OSCURO CARMESÍ
Capitulo I: La chica equivocada
Por Okashira Janet
RuroKen y sus personajes no me pertenecen en lo absoluto pero los amo demasiado cómo para dejar que el fandom muera lentamente.
¿Qué hubiera pasado si Kaoru y Misao hubieran nacido un par de años antes?, definitivamente la adolescencia se vuelve turbulenta al final de la era Tokugawa.
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Bien, no sabía como había logrado hacerlo enfurecer, bueno, sí que lo sabía, un ninja y un samurai no se llevaban bien de por sí, era como poner a un perro junto a un gato y la cosa se ponía más fea si resultaba que ese ninja y ese samurai eran de bandos contrarios.
Maldiciendo su mala suerte mordió un poco su labio inferior al tiempo que saltaba una serie de cajas que se habían atravesado en su camino, ¡La iba a alcanzar, la iba a alcanzar!, ya podía ir rezándole a Buda, a Dios, a los espíritus y a su fallecido padre, ¡Iba a morir en cuanto él, el demonio, la alcanzara!
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No, si no se podía ser tan tonta, ¿Cómo había logrado hacer enfurecer a un ninja?, ni ella misma podía explicárselo, simplemente había dejado que las palabras se le escaparan y cuando por fin se había dado cuenta de lo que hacía ya había pasado a poner pies en polvorosa, ¡Bien se lo decía su padre que hablaba demasiado!, si por lo menos le hubiera enseñado a ser más como una mujer callada y sumisa y menos a como usar adecuadamente una shinai estaba segura de que no estaría en el aprieto en el que estaba en esos momentos.
En su mente se repetía una y otra vez la misma frase fatalista, ¡Iba a morir, iba a morir!, sus sandalias patinaron cuando se sujetó de una pared y dio una cerrada vuelta para después volver a echar a correr.
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Sentía que el corazón le golpeaba como un tambor en el pecho "Pum-pum, pum-pum", su padre no la había entrenado para que acabara usando sus artes ninjas para escapar de un samurai pero su abuelo siempre se lo mencionaba "Un ninja debe saber cuando retirarse", bien, ese era el momento de retirarse, lastima que el hombre que la perseguía no opinara lo mismo.
Llevaban demasiado tiempo corriendo a una velocidad inhumana, ¿Cómo podía un samurai seguir el paso de un ninja?, sus piernas empezaban a acalambrarse y se arrepintió de no dar más vueltas a la plaza con Susumu cuando éste le decía que debía entrenar mucho más su carrera, ¿Y quien se hubiera imaginado que terminaría corriendo a media noche por Kyoto tratando de salvar la vida?, definitivamente jamás volvía a dar la alarma de un Ishin Shinshi merodeando sin antes haber comprobado que podía escapar inmune.
Si salía viva de esa volvería a donde su abuelito y le pediría perdón por dejar el Oniwabanshu, se reformaría, sería una niña buena, dejaría de echarle la culpa a los mandos superiores por la muerte de su padre, sí, dejaría de lado el cooperar con el Shinsengumi.
—Pero ahora debo escapar. —susurró al viento sintiendo que los pulmones le tronaban, aun no, todavía era muy joven, no quería morir, no así, no a manos de él.
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Bien, empezaba a felicitarse por las diez vueltas diarias a los jardines que daba todas las mañanas a la par con los estudiantes de su padre, de no ser por todo ese ejercicio aquel ninja ya la hubiera alcanzado, aunque bueno, no se podía decir que le llevara mucha ventaja, por momentos incluso pensaba que estaba jugando con ella, ¿Qué no los ninjas eran expertos en atacar a una persona por la espalda?, un escalofrío la recorrió ante el pensamiento, si aún no la había atacado entonces lo más probable es que pensara en hacer algo aún peor con ella.
—Por dios, por dios… —Ni siquiera entendía como es que sus piernas no la habían dejado caer aún, las sentía de gelatina, la respiración vuelta un jadeo constante, un sudor frío recorriendo su frente. Decían que cuando se estaba a punto de morir se podía ver la vida pasar frente a los ojos pero ella sólo podía recordar la sombra de su padre, sus ojos distantes sin verla directamente.
—Hija, la escuela se esta volviendo un lugar peligroso, lo sabes, debo esconderte, te mandare a Kyoto con unos conocidos que se harán cargo de ti, son buenas personas. —En aquel momento parecía que lo que su padre decía tenía mucha lógica, pero ahora, con un ninja pisándole los talones, parecía que no había idea más descabellada que estar en Kyoto.
