Bueno, pues como necesitaba relajarme... me he puesto a escribir, y ha salido esto n-n"
YA, ya se que dije que hasta Febrero nada, pero esto ha sido exprés, necesitaba tomar un descanso y me apetecía, así que espero que os guste.
Esta historia está basada en el capítulo 306 de Naruto Shippūden (aquí todos tienen 17 años y están en la parte de Shippūden. Le he hecho unas modificaciones, espero que os guste)
¡Disfrutad de la lectura!
Un nuevo día asomaba en Konoha, la aldea estaba de celebración, pues el festival de primavera se acercaba; era un día en el que había muchos locales de comida abiertos, juegos, baile, música y fuegos artificiales.
Sí, era un festival que se centraba, sobre todo, en las parejas de enamorados; según los aldeanos, quienes se juraban amor eterno bajo las flores de cerezo, éste sería fuerte y eterno entre esas dos personas, todo el mundo en la aldea, tenía a alguien especial en mente con quien ir, y Hinata no era menos.
Por desgracia, no tenía mucho tiempo de pensar en ello, por lo que lo dejó aparcado a un lado de su mente. Estaba demasiado ocupada con el gran ritual que se hacía dentro de su clan, que se hacía para honrar al líder, así como para demostrar que el sucesor era digno de tomar su puesto.
Estaba entrenando muy arduamente con Neji, y se notaba en las marcas que tenía en el cuerpo; ella le había insistido que no se contuviera, pues necesitaba que el ritual le saliese bien, y si Neji no daba todo al máximo, ella tampoco.
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Tras un día de arduo entrenamiento, decidió caminar por la aldea y dar un pequeño paseo. Tenía un hambre voraz, y lo único que deseaba era sus ansiados rollitos de canela, el único capricho que nunca se negaría, por supuesto.
No fue hasta que sintió una mano en el hombro que se dio cuenta de que Sakura llevaba mucho tiempo llamándole, pero el tacto de las manos de la joven doctora, hicieron que su equilibrio se hiciese nulo, pues el dolor le recorrió todo cuerpo.
―Hinata, ¿estás bien? ¿tan fuerte te he dado? ― dijo Sakura mientras le ayudaba a levantarse.
―Sí, no te preocupes. Es sólo que estoy entrenándome para un ritual de mi clan, y parece que me excedí un poco ―dijo mientras se sujetaba el área dolorida.
―Vaya, sí que debe de ser duro ser de un clan tan noble... ―le dijo.
Hinata le sonrió, pero de repente, empezó a ponerse roja, a jugar con sus dedos de manera nerviosa y a mirar al suelo. Sakura no entendía el porqué de su repentino cambio de actitud, pero...
―¡SAAAAAKURA-CHAAN!
...al escuchar aquella voz, lo comprendió todo.
―N-Naruto-kun... ―dijo Hinata en voz baja, siendo captado por el fino oído de Sakura...
Pronto tuvo una idea...
―¡Oye, Hinata! ¿Vas a venir con Naruto y conmigo a ver los fuegos artificiales? ―al escuchar que el chico iba con ellas, no pudo reprimir su cara de felicidad.
―N-No quisiers molestar...
―¡Para nada molestas, mujer! ―respondió Sakura, restándole importancia al asunto con la mano.
―P-Pero... ―dijo Hinata insegura.
Sakura sabía los sentimientps que le profesaba Hinata a su mejor amigo, por lo que le dijo al oído que Naruto no pudo captar.
Lo único que pudo ver fue el cambio de Hinata: toda colorada, y con una gran determinación en la mirada.
―¡I-Iré!
―¡Ese es el espíritu, Hinata! ―dijo, sonriente, Sakura.
―¡Nos vemos el día del festival, Naruto-kun, Sakura-san! ―y salió corriendo como alma que lleva el diablo.
Naruto soltó una risa ligera, mientras observaba a Hinata correr.
―Hinata está emocionada por los fuegos artificiales, ¿eh?
―Si solo fuera por eso… ―pensó Sakura.
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El gran calendario de su habitación, de casillas blancas, se habían llenado de letras y cruces de color rojo. Vería los fuegos artificiales con Naruto, Sakura se encargaría de dejarles solos, o al menos eso le había dicho.
―No te preocupes, te daré la oportunidad de tener una cita con Naruto, yo tengo que irme con Tsunade-sama por la noche.
Estaba tan feliz... por fin una cita con Naruto, y nada se lo impediría.
