Inuyasha, su mundo y la historia NO me pertenecen. Solo es entretenimiento.


Capitulo 1

Me sentía viva.

Los alternantes flashes de luces oscuras y suaves, el ritmo pulsante de la música del club Womb Tokio, el movimiento de cuerpos transpirados bailando, sonriendo, disfrutando unos de otros… el Womb Tokio club se metía en mi sangre y me encendía de una manera en que no dejaba hacerlo a nadie ni nada desde hace bastante tiempo. Cuando estaba allí trabajando en el bar, ayudando con las cosas de camarera, atendiendo a los DJs me sentía más libre que en cualquier otro momento de mi día. El club tenía magia.

Y, para mí, curaba.

Por su vibración y vida, el club era un refugio seguro para mí. Era un lugar en el que podría conectarme sin preocupación de excederme. Nadie iba a demandarme por concentrarme demasiado duro o demasiado tiempo en mi trabajo. Pero el rumor era que el Womb Tokio, que había sido puesto en venta desde hace algún tiempo, estaba a punto de ser vendido. Un nuevo propietario podía cambiarlo todo.

—Kagome —Nazuna, la camarera trabajando en la primera planta, me sacó de mis Blanco y dos Butterball.

—Entendido —saqué el vodka de la estantería detrás de mí.

—No puedo creer lo ocupadas que estamos para ser un jueves —dijo ella cuando yo trabajaba en su orden.

—Es la ocupación veraniega. Dale una semana y el lugar explotará —no podía esperar. El verano en el club era una total locura.

—En ese momento es cuando las cosas se ponen divertidas por aquí —Amari Nobunaga, el gerente del club, se unió a nuestra conversación, un brillo apareció en sus ojos cuando la brillante luz blanca que iluminaba la barra iluminó su rostro.

—Muy divertido —le di a Amari una amplia sonrisa y le guiñé un ojo mientras ponía las bebidas en la bandeja de Nazuna, mi estómago tensándose con un tintineo de deseo.

Él respondió a mi guiño con uno de su propia cosecha, avivando el tintineo en mi panza hasta hacerla una llama baja.

Amari no era el amor de mi vida ni siquiera el amor del momento, pero su pasión compartida por el club despertaba algo en mí. Mi interés en averiguar más y en ascender de trabajar en un bar parecía interesarle a él también. Más de una noche de mostrarme los truquillos habían terminando en sesiones de retozo intenso. Aunque había estado instantáneamente atraída por él, su estatura, su cabello castaño y ojos obscuros me habían cautivado. También su agudo sentido del negocio y excepcional estilo de mando eran cualidades que yo requería en un hombre. Y, a decir verdad, la falta de efecto que él tenía en mis emociones daba la mitad de la atracción. Teníamos una química decente, pero él no conseguiría volverme loca por él como lo he estado por otros chicos. Él era seguro y sólido y ésa era mi definición del hombre perfecto.

Marqué la orden de Nazuna mientras Amari llenaba chupitos la orden de Dai, sospeché, otro camarero que estaba junto a Nazuna. Amari ya raramente entraba a la parte de atrás de la barra, pero había poco personal para la noche y yo le di la bienvenida a su ayuda. Especialmente con la forma en que estábamos repuntando. Un regular y sus amigos se habían apoyado contra la barra esperando mi atención y, por el rabillo del ojo, vi un tipo con traje tomando un lugar en la esquina alejada del mostrador.

Le di a Nazuna su ticket, pero Amari la detuvo antes de que pudiera irse.

—Espera. Como aquí estamos al menos algunos de nosotros, creo que deberíamos brindar por Kagome —pasó de mano en mano los chupitos que había estado llenando. Tequila: mi licor de elección.

Le eché un vistazo con sospecha. Aunque no era inusual tomar un shot o dos mientras trabajábamos un turno, siempre habíamos mantenido el perfil bajo, nunca frente a nuestro gerente y, ciertamente, no con su apoyo.