Un resbalón y luego pararse de golpe a pesar del dolor, no podía dejarse atrapar, no podía fallarle a su padre, él era lo único que ella tenía y ella era lo único que tenía él, no dejaría que un ninja sin nombre los separara, no, jamás. ¡No iba a morir!
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—¡Mierda! —La joven ninja abrió los ojos con horror sin dejar de correr, se había metido en una calle equivocada, al final habría una pared que comunicaba con la calle del otro lado, se había encerrado por si sola como todo ratón tonto frente al hambriento gato, ahora él simplemente se quedaría parado esperando que saliera del otro lado y la atraparía y si regresaba por donde había entrado volvería a caer en sus manos.
—Tonta. —Se regañó a si misma sin dejar de correr, como lo supuso él paró en seco, era lógico que cómo Ishin Shinshi que era conociera los secretos de la ciudad, ¿Qué haría ahora?, podía quedarse esperando hasta que él se hartara de esperar y fuera a por ella, en tal caso tendría una minima oportunidad de escapar y entonces…
—¡Outch! —Tan acelerada iba que no notó que al adentrarse a la oscuridad de la pared topó de frente con alguien—. ¡Fíjate por donde vas que intento salvar mi vida!
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No sabía ni lo que hacía, dio vuelta en una cuadra, en otra y en otra, pero él siempre hallaba la manera de no perderle el rastro, el sudor frío se le adhería al cabello y éste a su cara, respirando con dificultad intentó usar las ultimas fuerzas que le quedaban para evadirlo, perfiló hacía una calle y corrió lo más fuerte que podía, grande fue su sorpresa al notar que él paraba en seco, apenas giró a verlo de reojo sin comprender y cuando doblaba en la pared chocó de frente con alguien.
—¡Outch! —El golpe tuvo la cualidad de ponerle la frente roja y los ojos llorosos, pero la otra persona no se veía por la labor de disculparse—. ¡Fíjate por donde vas que intento salvar mi vida!
—¿Eh? —Apenas pudo balbucear sin entender, ¿Acaso en Kyoto era común que todas las chicas huyeran por sus vidas?
—Y a todo esto, ¿Qué diablos haces a estas horas de la noche?
—Yo…
—Ah sí. —Antes de continuar la jovencita giró de manera nerviosa hacía su izquierda y luego le extendió la mano sin dejar de observar hacía ese lado—. Misao Makimachi.
—Kaoru Kamiya. —La joven le respondió sintiendo que vomitaría en ese momento, el hombre que la seguía esperaba del lado derecho y no entendía porque no continuaba su carrera tras ella.
—Y ahora sí, ¿Qué diablos haces en este callejón a estas horas?
—Un hombre me sigue. —Kaoru explicó de manera nerviosa, sus quijadas trabadas por el miedo y la adrenalina.
—Que original, un hombre me sigue a mi también. —Misao volvió a echar una mirada nerviosa por el lado izquierdo, ese samurai seguía ahí, Kaoru parpadeó, aquella chica frente a ella parecía habituada a situaciones como esa y ahora que la analizaba mejor, ¿No estaba vistiendo ropas ninja?, sí, no podía equivocarse, pantalones negros, largos y holgados, un obi oscuro apretando su pequeña cintura, malla negra untada al cuerpo y vendas en los brazos que cubrían casi por completo su blanca piel, sólo una cosa desentonaba en todo aquello, sus ojos no eran los comunes ojos afilados y oscuros de los ninjas sino unos grandes y verdes coronados por unas frondosas pestañas.
—El hombre que me sigue… —Kaoru pasó saliva—, creo que quiere matarme.
—Quien me sigue también quiere matarme. —Misao desvió la mirada hacía la chica que misteriosamente se había encontrado en aquel lugar, debía admitir que era la pueblerina más hermosa que hubiera visto nunca, el largo cabello azabache le caía casi hasta la cintura a pesar de estar sujeto en una coleta alta, el apretado kimono al parecer se había ido aflojando en la carrera y ahora lucía sucio y desarreglado —además parecía que se lo había abierto estratégicamente de las piernas para poder correr—, pero aún así su belleza era palpable bajo la luz de la luna, en sus lagrimosos ojos azules y la perfecta línea que formaba su boca.
—Debe ser la noche de matar a chicas lindas. —Misao bromeó de manera nerviosa al tiempo que volvía a echar una mirada por la barda, el hombre seguía ahí, ¿De verdad iba a esperar por ella hasta que saliera?
