Notas de la autora: ¡Hola! Espero que estén bien. Ya por fin he publicado este libro 5 de Korra, espero que les guste, comenten y disfrútenlo. Estará dividido en varios capítulos, no se preocupen, vendrá más :3
Kuvira fue encarcelada por sus graves actos. Mientras Asami y Korra se encontraban de vacaciones en el mundo espiritual, luego de dos semanas, regresaron a Ciudad República muy descansadas y reconfortadas. Asami decidió ayudar con la ampliación de la ciudad. Korra decidió que hará su primera visita a Kuvira en la cárcel, ésta está retenida en una cárcel a los alrededores lejanos de Ciudad República, dentro de una celda especial de platino, alejada de cualquier cosa con la que pueda hacer uso de su control.
Al llegar, la chica revolvía sus propios pensamientos pensando qué iba a decir, cómo iba a reaccionar Kuvira, cómo la encontraría o de qué hablarían, pero se rindió y empezó a caminar hacia el imponente muro de platino que cubría la cárcel. Al entrar las miradas de todos los reclusos y guardias eran clavados en aquella de los ojos azules, botas marrones y vestimenta azul de la tribu del agua. Una vez en el área de máxima seguridad, los guardias se sorprendieron ante tal visita, preguntándose qué hacía ahí.
—Quiero ver a Kuvira. —Dijo directamente a uno de los guardias.
—¿Está segura, Avatar Korra? —Respondió el guardia dudosamente.
—Completamente.
—¿Lleva alguna cosa o prenda de metal? —Dice el guardia examinándola con la mirada.
—No. —Responde mirándose a sí misma para confirmar lo dicho.
El guardia asintió y la guió hasta la celda donde se encontraba la prisionera sin dudar de la joven. Parece que las personas la respetaban mucho más desde que derrotó a "La Gran Unificadora" se habían retractado de lo mal que pensaban de ella tras su ausencia por la recuperación luego de la batalla con Zaheer. Al llegar a la celda, Korra tomó una gran bocanada de aire mientras el guardia la miraba esperando su aprobación.
—No quiero que absolutamente nadie se entere de esta visita ni de las futuras. ¿Entendido?
—Como diga. —Responde él firmemente.
Aquel guardia procedió a introducir la llave en la ranura de la puerta que aislaba a Kuvira de los demás. Tan solo tenía a su disposición una cama, un lavamanos, un inodoro sucio y un bombillo a medio prender. El ambiente era carente de calor, muy espacioso por las pocas cosas que poseía la celda y se percibía la soledad extrema que causaba.
—Tienes visita. —Avisó el guardia con tono frío. Se nota que no es querida aquí, por obvias razones.
Al entrar, Korra quedó un poco incómoda al ver a aquella mujer sentada en la esquina de la celda mirando fijamente al vacío, como si su mente fuera libre pero su cuerpo todavía siguiera apresado en aquel lugar. Cuando ésta se dio cuenta de que alguien entraba a su celda desvió su mirada hacia la chica, unos segundos después reaccionó al ver que se trataba de la mismísima Avatar Korra, acomodándose en el lugar donde se encontraba, el avatar se acercó hacia ella mientras el guardia cerraba la puerta.
—Viniste a verme, que grata sorpresa. —Dijo Kuvira rompiendo el silencio, con voz ronca debido a falta de habla durante casi dos semanas.
—¿Nadie más ha venido a verte? —Preguntó dudosamente.
—¿Quién crees que lo haría? —Señaló con un tono sarcástico.
Korra quedó sin palabras al darse cuenta de que su pregunta había sido absurda pero la respuesta lo podría compensar.
—Yo. —Dijo esbozando una leve sonrisa, sentándose para quedar al mismo nivel que ella, viendo como su mirada se suavizaba.
—Y... ¿Qué te trajo aquí? —Preguntó humildemente.
—Sabes… Nadie cree en tu arrepentimiento, piensan que eres un monstruo. Pero yo no pienso eso. En las pequeñas vacaciones que tomé, me di el tiempo para pensar las cosas, yo sé que estás arrepentida y estoy aquí para darte una segunda oportunidad. —Respondió en tono sutil.
—¿Y por qué sólo tú piensas eso?, no soy digna de que el Avatar se apiade de mí. Tienes muchas cosas más importantes que hacer, en vez de estar aquí perdiendo tu valioso tiempo al visitarme... —Dijo dándose cuenta de la situación.
