

El soltó un profundo suspiro.

- Porque fui lo bastante idiota como para com­prarla sin haberla visto antes.

- ¿Por qué lo hizo? - preguntó ella con escepti­cismo - Ni siquiera YO soy tan ingenua.

Jasper negó con la cabeza. Llevaba media hora preguntándose lo mismo.

- Cuando este rancho salió a subasta, yo estaba encargándome de unos negocios familiares. Y Emmett y mi hermana estaban de viaje.

- Así que fue Jenks quien la compró.

- Por desgracia - dijo él asintiendo - Confié en él cuando me dijo que la casa necesitaba algunos arreglos pero que era una buena compra... Puede estar segura de que no volveré a cometer esa equi­vocación.

Alice miró las maletas que la rodeaban y se le­vantó. Jasper miró asombrado el tamaño de su equipaje. ¿Por qué a los hombres les bastaba con una simple bolsa para pasar todo un mes, y en cambio las mujeres necesitaban media docena de maletas para una sola noche?

- Creo que sería buena idea llevar mis cosas aden­tro - dijo ella, y agarró una maleta en cada mano - Parece que va a empezar a llover de un momento a otro.

Jasper miró las nubes que cubrían el cielo, y luego el equipaje. Levantó tantas maletas como podía cargar de una sola vez y se dirigió a la casa. Si se daban prisa, podrían aca­bar antes de que cayera el torrente de agua.

No tuvieron tanta suerte. Las primeras gotas los alcanzaron de camino, y cuando llegaron al por­che, el agua caía a raudales.

Jasper dejó las maletas frente a la puerta y vol­vió por el resto del equipaje. Agarró las tres últi­mas maletas y corrió de nuevo hacia el porche.

Alice ya había entrado en la casa, lo que le pa­reció muy bien a Jasper. La visión de su bonito trasero le había hervido la sangre y le había encen­dido peligrosamente la imaginación...

Mientras estaba de pie en el porche, tratando de ver cómo iban a pasar la semana sin la ame­naza constante de una erección, se oyó un fuerte golpe, seguido de un chillido de mujer. El grito le produjo un escalofrío que alcanzó hasta el último de sus nervios.

- ¿Qué demonios...?

La puerta de madera se abrió de golpe y, antes de que Jasper se diera cuenta, Alice salió dispa­rada, saltó por encima de las maletas y se aferró a él como una lapa.

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Hooola!!

NUEVA HISTORIA!!!! =) Espero que les haya gustado este primer capitulo. Como pueden ver... esta historia está dedicada exclusivamente a Alice y Jasper (despues de todo son mi segunda pareja favorita de la saga XD) Asi que a todas las fans de Edward y Bella... espero que lean esta historia y les guste tanto como las dos primeras que he subido. Ya estoy trabajando en la secuela de "Pretendiendo" como lo prometí, por lo que mientras estoy enfocada en ella, subiré esta historia :D asi que paciencia.

Saludos a todas!! y ESPERO SUS REVIEWS!!!!

Un abrazo de oso

PollyCox99