—No entiendo. —Kaoru a su vez se pegó contra la pared, su pecho subiendo y bajando agitado—. ¿Por qué no me sigue hasta aquí?
—Es más fácil esperar en donde esta, si regresas por donde entraste te atrapara y si te decides por éste lado, —la joven ninja señaló el lugar por donde había entrado ella—, entonces te vera cuando salgas y cuando estés a la altura adecuada sólo tendrá que correr y alcanzarte.
—¡¿Qué? —Kaoru chilló horrorizada.
—¿Acaso no conoces Kyoto? —Misao ironizó levantando una ceja, su cuerpo perfectamente pegado a la barda, intentar saltar hasta el techo carecía de sentido, era demasiado alto para ella.
—No soy de aquí, soy de Tokio. —aclaró la joven apretando un poco los dientes.
—Mal momento para venir.
—Mi padre lo ordeno porque…
—Oh no. —La ninja la interrumpió pasando saliva—. Parece que empieza a impacientarse.
—¿Quién? —Kaoru saltó asustada echando una mirada por la derecha.
—El hombre que me sigue.
—Oh. —Un suave suspiro escapó de los labios de Kaoru y la joven ninja saltó enfurecida enseñando un filoso colmillo.
—¡Debería importarte más la suerte de los demás!
—¡Lo siento, lo siento! —Aturdida se pasó una mano por la frente, encontrarse a semejantes horas en un callejón sin aparente salida, con un hombre esperando matarla y una chica ninja de mal genio no era exactamente algo que se imaginó que vería apenas llegar a Tokio.
—Voy a morir, morir, morir… —Misao empezó a susurrar por lo bajo abrazándose a si misma, su larga trenza oscura temblando con ella, Kaoru tenía demasiado miedo para reírse de la infantil actitud de alguien que se vestía tan sombríamente.
—¿Qué vamos a hacer? —Apenas alcanzó a tartamudear, la joven ninja a su lado echó una mirada hacía arriba como midiendo sus fuerzas.
—¿Ese es tu plan? —Kaoru formó una mueca en su rostro— ¿Saltar al techo?
—¿Tienes una mejor idea? —La ninja gruñó.
—¡Esta demasiado alto!
—Sí, grita mi plan a los cuatro vientos, no hay problema.
—Debemos pensar… —susurró Kaoru cada vez más asustada, aquel hombre se cansaría de esperar y vendría a por ella, debía concentrarse, esto era cómo una batalla, cuando se estaba en medio del combate debían elegirse cuidadosamente las técnicas a seguir, si el oponente era más fuerte se debía usar esa fuerza en su contra o construir algún ardid pero ¿Cuál?
—Ya esta, saldré y me enfrentare a mi muerte, total, no es que hubiera algo muy importante por lo que seguir últimamente, me pregunto si Susumu se enojara mucho conmigo y… —Misao empezó a susurrar a la pared con los ojos abiertos a su máxima expresión.
—¡Eso es! —Pero en la cabeza de Kaoru una idea apareció de improviso.
—¿Eh?
….
Esa noche los hombres habían estado calmados, nada había perturbado la aparente paz de Kyoto y él se había deslizado por las sombras cómo siempre, no había recibido ningún sobre aquella noche así que no había orden de matar a nadie en particular y mientras aquella orden no se diera él se abstendría de lo mismo.
Había logrado evadir a dos patrullas Shinsengumi hasta el momento, específicamente a la unidad 3 y la unidad 10, estaba por deslizarse una vez más por el callejón cuando un aro de luz se encendió sobre su cabeza.
—Maldición. —Sus ojos dorados habían visto reflejados en ellos el halo de color rojo que le avisaba a todo el que quisiera verlo su ubicación, el rojo significaba sangre, le avisaba al Shinsengumi de un Ishin Shinshi, la sangre correría. Sumamente molesto por haberse dejado atrapar giró la mirada al techo más cercano, el ninja lo veía desde ahí, su imponente vestimenta negra, el fleco cubriéndole los ojos, había que destruirlo, sino daría la posición de los demás.
Su mano se había movido a su cintura y al instante el brillo de su katana apareció en la oscuridad de la noche, el ninja a su vez lanzó sus kunais, pero él se deshizo de ellos rápidamente, de un solo movimiento. Sinceramente no esperaba que el shinobi echara a correr de aquella manera y en primer instancia lo había seguido por puro instinto, porque nadie podía ver a un asesino de las sombras y continuar vivo.
