Disclaimer: Los personajes conocidos como Harry, Hermione y Ron, y otros pertenecen a J.K.Rowling. Yo los pido prestados por momentos para echar a volar mi imaginación..jeje.
Lo que no presto son mis personajes..el 'policía o detective' que en el próximo capítulo se sabrá su nombre..jeje. Los dejo..lean y dejen reviews (para todo escritor son buenos los comentarios..de todo tipo si quieren).
Comencé otra vez la historia y cambié algunas cosas..muy poco..bueno, aquí está el capi 1 arreglado y muy luego vendrá el 2..bye!!
Encontrando vestigios
Era noche cerrada. Hermione Granger estaba a punto de cometer el segundo error más grave de su vida cuando unos golpes en la puerta la interrumpieron.
Al principio no los oyó; una tormenta amenazaba con cortar la electricidad antes de que pudiera terminar el correo electrónico que estaba escribiendo a toda máquina, una súplica deseperada que debía enviar anter de que se fuera la luz.
Y antes de perder el valor necesario.
Las luces parpadearon, y Hermione masculló un juramento entre dientes. En aquel momento oyó los golpes en la puerta, esta vez más fuertes, más insistentes.
Miró el reloj. Medianoche. ¿Quién podía ser a esas horas? Se volvió hacia Crookshanks, su enorme y sobrealimentado gato que compartía con ella casa, al que disgustaba ver perturbadas sus siestas. El gato seguía durmiendo.
Hermione aguzó el oído. Quizá habían sido imágenes suyas, provocadas por los truenos, el viento y todo eso.
Más golpes en la puerta.
Echó un vistazo por la mirilla. En el umbral había un hombre empapado de lluvia. No le veía la cara, que quedaba oculta bajo la sombra del sombrero de ala ancha que llevaba, anticuado, muy de los años cuarenta.
-¿Si?- dijo
-¿Doctora Granger? ¿Doctora Hermione Granger?- preguntó una voz autoritaria.
-Sí.
El hombre sostuvo en alto una placa. Departamento de policía de Londres. Añadió algo, seguro su nombre, pero las palabras quedaron ahogadas por un trueno.
-¿Puedo pasar?- casi gritó-. Se trata del profesor Canon.
Hermione parpadeó.
-¿El profesor Canon?
Entreabrió la puerta para poder ver mejor al desconocido. Era alto y estaba empapado, pero no distinguió nada más.
-¿Sabe que tiene el teléfono averiado?
Abrió la puerta del todo.
-Pasa cada vez que llueve. Entre, agente. ¿Qué pasa con el profesor?
-Detective- la corrigió el hombre antes de pasar, los anchos hombros calados de lluvia.
Hermione cerró la puerta para resguardarlos de la tormenta.
-Es difícil de localizar- agregó el policía, como si hubiera conducido hasta allí solo para decirle eso.
A Hermione le recordó algo que Paul, el último hombre con quien había salido, le dijo cuando se separaron porque ella no estaba dispuesta a trasladarse con él a Nápoles para convertirse en ama de casa mientras él ejercía de abogado: "Esto no es un hogar, Hermione, sino un escondrijo".
¿Estaría en lo cierto? Pero ¿de qué se escondía? Su mejor amiga, Ginny, la había regañado por 'dejar escapar' a Paul. Era una buena presa, había asegurado como si hablara un faisán. Pero Hermione no pretendía cazar a un hombre, y menos aún a uno que le dijera "tu carrera profesional es un asco, así que más vale que te cases conmigo". Lo que Hermione buscaba era una relación basada en el amor y el compañerismo, pero ambos conceptos la rehuían. En cuanto los hombres decubrían que no sería el centro de su vida, que el trabajo era lo primero, se largaban, por lo que había desistido.
Razón por la que intentó no mirar con fijeza a aquel hombre desconocido alto, cuyos ojos se ocultaban entre las sombras. Tal vez fuera apuesto, pero el sombrero le impedía averiguarlo.
