¡Hola a todos! Antes que nada quiero hablar de los Derechos de Autor. Ninguno de los personajes me pertenece a excepción de ciertos OC con aportaciones irrelevantes en el escrito, ni siquiera tengo intenciones de tener los derechos de estos pues en su mayoría son planos. Hey Arnold le pertenece aCraig Bartlett y parte de la trama y diseño de personajes a Nuri Durr. Sí, me he basado de una serie de fanarts hechos por este artista para crear esta trama. Si no han visto su trabajo los encontrarán en internet con facilidad, recomiendo verlos por si no tienen idea de cómo lucen los personajes según este fic y según la mente de este maravilloso hombre. Gracias.
¿QUÉ PASÓ CON HELGA G. PATAKI?
Por: Hanmad
Arnold había bajado del avión hace aproximadamente una hora, y desde el primer momento en que tocó las tierras de su amado país, no dejó de reproducir en su cabeza aquella bella melodía polaca de Sir. Frederick Chopin. Las gotas de lluvia que veía caer por la ventana parecían descender en son de la canción.
Su rostro parecía alegre desde que decidió abandonar San Lorenzo, pero ahora, que se encontraba una vez más en Hillwood parecía reflejar felicidad pura.
A pesar del aspecto sombrío de la ciudad y las desafortunadas noticias que le esperaban en la casa de huéspedes, no podía evitar sentirse positivo. El abuelo había muerto el año pasado, y eso le había causado mucho dolor. Ni él ni sus padres pudieron ir al velorio a causa de la larga distancia que los separaba del lugar donde lo habían enterrado; y por un tiempo eso le causó una gran depresión al muchacho de pelos rubios.
A pesar de todo, se logró recuperar pronto, pero también le hizo reflexionar sobre su futuro. Ya tenía una carrera universitaria, licenciatura en psicología y a los 26 años estaba por terminar la maestría.
Había estado con sus padres un par de años, estudiando por internet y tratando de adaptarse a la vida en Sudamérica. Incluso podía hablar fluidamente español con algunos problemas de pronunciación.
Pero pronto se dio cuenta que no estaría del todo feliz hasta regresar a su hogar, a Hillwood y en cuanto todos se enteraron se sintieron sin duda felices.
"Todos te esperamos, viejo" le había dicho Gerald en una llamada telefónica un par de días atrás.
Una vez el autobús se detuvo y se encontró frente a la casa de huéspedes sonrió y curveó las cejas, en señal de ese desequilibrio emocional que le causaba estar ahí.
Arnold se acercó a la puerta y la golpeó sólo dos veces con firmeza. En un minuto aproximadamente pudo ver el demacrado rostro de su abuela.
"¡Abuela!" dijo el chico a la vez que abrazaba con fuerza a la anciana.
En ningún momento vio triste a la mujer, siempre la había visto como alguien fuerte y con toda razón, ella lo era, pero tampoco podía esperar verla de luto después de ya un año del desafortunado suceso.
El chico fue a su antigua habitación y con gran nostalgia se acostó en su antigua cama, leyó sus viejos libros, y sorprendido, también encontró varios objetos que no se habían ido al ático.
Su despertador, sus cuadernos, y uno de sus suéteres verdosos.
Cuando terminó de desempacar y limpiar salió en busca de su mejor amigo.
-.-.-.-.
Ahí lo vio, sentado en uno de esos bares que no se les permitía entrar a los nueve. Bebiendo moderadamente a lado de una chica muy familiar, Phoebe.
— ¿Así que ahora te gusta venir a lugares como estos? –preguntó a su amigo sonriendo.
— Claro que no, pero has llegado y quiero que la pasemos bien. Vine con Phoebe, rara vez acepta venir conmigo por acá así que es bueno tenerla con nosotros ¿no?
Arnold se sentó con ellos, los tres estaban en una mesa cualquiera del lugar.
Gerald no había cambiado mucho, se veía muy joven, quizá por eso se dejaba la barba crecer, para que no lo confundieran con un adolescente. Phoebe por otro lado, se veía mayor, siempre bien vestida, formal; con el cabello suelto pero con ningún pelo fuera de su lugar, con sus habituales lentes y con un ligero maquillaje sobre el rostro.
— ¿Cómo te ha ido? –preguntó el rubio a la chica.
— Bastante bien, ya he terminado mi doctorado en Neurociencia, y salgo muy seguido por trabajos a ciudades importantes del país. No me esperaba una vida tan productiva como la que tengo ahora ¿Y a ti? –preguntó ella con una sonrisa amable.
— Me alegra que sea así para ti, yo estoy terminando una maestría. Soy psicólogo infantil y de hecho, he venido aquí a trabajar. No quería estar lejos de Hillwood así que los últimos meses he estado trabajando por conseguir un trabajo en la ciudad. Tuve dos ofertas, una escuela y un hospital pero ambos tenían inconvenientes. La escuela quería un psicólogo infantil pero se encuentra a una hora de aquí así que tendría que salir lejos diariamente y el hospital está en el centro pero no es pediátrico. Acepté la segunda oferta porque sé que puedo atender a personas adultas aquí pero siento que mi deber es cuidar de los niños. Buscaré un empleo nuevo en cuanto pueda y si es que me puedes ayudar, te lo agradecería mucho.