—Sin preocupaciones —dijo Amari, chocando mi brazo con el suyo—. Es una ocasión especial.

Con un encogimiento de hombros, sonreí y agarré el shot que me ofrecía.

—Tú eres el jefe.

—Estamos demasiado ocupados para un brindis apropiado, así que sólo vamos a decir que esto es por Kagome. Estamos orgullosos de ti, chica.

Me sonrojé e hicimos chin-chin con los vasos mientras todos alrededor, incluyendo el cliente regular y sus amigos, gritaban "Así se habla" y "Salud".

—¡Woow! —Grité con mi propio entusiasmo. Había trabajado duro para conseguir mi grado. También estaba orgullosa de mí. Tragué el shot de una vez, disfrutando la quemazón mientras se alineaba por mi garganta y se extendía por mis venas—. ¡Maldición, eso es agradable!

Consciente de que la multitud se estaba impacientando, Nazuna se fue con su orden mientras Amari llenada la de Dai. Giré mi atención primero hacia el habitual, un chico cuyo nombre me había abandonado. Se acercó para darme un abrazo, lo que devolví. Puede que no lo recordase, pero sabía cómo ganar mis propinas.

—Cuatro de lo que sea que haya en el grifo —dijo, con su voz sobre la música, que parecía haberse puesto más alta en los últimos minutos—. ¿Dónde está Sango?

Le tendí sus dos primeras tazas y empecé a trabajar en las siguientes dos.

—Como ella cubrirá todos mis turnos la semana que viene, tiene esta noche libre —es verdad… este tipo era el que usualmente coqueteaba con Sango, otra camarera.

—Eso es genial. ¿Y qué harás en tus vacaciones? — Sin Sango alrededor, Habitual enfocó su encanto en mí. Sus ojos trabajaron por mis pechos, que eran verdaderamente difíciles de no notar. Especialmente con mí bajo escote. Tenía unas chicas agradables, ¿quién podía culparme por enseñarlas?

—Absolutamente nada —esperé que mi respuesta sonase a que estaba ansiando mis vacaciones. La verdad era que me había tomado un respiro para que pudiera ir a casa y pasar tiempo con mi hermano mayor. Pero sólo esa mañana, Bankotsu había cancelado el viaje, diciendo que estaba demasiado abrumado con trabajo. Ni siquiera sería capaz de venir a mi graduación.

Tragué las emociones que amenazaban con mostrarse en mi cara. Encima de estar decepcionada, estaba aterrorizada. Con nada en que ocupar mi tiempo no era atractivo para mí. Casi le había dicho a Amari varias veces que me pusiera en los horarios, pero cada vez que empezaba, me sentía como una total perdedora. Quizá una semana fuera sería bueno para mí. Podría manejarlo. ¿Verdad?

Ahora no era momento de inquietarse por la semana que vendrá. Terminé la transacción con el Habitual y me fui para ocuparme del tipo con traje al final del mostrador.

—Bueno, ¿qué puedo conseguir… te…? —Mis palabras se fueron apagando cuando mis ojos encuentran los del tipo con traje, el aire abandonó mis pulmones, repentinamente extraído por la vista delante de mí. El hombre… él era… precioso.

Increíblemente precioso.

No podía apartar la mirada, su apariencia era magnética. Lo que significaba que él era exactamente la clase de hombre que debería evitar.

Después de numerosos corazones rotos que habían sido desparramados en mi pasado, yo había descubierto que podía dividir a los hombres de los que estaba atraída en dos categorías. La primera categoría podría ser descrita como follar y olvidar. Éstos eran hombres que me llevaban a la cama, pero eran fáciles de dejar atrás si era necesario. Era el único grupo que valía la pena. Eran los seguros. Amari caía en esta categoría.

Luego estaban los hombres que eran cualquier cosa menos seguros. Ellos no eran follar y olvidar; ellos eran ¡Oh, joder!. Ellos me atraían tan intensamente que me veía consumido por ellos, absolutamente concentrada en todo lo que hacían, decían y eran.

