¡Hola gente amante de los fan fics como yo!

Aquí les traigo una historia mía de mí con personajes de una vieja forrada en dinero que se hace llamar J. K. Rowling, vaya esa mujer si que gana euros... me pregunto si no querrá compartirnos un poco a la gente pobre como yo XD (Michel: si claro, antes se corta la lengua)

Ok, como ya les dije soy un persona pobre... (Michel: de vergüenza) y no gano nada con esto, excepto claro divertirme y poner a mi personaje favorito y mi adoración, Severus para futuras aclaraciones y referencias XD, en situaciones en las que me gustaría verlo.

Nicole si es mía y la peque, el taxista, el perro y demás personajes que no reconozcan de los libros de la billetuda... er, autora Rowling, son míos.

Aclaraciones:

Me valió poco el último libro y las declaraciones de Rowling sobre Dumbledor así que usen toda la imaginación del mundo, universo o similares...

Albus y Minerva son marido y mujer, respectivamente XD.

Ya, esta difícil pero se que podrán sobrellevarlo...


Capítulo 1

Error de cálculo

-¡Ya te he dicho que no me gustan las zanahorias cabeza hueca!

El grito se escucho por casi todo el Hospital San Mungo, los residentes empezaban a acostumbrarse a escuchar gritos semejantes pero no por eso les parecían agradables… ni normales. La causa de los gritos de furia no podía ser otro que Severus Snape, que se recuperaba de las heridas dejadas por la última batalla contra el Señor Tenebroso.

Debía recuperarse rápidamente ya que en cuanto saliera de San Mungo enfrentaría un juicio en su contra por el asesinato de Albus Dumbledor. Harry Potter atestiguaría a su favor y eso era en parte lo que lo tenía de pésimo humor, iba a ser ayudado de nuevo por un Potter, "ayudado" por que dudaba mucho que aunque fuera "El-niño-que-vivió-y-venció" pudiera salvarlo de mínimo pasar el resto de su vida en Azkaban… Siempre se había preguntado cómo sería la prisión, bueno ahora la vería con sus propios ojos.

En cuanto pudo levantarse se fue del Hospital, odiaba San Mungo y era seguro que San Mungo y el resto de los residentes lo odiaban de igual manera.

Su salida del Hospital fue todo menos agradable, iba escoltado por un grupo de 8 aurores, con esposas en las manos, sin varita porque algún estúpido de "alma caritativa" la había alejado de las manos del "asesino mortífago" para que no pudiera hacerle daño a nadie más. Lo único que levemente sabía es que su varita estaba en posesión de Minerva McGonagall y que el estúpido de "alma caritativa" había sido sin duda el chico Potter.

De verdad se preguntaba por qué iba a tener un juicio, después de todo lo iban a declarar culpable sin escuchar razones, pero claro el arrogante Potter debía haber pensado que si él estaba presente las cosas se arreglarían.

El viaje al Ministerio fue un verdadero asco. El carruaje se movía demasiado y el movimiento le lastimaba las costillas y aumentaba su dolor de cabeza y eso que se suponía había tomado una poción para el dolor… Estúpidos medimagos, él mismo hubiera podido preparar algo mejor y aún en esas condiciones…

Llegaron finalmente, seguían sin quitarle los ojos de encima y alcanzo a divisar una cabeza un tanto calva pero con el inconfundible cabello Weasley, Arthur estaba entre la multitud y lo miraba con una expresión de sorpresa y lástima… ¡Cómo odiaba la lástima! Él sabía que su apariencia nunca había sido atractiva, pero por cómo debía encontrarse en esos momentos era obvio que todos lo miraran así. Para empezar su cabello estaba más largo y por completo desarreglado, le caía por toda la cara y sin duda estaba más pálido de lo usual, sumándole el hecho de que sus ojos seguían siendo y pareciendo vacíos debía tener la apariencia de un muerto.

Entro a la sala, Arthur se acercó hasta él y pudo ver al chico Potter esperando a verlo.

-Confío en ti porque Harry lo hace, saldrás de aquí.-le dijo sonriendo.

-Terminemos con esto pronto, ya se cual es mi destino.-Ni siquiera lo había mirado pero podía ver la cara de sorpresa de Weasley en su mente. Se planto al centro de la sala y al momento de la "presentación" del juez echó su cabello atrás con un movimiento de cabeza. Debía parecer un demente lo sabía muy bien.

El juicio comenzó.

Demasiados argumentos en contra, sólo la palabra del chico a favor... No le sorprendió en absoluto, lo único que quería era terminar con eso rápido, al parecer el juez pensaba lo mismo.

-Culpable.

