Disclaimer: Los personajes son de C.S Lewis. Solo la trama y algunos de los ambientes son míos.
Summary: Las aventuras los llaman siempre. Aunque esta vez, nada es igual que antes. ¿Serias capaz de enamorarte de la esposa de otro? ¿Te atreverías a seguir un amor "olvidado"? ¿Te enamorarías de tu hermana? Todo puede pasar. Peter/Liliandil. Susan/Caspian. Edmund/Lucy.
Capitulo I: Errores y Familia.
Narnia
— ¡Vamos Lily, será solo un rato! — Rogó Caspian observando a su esposa. Liliandil estaba en su habitación, acostada en la cama mientras leía, sin importarle arrugar su vestido. Tan solo disfrutando de la calida tarde.
La hija de la estrella subió la mirada de su libro, sonriendo. — Mas tarde Cas... Por favor — Respondió. Los ojos azules se encontraron con los marrones y no pudo evitar sonreírle levemente a su marido.
Él negó con su cabeza — Estas todo el día dentro del Castillo, tienes que salir. Por favor — Pidió de nuevo, haciendo un leve puchero. A veces le sorprendía lo tranquila que podía llegar a ser ella. Una vez, su curiosidad le venció, y le pregunto. Sin alterarse ella le confeso que pasar casi toda su vida en los cielos o en una isla desierta desarrollaban la paciencia enormemente.
Liliandil suspiro mientras cerraba el libro y se ponía de pie. El telmarino le sonrió ampliamente, mientras tomaba su mano y ambos salían de la habitación. Caminaron tranquilamente por los pasillos de Cair Paravel. Los soldados y visitantes se inclinaban ante ellos, los gobernantes asentían en respuesta y saludo. Llegaron a los establos, donde Batallador junto a la yegua de Liliandil, Celes, esperaban ensillados por ellos.
— ¿Como sabias que si vendría? — Pregunto la mitad estrella, subiendo al caballo.
A su lado, Caspian la esperaba. Se encogió de hombros — Solo lo esperaba — Respondió con simpleza.
Ella rió entre dientes mientras asentir — Vamos — Dijo tomando las riendas de Celes.
Los dos caballos galoparon a través de los bosques que rodeaban los límites de Cair Paravel. Liliandil sonreía ampliamente, amaba de gran forma la sensación del viento jugar con su cabello rubio, se sentía de alguna manera libre. Caspian le sonrió mientras agitaba las riendas de Batallador, haciendo que fuera más rápido.
Un recuerdo vino de la nada a su mente. Un bosque distinto y circunstancias totalmente diferentes. No galopaba por diversión, galopaba por su vida. El grupo de telmarinos había ido detrás de él, persiguiéndolo para poder asegurar su propio pellejo. Sacudió levemente su cabeza, sacando esos horribles recuerdos de su mente. Los Pevensie habían acudido a él a ayudarlo, y tenía que decir que sin ellos, no sabría que seria de él y de Narnia.
Los Pevensie... Pensó con nostalgia, sus amigos más cercanos, sus hermanos en realidad. Peter, quien después de todas sus peleas y desacuerdos, había llegado a convertirse en una fuente de admiración para él, se lamentaba mucho haberlo visto tan solo en una oportunidad, pero al menos lo había conocido, y se había convertido en un ser querido, en su hermano. Edmund, con quien compartía demasiadas cosas, la sombra de un pasado oscuro los había acercado. El Justo por sus errores cometidos con la Bruja Blanca y él por su linaje y sangre, algo de lo que no tenia la culpa, pero aun así, lo había marcado. Había encontrado en el menor de los hombres Pevensie a un amigo inigualable. Lucy, las dos veces que había compartido con ella le dejaron ver como había crecido. De la niña que había conocido en el Altozano de Aslan se convirtió en la adolescente que irradiaba con pureza a la tripulación del Viajero del Alba...
Sus pensamientos lo llevaron a un lugar peligroso para su corazón. Susan Pevensie, "La Benévola", Reina de Narnia y la primera mujer que había robado su corazón por completo. Su sonrisa decayó, había tratado pensar lo menos posible en la mayor de las Pevensie, sabiendo que se hacia daño a él mismo y a Liliandil. Así nunca hubiera comentado algo acerca de ella, Liliandil era muy perspicaz y perceptiva, muy a su pesar, sabia que ella por lo menos sospechaba que el amor por su antigua compañera de guerra, se mantenía intacto.