—Porque yo aquel día en el mundo espiritual vi a la verdadera Kuvira, detrás de aquella mujer con su imponente armadura de metal, vi a la capitana que conocí 3 años atrás, lo dolida y frustrada que podía llegar a estar para que no le sucediera a su nación lo mismo que a ella... —Le confesó—. Lo único que los demás ven, es como se le salió todo esto de las manos y cómo las cosas terminaron mal. —Siguió haciéndole ver el verdadero punto de vista de la situación.
—Ese es un buen punto. Creo que debería agradecerte... Sé, que ahora estoy más sola que nunca, el hombre que amo me odia... Y, ¿cómo no hacerlo? después de lo que le hice, no lo merezco. Pero en ese momento estaba tan sedienta de poder, que me segué completamente. Pensé que su muerte valdría la pena para matar a las únicas personas que me impedían la conquista de Ciudad República. Pero verlos a todos bien, saliendo de ahí sin un rasguño, no sé lo que había sido peor... Que en ese momento pudieran detener mis planes, o que fuera odiada por la única persona que llegué a querer realmente, la que siempre me apoyó y ayudó en todo... El único que creyó en mí... —Dijo sintiéndose mal consigo misma, agachando la cabeza en signo de dolor.
—No pierdas las esperanzas tan pronto, el asunto de Baatar todavía se puede resolver. Estoy segura que no te ha olvidado.
—¿En serio lo crees? —Susurra levantando la mirada hacia la chica.
—Sí, eso creo... Hablaré con él más adelante para ver si puede venir a verte y resolver sus problemas. No será nada fácil, pero hay que hacer el intento, ahora puedo ver que en verdad lo amas. ¿No? —Dijo la chica con una sonrisa de medio lado.
—En serio, gracias Korra. Él es el único que podría alegrar mis devastadores días en prisión. Aparte de ti, que haces que pase un rato agradable.
—Pues, entonces por qué no hacerlo más seguido. Podría venir una vez por semana, ¿te parece bien?
—Estaría estupendo. No estaría mal que alguien me visitara. —Comenta notándose todavía el dolor en cada una de sus palabras.— ¿Te... tienes que ir? —Pregunta algo triste.
—No tengo nada interesante que hacer ahorita. Así que me podría quedar un rato más si así lo deseas...
—Claro. Me podrías contar como va todo el asunto de la reconstrucción de Ciudad República. —Comenta. Aunque es algo un poco irónico.
—Sería buen tema...
—Ven, siéntate. —La mujer se decide levantar del mugriento suelo e instantáneamente Korra hace lo mismo siguiéndola para dirigirse al otro lado, donde le señala a la chica una silla, en ella se sienta Korra y Kuvira en la cama.
—Bueno, por lo que me dijo Tenzin, no habrá una reconstrucción, sino una ampliación. Sería una pérdida de tiempo intentar reconstruir toda la ciudad. —Empieza Korra.— Asami, estará trabajando sola en ese proyecto por un tiempo, mientras que Varrick vuelve de su luna de miel con Zhu Li... —Ella misma sonríe recordando tal pareja.
—Espera un momento, ¿Varrick y Zhu Li se casaron? —Pregunta Kuvira asombrada.
—¡Sí!, ¿no lo sabías? —Responde la chica.
—No, no lo sabía... Que extraño que el jefe se case con su asistente... Varrick no parece de esos sujetos que se preocupen por el amor. —Comenta un tanto extrañada por la situación, pero a la vez feliz por la linda pareja—. Pero, creo que nunca terminas de conocer bien a las personas. Me alegra que haya encontrado el amor y se haya casado. Zhu Li es una buena mujer. Lo defendió ante mí y se atrevió a sabotear el arma por él... —Afirma imaginándolos juntos y felices, tal y como ella quisiera estar con Baatar. De pronto recuerda su situación, y le cambia la expresión del rostro por completo, ahora se torna depresivo y pensativo.
—¿Qué ocurre? —Pregunta Korra a la mujer que alguna vez le llamaron "Tirana" al ver el cambio repentino de su estado de ánimo.
—Nada... Sólo me acordé de la miseria en la que me encuentro. —Le respondió.
—No te preocupes, es mejor que no pienses mucho en ello, te hará sentir peor… —Le recomienda por su propio bien.
—¿Cómo no voy a pensar en ello si va a ser mi tormento durante 10 años?
