"¡hola a todos! Me llamo Sayuri Hikarine, tengo catorce años y curso tercero de secundaria. En tres días será mi cumpleaños número 15, es el día que más espero al año, porque significa que tendré todo un mes para estar con mi amado Oto-sama, Hirumo Hikarine."

Se puede ver un edificio de cuatro pisos de alto bastante grande, de donde entraban y salían incontables adolescentes de diversas edades, que vestían o de negro o de blanco. En la entrada del edificio estaba un gran anuncio que decía "Academia Raiton Mizuiro" y sobre esas palabras, estaba un logo de una pluma blanca y una espada cruzadas formando una x sobre un escudo azul de bordes plateados. Conversando con un pequeño grupo de alumnos, iba una joven de unos 15 años alta, de piel bastante pálida, con una larga cortina de cabello liso azabache que le llegaba hasta poco después de su cadera, y ojos azul zafiro, con cuerpo de diosa griega; llevaba puesta la versión en blanco del uniforme, que consistía en una plisada algo corta de color blanco, una blusa abotonada de color blanco de manga corta, un saco femenino de color blanco de manga larga que llegaba hasta la cintura con el logo de la academia bordado en el lado izquierdo y una corbata roja, llevaba además zapatos escolares de color negro de tacón y medias blancas que le llegaban poco antes de la rodilla. También llevaba en el cuello, una delgada cadena de oro con un dije de un corazón hecho de diamante del tamaño de un limón pequeño.

-¿quieren venir a mi fiesta de cumpleaños en tres días?-pregunto la morena a los seis estudiantes que la acompañaban, que eran tres varones y tres muchachas. Una rubia alta de ojos rojos, que usaba la versión en negro del uniforme, que era muy parecida, excepto porque era negro en lugar de blanco excepto en la camisa de botones; tenía busto mediano, y caderas anchas, y estaba tomada del brazo de un muchacho; miro a la morena y respondió:

-con gusto Hikarine-san,-dijo con un tono algo engreído. Entonces miro al muchacho que estaba tomado de su brazo. Se trataba de un joven bastante atractivo, de cabello rubio oscuro, piel clara-rosácea y ojos verde jade.- ¿te apuntas Takashi-chan?-dijo en tono coqueto, pero el muchacho que por lo visto se llamaba Takashi, solo la ignoro mientras miraba fijamente a Hikarine de una manera que hizo que un escalofrió le recorriera la espalda a la morena.

-yo iré Hikarine-san.-dijo Takashi ignorando olímpicamente a la rubia, que frunció el ceño ante la actitud de su supuesto novio. Hikarine solo podía sentirse incomoda ante la actitud del muchacho.

Caminando distraídamente hacia el grupo, iba un joven de 15 años de piel pálida-rosácea, cabello rebelde de color rojo recogido en una pequeña coleta alta con una cadena de plata con una pluma blanca colgando de un mechón en el lado izquierdo de su rostro, y ojos celestes que llevaba puesta la versión en blanco del uniforme, que consistía en una camisa de bonotes blanca de manga larga, una chaqueta de manga larga de color blanco con bordes dorados y broches del mismo color con el logo de la academia bordado en el lado izquierdo y pantalones blancos. Apenas las miradas del pelirrojo y la de Hikarine se encontraron, fruncieron el ceño y salieron corriendo hacia donde se encontraba el director de la academia, Danichiro Mizuiro, repartiendo boletas de calificaciones. Se trataba de un hombre de mediana edad de mirada amable y paternal, de cabello castaño claro con un par de canas y ojos dorados.

-¡fuera de mi camino Hikarine!-exclamo el pelirrojo intentando llegar antes que la morena.

-¡hazte a un lado Nakamura!-exclamo ella en respuesta. Apenas llegaron con el director, este les sonrió amablemente y dijo:

-vaya, si son mis dos mejores alumnos, el señor Gingka Nakamura y la señorita Sayuri Hikarine, ¿que se les ofrece en este lindo día?-pregunto amablemente.

-¡quiero mis calificaciones por favor!-exclamaron los dos al unísono para luego mirarse el uno al otro con odio. El director soltó una breve risa ante la actitud tan habitual de los dos, saco dos boletas de calificaciones y dijo como todos los años desde el kínder:

-veamos, Biología: señor Nakamura, 108 puntos, señorita Hikarine, 115 puntos.

-¡en tu cara!-se burló Sayuri sacándole la lengua a Gingka.

-Química: señor Nakamura, 106 puntos, señorita Hikarine, 101 puntos.

-¡sí! ¡Chúpate esa Hikarine!-presumió Gingka.

-Historia: ambos tienen 100 puntos.

-¡hana kuso!-exclamaron frustrados al unísono.

-deporte: señor Nakamura, 110 puntos, señorita Hikarine, 99 puntos.

-igual que siempre.-dijo Gingka con una sonrisa altanera.

-literatura: señor Nakamura 102 puntos, señorita Hikarine, 125 puntos.

-igual que siempre.-se burló Sayuri con una sonrisa de satisfacción.

-física: ambos tienen 114 puntos.

-¡Mina-sensei aku no musume!-gruñeron los dos en respuesta.

