Qué lástima que no haya fics de Ghost Trick en castellano. Yo, por mi parte, subo uno. No será lo mejor del mundo, pero lo he intentado al menos. Usé los nombres de la versión americana, pero nos entendemos.
Puede tener spoilers.
Disclaimer: Ghost Trick no me pertenece, es de su respectivo autor (de cuyo nombre no me acuerdo, lo siento) y de Capcom.
Parpadeó, fijando su objetivo con sus ojos miopes, alzando aquel arma de color dorado de la que tanto presumía, sobre todo frente a aquel sicario estúpido y arrogante que siempre decía ir un paso por delante del resto, y al que le gustaba usar armas de largo alcance, que lograba manejar gracias a la buena vista que sus gafas redondas le otorgaban y que (desde la objetiva opinión de Jeego "el Miope") daban a "Un paso por delante" Tengo un aspecto ridículo para alguien de su profesión.
— ¿Quién eres tú? — preguntó ella a punto de perder los nervios, dejando el cuerpo inerte de un hombre rubio a sus pies, y retrocediendo unos pasos, asustada.
— Aquí está mi tarjeta de visita, justo aquí, preciosa. — casi sonrió al mirar su escopeta de reojo. Adoraba utilizarla, era una de las pocas armas que no requería tener una vista especialmente buena como para asesinar al objetivo de un solo disparo. No se sorprendió al ver el cadáver del hombre, imágenes por el estilo eran su "pan de cada día", veía demasiados muertos a diario como para afligirse por uno más en su lista. Mostró su escopeta de nuevo, con el objetivo de que su víctima admirara también su belleza. Iba a darla ese privilegio. — Mi amiguita dorada.
El arma predilecta del sicario Jeego "el Miope".
Dejó atrás el cadáver del hombre rubio, pisándolo al pasar por encima de él. Aquella bella señorita pensaba que él lo había asesinado, pero no perdió el tiempo intentando convencerla de lo contrario. Ignoraba quién había estado antes en aquel vertedero y le había arrebatado la vida al hombre de traje rojo, pero no era asunto suyo. Él debía matar a la chica. Si el otro tipo estaba ya en el infierno, pues un trabajo que se quitaba de encima.
La chica pelirroja mostraba una expresión de puro terror, viendo próxima su muerte a manos de aquel sicario de rasgos extranjeros y con tan mala vista que había acabado desarmado por barreras de seguridad, y disparando a una guitarra que se encontraba en aquel oscuro y maloliente vertedero de las afueras de la ciudad.
Le preguntó por qué lo hacía, a lo que Jeego respondió, muy serio y con total sinceridad, que él no la conocía de nada, y viceversa, pero que era su trabajo, y lo cumplía a rajatabla. No tenía necesidad de mentir. Era un hombre frío, directo y eficaz. Nunca había fallado, jamás. Jeego "el Miope" era uno de los dos mejores sicarios de su país, y uno de los más demandados por personas influyentes, políticos, magnates y demás. Según su opinión, él era el mejor, sin lugar a dudas. El gafoso idiota no podía compararse a su estilo con las armas, ni en su modo de llevar los elegantes trajes que siempre portaban para su trabajo, ni en muchos otros aspectos sobre los que Jeego podría pasarse horas discutiendo consigo mismo. Sin embargo, no tenía tiempo como para eso. Debía terminar con aquel trabajo (tan insultantemente fácil) cuanto antes, para poder presumir de su hazaña ante su rival, y para tomarse una noche de merecido descanso.
Y por supuesto, exigiría que le subieran el sueldo nada más terminar aquel asunto.
Le pareció sentir algo raro en el ambiente, algo que su razón no supo explicar, así que lo ignoró por completo y se preparó para disparar a la chica. No sentiría ningún remordimiento, lo sabía. Mataba prácticamente todos los días, el sentimiento de culpa no era algo que estuviese ya capacitado para experimentar.
— Bueno, preciosa, se acabó. Ahora mismo, hay dos cosas que pintan mal... — respiró hondo, harto ya de todos los contratiempos sufridos — ¡Mi vista, y tu futuro!
Pero cuando estaba a punto de disparar, un nuevo sonido le distrajo, y la chica escapó... a un callejón sin salida. Se encaminó hacia ella con extraña tranquilidad, relamiéndose, disfrutando de la indefensión de su captura.
Tuvo un mal presentimiento, sin embargo, que se materializó antes de que pudiera hacer nada por evitarlo. Escuchó un ruido extraño encima de su cabeza, y parpadeó de nuevo en busca de una pista con respecto a ello. Sin embargo, no tuvo tiempo alguno de identificar y esquivar de forma efectiva lo que literalmente se le vino encima. La grúa que se encontraba sobre sí mismo y que servía para mover los objetos pesados del vertedero había soltado su agarre, dejando caer una enorme esfera metálica sobre el incrédulo sicario, quien no tuvo tiempo de esquivarla.
En los últimos segundos antes de morir, pudo ver el rostro aterrado y a la vez esperanzado de la chica pelirroja mientras él era víctima de un "desafortunado accidente". Supo que aquello tenía más trascendencia de lo que aparentaba, que él no había resultado ser más que un peón en un macabro juego que no estaba seguro de querer conocer pero que, sin duda, no sería al único al que arrastraría.
"He perdido, Tengo. Tú ganas." fue lo último que alcanzó a pensar antes de que la pesada esfera se estrellase contra su delgado cuerpo, elevando los objetos que se encontraban cerca suyo a varios metros del suelo a causa del fuerte impacto.
No hubo gritos, ni dolor. Un silencio sepulcral se apoderó del apestoso vertedero. Y después, todo fue oscuridad.
*Se protege con un escudo*