En cierta parte del camino la luna los había alumbrado a la perfección y entonces notó que era una muchacha, la larga trenza y la estrecha cintura se lo confirmaban, ¡Maldición!, ¿Por qué se habría cruzado alguien así en su camino?, no le gustaba matar mujeres, no, lo detestaba. Aunque ella estuviera armada y fuera un ninja y el enemigo, aún así no le agradaba la idea, por eso no había corrido tan rápido como de costumbre, por eso aún no había ido a su encuentro. Pero los minutos pasaban y no parecía que ella quisiese salir, los pies le pesaron como plomo cuando dio el primer paso hacía la pared donde sabía estaba escondida, debía matarla y lo haría, aunque no por eso dejaría de pesarle en la mente.
—¡Ah! —Y entonces salió, pero no, no era solo ella, una figura salió de la izquierda y otra de la derecha, por un momento pensó que alucinaba porque no recordaba que alguien más hubiese estado ahí dentro, mecánicamente tomó la empuñadura de su espada, sus ojos volviéndose tormentosos, pero entonces aquella chica cayó en sus brazos y no, no era la joven ninja que había estado siguiendo, era otra persona, alguien que olía a jazmines y temblaba como hoja al viento, alguien con un hermoso cabello negro azabache.
—¿Qué…? —Dejo la frase en el aire cuando ella se aferró a sus brazos y le suplicó que no la matara, ¿Matarla?, ¿Cómo?, se veía a leguas que era un simple civil, vestía con un sencillo kimono y a juzgar por el acento no era de Kyoto, no era ella a quien estaba siguiendo, estaba por decírselo pero entonces ella se pegó aún más a él, temblando, tan convulsamente que pensó que se desmayaría ahí, en sus brazos, y por alguna razón aquello no le pareció tan malo, no, y por un instante sintió algo extraño, algo que nunca antes había sentido cosquillearle en el brazo con el que inconscientemente le había rodeado los hombros.
—Joven, por favor… —Kaoru balbuceó, sus hermosos labios moviéndose con temor.
—Yo… —Y al ver su rostro asustado levantado hacía el de él no pudo evitar pensar que aquel rostro era el más hermoso que había visto en su vida, pero aquel pensamiento sólo duró unos segundos porque tragando saliva la chica se aferró a su brazo y giró la mirada a la derecha, instintivamente él la puso tras de sí, había un hombre ahí que no había visto hasta el momento, vestía ropas ninjas y era joven, casi tanto como él, sus oscuros ojos azules observaban fijamente a la chica tras él y en sus brazos… ¡En sus brazos protegía a la chica que él había estado siguiendo!, ¡La ninja!
….
Era noche de guardia para él en el Oniwabanshu y por esa razón había estado brincando de techo en techo por todo Kyoto buscando posibles amenazas, la ciudad estaba en paz a pesar de los días tan agitados que había tenido anteriormente, el viejo Makimachi estaba particularmente irascible, al parecer su hijo —quien se suponía heredaría el clan— había muerto por malos manejos y una pésima distribución de las ordenes, como consecuencia su nieta —Una tal Misao Makimachi— había desertado del grupo sumiendo al anciano en la mayor de las furias.
Por esas causas se respiraba un aire de intranquilidad en el cuartel y para él había sido relajante poder escapar aunque sea unos momentos. Había estado sin contratiempos hasta cerca de las once y media cuando se había visto precisado a matar a un hombre, uno que a juzgar por lo que había estado hablando tan animadamente sabía información clasificada que definitivamente no debía difundirse.
Nunca antes había dejado que alguien notara sus asesinatos, pero ese día en particular hubo una falla.
—¡Tú, asesino! —Los ojos de la joven se clavaron con rabia en él—. ¡Ninja asesino! —Luego algo de entendimiento pareció llegar a la mente de la joven quien retrocedió un paso—. Ahora veo, es porque eres de ese clan, ¿Verdad?, por eso lo que había estado diciendo este hombre… —Tarde se dio cuenta de que había hablado de más y él tuvo que ahogar un suspiro, trabajo era trabajo así se tratara de una tonta chiquilla.
Ella echó a correr y él se dispuso a seguirla sin muchas ganas, no era para matar civiles avispados para lo que lo habían entrenado pero suponía que no tenía otra opción, la carrera terminó por fin cuando ella entró al callejón que la llevaría a una trampa segura, era tan fácil de predecir que no constituía ningún reto para él así que espero pacientemente a que saliera por si misma, ya de un lado ya de otro el resultado era el mismo, o al menos eso había pensado.