Huía de esos hombres, lejos y rápido.

Dos segundos después de trabar miradas con este hombre, sabía que debería estar huyendo.

Él me parecía familiar debe de haber estado en el club antes. Pero si lo había estado, no podía imaginar que lo hubiera olvidado. Él era el hombre más impresionante sobre el planeta: pómulos cincelados y mandíbula fuerte debajo de un cabello marrón perfectamente flexible y los ojos grises más intensos que había visto nunca. Su barba de unos días hacía que mi piel desear, ansiar la quemazón de ella contra mi rostro, contra la parte interna de mis muslos. Por lo que podía ver, su caro traje de tres piezas de color azul marino estaba entallado y era de un gusto excelente. Y su olor una fragancia distinta de un jabón y aftershave sin esencia y una lindura puramente masculina, casi me tenía olisqueando el aire frente a él como un perro en celo.

Pero no era sólo su belleza incomparable y su increíble demostración de sexo masculino lo que tenía quemando entre mis piernas y en busca de la salida más cercana. Era cómo me miraba, de una forma que ningún hombre me había mirando nunca, una posesividad hambrienta presente en su mirada como si no sólo estuviera desvistiéndome en sus mente, sino que me hubiera reclamado para estar satisfecha por nadie más excepto él.

Lo deseé instantáneamente, un hormigueo de obsesión tomó raíces en mi vientre un familiar y viejo sentimiento. Pero que lo deseara no importaba. La expresión en su cara decía que me tendría lo quisiera yo o no, eso era tan inevitable como si ya hubiera pasado.

Eso me asustó como la mierda. El vello de mi piel se me erizó mientras observaba a mi miedo.

O quizá se erizó con delicia.

Oh, mierda.

—Whisky escocés de malta. Solo, por favor.

Casi me había olvidado que se suponía que tenía que servirle. Y la idea de servirlo parecía tan sexy que, cuando me recordó mi trabajo, casi me tropiezo conmigo misma para conseguirle su bebida.

—Tengo un Macallan de doce años.

—Bien —dijo él, pero la entrega de su voz baja y profunda tenía a mi pulso palpitando.

Cuando le di su whisky, sus dedos rozaron los míos y me estremecí. Visiblemente. Sus cejas se levantaron muy ligeramente por mi reacción, como si estuviera complacido.

Retiré mi mano rápidamente, metiéndola contra el corpiño de mi vestido de tubo como si la tela pudiera borrar la calidez que ya había viajado desde donde él me había tocado hasta el necesitado centro entre mis piernas.

Nunca rozaba dedos con los clientes… ¿por qué había hecho eso?

Porque no podía tocarlo. Estaba tan traída por él, tan ansiosa por algo que no podía nombrar, que tomaría cualquier contacto que pudiera conseguir.

Esto otra vez no. Ahora no.

Nunca.

Me alejé de él. Lejos y rápido. Bueno, lo más lejos que podía llegar, enroscándome en la esquina opuesta de la barra. Amari podía servirle al chico si quería algo más. Necesitaba no estar cerca de él.

Y luego, como a propósito de la mala suerte en que mi vida había ido, volvió Nazuna.

—Amari, ese grupo de las Cinco Burbujas está molestando a la camarera otra vez.

—Estoy en ello —se giró hacia mí—. ¿Puedes manejarlo por un minuto?

—Está claro que sí —no estaba tan claro. No con el Sr. Atraer-A-Kagome-Cualquiera-Sea-El-Costo-Para-Su-Cordura sentado al final de la barra. Pero mi declaración era convincente. Amari se deslizó fuera del mostrador, dejándome sola con el tipo con traje.