-¿Qué pasa con el profesor?¿Está bien?¿Le ha sucedido algo?
El hombre paseó la mirada por el interior de la rústica cabaña, como si hiciera inventario de las estatuas egipcias, la alfombra oriental, las macetas de plantas, los cuadros y pósters del Nilo y las pirámides.
-Ha sufrido un accidente, doctora Granger. Se encuentra en estado crítico y pregunta por usted.
Hermione seguía sin ver bien el rostro del policía, que seguía velado por la sombra del sombrero, pero detectó una mandíbula poderosa y una boca de líneas firmes.
-¿Por qué pregunta por mí?- Hacia más de un año que no estaba en contacto con el profesor.
-No tengo ni idea. Su teléfono no funciona, así que me han enviado para ponerla al corriente.
Aquel tono. ¿Le fastidiaría que le hubieran encomendado aquel recado?
-Voy a recoger el bolso.
El policía siguió examinando la estancia y vio la enorme galleta de avena sin tocar junto al teclado, así como una taza de café que parecía haber enfriado. Unas cosas olvidadas por lo que estaba escribiendo, por lo visto un correo electrónico.
Hermione cogió las llaves del coche, apagó las luces y al llegar a la puerta se volvió para mirar la pantalla del ordenador y el correo que aguardaba a ser enviado. Un intento desesperado de salvar su carrera explicando su versión de lo que en realidad había sucedido durante su carrera explicando su versión de lo que en realidad había sucedido durante el escandaloso incidente ocurrido en el sepulcro del faraón Tetef. Lo enviaría más tarde, hacia San Francisco.
Al salir se detuvo bajo la lluvia y se quedó mirando el neumático delantero derecho de su coche. Plano como una torta. No tenía tiempo para cambiarlo 'diós, este hombre será muggle, porque si no, me aparezco en el hospital'.
-La llevaré yo- se ofreció el detective a regañadientes.
El policía no le dio más explicaciones durante el trayecto al hospital, que se encontraba a unos diez kilómetros de distancia. No se había quitado el sombrero, pero ahora Hermione le veía la cara un poco mejor. Aparentaba treinta y tantos; profundas arrugas alrededor de la boca, nariz grande y bien formada.
La carretera ofrecía un aspecto que parecía sacado de una pesadilla, con los cuatro carriles inundados y ríos de barro descendiendo por los barrancos a la luz de los relámpagos que surcaban el cielo negro. Hermione ni siquiera alcanzaba a ver a los escasos vehículos que circulaban a paso de tortuga.
Hermione pensó en el profesor Canon. ¿Cuándo habían hablado por última vez? Hacía un año, tras colaborar en el proyecto Salomón, habían ido a almorzar. Eran amigos y habían trabajado ,pero aún así, ¿por qué preguntaba por ella?
Se inclinó hacia delante como si intentara incrementar la velocidad del coche.
El detective se volvió hacia ella y la examinó. Tensa, nerviosa, absorta en sus pensamientos, silenciosa.
No estaba acostumbrado a aquello. Dieciocho años en la policía habían afinado su instinto. La mayoría de la gente era fácil de calar, mientras que al resto había que dedicarle un poco más de tiempo. Sin embargo, Hermione Granger era un enigma. Una carrera a media noche para llegar al hospital donde un amigo suyo yacía en estado crítico. Era un tiempo ideal para un dialogo nervioso, mil preguntas, un cigarrillo tras otro. Pero ella no.
Se limitaba a permanecer sentada, con la mirada fija en la carretera, pero sin verla, concentrada en otra cosa.
-Jericó- exclamó de repente.
El detective volvió a apartar la vista de la calzada.
-¿Qué?
-La primera vez que trabajé con el profesor Canon fue en Jericó.
El policía parpadeó. La mujer sostenía una conversación consigo misma. Poseía una voz inesperada, profunda, firme, madura al mismo tiempo.