Pero en realidad ¿Que podía hacer? A ella la había admirado sin siquiera haberla conocido, tan solo leyendo historias, que hasta un momento dado, no sabia que eran ciertas. Al conocerla, supo inmediatamente que era más de lo que había imaginado alguna vez, y simplemente, evitar que el amor floreciera en su corazón fue imposible.
— ¡Te estas quedando atrás! — Rió Liliandil, totalmente ajena a los pensamientos de su esposo. La realidad lo choco, y el Rey telmarino volvió en si. Sacudió su cabeza, intentado sacar a la Reina de Antaño de su mente, concentrándose en alcanzar a su esposa.
— ¡Nunca! — Exclamo agitando una vez mas las riendas de Batallador, poniéndose al nivel de Lily. Llegaron a un pequeño claro y ambos se detuvieron, desmontando a los corceles para que descansaran. — ¿Te gusta mucho este lugar no? — Pregunto Caspian quitándose los guantes y acercándose a ella.
Levemente sonrojada, la hija de la estrella asintió a la vez que quitaba de igual manera sus guantes — Bastante, es hermoso.
— Sin duda — Admitió el Rey. Ella se acerco a él, sonriendo. El telmarino sonrió igualmente y besos levemente los labios de su esposa. Su mente era una especia de extraño laberinto, sabia muy bien que su corazón seguía latiendo a mil por Susan, pero a la vez, no podía evitar querer de alguna manera a Liliandil. Ella le había abierto las puertas de su corazón, de igual manera que él había intentado hacerlo con ella. Liliandil jamás intento cambiarlo, al contrario, se adapto a él. Era su mejor amiga, su compañera, la quería, y bastante. El problema radicaba en que, no era el mismo tipo de amor que sentía por la Reina de Antaño.
Ambos se sentaron en la hierba en silencio, disfrutando de la compañía del otro y sumergirse en sus pensamientos. De la nada, Liliandil se giro hacia un punto del claro.
— ¿Que pasa? — Se alarmo Caspian mirándola fijamente.
— Oí algo — Susurro su esposa. Algo en lo que Caspian no podía dejar de confiar era en los instintos de ella. Su parte estrella hacían sus sentidos mas sensibles.
Él se levanto lentamente del suelo, desenvainando a Rhindon — ¡¿Quien esta ahí? — Exigió en voz alta. La hija de la estrella estaba junto a él, su arco y flechas preparados para tirar.
Una docena de hombres bajo de los árboles y salio de ellos. Liliandil se tenso a su lado, y lo miro alarmada. Caspian se mantuvo imperturbable, con Rhindon preparada en su mano.
— Danos a la chica y todo estará bien — Hablo uno de ellos. El telmarino se acerco más a su esposa, en ademán protectivo.
— Si se van ahora, todo estará bien — Hablo él con claridad y autoridad. Pero aun así, sabia que no podía dejar que ellos supieran que eran los Reyes de Narnia. Eso los pondría en un peligro más grande del que ya estaban.
— ¡Dánosla! — Exclamo otro y se acerco a Liliandil.
Caspian alzo a Rhindon protectivamente — ¡Nunca! — Exclamo mientras se abalanzaba al hombre, su espada corto el cuello del hombre. Los demás no perdieron el tiempo en lanzarse hacia él. Liliandil reacciono un segundo después, y empezó a lanzar flechas contra sus atacantes.
El telmarino blandió a Rhindon hacia otro hombre, cortando su pecho, el cuerpo inerte cayo al piso. Se acerco a otro de los hombres y empezó la lucha contra él, sabia que era el jefe, su manera de hablar, de actuar, incluso de luchar lo explicaba.
Un grito aterrador resonó en sus oídos.
Su mirada se giro hacia Liliandil, solo para ver como la espada de uno de los hombres atravesaba su abdomen. Ella quedo ahí, sintiendo el dolor que recorría hasta la ultima de sus entrañas. Podía sentir la mirada de Caspian en ella. La espada salio de su cuerpo y ella cayo de rodillas en la hierba, sosteniendo su abdomen, la sangre lleno sus pálidos dedos.
La furia recorrió las venas del Rey telmarino y Rhindon llena de nueva fuerza decapito al soldado. Solo quedaba uno, el que había herido a su esposa. Sin clemencia, solo con rabia y furia, la espada se clavo en su corazón, llevándose su último latido.
Corrió hacia ella sosteniéndola en sus brazos — Lily... Aguanta por favor — Rogó, sintiendo que las lágrimas empezaban a abrirse paso entre sus ojos.
— Cas... — Susurro ella levantando una de sus manos ensangrentadas y pasándola por la mejilla de su esposo — Es tarde — Continuo con pesar — Te quiero...