—Pero recuerda que con buen comportamiento puedes salir mucho antes. O en libertad condicional... Además, yo te puedo ayudar también con eso, puedo hablar con el Presidente Raiko para que acorte tu sentencia.
—Está bien... ahorita no hablemos de eso, sigamos con el tema... —Dice Kuvira calmándose un poco.
—Bueno, como desees. Por cierto, el príncipe Wu eliminó la monarquía, ahora la nación elegirá a su Presidente, y cada estado tendría un Gobernador independiente.
—¡¿En serio?! Eso es excelente. Espero que de verdad hagan del Reino Tierra un lugar mejor. —Comenta recordando todo lo malo que había hecho, pero en ese momento no le dio mucha importancia para no arruinar el momento.
—Sí, es en pequeño paso a un gran futuro. —Comenta Korra con aires de esperanza.
Siguen hablando por un buen rato sobre todos los asuntos mundiales. Hasta que por último le dice que la familia Beifong volvió a Zao-Fu y reconstruyeron las cúpulas. Luego de dos horas, concluye la visita de Korra.
—Bueno, creo que eso es todo, ya es tarde y me tengo que ir. —Comenta Korra
—Me agradó mucho tu visita, te espero la semana que viene. Fue entretenida la conversación, gracias. —Agradece Kuvira con una sonrisa.
—¡Hasta la semana que viene!
—Adiós. —Se despide mientras Korra sale por la puerta, el guardia ve a la prisionera con una mirada suave y le esboza una pequeña sonrisa, dejándola de nuevo encerrada y sola en su celda. Lo que la extrañó mucho por todas las veces que la había tratado fría e indiferente, pero no le quiso dar importancia.
La joven Avatar ya no se encuentra en aquel lugar lo que significa que el sufrimiento de la reclusa vuelve. Es hora de salir al patio para las actividades de servicio diarias. Todos están camino al lugar, al llegar les reparten escobas a un grupo en el que se encuentra entre ellos Kuvira, trapos a otros y cepillos con cubetas a un último.
El grupo que les toca barrer se sitúa en el patio al aire libre, hay sol intenso de mediodía lo que le agrada a la mujer ya que su celda solo hay una pequeñísima ventana que casi no permite los rayos del sol. Kuvira empieza desde una de las esquinas lejanas, evitando cualquier contacto con otros reclusas o guardias, pero como siempre, es imposible. Uno de los grupos problemáticos se le acerca a ella, nada más y nada menos que para buscar conflictos.
—¿Qué está haciendo, "Gran Unificadora"? —Dice uno de los primeros en gran tono de burla. Pero Kuvira no les presta atención lo que hace que se disgusten.
—¿Estás muy concentrada en tu trabajo? Pues perdona por interferir en el. —Reprocha otro pateando la escoba y haciendo que caiga a algunos metros.
—Quizás eso te ayude a que aprendas a mirar a la cara cuando se te está hablando.
—Ustedes no quieren hablar. Son unos bravucones que sólo buscan conflictos. Además yo no tengo porqué obedecer a un imbécil como tú. —Responde la mujer lanzándoles una mirada firme, como la que le solía mantener a sus subalternos.
—Deberías de aprender a respetar, creo que es momento de darte una lección. —Kuvira sabe lo que está por venir y se prepara.
El hombre le lanza un puñetazo a la mujer y ésta lo esquiva fácilmente, sonriendo de medio lado Kuvira se le queda viendo con aire victorioso mientras el atacante se recupera. Pero esto no dura mucho… Los otros 4 tipos que lo acompañaban se lanzan hacia ella sujetándola de brazos para que no pueda moverse, haciendo que quede frente a frente con el primero. Sigue con su imponente mirada y le lanza una patada en el entre piernas del sujeto haciendo que se retuerza del dolor y se zafa de uno de los hombres que la sostiene y golpea a otro. Se mueve rápidamente entre ellos y le lanza una patada en el rostro al cuarto tipo, pero su victoria no duraría mucho. La vuelven a agarrar con más fuerza doblándole los brazos y piernas hacia atrás haciendo que quede inmóvil.
—¿Te haces la dura, eh? —Pregunta furioso el líder.— Te arrepentirás de lo que hiciste.
Kuvira no baja la mirada, forcejea con los hombres que la retienen pero es inútil. Sin poder hacer nada se resigna a lo que va a suceder. De pronto una patada se clava en la parte trasera de su rodilla izquierda haciendo que pierda la estabilidad, un fuerte puñetazo en el estómago le saca el aire, otro golpe es clavado en la mejilla izquierda, también en la nariz haciendo que le comience a sangrar.