Vaya sorpresa, pensó sarcásticamente, como si no lo hubiera sabido desde el principio, ahora sólo tenía que recibir la sentencia y podía dejar de ver la cara de Potter Jr.

-Se le condena a recibir el beso del dementor...

Eso era nuevo, no había pensado en los dementores. Bien, si con eso dejaban de molestarlo no habría problema aunque la idea de morir de ese modo era un poco escalofriante, por decir poco.

Tanto Granger como Potter se levantaron a protestar, alegaban algo acerca de que los dementores iban en contra de la nueva ley o algo así pero no puso atención, estaba más ocupado viendo como la criatura era liberada a pesar de las protestas. Al verla sintió miedo, era la verdad aunque no lo aceptara públicamente aunque de cualquier modo ya no iba a poder hacer nada en público. A pesar de eso no cambio su expresión seria, o lo que él sentía que era una expresión seria, muchos de los que estaban en la sala se sorprendieron al verlo enfrentarse al dementor con la frente en alto, como si no lo temiera, como si supiera que era inocente. Escucho un sollozo y vio a Granger agrazada a Weasley. McGonagall estaba ahí también… raro, no la había visto y la animaga no era fácil de perder de vista con esos tontos sombreros escoceses que siempre usaba, si había algo de lo que se arrepentía enormemente era de no haberse deshecho de esos sombreros cuando fue director de Hogwarts.

Vio al dementor acercarse, eso iba a ser rápido ya que no tenía muchos recuerdos felices para ser tomados. La criatura se acerco y empezó a extraer sus recuerdos. La memoria de su madre, recuerdos de Lily, momentos con Dumbledor y un par de recuerdos de unos alumnos que como él podían entender la complejidad y el bello arte exacto que eran las pociones… De pronto una sonrisa apareció y abandono su mente, esa no era la sonrisa de Lily.

Cayó de rodillas mientras el dementor seguía con lo suyo. La imagen de unos ojos azules apareció y se esfumó, luego un rostro, una mujer con el cabello rubio y un poco rizado, con ojos de un azul perfecto y una hermosa sonrisa lo miraba… y luego fue tragada por el dementor.

Se sentía vació, aún más de lo que pensó que sería. Los recuerdos de esa mujer estaba escondidos en su mente pero le dolía perderlos. El dementor estaba a centímetros de su boca y pudo sentir como si tratara de sacarle el corazón, pero éste se resistía a dejar de latir a pesar de que golpeaba salvajemente en su pecho. Todo se oscurecía y enfriaba, los recuerdos de sus matanzas como mortífago iban y venían, sus más grandes errores estaban saltando a su mente.

Antes había pensado que sabía lo que era estar solo, estaba equivocado, nada se comparaba con esa sensación de soledad y esa mujer, esos recuerdos… no los quería perder. Sentía como le arrancaban algo desde adentro, pero su cerebro luchaba por mantenerlo consiente, respirando e incluso trataba de impedir que su memoria fuera vaciada por la oscura criatura.

El dementor estaba a punto de tocarlo cuando escucho un grito y luego otros más, pensó que eran recuerdos de sus ataques pero distinguió la voz de McGonagall, vio una luz que alejo al dementor, era un hermoso ave fénix que brillaba frente a él. Cayó al suelo inconsciente y en apariencia muerto.

En el momento en que el dementor se había acerado demasiado un patronus de fénix irrumpió en la sala alejando a la criatura y obligándola a regresar por el mismo lugar por el que había entrado, detrás del fénix iba caminando Albus Dumbledor. Todos gritaron al verlo, unos más se desmayaron y 3 salieron corriendo derechito a San Mungo.

El anciano fue directamente hasta donde estaba su joven amigo, antes que nada reviso su pulso y al asegurarse de que estaba vivo puso la cabeza del moreno en sus piernas.

-Severus… estoy aquí hijo, estarás bien.

-P-pero… u-usted…-trataba de decir el juez.

-No, no estoy muerto por lo tanto no hay cargos contra el acusado… pero los habrá en su contra por intento de homicidio y uso de criaturas oscuras.-le dijo el anciano con fuego en los ojos.

Esa vez no fue enviado a San Mungo. A pesar de que Dumbledor acababa de regresar estaba enterado de los desastres que había causado en el hospital por lo que decidió que lo mejor para Snape y para San Mungo era que el pocionista se recuperara en su casa, en casa de Dumbledor por supuesto. Poppy había aceptado hacerse cargo de la recuperación del ex-profesor y junto con Albus y Minerva cuido de él.

-Señor ¿Estará bien? ¿Se repondrá?

-Claro que lo hará Harry, Severus es un hombre fuerte y puede ser muy resistente. No es necesario que se queden muchachos-le dijo al trío dorado.

