El sentir el tacto de aquella mano sobre su piel la hacía sentir viva, la hacía sentir feliz. Aquella mano que pertenecía al hombre que estaba durmiendo a su lado, ese médico rebelde al que admiraba y al que amaba, porque ahora si podía aceptarlo, ella amaba a Greg House por encima de todas las cosas. Lo había amado desde sus años de universidad en los cuales habían tenido un affaire, que terminó fracasando.
Lisa Cuddy nunca se había considerado una mujer romántica, por esa razón la manera pasional del nefrólogo la complementaba a la perfección. En sus furtivos encuentros toda esa tensión sexual que en el hospital se transmitían con comentarios sarcásticos, miradas y gestos, se transformaba en un desborde de placer, sensaciones pero sobretodo cariño.
La relación sentimental entre ambos médicos se había llevado a cabo al enterarse House de la relación que mantenía su amigo James Wilson con una antigua candidata a su actual equipo de diagnóstico, nada más y nada menos que Amber, la zorra despiadada. Al perder tiempo de estar con su amigo, House se pasaba menos tiempo en el hospital con lo que las discusiones con Cuddy habían ido en aumento y la tensión entre ellos también, hasta que una noche terminó por desbocarse, de aquello hacía ya más de dos meses.
Al notar los rayos de Sol filtrase por entre las persianas a medio bajar, Cuddy se levantó y se dirigió al baño para ducharse tranquilamente mientras rememoraba de nuevo como aquellas manos y aquella boca la habían echo llegar al cielo. Mientras la decana del Princeton Plainsboro se duchaba, Greg despertó al notar el vacío que había dejado el cuerpo de la mujer en la cama.
Pasados unos minutos, Lisa salió del baño envuelta en una pequeña toalla. Sonrió a House desde la puerta para luego acercarse y darle un tierno beso de buenos días. El médico quería seguir con aquel contacto pero la decana se separó debido a que tenía una importante reunión a primera hora con unos importantes benefactores del hospital, y aun se tenía que vestir y desayunar.
Desayunaron en silencio, no necesitaban las palabras para comunicarse. Una vez terminaron, House cogió su moto, Cuddy su coche, y ambos se dirigieron al hospital. Entraron juntos y el nefrólogo siguió a la decana a su despacho donde a Lisa le esperaba un precioso ramo de rosas rojas. La mujer al ver el ramo de aquellas preciosas flores encima de su mesa se sorprendió.
— ¿Quién es el que te manda flores?
— No lo se pero tiene muy buen gusto
Aquella respuesta no le hizo ninguna gracia a House. Lo primero era que alguien se había atrevido a enviarle flores a SU Lisa, ciertamente no tenían nada formal y que nadie sabía de sus encuentros pero ella era terreno privado; la otra cosa que no le había gustado es que a ella le hubieran gustado las flores, aquellas rosas rojas que él ahora mismo tenía en sus manos y de las cuales estaba mirando la tarjeta que ponía lo siguiente:
Lisa,
Se que tu belleza no es equiparable a estas hermosas flores, tú eres mucho más bella de lo que jamás pueda llegar a serlo cualquier otra cosa sobre la faz de la Tierra pero espero que conformes con dichas flores porque ellas representan lo que tu eres para mi, porque lo que tu eres para mí es: belleza, frescura, ternura pero a la vez también eres sobriedad, rectitud y serenidad.
Siento no tener el valor suficiente para desvelar mi identidad, aunque eso sea lo de menos porque mi querida Lisa lo que yo siento no corresponde a un nombre, corresponde a algo mucho más intenso que cada vez que te veo me quema por dentro.
Atentamente tu amable Robin,
XX
Después de leer lo que estaba escrito en la tarjeta la crispación de House aumentó mientras que la sonrisa de Cuddy siguió amplia adornando su rostro. Hacía tanto tiempo que la decana no recibía rosas que aquello le había alegrado el día, contando que estaban a escasos días de San Valentín todavía le había sabido mejor.
— No se como se puede ser tan azucarado, con estas palabras ha estado apunto de subirme el azúcar y tener que ingresar en urgencias.
— Pues a mi me ha hecho ilusión, está bien que de vez en cuando alguien te regale cosas y eso de tener un admirador tiene su morbo
— Como encuentre a ese tal Robin Hood que se vaya preparando porque a mi lado el Sheriff de Nottingham es un angelito
— Estás muy atractivo celoso pero no te pega House, aparte ya sabes que a mi solamente me atraen los médicos con barba de dos días y que sean sarcásticos, insoportable a la par que unos capullos integrales
El beso que siguió a esta aclaración de Cuddy fue rápido pero sirvió para restablecer un poco el carácter de House aunque no del todo. Sin decir una palabra salió del despacho de la decana en dirección al despacho de Wilson esperando poder desahogarse con el oncólogo como siempre hacía en estos casos, y dejando a la decana con una sonrisa en la cara preparada ya para asistir a la importante reunión que tenía en escasos minutos.
Continuará
Hola antes que nada agradecer a Rowen de la H y a NessylovesRoger por dejarme comentarios en mi anterior historia.
Vengo con una historia de más de un capítulo pero que tampoco será demasiado larga y en la cual se admiten apuestas para ver quien es la persona que se esconde bajo el pseudónimo de Robin.
Espero que mediante comentarios me hagáis llegar vuestros pareceres.
Nos vemos