—Eres tan cobarde, que no tienes las agallas para pelear con una mujer sin ayuda de otros. Eso solo te hace menos hombre. —Dice Kuvira fuerte y claro para que la escuche. Pero eso no hace que se detengan.
Las manos del hombre ya están repletas de la sangre de la "Tirana" aquel apodo que le gritaban diariamente junto a otros más. Pero todavía no cesa la golpiza, apenas estaba intentando recuperar la noción del tiempo cuando otro golpe es situado en sus costillas derechas y en la cara. Hasta que la dejan caer al suelo desplomada aún consciente agonizando del dolor, una última patada se clava en su abdomen haciendo que se retuerza más.
Los guardias hacen caso omiso a tal injusticia, ya que está prohibida cualquier tipo de abuso en la cárcel. Pero como se trata de la ex "Gran Unificadora" aquella que hizo sufrir a muchísimas personas, pareciera que no les importara que le manifestaran tal abuso. Exceptuando a uno, el guardia joven de alto rango que la custodia en su celda, ese que le esbozó una pequeña sonrisa cuando Korra se fue. Este corrió a toda velocidad a donde se encontraba Kuvira, haciendo que se disperse la multitud que había causado tal revuelta. La mujer casi inconsciente lo reconoce rápidamente, pero antes de que pueda decir algo, se desmaya por el imponente dolor que se apoderaba de cada parte de su cuerpo.
El guardia la carga en con sus musculosos brazos para llevarla a enfermería donde exige que la atiendan rápidamente.
Dos días después Korra va a Zao-Fu para hablar con Baatar sobre Kuvira. Al llegar allá pareciera que no se notara que fueron reemplazadas las cúpulas, son idénticas que las anteriores, pero más reforzadas con Platino. Llega con uno de los bisontes que tomó prestado en la isla del templo aire en Ciudad República. Aterriza en el jardín de la casa de la familia Beifong, se baja rápidamente y se dirige hacia la puerta cuando de repente se encuentra a Su.
—¿Korra? ¡Hola, me da mucho gusto verte! —Comenta Su mientras se acerca a ella.
—Hola Su, también me da gusto verte. —Se detiene esbozando una sonrisa.
—¿Qué te trae por aquí? —Le pregunta extrañada por su visita.
—Vine a hablar con Baatar... —Le responde apartando la mirada.
—Ah, entiendo. Él está en la sala principal. -—Dice Su.
—Gracias, hasta luego, también me gustaría hablar contigo pero eso será en otro momento. —Argumenta Korra mientras camina hacia el interior de la casa.
—Hablamos después. —Responde alzando la voz para que la escuchara.
Ya dentro de la casa, Korra empieza a buscar la sala principal, al principio se pierde por lo grande que es, pero termina encontrándola de sorpresa. Casi al llegar a la entrada de ésta, Korra escucha a Baatar hablando con una mujer, piensa que es imprudente, pero en vez de interrumpirlos, los espiará.
—No lo sé Nika. —Responde Baatar a lo que parece una pregunta.
—Pero piénsalo, todo este tiempo siempre he estado para ti, he dedicado una gran parte de mi tiempo para que esto funcione, te he apoyado en todo lo que necesitas; no desperdicies todo lo que hemos construido juntos. —Le explica la llamada Nika.
—Sí, tienes razón, pero todavía ando con todo lo de Kuvira... Y creo que necesitaré un tiempo más. —Korra se sorprende, está tratando de unir las piezas.
—Puedo ayudarte con todo ello, tan solo dame la confianza, ¿sí?
—Está bien. Acepto. —Dice Baatar. La mujer está que salta de la alegría y le da un pequeño abrazo.
—Gracias, en serio. No te arrepentirás. —Korra se imagina lo peor. Ya ha reemplazado a Kuvira. ¿Y cómo no hacerlo? Después de lo que le hizo es lógico que ocurra.
No los interrumpirá. Ya sacó sus propias conclusiones, pero ese no era el peor problema, tenía que encontrar la manera de decírselo a Kuvira, pero ni siquiera sabía si tendría la valentía de decirle. Ella también tiene planeado hablar con Su porque de alguna manera es como la persona más cercana a Kuvira desde que le abandonaron. Pero eso tendrá que esperar, Korra se dirige hacia el bisonte volador para proceder a salir de Zao-Fu.