Incluso Habitual y sus amigos se habían unido a un grupo de chicas risueñas en una mesa cercana. Le eché un vistazo a la pista de baile, esperando que pudiera atraer a clientes al mirar al mar de caras. Necesitaba órdenes de bebidas. De otra forma, el tipo con traje podría pensar que estaba evitándolo al esconderme en mi esquina, lo que, por supuesto, estaba haciendo. Pero, honestamente, la distancia entre nosotros no hizo nada para atenuar la apretada bola de deseo rodando en mi estómago. Era inútil evitarlo.

Suspiré y limpié el mostrador frente a mí, aunque no parecía necesitarlo, sólo para mantenerme ocupada. Cuando me atreví a mirar al buenorro que había invadido mi espacio, noté que su whisky estaba casi vacío.

También noté que sus ojos languidecían por mí. Su mirada penetrante se sentía más que una típica mirada fija de un cliente tratando de atraer a la camarera, pero sabiendo que tenía una tendencia a exagerar el significado de las acciones de las otras personas, deseché la idea. Conjurando mi coraje, me forcé a mí misma a ver si estaba bien.

¿A quién estoy engañando? Nada forzoso era necesario. Me deslicé hacia él como si estuviera tirando de mí con una cuerda invisible.

-¿Otro?

-No, estoy bien.- me tendió uno de cien. Por supuesto. Había estado esperando que me diera su tarjeta de crédito para que pudiera averiguar su nombre.

No, no, yo no estaba esperando eso. No me importaba su nombre. Ni noté que en su mano derecha estaba ausente cualquier anillo. Ni que estaba todavía observando cada movimiento mío mientras tomaba el dinero que me había dado y registré su orden en la caja registradora.

-¿Ocasión especial?- Preguntó él. Fruncí el ceño, luego recordé que él había visto nuestro brindis.

-Uh, sí. Mi graduación. Iré mañana a buscar mi Master en Administración de Empresas-. Su rostro se iluminó con honesta admiración.

-Felicidades. Por todo tu éxito- él levantó su bebida hacia mí y bajó un trago final. –Gracias- estaba paralizada por su boca, su lengua saliendo para quitar la última gota de líquido de sus labios. Yum. Cuando bajó su vaso, estiré la mano para darle su cambio, preparándome para la excitación del contacto que pasaría inevitablemente cuando lo tomase. Pero el contacto nunca llegó.

-Guárdalo.-

-No puedo- él me había dado cien. Por un vaso de whisky. No podía aceptar eso.

-Puedes y lo harás- su tono imponente debió haberme irritado, pero, en lugar de eso, consiguió que los jugos fluyeran.-Considéralo un regalo de graduación.-

-De acuerdo- su comportamiento me dejó sin ganas de discutir. –Gracias- me giré para poner el dinero dentro de mi jara de propinas sobre la parte de atrás del mostrador, molesta conmigo misma por el efecto que tenía este extraño en mí.

-¿Esto también es una fiesta de despedida?- Gritó su voz desde detrás de mí, atrayéndome otra vez para estar frente a él. -No puedo imaginar que uses tu MAE para seguir atendiendo la barra.-

Por supuesto que eso es lo que asumiría el hombre de traje. Probablemente, él era algún tipo de negocios que compartía la opinión de mi hermano: hay trabajos que valen la pena tener y trabajos para otras personas. Atender la barra era de los últimos. Pero me encantaba atender la barra.

Es más, me encantaba el club. Sólo había empezado mi trabajo de graduación porque necesitaba más que hacer. Algo para mantenerme ocupada era lo que Bankotsu había dicho cuando se ofreció a pagar mis gastos más allá de mi beca y mi ayuda financiera cubierta.

Fue una decisión buena, la decisión correcta porque esencialmente detuvo mi vida de salirse fuera de control. Por los últimos tres años, había lanzado mi vida dentro de la escuela y el club nocturno. El problema era que la graduación sacaba la mayoría de mi preocupación. Y ahora me embarraba la cancha con préstamos para estudiantes, tenía que averiguar cómo llegar a fin de mes sin tener que irme del Womb Tokio.