-matemáticas: señor Nakamura, 112 puntos, señorita Hikarine, 111 puntos.

-por un maldito punto.-murmuro ella con una venita de enojo en la frente.

-geografía, señor Nakamura, 103 puntos, señorita Hikarine, 114 puntos.

-por un hermoso punto /por un maldito punto.-dijeron al unísono.

-inglés: los dos llevan 105 puntos.

-Beika-sensei...-murmuraron furiosos.

-informática: 109 puntos los dos.

-odio las computadoras.-susurraron resentidos.

-y por último, y la más importante, pues nos dirá quien gano este año: Contabilidad.-Gingka y Sayuri cruzaron los dedos y empezaron a rezar en silencio por tener suerte.-el señor Nakamura tiene 120 puntos.-con eso logro que Gingka respirara tranquilo y que a Sayuri se le fuera el alma a los pies. Nadie le ganaba a Gingka Nakamura cuando se trataba de contabilidad.-y la señorita Hikarine tiene...121 puntos.-dijo el director Mizuiro con una amplia sonrisa. Gingka solo puso cara de "¡¿wtf?!" mientras que Sayuri comenzó a hacer el baile de la victoria mientras todos los demás aplaudían al ver como Sayuri le había ganado a Gingka ese semestre.

-¡en tu cara Nakamura!-se burló saboreando la victoria. Después de todo, no todos los días le ganabas a uno de los genios de la escuela en su asignatura favorita. Gingka solo la miro con desprecio, como siempre.- ¿qué? ¿Acaso no toleras el amargo sabor de la derrota?-dijo ella con una sonrisa altanera como la que Gingka le había dirigido hace poco.

-esto no se quedara así Bakarine.

-ya lo veremos Bakamura.-le espeto ella. Ambos solo se miraron con profundo odio, luego se dieron la vuelta, y se dirigieron a sus respectivas casas.

10 minutos después...

"Que gusto es volver a casa. Ya quiero mostrarle a Oto-san mis calificaciones. Seguro se alegrara"Pensaba Sayuri sonriente mientras entraba a una lujosa mansión de tres pisos con un gran jardín delantero, una piscina en el patio trasero, etc. La mansión estaba rodeada por una bonita cerca de metal plateado y en las dos entradas que había, estaban varios guardias de seguridad. Una criada le abrió la puerta a Sayuri haciendo una breve reverencia en señal de respeto.

-bienvenida a casa Hikarine-sama.-dijo la mujer. Sayuri solo sonrió levemente ante eso y dijo:

-no tiene que hacer eso Kokoro-oca-san, solo dígame Sayuri y la reverencia tampoco es necesaria.-dijo amablemente. La señora, cuyo nombre era Kokoro Purotekuta, solo sonrió dulcemente ante la habitual actitud de la joven a la que servía.

-lo se Hikarine-sama, pero me gusta demostrarle mi respeto a aquellos que lo merecen por más en contra que estén. El juez Masayoshi llamo mientras usted estaba en sus clases, dice que vuestro padre vendrá a primera hora el 21 julio.-Sayuri sonrío ampliamente al oírla y sus ojos brillaron de alegría.

-como me alegra escuchar eso. ¡Hola señor Purotekuta!-dijo Sayuri alegremente saludando a un hombre mayor que usaba un traje de sirviente formal. El hombre hizo una reverencia ante Sayuri, que se sonrojo levemente y dijo:

-bienvenida a casa Hikarine-sama.-dijo con voz dulce el hombre. Sayuri le dio un cálido abrazo y dijo:

-sabe que no tiene que decirme así, usted es como un segundo padre para mi Kiseki-oto-san.-el señor Purotekuta, correspondió al abrazo de Sayuri y dijo:

-¿cómo te fue hoy en el colegio oujo-sama?-dijo cariñosamente mientras su esposa le daba un beso en la mejilla.

-¡este año le gane a Nakamura!-dijo mostrándoles la hoja de calificaciones que el director le había entregado.

-estamos muy orgullosos de ti Yuri-chan.-dijo Kokoro apoyando la cabeza en el hombro de Kiseki mientras le daba a Sayuri una mirada maternal. Para Sayuri, Kokoro era como una madre y Kiseki era un segundo padre, y para ellos, Sayuri era la hija que siempre quisieron pero nunca pudieron tener.

-el señor Hikarine estará muy orgulloso de ver las notas que se saca la genio que tiene por hija.-dijo cariñosamente la señora Kokoro.- ¿quién de ustedes dos gano este año?

-yo.-dijo con una sonrisa altiva.

-¿nunca se cansaran de esa tonta competencia?-pregunto el señor Kiseki con una sonrisa de lado.

-Nakamura es un anata no oca san seiko.-gruño ella en respuesta. Ambos adultos soltaron una risita ante el comportamiento infantil de Sayuri y Kokoro dijo:

-ya tienen quince años, ya deberían dejar de pelear tanto. Y conociéndote supongo que le restregaste en la cara que le ganaste, ¿me equivoco?

-pues...si...-dijo Sayuri, quien al escuchar el tono usado por Kokoro, estaba empezando a arrepentirse de actuar así frente a Gingka.

-¿y te parece que estuvo bien?-pregunto Kiseki con una mirada triste.