- ¿Qué le ha sucedido?- inquirió-. ¿Un accidente de auto?
-Se cayó por la escalera.
Hermione se lo quedó mirando. ¿Qué el profesor Canon se había caído por la escalera?
-Podría haberse matado- comentó al recordar que su antiguo profesor debía de contar más de setenta años.
-Está muy grave.
En el cielo retumbó otro trueno acompañado de un relámpago. La noche había adquirido una cualidad surrealista. 'No se muera, profesor'.
Al poco salieron de la carretera principal y enfilaron hacia otra. El policía aminoró la velocidad y entró en el estacionamiento.
Hermione esperaba que la dejara allí y se marchara, pero el hombre aparcó en la zona reservada a urgencias y cruzó con ella la doble puerta hacia el ascensor, donde pulsó el botón de la cuarta planta. A la intensa luz del ascensor, Hermione vió más arrugas en torno a sus ojos, así como un mechón de cabello rubio oscuro bajo la parte porterior del sombrero, que no se había quitado. Asimismo advirtió con cierta sorpresa que bajo la gabardina empapada llevaba lo que parecía una americana, una camisa blanca de cuello almidonado y una corbata de seda granate con el nudo impecable. ¿Lo habían sacado de una fiesta para enviarlo a su casa?.
Hermione esperaba ver un grupo lleno de amigos, parientes preocupados montando guardia ante la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), pero no había nadie. A excepción de un hombre que bebía agua de una fuente, el vestíbulo parecía desierto. En el interior tampoco había nadie velando angustiado por el profesor.
-¿No han avisado a nadie?- preguntó tras identificarse en el control de enfermería.
-Solo a usted- repuso la enfermera mientras señalaba a Hermione uno de sus cubículos puestos en semicirculos en torno a una batería central de monitores.
Al ver a su antiguo profesor tendido entre las sábanas blancas se le inundaron los ojos de lágrimas. El vendaje que cubría la frágil cabeza, el suero intravenoso en la mano, la cánula de oxígeno en la nariz, el sonido el monitor cardíaco. Su tez presentaba un color sobrecogedor, y parecía muy anciano.
Le miró las manos, moteadas y amoratadas donde entraba la aguja del suero, y de repente le acudió a la memoria una imagen, un recuerdo de aquellas manos finas trabajando en un papiro antiquísimo que se había desintegrado en mil fragmentos y él trataba de unirlos con pinzas, durante varias horas, hasta meses.
-Mira, Hermione- había señalado.
Hermione tomó una de aquellas manos entre las suyas, rogando por que pudieran recomponer muchos más papiros en los años venideros. El profesor abrió los ojos y se la quedó mirando un instante con expresión desconcertada antes de reconocerla.
-Hermione, has venido...
-Chist, profesor. No haga esfuerzos. Sí, estoy aquí.
El profesor miró a ambos lados con la expresión cada vez más alterada. Hermione sintió la presión de sus dedos fríos y secos.
-Hermione..,ayúdame...
Se inclinó hacia él para escuchar.
El detective encontró lugar junto a un carrito cargado de suministros médicos desde donde podía observar al profesor y su visitante.
Veinticuatro años, ataviada con pantalones de lana marrón y blusa de seda color crema, delicado reloj de oro..muy femenina, pensó el policía, no el tipo de mujer que trabaja en tierras y ruinas. Llevaba el cabello castaño recogido con un collet, pero algunos mechones rebeldes habían escapado y le ocultaban el rostro. Tal vez era guapa, pero ¿qué sabría él?
Su voz era única, eso sí.
Ajena a la examinación del policía, Hermione se acercó más al profesor, que hablaba con gran dificultad.
-Mi casa..-susurró-. Ve, Hermione.Urgente.Antes..,antes de que..
-Tranquilo, profesor.Se pondrá bien, no se preocupe.
-Pandora- insitió el anciano, cada vez más agitado-. Mi casa.