— Yo también Lily. No tienes idea de cuanto.
Una forzada risa salia de los labios pálidos de su esposa — Si la tengo... Menos que a ella — Confeso finalmente, mientras su respiración empezaba a entrecortarse. Y Caspian supo que hablaba de Susan.
— Yo nunca quise... Jamás... — Quiso disculparse, al menos una vez.
Liliandil negó con su cabeza — No te recrimino nada — Una tos salio de sus labios — Nunca me traicionaste, nunca te fallaste. Mi amigo.
Las lagrimas empezaron a caer descontroladamente de las orbes marrones — Te quiero Lily, te quiero.
— Como yo a ti — Susurro mientras una solitaria lagrima caía de sus ojos. Sus parpados cayeron, dejando a un cuerpo sin vida en los brazos de Caspian.
Inglaterra
Lucy se estremeció en su asiento de la clase. Un frío viento entro desde la ventana que estaba a su lado, ajusto su chaqueta en su cuerpo. El Profesor de Filosofía se acerco a la ventana y la cerro. Un suspiro aliviado salio de sus labios.
— La clase termino por ahora — Declaro el profesor, un minuto después la campana de salida retumbo entre los salones.
Cansada, empezó a recoger sus libros. Una vez terminado, coloco su mochila en uno de sus hombros y empezó a encaminarse hacia la salida. Un joven de piel blanca, cabello negro despeinado la esperaba. Le sonrió levemente.
— Hola Ed — Murmuro.
— Hey Lu — Respondió su hermano mayor tomando la mochila de ella y colocándola en su hombro. Ella a su petición, empezó a contarle acerca de su día. Su única hermana menor hablaba con desenvoltura, casi de igual manera que lo había hecho años atrás. Cuando ambos eran Reyes de otro mundo, de una tierra mágica a la que se les había prohibido la entrada. Suspiro con nostalgia, aun extrañaba con fervor sus días de aventuras y de luchas con espadas. De diplomacia y bailes reales. Extrañaba ser un Rey.
Llegaron a su casa, sacando las llaves de su bolsillo. Edmund abrió la puerta.
— ¿Edmund? ¿Lucy? — Se oyó una voz femenina desde la cocina. Ambos dejaron sus abrigos en el perchero junto a la puerta, y caminaron hacia su hermana mayor.
— Hola Su — Dijeron a coro.
Ella los miro con reproche — Es tarde — Los regaño.
Lucy se quedo en silencio mientras Edmund ponía los ojos. Se acerco a la mesa, tomando una manzana. La mordió concentradamente. Lucy le sonrió levemente mientras salía del lugar y empezaba a subir las escaleras hacia su habitación. Se desvió de su camino al pasar por la habitación de su hermano mayor.
Abrió lentamente la puerta, Peter estaba sentado en frente de su escritorio, buscando desesperadamente algo en un grueso libro — Hola Peter — Saludo ella desde la puerta.
El mayor de los Pevensie levanto la mirada — Hola Lucy — Le sonrió cansinamente mientras regresaba a su lectura.
Abajo, Edmund continuaba con su manzana mientras esperaba que Susan terminara la cena. — ¿Necesitas ayuda? — Pregunto muy para la alegría de Susan.
Ella suspiro aliviada — Si, ven — Respondió cediéndole el lugar en frente de la estufa — No la quemes por favor — Pidió.
Edmund bufo — ¿Sabes con quien hablas no? — Empezó sonriendo — Soy el Rey Edmund "El Justo" — Dijo con orgullo, sus padres no estaban, y ninguno de ellos perdía la oportunidad de hablar de Narnia cada vez que podían. De alguna manera, el hablar de ella les recordaba que había sido real, que en verdad habían sido héroes, que en verdad todo aquello había ocurrido. Y quizás, algún día volvieran a serlo.
Susan rió — Si y además, uno de los peores cocineros de Cair Paravel — Bromeo ella terminando de arreglar la cena.
Edmund rodó sus ojos mientras sacaba la olla del fuego. Susan la coloco en un plato — ¡Peter! ¡Lucy! — Llamo desde el marco de la puerta. Edmund se sentó, sus otros dos hermanos entraron mientras reían de alguna broma. Susan les sonrió a ambos mientras tomaban asiento.
Quizás ya no eran Reyes, quizás ya no eran famosos y ricos, quizás ya no estaban en su amada Narnia. Pero al menos les quedaba el consuelo de que seguían unidos, de que estaban juntos y que lo estaría por siempre.
Pero siempre todos debemos aprender que, las cosas cambian, las personas cambian, los mundos cambian, los tiempos cambian.