-en mi defensa, él siempre me restriega en la cara que gano cuando me gana.-intento defenderse Sayuri.

-creo que deberías disculparte con el joven Nakamura Yuri-chan.-dijo Kokoro. Sayuri bajo la cabeza y dijo:

-me disculpare con el cuándo lo vea.

Dos días después...

-¡mañana viene mi oto-san!-exclamo Sayuri riendo a carcajadas mientras se deslizaba por la barandilla de la escalera de su hogar. Kokoro y Kiseki solo rieron levemente ante la actitud alegre de la joven.- ¡llevo esperando una eternidad!-grito feliz. Como era sábado, se había colocado una blusa azul claro con escote en v con una franelilla de color lila por debajo con mangas amplias hasta el codo, una falda de color azul rey que le llegaba antes de la rodilla y botas marrones de tacón hasta la rodilla.- ¡buenos días Kokoro-oca-san! ¡Buenos días Kiseki-oto-san!-dijo Sayuri.

-buenos días oujo-sama.-dijo la pareja al unísono mientras le servían el desayuno a Sayuri, que consistía en huevos revueltos, tostadas, tocino, una pequeña taza de frutas, un vaso de jugo de naranja y un pastelillo de chocolate de postre. Sayuri se terminó todo en menos de cinco minutos, guardo el pastelillo en un pequeño pañuelo blanco de seda, lo guardo en su bolso blanco, se despidió del matrimonio Purotekuta y salió a la calle a recoger el obsequio de cumpleaños de su padre, ya que casualmente ambos cumplían años el mismo día.

-...Zutto koi shikute shinderera seifuku dakede kaketeiku wa, mahou yo jikan o tomete yo, warau hito ni jamasarechauwa, nige dashitai no jurietto, demo sono no namae de yobanai de, so yone yubarenaku chane, sou janai to tanoshikunai wa, nee watashi yo ikitekureru?...-iba cantando en voz baja Sayuri con una voz dulce una de sus canciones favoritas de Hatsune Miku, Romeo & Cinderella. Pasó por varias tiendas viendo que era lo que vendían, aunque nada le atraía como para regalárselo a su padre. Pasó por una pastelería a recoger un pastel de dos pisos de color blanco con adornos azul zafiro que decía en letras plateadas "¡feliz cumpleaños Sayuri y Hirumo!" que le dieron en una caja celeste con un moño blanco. Paso también por varias decoraciones a una tienda de artículos de fiesta, mientras anotaba todo en una pequeña lista que traía.-pastel, listo; decoraciones, listo; bocadillos, los haré al llegar; invitaciones, las repartí la semana pasada y todos confirmaron que vendrán; traje de oto-san, Kiseki-oto-san lo recogió ayer; solo me falta mi vestido.-dijo entrando a una tienda de vestidos de alta costura. Una mujer que trabajaba en la tienda hizo una leve reverencia frente a Sayuri.

-buenas tardes señorita Hikarine, bienvenida.

-hola señora Furuya, es un placer verla de nuevo. Vengo a comprar un nuevo vestido.-dijo amablemente. La señora Furuya fue mostrándole a Sayuri varios vestidos, aunque ninguno le atraía mucho. Debido a que estaban llegando más y más clientes, la señora Furuya se disculpó con Sayuri y fue a atenderlos. Sayuri comenzó a pasear por la tienda, viendo algunos vestidos, hasta que vio una cabellera pelirroja muy familiar al lado suyo. Se volteo para confirmar sus sospechas y que sorpresa no se llevó al ver a Gingka Nakamura revisando el costo de un vestido de tirantes color crema; en lugar del uniforme escolar, llevaba puesta una camisa blanca abotonada, jeens gris oscuro, una chaqueta negra con las mangas arremangadas hasta el codo, igual que las mangas de la camisa y tenis blancos. Al sentir una familiar mirada de desprecio sobre su persona, Gingka se volteo y el corazón le dio un vuelco al ver a nada más y nada menos que a su eterna enemiga, Sayuri Hikarine.

-¿de compras Nakamura?-dijo fríamente ella intentando ser amable, aun sabiendo como respondería él.

-métete en tus asuntos Hikarine.

-oye solo intento ser amable.-replico ella. Gingka frunció el ceño al oírla.

-como si una malcriada niña rica como tu pudiera serlo.

-oye, solo quería disculparme por mi actitud de hace dos días.-dijo ella empezando a enojarse.-y no soy ninguna malcriada.

-si claro.-dijo el con sarcasmo.

-al menos no soy un malhumorado orgulloso que no sabe aceptar disculpas.-replico ella, también con sarcasmo.

-¿y tú en que momento pediste disculpas?

-ahora, lo siento por mi comportamiento hace dos días.-dijo ella con un leve tono rosa adornando sus pálidas mejillas. Gingka solo se quedó en silencio al oírla, no quería admitir que aceptaba las disculpas de Sayuri. Tenían una mala relación desde el jardín de niños y él era demasiado orgulloso como para dar el primer paso hacia la reconciliación.

-yo...pues...

-olvídalo, fue estúpido creer que podría hacer las paces contigo.-gruño ella dándose la vuelta, pero Gingka la detuvo sosteniéndola por el brazo.