-¿Podremos venir a visitarlo?-pregunto Hermione. Nunca nadie había estado en casa de Dumbledor, que en realidad era más una Mansión, y no se sabía que nadie del profesorado a parte de McGonagall, que era su esposa, hubiera estado ahí jamás.

-Por supuesto, ahora vayan a descansar que a ustedes también les hace falta.-El trío dejo la sala, Albus ni siquiera los había dejado acercarse a la habitación de Snape.

Tuvieron que obedecer, regresaron por red flú a la antigua Mansión Black donde estaban los Weasley. El matrimonio pregunto de inmediato por la salud del ex-espía y se quedaron más tranquilos al saber que estaba al cuidado del ahora reestablecido director de Hogwarts.

-¿De verdad crees que se reponga?-le pregunto Minerva cuando el anciano regreso a la habitación. La animaga no se había separado de la cama de Severus desde que lo habían llevado a la casa. La verdad estaba muy preocupada por el pocionista que después de 3 días no había despertado, además las heridas no sanaban tan rápido como deberían haberlo hecho, según Poppy era por que tenía demasiadas pociones en el cuerpo y no era posible que la sangre pudiera aguantarlas a todas a la vez.

-Eso espero...-le respondió mientras se sentaba al lado de la animaga. Tomó la mano de su amigo y lo observó dormir.

Dos días después de la conversación Severus despertó. Se sentía horrible y los parpados le pesaban demasiado, se pregunto donde estaba, si era San Mungo juraba por Merlín que se arrastraría fuera del maldito Hospital, lo que fuera para estar lejos de los incompetentes medimagos de los que tanto presumía.

Mientras trataba de abrir los ojos vio como Dumbledor recibía una taza de té de Minerva y como ésta le frotaba la espalda. Quiso vomitar al verlo. Luego la animaga se acercó hasta él y le acaricio la frente.

-Con eso no me harás olvidar lo que vi, corrupción de menores Minerva ¿Por qué no te buscaste a alguien de tu edad?

-Severus…-dijo la pareja al mismo tiempo con un alivio evidente, de pronto se sintió mejor. McGonagall salió y entró de nuevo con Poppy, Severus se sorprendió de verla ahí.

-No veo por que la sorpresa eres mi paciente con el récord de más visitas, incluso más que Potter, no podía dejarte solo.

-Tardaste en regresar.-le dijo a Dumbledor.

-No era nada fácil moverse en el país, imagínate lo difícil que es para un muerto viajar.-le respondió guiñándole un ojo.

Luego de recuperar la conciencia se puso al tanto de todos los acontecimientos. En general todos estaban bien, inclusive Moody que había sido dado por muerto y Lupin y su esposa. Se confundió con la noticia de que su hijo había heredado a Nymphadora y no a Lupin, supuso que la metamorfomaga era más "fuerte" que el hombre lobo.

- ¿Su nombre es… Teddy?-le pregunto a Albus que acababa e entrar con el bebé en brazos para que lo conociera, como si él tuviera la necesidad de conocer al hijo de Lupin.

-Así es ¿Por qué la pregunta?-Se encogió de hombros.

-Es sólo que… parece nombre de oso de peluche…-Eso era, parecía un oso de peluche incluso el nombre le daba bien y a parte tenía a un peludo hombre lobo de padre… y a una transformer como madre.

-¿Quieres cargarlo?-le dijo el anciano sonriendo después de que dejo de hacerle caras al pobre niño que de seguro crecería con el trauma de haber visto al anciano contorsionando su rostro.

-No lo creo.-le respondió con desagrado. Él no tenía la obligación de ver y/o conocer al mocoso.

-Al menos míralo.-Bueno, eso si podía hacerlo y lo haría si con eso se quitaba a Albus de encima. Asintió levemente y el anciano le acercó al bebe. Lo miro con indiferencia al principio pero el niño le había recordado a Draco cuando era bebe. Le acarició la barbilla con un dedo y el niño le sonrió.

-¿Le… sonrió?-pregunto la metamorfomaga.

-Si, creo que le agrado Teddy pero no lo digan o se va a hacer el duro.

-¿Cree que pueda verlo?

-No lo creo Remus, se veía muy cansado pero yo se lo diré. Ten por seguro que tendrás la poción matalobos, Severus ha pasado mucho tiempo alejado de calderos y pociones estoy seguro de que no tendrá inconvenientes en preparártela en cuanto le diga que puede levantarse de la cama.-El hombre sonrió agradecido.- ¿Ya pensante en mi propuesta?

-Si lo hice, y acepto… Ahora que tenemos a Teddy necesitaba conseguir un trabajo estable.

-Perfecto, ahora solo me queda proponerle el empleo a Severus. Pero creo que mejor esperaré un poco.