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El entrenamiento del ritual de los Hyūga le estaba costando demasiado; su padre y Hanabi se encontraban fuera por varios asuntos del clan, eso dejaba a Hinata que entrenara con su primo. Se había tomado en serio eso de no contenerse, pues estaba resultándole de lo más complicado.
Llevaban entrenando desde por la mañana temprano y ya se había hecho de noche hace demasiado rato. Hinata estaba al límite, pero seguía resistiendo como podía, con su Byakugan.
―¡178! ―gritaba Neji.
―¡Sí! ―respondía Hinata, mientras se levantaba del suelo para atacar.
―¡Vamos Hinata-sama!
Hinata quería seguir, pero al esquivar un golpe de su primo, empezó a ver borroso y el sonido se distorsionó.
―¡Hinata-sama! ¡Hinata-sama! ―pero ella ya no podía ver nada, pues había caído inconsciente.
El médico llegó en seguida, y empezó a examinar los ojos de Hinata. Después de eso, salió para explicárselo todo a Neji.
―Se pondrá bien, sólo se ha excedido en el uso del Byakugan. Necesita descansar.
Estaba tumbada en la cama, volviéndose a sentir mal con ella misma; había fallado en el ritual y, por tanto, había vuelto a fallarle a su padre.
Además de todo eso, estaba ciega temporalmente, y no sabía por cuanto. Esperaba que pudiese recuperar la vista antes de los fuegos artificiales.
Pudo escuchar que alguien entraba a su cuarto. Era Neji quien le había explicado todo lo que le había dicho el médico.
―¿Por cuánto tiempo voy a estar así? ―preguntó en un tono triste.
―Mañana volverá a venir el doctor, y nos dirá.
―Espero poder ir a ver los fuegos artificiales...
Neji le dio una mirada de lástima, pues se estaba callando que el médico le había dicho que lo más probable fuese una semana, como mínimo, y el festival estaba a la vuelta de la esquina.
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Sakura volvía de una agotadora ronda en el hospital. Estaba claro que ser aprendiz de Tsunade no era moco de pavo, se estaba esforzando por ser una aprendiz ejemplar, y por poder ayudar a cuantas más personas pudiera, mejor.
Vio a Neji saliendo de un herbolaroo, y observó que iba con una bolsa de papel.
―¡Neji-san! ―se acercó a él con un trote ligero, mientras que él giraba para encararse con ella ―Buenas tardes.
―Buenas tardes, Sakura.
―Te he visto salir del herbolario, ¿preparas algún remedio casero? ¿Necesitas que te ayude?
―No, esto está recetado por un médico, no te preocupes.
―Por cierto, ¿cómo está Hinata? Hace mucho tiempo que no la veo, ¿cómo le va con ese entrenamiento del clan? Espero que podamos ver los fuegos artificiales juntas.
Neji apretó la bolsa contra su pecho, mientras su cara reflejaba una inmensa culpabilidad y angustia.
―Hinata-sama no podrá ir a ver los fuegos artificiales ―Sakura quedó sorprendida ante esto ―Se excedió con el Byakugan, y ahora no puede utilizar la vista. No es nada grave, pero... por mi culpa... ―dijo mientras apretaba la bolsa con fuerza.
―No te tortures, Neji. Lo más importante es que ella esté bien.
―¡Pero...!
―Tranquilo, Neji. Estas cosas pueden pasar, no ha sido tu culpa... así que no te martirices, ¿de acuerdo?
Neji asintió ante sus palabras.
―Gracias, Sakura.
―No es nada. Por cierto, ¿te molesta si voy a visitar a Hinata... con alguien especial?
―¿Te refieres a Naruto?
Sakura rió con vergüenza al verse atrapada.
―Me has pillado...
―No hay problema, seguro que se alegrará de que le visitéis.
―Bien, espero que se recupere pronto, no le digas lo de la visita, es una sorpresa. Bueno, no te entretengo más... ¡Adiós Neji-san!
Neji se quedó saludando al vacío. Aún sentía culpabilidad por ello.
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Hinata se encontraba en la cama, mientras la agradable brisa primaveral le daba en la cara. Hoy iba a ser el día en el que iba a ir a ver los fuegos artificiales con Naruto, pero ella ni si quiera se había curado de la vista, y no había podido avisarle de ello.
Estaba tan triste... por fin iba a tener una cita con Naruto y no podía asistir.
Se encontraba al borde de las lágrimas cuando...
―Hinata-sama, tiene visita.
―Gracias, Neji-niisan ―respondió, mientras se preguntaba quién le iba a visitar.
