Resumen:
-¡Deja de ser un bebé y acostúmbrate, porque estamos pegados por el resto de la eternidad Ghostly!
-¡Soy Ghost Rider, un mensajero de Satán, y no...!
-¡Tu puedes ser lo que quieras ser!
-...seré...!...¿qué?
No suele suceder, pero ahora mismo Ghost Rider se encuentra en una perdida para las palabras.
-No te lo estoy diciendo como tu otra mitad, te lo estoy diciendo como amiga; ¡debes dejar de definirte a través de otros!
-...¿que?
Jehnny le pone una palma en el pecho, donde debería estar su corazón.
-La autoestima viene de aquí, Ghostly.
-...
-¡Sé lo que quieras ser, sé una Barbie Girl!, ¡Ja, eso realmente rima!, ¿no crees?.
Ghost Rider abre la mandíbula para pronunciar las primeras palabras cargadas de incredulidad de toda su existencia.
-...Blaze...estás loca.
Una sonrisa le ilumina la cara.
-¡Y ahora estás siendo honesto conmigo!, ¿Ves como progresa nuestra relación?
Ghost Rider se aparta y comienza a alejarse. Necesita meditar los nuevos hechos.
-¡En poco tiempo seremos mejores amigos!
La mujer, su huésped humano, su otra mitad, está loca.
-¡Por los fosos del Hades, maldito seas Mephisto!
-¡Esa es la actitud!
No se que es esto, pero necesitaba sacarlo de mi sistema. Diganme si les gusta, tengo escritos dos caps más XD
Jehnny Blaze sabe que algo está mal.
Ella no es estúpida… o quizás si lo es, después de todo hizo un pacto con el diablo.
Pero el punto es que no es lo suficientemente estúpida como para ignorar algunos detalles obvios.
La maldición que echó Mephisto sobre ella no es simple apariencia. Por supuesto, el que todas las noches cambie en un esqueleto en llamas es una obvia maldición, pero casi no parece un castigo, ya que solo su apariencia cambia mientras que obtiene poderes más allá de lo imaginable.
Por esto, ella empezó a sospechar. La maldición parecía casi un regalo, pero por eso mismo no podía ser tan simple.
Comenzó como pequeños deslices, palabras y frases involuntarias, pero después del último incidente está segura de ello.
Ella, como Ghost Rider, estaba persiguiendo a ese delincuente de tercera, -Malicia, cree que se hacía llamar- un idiota con buenas armas, las que usó para volar el puente, cortándole el paso.
Ghost Rider, a pesar de ir a más de 200 kilómetros por hora, se detuvo justo a tiempo. La rueda de su motocicleta infernal rozó el borde del puente destruido, rociando grava y piedras hacia un acantilado profundo, por el que si hubiese caído, sin duda habría muerto.
Y entonces, en la profundidad de su mente, Ghost Rider supo que debía de estar agradecido por esa salvada milagrosa, por vivir; después de todo, Jehnny Blaze lo estaría.
Pero no lo está.
Porque no es Jehnny Blaze.
Es Ghost Rider.
Y todo lo que siente es un intenso deseo de venganza, una necesidad indescriptible de dar caza a su enemigo.
Y un puente destruido no va a detenerle.
Y Ghost Rider acabó con su enemigo, sació su sed de venganza.
Ghost Rider, no Jehnny Blaze.
-"Mierda Bill, creo que estoy poseída."
Jehnny Blaze está desparramada sobre la barra, la mejilla pegada a la sucia superficie plana por un pequeño charco de su propia saliva y las manos enguantadas colgando sin fuerzas a cada lado del taburete.
Está vestida toda de cuero negro ajustado, pantalones metidos dentro de botas de tacón alto; su cazadora está abierta mostrando una simple camiseta de algodón con corte negra que expone las clavículas y el comienzo de los pechos, entre los que descansa una sencilla cruz de plata colgando de una cadena delgada. Alrededor de su cadera resalta un cinturón plateado, todo enchapado de monedas antiguas, una al lado de la otra. Entre su cabello dorado sucio y desordenado asoman unas gafas de sol negras enredadas.
Con todo y charco de baba, la mujer llamada Jehnny Blaze es hermosa, pero cualquiera que la vea puede notar que está en una obvia necesidad de una ducha, un lavado de dientes y una aspirina.
Y por supuesto, un exorcismo.
Bill, el viejo cantinero desaliñado del bar, solo le da una mirada con la espesa ceja levantada mientras pasa un trapo pegajoso por un jarro de vidrio, ensuciándolo más que limpiándolo.
-"Todos tenemos mierda en nuestras vidas Jehnny, tú, el fulano de esa esquina, e incluso este viejo cantinero; mi esposa me dejó anoche, ¿puedes creerlo?" dijo Bill con desdén, escupiendo en el jarro y usando el trapo para restregar el líquido viscoso.
-"Oh mierda, lo siento Bill, ¿estás bien?" murmuró la motorista con dificultad. Había pasado mucho tiempo con la cara pegada a la barra y podría jurar que cuando movió la boca, su charco de saliva reclamó algo del vello facial en su mejilla.
-"Yo estoy bien, pero esa zorra…" Bill hizo una pausa para escupir de nuevo "…volverá arrastrándose cuando se dé cuenta del hombre que dejó" declaró el cantinero, metiéndose el dedo en el oído y examinando su merecido premio.
-"Ella se lo pierde" apoyó Jehnny.
Bill asintió mientras bajaba el opaco recipiente de vidrio y lo llenaba con cerveza barata. A continuación se lo sirvió a la motorista.
-"Creo que mi vida no puede empeorar más."
-"Bue…" Bill comenzó a pasar el trapo por la barra, frotando mugre con más mugre. Puso especial énfasis en la parte de la barra alrededor de la cara cansada de Blaze, donde lo que era un pequeño charco de baba se estaba convirtiendo en una laguna. "…no se en que estás metida, pero seguro que podría ser peor"
-"¿Cómo?"
-"Podrías estar en tus días, por ejemplo"
-"Estoy en mis días"
-"Oh…"
-"Si."
-"…La casa invita el próximo trago, Blaze"
Blaze, sin poco derroche de esfuerzo, despega la cara de la barra y de su charco.
Jura que su mejilla acaba de ser depilada al cero.
Con manos que erran el primer intento, levanta la jarra insalubre hasta la altura de sus ojos.
Le parece ver un insecto retorciendo entre el líquido ámbar.
-"Por la mierda que es la vida" dice ella, con una sonrisa de ojos flojos.
-"Si nosotros no brindamos por ella, ¿quién lo hará?" dice Bill, con arrugas de vejez en los costados de los ojos, mientras levanta su propio jarro.
¡Clink!
Siguiente capítulo: "Jehnny Blaze contra la terrible cucaracha asesina"