-acepto las disculpas.-murmuro el en un tono inaudible.

-¿qué?-pregunto Sayuri confundida.

-que acepto las disculpas Hikarine.-dijo con las mejillas muy rojas y mirando hacia otro lado. Gingka soltó el brazo de Sayuri y volvió a revisar el vestido crema de hace unos minutos.

-entonces Bak...quiero decir, Nakamura-kun, ¿estás de compras?-pregunto Sayuri. Estuvo a punto de decirle Bakamura como acostumbraba, pero no le pareció una buena idea, ya que estaba intentando llevarse bien con él.

-sí, estoy viendo los vestidos para regalarle uno a mi madre por su cumpleaños., ¿y tú?

-lo mismo, solo que el vestido es para mí. Mañana habrá una fiesta por mi cumpleaños número quince y necesito un vestido.-dijo Sayuri viendo un vestido acampanado color blanco, aunque lo devolvió a su lugar pues pensaba que parecía un vestido de novia.- ¿qué vestidos le gustan a tu madre?

-los sencillos, en especial si son color rojo.-dijo él.

-pues...creo que vi un par de ese tipo en la parte de atrás de la tienda.-respondió Sayuri.

-pues...g-gracias...-dijo Gingka caminando hacia la parte de atrás de la tienda, con un leve y casi imperceptible tono rosa en sus mejillas.-hasta luego Bak...quiero decir, Hikarine-san.-susurro. Minutos después de que él se fuera, Sayuri siguió revisando vestidos hasta que encontró un vestido color azul zafiro que le llamo mucho la atención. Era de color azul zafiro, largo que cayendo hasta el suelo en diagonal era ajustado en las caderas, hacia abajo tenía varias capas de género, y tenía un corte en la falda que dejaba ver su pierna derecha casi hasta el muslo, con un escote princesa con unos delgados tirantes plateados. Lo tomo y fue corriendo hacia el probador, casi desesperada por ver cómo le quedaba.

-lo amo...-murmuro con un hilo de voz al ver que el vestido le encajaba perfectamente. Se cambió de ropa en menos de 15 segundos y fue corriendo a pagarlo.- ¡lo compro!-le dijo a la señora Furuya extendiéndole una tarjeta de crédito.

Cinco minutos después...

-pues...solo me falta un regalo para oto-san.-murmuro mirando la misma lista de hace rato. Mientras caminaba por el centro comercial, vio a Gingka caminando junto a otro adolescente, y el corazón casi se le paro al ver a Gingka sonriendo" ¡Gingka Nakamura está sonriendo! ¡La profecía se cumplió! ¡El mundo se va a acabar!"Pensó aterrada paralizada en el mismo lugar donde estaba. Cuando salió de su trance, comenzó a seguirlos disimuladamente, aunque no lograba escuchar su conversación. El muchacho que caminaba junto a Gingka se estaba riendo a carcajadas; tenía la misma piel pálida-rosácea que Gingka, cabello corto pelirrojo con un flequillo desordenado, como Gingka, el mismo colgante de pluma que él, solo que en el lado derecho de la cara, ojos verde jade y se notaba un tanto más alto que Gingka. Ambos caminaban mientras comían unos helados de chocolate.

-¿entonces Kagene-kun intento seducir a un trasvesti disfrazado de una kemono "sexy"?-pregunto el muchacho riendo, aunque Sayuri no podía escucharlos.

-sip, hubieras visto su cara, ¡no tuvo precio!-dijo Gingka riendo suavemente. Entonces, para sorpresa de Sayuri, que los estaba siguiendo a escondidas, una figura de apenas 25 centímetros salió del interior de la chaqueta de Gingka y se sentó en el hombro de Gingka con los brazos cruzados. Parecía un muñeco, tenía la piel clara, grandes y algo tiernos ojos azul rey, cabello despeinado color negro azabache que le llegaba poco después de los hombros recogido en una coleta baja, y grandes alas transparentes con cierto brillo color azul celeste al estilo "mariposa" y largas orejas tipo duende. Llevaba puesto un saco color azul rey bordes dorados largo hasta sus rodillas, un chaleco abotonado color vino, pantalones color gris hasta la rodilla, guantes blancos, zapatos negros y un pañuelo color blanco en el cuello.

-en mi defensa, parecía una chica muy bonita y normal.-refunfuño con el ceño fruncido. De la chaqueta del otro muchacho también salió otro de esos extraños seres con alas y orejas larguísimas. Este tenía el cabello castaño claro liso bastante corto, pero tenía un flequillo largo hasta el mentón que le cubría totalmente el ojo derecho, el único ojo que se veía era de color verde esmeralda con un extraño brillo en él. Tenía puesta una chaqueta parecida a la del otro "muñeco", solo que de color verde manzana con bordes plateados, pantalones color gris claro, chaleco abotonado color verde claro y guantes blancos.

-sigue excusándote Kagene-one-chan, todos sabemos que te enamoraste de ese tipo.-dijo con una sonrisa burlona.

-¡que no sabía que era hombre!-exclamo el moreno que por lo visto se llamaba Kagene.

-si claro.-dijeron los tres con un tono sarcástico.-me alegra verte de nuevo cabeza hueca.-dijo el muchacho de ojos verdes revolviendo el cabello de Gingka.