—¡Ah! —porque de pronto dos figuras salieron, una por la derecha y otra por la izquierda y antes de que pudiera reaccionar unas pequeñas manos ya lo habían sujetado de los antebrazos.
—¿Eres del Oniwabanshu verdad? —Los ojos de la joven eran grandes, vivos y de un verde incluso más hipnótico que el del líder Makimachi—. ¡Tienes que ayudarme! —La chica apretó aun más los dedos contra su piel, él apenas pudo pasarle una rápida mirada, cuerpo pequeño enfundado en un traje shinobi negro, cinta en la frente que hacía aún más patente el color de sus ojos, larga trenza oscura que se confundía al final de sus caderas.
—¿Quién eres? —La voz le salió tan seca como siempre pero ella no pareció prestar atención al hecho.
—¡Ese rojo de allá quiere matarme! —Al instante el joven giró, del otro lado había un hombre, uno que sorprendentemente no había sentido antes, cabello rojo y ojos dorados, tras su espalda una chica, justamente la chica que él había estado buscando.
—¿Por qué quiere matarte? —siseó colocando a la inesperada ninja tras él.
—Es un Ishin Shinshi. —La chica contestó rápidamente.
—¿Y tu?
—Un Ishin Shinshi no, obviamente. —El joven ninja arqueó una ceja, iba hacía él, le pedía ayuda y encima tenía el descaro de ser sarcástica.
—No pienso protegerte si…
—Por favor… —Sus pequeños dedos se aferraron a la tela de su espalda, su frente colocándose cansadamente entre sus omoplatos—. Aún no puedo morir. —Sin ser consciente el joven apretó su puño, ella no había dicho que no quería morir, había dicho que "no podía morir" y aquello le recordaba a si mismo, ¿Quién sería aquella extraña chica? Y ¿Por qué aún no retiraba el contacto que estaba ejerciendo contra él?, estaba consciente de que en cualquier otra situación ya la hubiera retirado de mala manera.
—Esa chica tras de ti es mi presa. —El pelirrojo habló, sus dorados ojos fijos en el ninja frente a él.
—Que adecuado. —El joven ninja entrecerró la mirada—. Mi presa también esta tras de ti.
—¿Quién eres?
—Un ninja jamás se presenta, además es de mala educación pedir el nombre si no has dado antes el tuyo.
—¿Qué te parece Battousai?
—¿Qué te parece "El genio"? —Kenshin entrecerró la mirada, creía recordar quien recibía ese apodo, según recordaba se lo habían otorgado al joven más audaz e inteligente de la resistencia ninja, seguramente se trataba de un tal Shinomori.
—Entrégame a esa chica.
—Entrégame tú a la tuya.
—No lo haré.
—Lo mismo digo. —Ambos hombres se vieron atentamente, sus manos lentamente poniéndose en posición de guardia y entonces Misao estuvo segura de que hubiera podido cantar un Aleluya mientras bailaba por todo el callejón, ¡Quien hubiera dicho que el ridículo plan de pedirle ayuda al contrario iba a dar resultado!, por el momento no le importaba quien era el ninja que la estaba protegiendo y tampoco le interesaba demasiado saber quien era el pelirrojo que amenazaba su vida, lo que tenía que hacer era escapar y mejor hacerlo pronto.
Con rapidez giró a su alrededor en busca de una vía de escape, pero definitivamente aquellos hombres se lo estaban poniendo muy fácil, ambos avanzaron colocando las manos en sus armas olvidándose de ellas, Misao no tenía tiempo de atemorizarse con los dorados ojos del pelirrojo ni de maravillarse con los hermosos ojos azules del joven que la había ayudado, sólo tuvo tiempo de correr, tomar de la mano a Kaoru —que a fin de cuentas no podía dejarla tirada después de que la había ayudado— y echar a correr mientras gritaba un:
—¡Bueno, arréglense, mil gracias por todo! —Kaoru apenas pudo sentir algo parecido al horror ante semejante frase, se imaginó que antes de que pudiera sentirlo su cabeza rodaría por el suelo, pero increíblemente aquello no sucedió, la ninja la hizo correr a una velocidad que la dejo mareada, la metió por aquí, por allá y por hasta allá y cuando se dio cuenta estaba en un sótano oscuro, tétrico y con un horroroso olor a humedad.
—¡Ah! —Pero no le importo y con un jadeo se dejo caer en el suelo.
—¡Pensé que ahora sí no la contaba! —La joven ninja se dejo caer a su lado, el cabello humedecido por el sudor pegándose a su frente y sus mejillas.
