Chat Noir la miraba a Ladybug todas las veces que podía y como podía, con solo una mirada que ella le daba, a pesar de que sea de forma casual y durara unos segundos sentía que se enamoraba cada vez más. Sin embargo las miradas por parte de él se detuvieron cuando se vio descubierto por una Ladybug curiosa.

— ¿por qué me estas mirando? —le pregunto con sus mejillas ardiendo, al notar su intensa mirada sobre ella durante todo el día para ser más exactos cuando habían luchado con el Akuma y ahora en el patrullaje.

—Solo estoy observando lo bella que es, mi Lady —le contesto galantemente, esbozando una sonrisa coqueta.

—Gato tonto —pronunció desviando la mirada avergonzada— ¡ya deja de mirarme! —Añadió— me incomoda.

— ¿por qué me trata de esa forma mi Lady? —Fingiendo dolencia por sus palabras— yo no le digo nada, aunque me observa cuando no estoy mirando.

— ¡Yo no le mire! —exclamo a la defensiva.

— ¿y cómo voy a saber yo si no estoy mirando? —le dijo como si fuera lo más obvio del mundo y ella bufo molesta para luego asomarse una sonrisa divertida acompañado de un pequeño sonrojo.

Luego de un rato sin decir nada más, volvieron a sus puestos de vigilancia y ahora las miradas cambiaron de dueño porque Ladybug era la que observaba a Chat Noir y el gatito al darse cuenta solo sonrió internamente e hizo como si no se dio cuenta.

Y solo en raras ocasiones hacían contacto visual y durante más tiempo lo hacían, más intensas y más largas se mantenían sus miradas.