— Me alegra que ambos tengan lo que quieren –comentó Gerald algo enfadado.
Pero no era con Arnold, era con Phoebe.
Es cierto, tenía éxito pero ese éxito les dificultaba tener una relación normal, ella salía a veces por meses y pocas veces se podían ver y salir como ahora. Su relación no era definitiva pues para ambos un noviazgo a distancia era una mala idea.
— Gracias Gerald, a ti también te va muy bien ¿No es así? –preguntó Arnold.
— Así es, estudié Arte y Diseño, a veces salgo también a Los Ángeles, he estado trabajando en algunos guiones para películas, ¿Sabías que pude producir una el año pasado? Claro que no estuve solo pero nada mal para un primer proyecto.
Los tres platicaron profundamente sobre sus vidas durante un largo rato, recordando su niñez, recordando a todos los que estaban a su alrededor.
Arnold quedó sorprendido, todos en absoluto parecían tener una vida feliz.
Eugene era un comediante reconocido en la ciudad y estaba casado con Sheena. Harold que aunque era un carnicero tenía un prospero negocio y parecía estar en algún tipo de relación con Patty, quien a su vez era boxeadora. Sid y Stinky habían formado una banda y a la vez trabajaban en una agencia de telefonía, pero sin duda quien lo había dejado impresionado era Rhonda al ser una famosa diseñadora de modas.
— Lila es una excelente actriz local, la vemos en la mayoría de las obras del estado. A veces viene a Hillwood, en realidad, la vemos muy seguido –Gerald golpeó el hombro de su amigo de manera pícara. –Por cierto, escuché que anda soltera desde hace siete meses ¿Muy bueno, no?
Arnold sonrió amablemente, para ser sincero, él ya no sentía nada por la pelirroja.
— Ah, todos parecen ser felices a excepción de Helga –comentó el hombre negro. Hubo un silencio, Phoebe estaba molesta de que la relación entre Gerald y su mejor amiga siempre haya sido difícil, parecía contar con placer lo mal que la pasaba la rubia.
Por otro lado Arnold estaba muy sorprendido y con ansias esperaba saber de aquella chica que unos años atrás lo molestaba con insistencia.
— Verás… Bob está en quiebra, o más o menos. No sé qué estaba estudiando Pataki pero su papá tuvo problemas financieros, es curiosos porque hace dos años presumía que iba a terminar un doctorado; Helga ni siquiera terminó su licenciatura. Geraldine – dijo el amigo de Arnold haciendo referencia al segundo nombre de la muchacha – ha cambiado mucho, trabajó con su padre vendiendo hamburguesas una temporada pero cerraron, ahora es bibliotecaria, ya sabes, en la biblioteca municipal.
— No lo puedo creer –negó Shortman, impasible.
— Es en parte cierto –interrumpió Phoebe – la verdad es que ella ha estado haciendo lo posible para volver a estudiar, y, aunque no lo creas, Gerald, ella es una buena persona, quizá toda su adolescencia fue una persona dura y agresiva pero ella también ha crecido mucho.
— Esto me sorprende, ¿Creen que la pueda visitar? –preguntó el rubio.
— Oh, por supuesto. Ella trabaja de lunes a jueves y el sábado por la mañana, siempre está a la vista –le dijo Phoebe amable.
La plática continuó fluidamente, sin embargo, una parte de Arnold no sacaba a Helga de su cabeza.
En realidad había pensado en ella desde hace mucho, siempre tenía curiosidad de saber qué hacía de su vida.
-.-.-.-.
Por la noche, cuando Shortman regresó a la casa de huéspedes pensó en visitar la casa de la chica, pero algo lo detuvo, sintió un miedo interno, sentía que aun no era el momento. Así que fue directo con la abuela que lo esperaba con la cena.
—Oh, en verdad lo lamento abuela, pero no tengo apetito –le dijo este, sin embargo, se sentó con ella hasta muy tarde, platicaron sobre la vida de ambos en los últimos años y recordaron la niñez del niño hasta que inevitablemente, la abuela sacó un par de lágrimas por la nostalgia.
Sin duda extrañaba al abuelo, ambos lo hacían.
Por la mañana siguiente, Arnold salió de casa al hospital en el que trabajaría e inició formalmente su labor.
Terminó su turno más o menos a las seis de la tarde y fue a aquella biblioteca donde creía podía encontrar a Helga, sin embargo, cuando llegó ella ya había terminado su turno, o al menos eso le dijeron.
No la vio en toda una semana.
CONTINUARÁ...
Nota de Escritor: ¡Espero les haya gustado! Los capítulos no serán muy largos, para que la lectura sea más fluida, y la trama se centrará en Helga y Arnold, trataré de hablar de los demás pero en poca medida. Agradecería enormemente sus comentarios y su paciencia si es que desean leer el próximo capítulo. Muchas gracias :)
Publicado: 05/05/16.