—Gracias. —Jadeando Kaoru se giró hacía la joven quien negó con una mano intentando recuperar aire.
—No, no, gracias a ti.
—Kyoto si que es terrorífico.
—Se me había olvidado. —La joven ninja giró hacía la otra con curiosidad—. Dijiste que estabas aquí por qué…
—Mi padre me envió, se suponía que debía encontrarme con alguien pero me perdí.
—¿Con quien? —Misao parpadeó—, quizás pueda ayudarte.
—Son unos conocidos de mi padre, la familia Yukishiro, se suponía que iba a ir al campo pero termine aquí.
—Definitivamente que el campo y la ciudad son cosas muy diferentes. —En el rostro de Misao surgió una gota de sudor pero rápidamente la chica negó con la cabeza y sonrió ampliamente—. Bueno, como me has salvado la vida buscare a esos Yukishiro y te llevare con ellos, lo prometo así como que me llamo Misao Makimachi.
—Pero… —Kaoru la observó dudosa—, ¿No tienes cosas que hacer?, cosas de ninjas y eso.
—En realidad me escape de mi clan, se supone que fue una deserción, pero uno no puede desertar de un clan ninja, si lo haces te asesinan.
—¡Pero que peligroso! —Kaoru saltó escandalizada y la sujetó por las solapas de su playera— ¡Como se te ocurre desertar si era tan grave!
—Mi abuelo es el líder, —los ojos de la joven se oscurecieron ligeramente—, por eso es que no lo tomaron como deserción si no como que me escape.
—Pues que alivio. —La joven kendoka soltó un largo suspiro soltándola.
—Es por eso que ahora estoy con el Shinsengumi, siempre y cuando pertenezca a una organización recibo apoyo y ni mi abuelo ni esos tontos dirigentes pueden hacer nada. —Los puños de la joven se cerraron, sus ojos tormentosos.
—Makimachi-san…
—Con Misao esta bien. —La chica negó con la mano—. No me llames jamás Makimachi, sabrán quien es mi familia.
—Ah, entiendo. —Revolviéndose incomoda la joven se recargó contra la pared.
—Que hombres tan extraños. —Dejando que su voz se perdiera Misao elevó la mirada al techo.
—Sí. —Kaoru se frotó el hombro que aquel hombre de ojos dorados había apretado en su intento de protegerla.
—Espero no volver a verlos nunca en la vida. —La joven ninja dejó escapar un hondo suspiro, en su mente los ojos azules del joven que la había ayudado apenas un recuerdo borroso.
—Sí. —Kaoru a su vez arrastró ligeramente las palabras—. Yo también lo espero…
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Bien, Battousai ahora sabía una cosa, aquella joven de ojos azules había dejado un hondo sentimiento dentro de él, algo que nunca antes le había ocurrido, en cuanto a la otra… ¡No se había metido jamás en semejante ridículo!, se preguntaba si el ninja frente a él pensaba o no lo mismo, aquel joven —presumiblemente un Shinomori— se había quedado quieto por entero, su rostro sin ninguna expresión, sus ojos azules clavados en el punto por donde las chicas habían salido patinando.
—Esto ya no tiene caso. —La voz seca del ninja se escuchó a juego con el salto que dio al techo.
—Tú lo has dicho. —A su vez el joven samurai cerró momentáneamente los ojos y dio media vuelta para irse de ahí, lo dicho, esa chica ninja había logrado lo que nunca antes nadie había hecho, ¡Enrojecerlo de pura vergüenza como un vil colegial!
Aoshi se quedo ahí, observando como el pelirrojo se perdía en la lejanía, luego giró nuevamente la mirada al lugar por donde había desaparecido aquella extraña ninja.
—¡Bueno, arréglense, mil gracias por todo! —Le vino a la mente la frase que la chica había dejado al aire antes de irse y recordó la misma frase, pero con otra escena, una donde el viejo Makimachi huía de la misma graciosa manera y entonces la relación de aquellos ojos verdes fue clara en su mente, acababa de encontrar a la principal desertora del Oniwabanshu, la única que aún seguía viva después de arrojar el uniforme con furia al suelo… o por lo menos eso era lo que contaban.
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Notas de Okashira Janet: Tenía esta historia en la mente desde que acabe Personalidades, aunque los contornos están un poco borrosos espero que se haya entendido y que les haya agradado aunque sea un poco, un beso Ciao
6 de Abril del 2011 Miércoles
