Hoy, como todos estos últimos días, mis pasos me llevaron frente a Oresund involuntariamente... cada vez que pasaba alli me quedaba mirando hacia el puente y me preguntaba ¿Se puede saber que se me ha perdido alli?

Desde aquel día mi vida ni la de ninguna de mis hermanos fue la misma.

-¿Vuelves a estar aqui, Dinamarca?-

Me quité los cascos que conectaban a mi reproductor, en los que sonaban una canción recomendada por un amigo europeo. No quise contestar...

-¿Piensas que fue un error?-

-No, en absoluto... pero nunca quise que esto acabara asi.-

-Estamos juntos, es lo que importa.-

-Quizas... tengas razón.- No podía negarselo... siendo el idiota de cinco hermanos.

Cerré mis ojos al paso de una ráfaga de viento cargada de memorias que movia mis cabellos, peinados de una manera que, solían decir, que desafiaba la gravedad. Mi mente, manifestada como una figura de mi mismo corriendo entre campos de margaritas, sus pétalos flotaban mostrandome cada una de las imagenes que componían mis recuerdos... y me paré a pensar en el principio de esta historia mientras sostenía la mano de mi amante, que vino a buscarme.

Recuerdo que solo hizo unos pocos meses de este acontecimiento. Sve y Tino seguian con sus aventuras de "marido y mujer" o como ellos quisieran llamarlas y yo estaba entre dos crios que no mostraban expresión alguna hasta que llegaba la hora de menospreciarme.

Y yo era el rey...

En verdad me sentía ese impar de los cinco que éramos y mas despues de todas las discusiones que tuvimos Sve y yo que, acabamos rompiendo la familia por no entendernos. Por mucho que Noru me diga que fue mi culpa y que dos no discuten si uno no quiere, el estúpido sueco era quien provocaba la situación para que sucediera.

Despues de tormentos, cervezas y pocas ganas de sonreir, ese dia estuve dispuesto a reconciliarme con él.

Sostuve el teléfono entre una de mis manos, colocandome el auricular en la oreja, con la otra mano toqué las teclas con determinación y enredé el cablecito entre uno de mis dedos cuando me di cuenta de que alguien me estaba mirando, nada mas y nada menos que Noru. Su expresión seguia siendo la misma, esa actitud me solía poner nervioso.

Noruega quizas era el mas cercano para mi o quien mas se dejaba, mejor dicho. Islandia siempre estuvo en su mundo, ni siquiera miraba a la cara cuando te hablaba, en cambio con Noru todo era distinto. A su manera, el me apoyaba y me escuchaba... en aquellas ocasiones podía decir incluso que me gustaba y sentía algo por él. Lo malo es que despues, cuando mostraba alguna de sus emociones se enfadaba y de repente yo me volvía el culpable de todo. Me crispaba los nervios cuando hacía eso.

-Estate contento, voy a llamarle, haremos las paces y volveremos a ser una familia feliz.-

Noruega no contestó.

-Asi podrás de dejarme echar las cosas en cara y centrarte en otras víctimas.-

Giró su cabeza, haciendose el inocente, yo ya estaba algo enfadado.

-Y ya te librarás del pesado de Dinamarca para un largo tie...- Algo en ese momento me sorprendió, no se si fue el hecho de que Noru sostenía el cable del teléfono, desconectado, no se si fue aquel dedo que se posó en mis labios o que, en algun momento, mostró algun atisbo de determinación, y pude verlo en sus ojos que, normalmente estaban vacíos.

-Cállate.- Me dijo, serio. De las pocas veces que hablaba resultaba muy desagradable. -Has hablado demasiado.-

-Pe... pero...-

-Dije que te callaras.-

-¿Y la...?-

-No quiero que llames.-

Espera... ¿que? ¿Se puede saber a que vino eso? ¿Tanta culpabilidad de "tu destrozaste nuestra armonía" y ahora esto?

-¿Y que hago...?-

-Que te calles... y nada mas.- Noruega separó el dedo de mis labios, acariciandolo con suavidad aun con sus guantes puestos.

La distancia entre nosotros dos se acortaba y empecé a sonreir de puro nervio.

-Q...que...-

-Shhh...-

En aquel entonces no comprendí la situación hasta mas adelante...

Noru agarró mi corbata negra, contemplandola con indiferencia durante unos segundos. Su mirada siempre me resultó un dedo acusador, el mazo de un juez que hacía firme su sentencia, si algo no le gustaba, lo sabrías y aunque no lo pensaras, te desharías de ello solo para que no te volviera a mirar asi.

Recuerdo que al día siguiente tiré esa corbata a la basura.

Tiró de ella y yo me sentí falto de aire, no tuve mas remedio que dejarme llevar a su voluntad, que posó mis labios sobre los suyos y me robó un corto beso que no me supo a nada.

-No llames.- Susurró, pude notas incluso como salian las palabras de su boca por la cercanía que había entre nosotros.

Mi cuerpo se relajó contra la pared y me vi encerrado por alguien más débil, más bajo y menor que yo. Encerrado y sometido a su voluntad por el hecho de que mis sentimientos me quitaron todas las ganas de tener orgullo y oponer resistencia, pues perdí la cuenta de días en los que había deseado probar sus labios.

Clavó sus ojos sin expresión en mis orbes azules que rebosaban vida, como siempre. Lentamente cerró sus parpados mientras se acercaba a mi y entrelazó sus manos con las mias. Cuando el agarre finalizó volvió a besarme mas intensamente.

Pero sus besos eran tan vacíos como su mirada.