PRÓLOGO

Sus dos cuerpos se frotaban, el calor se notaba en el ambiente y el movimiento que ejercían los dos podía notarse en el piso de abajo. David se movía de manera oscilante con ambos brazos apoyados en el colchón para no aplastar a quien estuviera debajo. Estuvo así un buen rato hasta que se corrió. Agotado, se echó hacia el lado, quedando boca arriba en la cama.

La persona de su lado suspiró y se fue vistiendo.

- Bueno, yo me voy. – dijo esta

- ¿Cuánto será esta vez? – preguntó David

- 800 – contestó la prostituta – Y me da igual que seas cliente fijo, algo me tienes que dar para que no le cuente a nadie que me has llamado Óscar

- Te doy mil y olvidas ese pequeño comentario. – dijo David abriendo su mesita de noche donde guardaba los billetes grandes.

- Olvidado. – dijo la prostituta

- Gracias. Ya te llamaré. Sabes que siempre repito contigo. – dijo David dándole 10 billetes de 100