-sí, yo también te quiero Kakeru.-dijo Gingka con la voz cargada de sarcasmo.- ¿te encanta hacer eso cierto?

-¿que? ¿Torturarte? Púes claro, es mi deber como tu hermano mayor.-respondió Kakeru. Cuando se dio la vuelta para ver por dónde iban, se encontró cara a cara con Sayuri, que a duras penas había logrado escuchar la conversación a partir de "¡que no sabía que era un hombre!" y que en esos momentos estaba en shock al descubrir que su eterno enemigo tenía un hermano, posiblemente su hermano mayor, y por la aparición de esos extraños muñecos con aspecto de duendes. Kakeru frunció el ceño al verla.- ¿qué tanto escuchaste y que viste?-pregunto fríamente.

-y-yo...

-¡¿Hikarine?!-pregunto Gingka con los ojos abiertos como platos. El "muñeco" de cabello castaño corrió a esconderse de nuevo en la chaqueta de Kakeru con la esperanza de que Sayuri no lo hubiera visto. La mirada de confusión de Gingka cambio rápidamente a una puro enojo.- ¡¿por qué nos seguías?!-le espeto a Sayuri, que no sabía que responder, ni siquiera sabía porque los había seguido. Kagene voló y se interpuso entre los hermanos pelirrojos y Sayuri.

-cálmense los tres, seguro hay una respuesta muy lógica para esto. -dijo calmadamente y se volteo a ver a Sayuri, que estaba aún más sorprendida que antes.

-¿q-que?

-permítame presentarme señorita,-dijo Kagene.-mi nombre es Kagene Yuugi, el castaño que está oculto en la camisa de él,-dijo señalando a Kakeru, que fulminaba con la mirada a Sayuri.-es mi hermano mayor, Ichigo Yuugi. El muchacho que sirve de escondite para mi hermano, es Kakeru Nakamura y el otro, es su hermano menor, Gingka, aunque tú ya lo conoces, después de todo, ustedes dos son enemigos eternos, ¿o me equivoco?-dijo Kagene respetuosamente.

-aaahhh...-dijo ella.-eres un muñeco con alas.-dijo tranquilamente, con demasiada calma. Un momento después, cayó desmayada. Kakeru la atrapo antes de que cayera al suelo.

-demonios...sí que pesa...-resoplo Kakeru.

-es más pesada de lo que crees.-gruño Gingka.

-y, ¿qué hacemos con ella?-pregunto Ichigo asomando la cabeza.

-hay que llevarla a su casa.-dijo Kagene. Aunque los cuatro pusieron una mirada pensativa al entender, que ninguno tenía idea de donde vivía ella.

-¿más o menos a donde hay que llevarla?-pregunto Kakeru.

-ni idea.-respondió Gingka con una gotita estilo anime en la frente. A todos les salieron tres puntitos negros sobre la cabeza hasta que Ichigo dijo:

-creo que lo único que queda es llevarla a nuestra casa.-Gingka solo hizo una mueca de desagrado ante tal idea, pero no le quedaba de otra más que resignarse. Tomo las compras de Sayuri mientras su hermano la cargaba al estilo nupcial y comenzaron a caminar.

Rato después llegaron hasta una pequeña casa de un piso de color blanco en un lugar bastante solitario. Kagene salió de la ropa de Gingka y abrió la puerta. Kakeru, agotado, dejo a Sayuri en un sofá y se derrumbó en otro sillón cercano del cansancio.

-Demonios, tu "amiguita" pesa por lo menos una tonelada.-se quejó Kakeru.

-y, ¿ahora qué?-pregunto Ichigo.

-excelente pregunta hermano.-dijo Kagene.-supongo que habrá que cuidarla hasta que despierte y después llevarla a su casa, ya está anocheciendo.-dijo mirando por la ventana.

-prefiero apresurar las cosas.-dijo Gingka colocando tres dedos de su mano derecha en la frente de Sayuri, murmuro unas cuantas palabras en un idioma extraño y ella comenzó a parpadear, despertando. Lo primero que vio, fue a su eterno enemigo, mirándola de muy mala manera.-ya despertó, ya se tiene que ir.-dijo Gingka de manera cortante apartándose de Sayuri. Ella se sentó y vio a su alrededor y vio que estaba en una pequeña casa decorada humildemente y que durmiendo en un sillón cercano, estaba Kakeru, con Ichigo sentado en su hombro.

-este día es cada vez más raro.-susurro al ver de nuevo al "Muñeco". De repente, sintió como unas manos la levantaban rápidamente, le ponían sus bolsas en las manos y la empujaban hacia la puerta.

-muy bien Bakarine, no fue un placer tenerte aquí y ojala llegues a tu casa lo más pronto posible, hasta nunca.-decía Gingka con la voz bien cargada de sarcasmo y cerrándole la puerta en la cara. Sayuri, con una venita de enojo en la frente, toco el timbre y dijo:

-¡no tengo idea de cómo ir a mi casa desde aquí!-dentro, podía escuchar a unas voces discutiendo en vos baja, luego escucho un gruñido y vio como Kakeru le abría la puerta con cara de cansancio profundo.