Los días pasaban lentos y aburridos. Albus tenía libros interesantes y Minerva lo cuidaba bien pero necesitaba salir y estirar las piernas, curiosear un poco para ver en que habían cambiado las habitaciones desde la última vez que había estado en la casa. Dos días después Albus le propuso el puesto de profesor de pociones. Acepto, después de todo Potty y compañía ya habían dejado el colegio ¿verdad?

La sonrisa de niño atrapado en travesura de Dumbledor lo obligo a cambiar su razonamiento. Al parecer hasta ese momento se le había ocurrido al Ministerio tratar a Potter y compinches como mortales e iban a obligarlos a terminar el colegio.

-Me engañaste otra vez…-le dijo con furia, curiosamente después de firmar el contrato Albus se recuperó de la laguna mental que lo había hecho olvidar que Potty y Cía. regresaban a Hogwarts.-No se como lo soportas Minerva.-le dijo a la animaga que también le echaba miradas asesinas.

-¿Hasta cuando dejaras de hacer eso Albus? ¿No entiendes que no puedes ni debes tratar de controlar las vidas de los demás? –le reclamó furiosa.

-Lo hago por su bien Minerva.-dijo Dumbledor levantando un dedo en el aire mientras él los observaba pelearse.

-Entonces deja de preocuparte por él, le haces más daño metiéndote en su vida.

-No es cierto.

-Emh… estoy aquí.

-Severus no interrumpas que Albus y yo decidimos sobre tu vida.-le dijo Minerva ignorándolo mientras seguían peleando.

Por primera vez no se sintió con ánimos de discutir por lo que los dejo solos dando un portazo al salir, fue a su habitación y se recostó a leer un libro. Pero no pudo pasar de la primera línea, empezó a recordar su enfrentamiento con el dementor y los recuerdos de la mujer rubia… Tenía mucho tiempo sin pensar en ella, Nicole había sido lo más cercano a una relación seria y aunque habían quedado en términos, bien, ni tan buenos ni tan malos, no negaba que sentía curiosidad por saber que había ocurrido con ella.

Le había dado su dirección, también le había dicho que trabajaba en Hogwarts e incluso le había dado la dirección de Dumbledor pero ella no se había comunicado ¿O acaso era él el que debía comunicarse? No ¿O sí? Sacudió la cabeza y se arrepintió al instante, eso le provoco una jaqueca, no volvería a alejar sus pensamientos sacudiendo la cabeza. Ya habían pasado 6 o 7 años de todo aquello además Nicole era una bruja, ella debería estar enterada de todo lo que había ocurrido era normal que no quisiera hablar con él, fue un asesino después de todo.

--OoOoOoOoO--

Un taxi acababa de estacionar frente a una vieja y casi destruida casa al final de la calle de las Hilanderas. Una niña bastante pequeña bajo del auto en compañía de un perro golden retriever y jaló una mochila de rueditas hasta la puerta. Se acercó, tomó aire y tocó… Nada, tocó de nuevo pero no respondieron.

-No creo que alguien haya vivido ahí desde, por lo menos, un par de años. Parece que tienes mala suerte.-le dijo el taxista a la niña.- ¿No tienes otra dirección para encontrarlo?

-Si, pero tendré que ir hasta el centro de Londres.-le respondió la niña un tanto decepcionada mientras subia al auto.

-No te preocupes, yo te llevaré. Le prometí al anciano que te cuidaría.

-Gracias.-le respondió con una sonrisa.

El taxi dio una vuelta en U y tomo camino a Londres. La niña miro atrás, a la destartalada casa y su perro la miro triste.

-Se que lo vamos a encontrar Suki, sólo fue un pequeño error de cálculo. Debimos buscarlo en la otra dirección primero.

El perro ladró y se acomodo en el asiento para dedicarse a dormir. Cuidar a su pequeña ama era un trabajo extenuante. ¬¬

-Y dime ¿Por qué estas viajando sola? ¿Dónde esta tu mamá?

-…Mmm…-la niña no parecía querer contestar, pero lo hizo aunque con una voz muy bajita.-Esta en China… arreglando algunos asuntos que mi abuelo le dejo y como es peligroso, me quede.

-Entonces no perdamos tiempo, busquemos y encontremos a ese sujeto antes de que anochezca. Un hotel no es un lugar para una niña tan pequeña.

-¿Crees que me quiera Suki?-le pregunto a su perro mientras lo acariciaba.

-Claro que si, hueles muy bien y sabes acariciar y rascar. Eso hace que yo te quiera y mucho.


Otra de mis pequeñas invenciones locas. Espero que les agrade ya que a mi esta historia me encanto, pero claro soy la autora n/n.

Gracias por leer y por fa dejen review para saber si les gusto o no.