Pero yo tenía un plan. Quería un ascenso. Había estado ayudando con las tareas de supervisión durante el último año, pero había sido incapaz de conseguir un título oficial porque los jefes tenían que trabajar a tiempo completo. Ahora que el colegio había terminado, estaba disponible durante más horas. Amari me había estado entrenando para la posición. La única pega de mi trayectoria podría ser un nuevo dueño. Pero no iba a preocuparme por eso. Todavía.

Aunque explicar mi meta a extraños nunca era fácil. ¿Qué tan sabio era usar un MAE para una carrera en la dirección de un club nocturno? Probablemente no era sabio en absoluto. Así que tragué antes de responderle al tipo con traje.

-En realidad, me gustaría ascender aquí. Me encanta la escena del club nocturno.-

Para mi sorpresa, él asintió, sus ojos brillaban cuando se sentó hacia delante y entró en la brillante luz blanca de la barra.

-Esto te anima-. Exactamente no podía retirar mi sonrisa. ¿Cómo lo había sabido? Se nota.

Caliente, rico y en mi onda. Él era precisamente el tipo de hombre por el que podría obsesionarme, y no de una forma sana.

-¡Kagome!-El grito del Habitual de antes me hizo recular de esos intensos ojos ambares del extraño. -Me voy de aquí. Quería volver a felicitarte y decirte buena suerte. Y, hey, aquí está mi número. Llámame alguna vez. Puedo ayudarte a ocupar tu semana libre.-

-Gracias,- uh leí el nombre que había escrito en la servilleta que me había dado, Ken.

Esperé a que se alejase antes de lanzarla a la basura debajo del mostrador, observando al tipo de traje mientras lo hacía.

-¿Haces eso con todos los números que recibes?-

Me detuve. No era como si no me hubiera acostado con clientes antes, pero nunca con los habituales. Ésa era una regla. No quería volver a verlos. Demasiada tentación para volverme loca por ellos.

Pero no tenía interés en tener esa conversación con el tipo de traje. Y con sus ojos constantemente en mí, finalmente creí que mi atracción por él no era sólo por mi parte.

No cuando él me había dado una propina tan generosa.

-¿Estás tratando de averiguar si tiraré tu número?

Él se rió.

-Quizás.

Su reacción me hizo sonreír e hizo que la humedad entre mis muslos se espesase. Era divertido coquetear con él. Qué mal que tuviera que acabarlo. Puse mis manos sobe el mostrador y me incliné hacia él para que pudiera oírme menor sobre la música, intentando no deleitarme con la mirada abrasadora que le dio a mi pecho cuando lo hice.

-No tiraría el tuyo. No lo tomaría en absoluto.

Sus ojos se entrecerraron, pero la risa de antes todavía bailaba en ellos.

-¿No soy de tu tipo?

-No necesariamente- fingir que no estaba atraída por él fútil. Él tenía que ser consciente de mi reacción hacia él.

-¿Por qué entonces?-

-Porque estás buscando algo temporal. Algo divertido con lo que jugar- me incliné incluso más cerca para mostrar mi frase golpeadora: el que desalentaría incluso al hombre más cachondo -Y me encariño- retrocedí y me enderecé en toda mi altura para que pudiera enterarme de su reacción -Bueno, ¿eso no te asusta como la mierda?

Yo había esperado ver el pánico destellar a través de su rostro. En lugar de eso, vi un brillo de diversión.

-Tú, Kagome Higurashi, haces cualquier cosa menos asustarme,- pero, a pesar de sus palabras, él se puso de pie, abotonándose su abrigo mientras lo hacía. -Felicidades otra vez. Verdaderamente, un logro.

Lo observé demasiado tiempo mientras se alejaba, más hecha polvo por su despedida abrupta de lo que quería admitir.

Me tomó unos buenos cinco minutos después de que se fuera para darme cuenta de que nunca le había dado mi nombre.


Continuara…

Bien aquí vamos con otra historia. Espero les guste. P.C.