-te llevaremos a tu casa.-dijo tallándose un ojo.-perdón por el comportamiento infantil de mi hermano.-se disculpó con un bostezo.

-no te preocupes.-dijo ella amablemente.-eres bastante amable, ¿seguro que eres hermano de Nakamura-kun?-pregunto ella.

-a veces me he llegado a preguntar lo mismo.-respondió Kakeru tomando una de las bolsas de Sayuri mientras Ichigo se sentaba en su hombro. Sayuri abrió los ojos como platos al ver de nuevo a Ichigo.

-aaahhh… ¿alguien me puede explicar qué demonios son estos muñecos con alas?-dijo.

-soy un "sukoshi kemono", que significa "pequeña bestia", somos por así decirlo, el compañero de alguna persona hasta que esta o bien renuncie a nuestra compañía permanentemente o bien la persona o el kemono muera. La primera persona que tuvo un kemono nombro a mi raza de esta manera porque su kemono era muy travieso y el solía llamarlo "pequeña bestia", así que bautizo a nuestra raza como los Sukoshi Kemono, y nos acostumbramos al nombre y hasta nos gusta.-explico Kagene volando al lado de Sayuri.-casi siempre nos vemos así,-dijo señalando su cuerpo.- como "muñecos con alas", ¿Por qué? Ni idea, solo cuando estamos en nuestra tierra adoptamos nuestra forma normal, pero conservamos las orejas y las alas. Te explicare un poco mejor que somos:-dijo al ver que Sayuri todavía tenía una mirada de confusión al ser el compañero de alguien, quien sea, estamos ligados a ese alguien durante el resto de su vida, no durante a nuestra puesto que somos inmortales, sentimos lo que ellos, tenemos el mismo poder, pensamos lo mismo y solo nos ligamos a alguien cuyo corazón sea como el nuestro. Por algo estoy ligado a Gingka.-dijo señalándolo.

-y yo a Kakeru.-dijo Ichigo.

-claro que no siempre estamos de acuerdo, por algo somos "pequeñas bestias".-dijo Kagene en tono bromista, provocando que Sayuri riera por lo bajo. Gingka solo frunció el ceño aún más de lo que ya lo tenía.

-además de que son insoportables.-refunfuño.

-mira quien lo dice.-dijeron Sayuri, Kakeru, Ichigo y Kagene al unísono. Provocando que apareciera una venita de enojo en la frente de Gingka.

Caminaron durante un rato más, con todos, excepto Gingka, conversando tranquilamente, hasta llegar a cierta calle.

-de aquí a mi casa solo falta una calle, vayan a su casa, puedo seguir yo sola.-dijo ella.

-es algo tarde, ¿te parece buena idea?-dijo Ichigo.

-solo es una calle, y en todo caso, la entrada de mi casa tiene algunos guardias de seguridad, no me sucederá nada.-dijo ella con una sonrisa tranquilizadora. Kagene, Ichigo y Kakeru suspiraron pesadamente y se despidieron de Sayuri casi rogándole que llegara a su casa lo más rápido posible y que tuviera cuidado. Aunque no quisiera admitirlo, algo en su interior le decía a Gingka que no debían dejarla sola o algo le pasaría.

Sayuri comenzó a caminar en dirección a su hogar, aunque con cada paso se sentía más intranquila, solo que no entendía el porqué. "cálmate Hikarine, solo es una calle, ni que fueran diez." Pensaba, hasta que sintió una mano taparle la boca bruscamente y un brazo cerrándose alrededor de su cuerpo. Abrió los ojos con terror y comenzó a retorcerse para que la soltaran, aunque por lo visto, su agresor era alguien bastante fuerte, ya que no lograba moverse mucho.

-cálmate pequeña, si te relajas veras que los dos disfrutaremos mucho esto.-le susurró al oído, provocando que ella empezara a temblar al entender lo que quería el tipo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, mordió la mano que le cubría la boca con todas sus fuerzas, y logro que la soltara. Sin importarle siquiera mirar atrás, comenzó a correr tan rápido como podía, maldiciendo el no ser tan buena en deportes como Nakamura, aunque estaba corriendo aún más rápido de lo que el en ese momento. Comenzó a correr en dirección a donde se habían ido Gingka y los demás, con la esperanza de encontrarlos, aunque no los veía por ninguna parte.

-¡Gingka! ¡Kakeru! ¡Kagene! ¡Ichigo!-gritaba desesperadamente.- ¡¿Dónde están?! ¡SUELTAME!-grito al sentir como el tipo volvía a levantarla en el aire y se la llevaba a un callejón.- ¡AAAAAAAAAHHHHHHH!-grito a todo pulmón, maldiciendo el que no muchos vivieran por allí.-¡AYUDENME!-suplico con lágrimas empezando a correr por sus mejillas al sentir como las manos del tipo apresaban las suyas impidiéndole moverse.

A un par de calles de allí…

Los cuatro estaban caminando en dirección a su hogar, con el ceño fruncido y preguntándose si fue buena idea dejar a Sayuri ir sola a su casa a esas horas. Siguieron sumergidos en sus pensamientos hasta que un grito rompió el silencio.