―Hola, Hinata ―Hinata pudo distinguir esa voz muy claramente.
―Hola... Sakura-san... ―respondió ella. ¿Acaso creía que Naruto iba a perder el tiempo en visitarle? Seguro que tenía mejores cosas en las que molestarse.
―¿Cómo te encuentras? Es una pena que al final no vayas a poder los fuegos ―dijo con un toque de lástima en la voz.
―N-No pasa nada... N-No pasa... ―la venda de los ojos se empezó a humedecer, y lágrimas, finas y cristalinas, empezaron a recorrer las mejillas de Hinata ―Y-Yo quería ir a ver los fuegos artificiales con Naruto-kun ―dijo mientras se secaba, adorablemente, las lágrimas de los ojos ―Yo sólo quería ver los fuegos con Naruto-kun, y pensé que por fin, iba a pasar un rato agradable con él, algo que llevo deseando desde hace mucho, pero no, parece ser que ni si quiera... ni si quiera... ―decía entre llantos.
―No te preocupes Hinata ―esa nueva voz le hizo dejar de llorar ―cuando te cures, te prometo que pasaré el día entero contigo, y pasaremos muchos momentos buenos.
Ella se había quedado en shock. Trataba de palpar con las manos la colcha, en busca de Sakura, quizás, pero no recordaba en ningún momento que ella se hubiese sentado en la cama.
Pero ahora sentía que su cama se hundía, y que alguien le sujetaba la mano, y le limpiaba las lágrimas de la cara, suavemente.
―Venga, Hinata, no llores ―dijo de nuevo aquella voz ―que parece que soy yo quién te está haciendo llorar.
―N-Naruto-kun...
―Anda, anímate... te he traído algo que te gustará ―Hinata sentía que una bolsa de papel era rota por alguien ―¡Tachán! Rollitos de canela-ttebayo.
Hinata apretó el agarre de su mano.
―¡Naruto-kun! ―dijo mientras se lanzaba en un abrazo.
―¡Ah, Hinata! ¡Se me va a caer todo! ―exclamó mientras trataba de recuperar el equilibrio.
―Gracias... ―dijo ella, deteniendo las acciones de él.
―¿Por qué?
―Por esto. Me ha hecho muy feliz. Muchas gracias, Naruto-kun ―decía con la cara pegada a su pecho, el cual era muy cálido y amplio.
Naruto se limitó a sonreír, mientras le ponía una mano en la cabeza, para completar el abrazo, haciendo que Hinata se pusiese colorada.
―De verdad, que hay cosas que no entiendo de ti... supongo que por eso me gustas tanto ―sonrió, sin haberse dado cuenta de lo que había dicho.
Hasta que por fin lo hizo.
―¿Yo... t-te gusto?
―B-Bueno, y-yo... q-quiero decir... ―decía hecho un manojo de nervios. Suspiró, y daba gracias a que ella no podía ver, pues no quería que viese lo sonrojado que estaba. De repente, se puso muy serio, agarró a Hinata y le apretó contra su pecho ―Hinata, tengamos una cita.
Ella se había quedado en shock, ¿qué le pasaba a Naruto por la cabeza? ¿Por qué la cita?
―¿U-Una cita?
―S-Sí... ¿no quieres-ttebayo?
Hinata meditó unos instantes. No era que no quisiese una cita con él, es que no se podía creer aún lo que estaba pasando.
―C-Claro que sí ―dijo ella, muy feliz.
Naruto sonrió ante su respuesta, y para cerrar el trato, cogió a Hinata de los hombros, y le dio un beso en la frente.
―¡Bien! ¡Es oficial! ¡Tendremos una cita-ttebayo!
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Los fuegos artificiales estaban aquella noche preciosos. Todos los aldeanos estaban mirando al cielo en ese mismo momento; cada sensei, iba con su equipo, los enamorados se cogían de la mano muy fuerte, los niños pequeños miraban con devoción aquellas luces que se formaban en el cielo; era, en verdad, un espectáculo muy bello.
En el porche de los Hyūga, se podía ver a Hinata mirando los fuegos con una sonrisa, mientras que tomaba de la mano a la persona que estaba a su lado. Ésta se acercó, y se recostó en su hombro, mientras que Naruto, se apoyaba en su cabeza, mientras sonreía y apretaba el agarre de su mano.
He estado pensando en hacer la historia desde la perspectiva de Naruto, pero ya sí que ya, cuando acabe los exámenes... ¿Qué opináis?
Bueno me despido ya, espero que os haya gustado :)
