Los personajes no me pertenecen, son de Cassandra Clare, solo la trama es mía.

El Chico Del Metro

Y volvió a suspirar. Qué bueno que no estaba Simon para verla.

Era un reflejo involuntario que se hacía presente cada vez que ese chico de ojos dorados y cabello rubio se subía al tren y comenzaba su acto. El verano estaba casi acabando y ella aún no se aburría de oírlo cantar.

La primera vez que lo vio fue un viernes, el último día de clases, antes de las vacaciones de verano. Él se había subido al tren e interpretado una canción sobre ya-no-recordaba-que, usando solo su voz, sin ningún otro instrumento. Al finalizar, recorrió el vagón recogiendo los billetes que le ofrecían.

Clary había registrado los bolsillos de sus jeans, los de su chaqueta, puso de cabeza su bolso e incluso se revisó el sujetador; todo, en busca de algún billete, pero no llevaba nada de efectivo. Y Simon no quiso prestarle. Entonces, cuando paso junto a ella, el chico le dio una pequeña sonrisa.

Lo volvió a ver una semana después, un jueves en la tarde, cuando regresaba a casa luego de las clases de arte a las que se había inscrito todo el verano. El volvió a cantar, ella no llevaba efectivo y él se le quedo viendo antes de bajarse del vagón.

Ahora, todos los jueves en la tarde se lo encontraba en el tren. Y ella nunca llevaba dinero encima. Un mes atrás, aproximadamente, se dio cuenta del patrón por lo que decidió llevar por lo menos un dólar en el bolsillo. Pero de alguna forma, terminaba sin nada. Lo gastaba, lo prestaba, lo perdía o lo encontraba después de que él ya se había ido.

Quería hacerle saber que su música le gustaba, pero no podía ni pronunciar una palabra cuando lo tenía cerca. La opción más viable era el dinero… que nunca tenía en el momento propicio.

El rubio se paró entre dos puertas, donde todos en el vagón medio vacío podían verlo. Clary estaba en primera fila, no muy lejos de allí.

Mi corazón se detendrá, de este camino es el final

Sin dudar más, un respiro tomo

Solo, sin pensar, un suspiro escapa

Ya no hay que esperar, de mi corazón te quito.

El silencio más lo bendito

Voy borrando cada cosa, el recuerdo, lo que fuimos

Veo en el fuego mi memoria y lo que soy…

Clary tenía la vista en el piso mientras lo escuchaba, no quería mirarlo fijamente y parecer una acosadora. En el suelo del tren vio algo que llamo su atención. Un billete de veinte dólares. Sin dudarlo, lo tomo.

es imposible escapar de ti

Duele si me acerco a ti y duele aún más alejarme

Dentro de este sueño hay un sueño a la vez

No hay maneras ya de escapar

Decir que te olvidare no es más que una gran mentira

No hay lugar en mi alma en que no estés tu

El peligro se siente aún más

Creo que te extraño aún más

Creo que me dueles aún más…

Clary se sonrojo al darse cuenta que era la que aplaudía más fuerte de los presentes. El comenzó a pasearse por el vagón recogiendo el dinero, dejándola de última. La miro, como de costumbre, pero abrió más los ojos al ver el billete.

-Supongo que hoy si te impresione- dijo, sonriendo de lado.

-Eh… no- al chico se le fue la sonrisa- ¡quiero decir que siempre me impresionas, solo que antes no tenía dinero en efectivo, pero hoy si! y… y…

-Calma, Clary, solo bromeaba- el rio un poco.

-¿Cómo sabes mi nombre?- inquirió ella, ladeando la cabeza.

-Oh, bueno, el chico de lentes que siempre te acompaña habla muy alto- respondió el rubio con indiferencia- a nadie le interesa saber que en la tintorería le encogieron la ropa interior.

Ella se coloro intensamente. ¡Qué vergüenza! ¿En serio había escuchado esa conversación? Tendría que hablar seriamente con Simon sobre las cosas que hablaba en público.

Volvió a tenderle el dinero.

-¿Y eso para qué?- el chico miro el papel verde arqueando una ceja.

-Por tu canción.

-Creo que mi canción vale más que veinte dólares- se burló.

-No, quiero decir, por como cantaste…

-No busco dinero, Clary- el tomo el billete y lo metió en el bolso de ella- no el tuyo, al menos.

-Es que me gusto tu canción- insistió ella. Al fin tenía un billete y él se negaba a aceptarlo. Genial.

El sonrió ante su ceño fruncido. Le quito el teléfono de la mano, tecleo algunos números, el teléfono de él sonó, luego colgó y le devolvió el teléfono a Clary.

-¿Qué te parece si me dices cuanto te gusto mi canción mañana, mientras tomamos un café?- el sonrió entre coqueto y arrogante- tranquila, si te extiendes mucho, te invito a comer.

Clary no sabía si sentirse halagado por su invitación o rodar los ojos ante su arrogancia. Tampoco pudo responder a la pregunta, pues él dijo:

-Creo que esta es tu estación.

La empujo suavemente por los hombros y la sacó del tren.

-Hasta mañana- susurro a su oído, antes de que las puertas se cerraran.

-Pero ni siquiera se tu nombre- murmuro para sí, mientras veía el tren alejarse.

Saliendo de la estación se encontró con Simon, quien la esperaba. Su amigo comenzó a parlotear mientras caminaban a casa de ella, pero Clary solo podía pensar en el chico del tren.

-Entonces, vendrás mañana, ¿no?

-¿Qué?- ella lo miro, completamente perdida.

-Mañana, la audición de mi banda, a las 2 p. m…

-No lo sé- respondió la pelirroja- tengo una cita.

-¿Una cita?- grito Simon- ¿con quién?

La gente se les quedo viendo, allí le dio la razón al chico, Simon tenía que dejar de hablar tan alto. Antes de responder y decir que no sabía como se llamaba el chico, le llego un mensaje de texto. Un número desconocido.

"Mañana a las cuatro, en el tren de siempre ;) Jace."

-¿Y?- exigió Simon- ¿con quién saldrás?

-Con Jace.

El resto de la tarde la paso oyendo de fondo la voz de Simon, quejándose por lo de la cita, con ese chico que él no conocía. Ella solo pensaba en que al fin conocería al chico del metro.