-¡AYUDENME!-un escalofrío les recorrió la espalda al reconocer la voz de Sayuri, en especial al oírla tan asustada. Comenzaron a correr como alma que lleva el diablo por todas partes buscándola, mientras Kagene e Ichigo volaron más alto para tratar de ubicarla.

-¡Sayuri!-grito Kakeru esperando una respuesta que no llego.

-¡ALLI ESTA!-grito Kagene desde lo alto al verla sometida contra la pared de un callejón.

-¡¿Dónde está?!-exclamo Gingka. Tal vez Sayuri le cayera muy mal, pero no permitiría que alguien fuera lastimado si podía evitarlo.

-¡síganme!-dijo Ichigo volando a toda prisa con los otros tres siguiéndonos.

En el callejón…

-¡suéltame desgraciado!-gritaba Sayuri intentando liberarse en vano.

-¿Qué no me reconoces Sayuri-chan?-dijo. Sayuri fijo la vista en él y lo reconoció de inmediato al ver aquellos ojos verde jade tan familiares: Era Takashi Meguri, el novio de su "amiga" Kureha Kaichio.-llevas varios días provocándome, esta noche no te salvas…-le susurro mientras le rasgaba la blusa, provocando que ella llorara.

-¡alguien por favor ayúdeme!-grito ella sollozando.

-¡SAYURI!-grito Gingka llegando primero que los demás.- ¡SUELTALA BASTARDO!-bramo al reconocer al tipo que la apresaba. Comenzó a correr en dirección a ella, solo que, sorpresivamente, a mitad de camino se tropezó con una pared invisible.

-¿crees que no estaba vigilándolos Nakamura? Sé que vinieron con ella y no iba a dejárselos tan fácil, quiero divertirme un rato con ella.-dijo con una sonrisa perversa metiendo su mano bajo la falda de la llorosa Sayuri, que solo miro a Gingka como diciendo "no mires". Lo que no se esperaba era que, Gingka, furioso, comenzara a murmurar y unas llamas rojo carmesí aparecieran en su puño cerrado.

- ¡llama infernal!-grito dándole un puñetazo a la pared, que se desmorono en pedazos ante el golpe del pelirrojo.- ¡sigues tú!-dijo señalándolo. Takashi finalmente soltó a Sayuri, justo cuando llegaron Kagene, Ichigo y Kakeru. Kagene voló hasta el hombro de Gingka y por alguna razón, los ojos de ambos se volvieron totalmente blancos por un segundo, un resplandor carmesí los cubrió temporalmente, y al disiparse, Gingka tenía puesto un abrigo azul rey de bordes dorados (muy parecido al abrigo medianoche de Kirito en SAO, solo que le llega hasta los tobillos), una capa blanca con un broche de oro, guantes blancos sin dedos, una espada envainada en la cadera, botas negras y por alguna razón sus orejas eran más puntiagudas, como las de un elfo (elfo del Señor De Los Anillos, no como las de Kagene e Ichigo). Este desenvaino la espada y le apunto a Takashi.

-llévense a Sayuri de aquí.-le dijo a Kakeru e Ichigo, que aparecieron detrás de Sayuri y de alguna manera se teletransportaron a otro lugar con un destello blanco.

-¿estas defendiéndola? Y yo que creí que la odiabas.-se burló Takashi sosteniendo unos sais de color negro brillante.

-tal vez no me caiga bien, pero no pienso quedarme de brazos cruzados mientras alguien mancilla a una mujer, sea cual sea.-dijo lanzándole una mirada asesina. Kagene también empuñaba una espada. Takashi lanzo el primer golpe.

En un parpadeo, corrió hasta Gingka e intento apuñalarlo con un sai, pero Gingka lo esquivo como si nada y trato de cortarlo con la espada, siendo su ataque detenido por Takashi. Ambas armas soltaron chispas al chocar entre sí. Kagene le enterró su pequeña espada en el hombro a Takashi apareciendo detrás de él.

-¡aaahhh!-grito de dolor.- ¡pequeño desgraciado!-dijo golpeándolo y mandándolo lejos. Gingka se llevó una mano al rostro al sentir un fuerte dolor en el lado izquierdo de este, justo donde Takashi había golpeado a Kagene.

-a veces en serio odio esta conexión con Kagene…-murmuro. Takashi sonrió de lado y sus manos se rodearon de un fuego negro.

-¡esfera de sombras!-grito mientras le lanzaba a Gingka una bola de aquel fuego oscuro, llama que Gingka esquivó por los pelos.

-conque esas tenemos...-murmuró mientras la hoja de su espada se cubría del mismo fuego carmesí que rodeaba su mano hace rato.- ¡cuchilla de fuego!-grito mientras blandía su espada lanzando una llamarada carmesí en dirección a Takashi.

-volveremos a vernos Gingka Nakamura.-dijo Takashi esquivando la llamarada y desapareciendo en las sombras, dejando muy confundido a Gingka.

-como te vuelva a ver, te rebanare el cuello.-juró con la voz cargada de rabia.-Sayuri...-murmuró al recordar porque había empezado una pelea contra Takashi en primer lugar. Vio a Kagene levantándose con dificultad del suelo y lo tomó como si de un bebé se tratase.

-no tienes que tratarme así Gingka.-dijo el sonrojándose al verse en esa extraña situación.

-estas herido, esa es suficiente excusa para tratarte así.-replicó Gingka comenzando a caminar. Mientras caminaba, vio una mansión rodeada por una reja.-me apuesto lo que sea a que Hikarine vive allí.-dijo. En la entrada, estaban Kakeru, Ichigo y Sayuri, esta última con la chaqueta de Kakeru puesta. Mientras caminaba hacia ellos, vio como una pareja de unos cuarenta años corría como locos hacia Sayuri desde el interior del lugar.

-¡Sayuri!-grito la mujer con lágrimas corriéndole por las mejillas. Tenía el cabello de color castaño oscuro ondulado que le llegaba poco más allá de los hombros, y ojos del color de la arena de playa. Gingka la reconoció en seguida.

"es la Protectora del Corazón, Kokoro Purotekuta. ¿Qué hace ella aquí?" Pensó asombrado. Al hombre que corría a su lado le sorprendió aún más. Un hombre de cabello castaño oscuro muy corto y ojos dorados. "¿Kiseki Purotekuta? ¿El Protector del Milagro? ¿En serio? ¿Qué hace la guardia personal de la reina Akemi Mudana en el mundo humano? Creí que tal vez la estaban buscando, después de todo, desaparecieron con ella". Pensó Gingka al verlos. Kokoro abrazo a Sayuri llorando.

-¡Sayuri! ¡¿Dónde estabas?! ¡Debías volver hace horas!-le recrimino. Sayuri no respondió, solo se quedó cabizbaja sin saber muy bien que decir.

-lo siento…-dijo ella.

-lo importante es que estas a salvo Sayuri.-dijo Kiseki pasándose un pañuelo por la frente con cansancio.- ¿Qué le diríamos a tu padre si algo te sucediera? Ya tuvo suficiente con perder a tu madre y que de paso lo encarcelaran por algo que no hizo, lo único que le queda eres tú y lo sabes.-le recrimino frunciendo el ceño.

-señor, ella no tuvo la culpa, intentaron asaltarla a un par de calles de aquí y…-comenzó a decir Kakeru hasta que Kokoro le interrumpió gritando:

-¡¿te asaltaron?!-grito sujetando a Sayuri por los hombros.

-no creo que deseen saber la respuesta.-dijo Gingka cuando llego con los demás.-ahora, ¿alguien me puede explicar qué demonios hacen los Protectores del Corazón y el Milagro en el mundo de los mortalem?-pregunto Gingka arqueando una ceja haciendo caso omiso del matrimonio Purotekuta que le hacían señas detrás de Sayuri para que se callara. Cuando termino de hablar, Kiseki solo se dio un facepalm al ver el error que cometió Gingka.

-¿Protectores de que cosa?-pregunto Sayuri mirando a los señores Purotekuta con una ceja arqueada.

-¡n-nada!-dijo Kiseki con una gotita en la frente estilo anime.

-¿y tú por que estas vestido con cosplay de elfo que parece sacado de Fairy Tail o Sword Art Online?-pregunto Sayuri mirando a Gingka con varios signos de interrogación alrededor de su rostro. Solo entonces, Gingka se dio cuenta de lo que había hecho.

-aaahhh, difícil de explicar…y de creer.

-hoy fue un día de imposibilidades, así que, explícate.

-aaahhh…-dijo Gingka sin saber que decir, hasta que Kokoro le lanzo un extraño polvo violeta a la cara a Sayuri, quien cayo inconsciente. Kiseki le dio un zape a Gingka después.

-estamos aquí para proteger a esa joven, pero, es secreto así que…-dijo y le lanzo el mismo polvo a Gingka, Kakeru, Kagene e Ichigo.

-¡no! ¡Espere! ¿Qué…?-dijo Gingka antes de caer desmayado también. Kiseki chasqueo los dedos y los chicos desaparecieron de allí.

-demonios, si Sayuri vio magia el sello de la señora Akemi se debilitara todavía más y no podremos seguir ocultándole a Sayuri la verdad.-dijo Kiseki mientras se pasaba un pañuelo blanco por la frente.

-mañana el sello se debilitara aún más y es casi seguro que se romperá, ya no podemos seguir mintiéndole a Sayuri, cuando llegue su padre, debemos decirle todo. Es mejor a que ella misma encuentre respuestas.

-odio cuando tienes razón Kokoro-chan…-suspiro Kiseki.-mañana le diremos, le entregaremos la espada de su madre y…le quitaremos el sello para que Yushi la encuentre finalmente. Es que…desde que su madre desapareció, es todo más difícil en Surigarasu, en especial con esa Joō Akuno en el trono.

En otro mundo, muy lejos de allí…

En un balcón muy grande de un castillo de aspecto siniestro, estaba una figura femenina bastante alta. Debido a que estaba muy entrada la noche, era difícil distinguir su aspecto, solo se podía ver una larga cortina de cabello negro lacio hasta los tobillos, una piel pálida de calavera, con un flequillo ondulado que le ocultaba un poco los ojos, que se encontraban cerrados. La figura mostraba una sonrisa siniestra.

-al fin te he encontrado, mi "querida hija"…-dijo abriendo sus ojos de color rojo sangre.