-¿Pandora?¿es su gato?¿su perro?¿quiere que le dé de comer? Voy a llamar a alguien. A algún pariente. A alguien de la universidad..
El hombre negó con la cabeza.
-No, solo tú.Ve.
Cerró los ojos y frunció el ceño con expresión de dolor o de exasperación, Hermione no lo sabía muy claramente.
-La Codex Runicus..-balbució
-¿La qué?
Los ojos del profesor permanecieron cerrados.
-Profesor Canon...
El hombre consiguió articular tres palabras más.
-Pandora. La llave...
Y acto seguido perdió el conocimiento.
Cuando salía de la UCI acompañada del detective, Hermione se sintió embargada por una profunda tristeza. El profesor parecía pequeño y vulnerable. Siete años antes, cuando trabajaban juntos en Israel, le parecía un gigante.
Al llegar a los ascensores, Hermione sacó el móvil del bolso.
-A ver si consigo un taxi a estas horas- murmuró mientras marcaba el número de información.
-La llevaré a casa.
-No voy a casa. Tengo que ir a la casa del profesor. Creo que quiere que le dé de comer a su mascota.
-La llevaré allí.
Otro ofrecimiento a regañadientes, pero Hermione lo aceptó. Corrieron por el aparcamiento, pues seguía lloviendo a cántaros. Le indicó la dirección cuando subían al coche.
- No sé el número, pero reconoceré la casa.
Era un barrio acomodado y cuando se detuvieron ante una gran casa estilo Tudor, situada a cierta distancia de la calle y rodeada de setos recortados con pulcritud, rosales y césped bien cuidado, no vieron ninguna luz encendida. Hermione se apeó y corrió hacia la casa bajo la lluvia.
Al alcanzarla en el porche, el policía la encontró rebuscando entre macetas y bajo el felpudo.
- Ha dicho algo de una llave, sin embargo no la encuentro.
No había ninguna llave, pero la puerta principal estaba abierta.
- Gatito, gatito..¿Pandora?¿Pandy?Hola..- llamó Hermione en cuanto entraron en el vestíbulo oscuro.
Esperó un maullido de bienvenida o el sonido de pisadas tenues sobre el suelo de mármol, pero lo único que oyó fue el silencio tan solo quebrado por los ocacioanles truenos.
Se adentró más en la oscuridad, asomándose a varias puertas y sintiéndose como una intrusa mientras seguía pronunciando el nombre del gato. De pie en el vestibulo circular, con los brazos en las caderas mientras se preguntaba si debía seguir buscando, se sobresaltó al oír el murmullo de una voz. De repente se dio cuenta de que el policía ya no estaba a su espalda, de modo que se dirigió al pie de la amplia escalera y alzó la vista. Lo vio arriba, oculto entre las sombras. Para su sorpresa, estaba hablando por el móvil.
No se distinguían sus palabras, pero se le antojó extraño que hubiera subido. ¿Qué buscaba?
En aquel momento vio una luz débil procedente del salón.
Al acercarse a la puerta abierta, reparó de inmediato en el cuadro colgado sobre la chimenea. La obra, pintada en el estilo clásico del Davis de Ingres, mostraba a Pandora, la primera mujer de la tierra según la mitología griega, una figura alta y esbelta envuelta en una túnica vaporosa, de expresión afligida y nostálgica, que señalaba con uno de sus delgados brazos la caja que Zeus acababa de entregarle.
Hermione se puso de puntillas para apartar el cuadro, pero tras él no había ninguna llave ni una caja fuerte que pudiera contener una llave.
Volvió a colocar el cuadro, retrocedió unos pasos y lo contempló. Tenía que ser la Pandora a la que se refería el profesor. No recordaba que tuviera animales de compañía cuando trabajaban juntos, de modo que suponía que tampoco los tenía ahora.
De pronto se fijó en el brazo extendido de Pandora. Si bien señalaba el regalo que Zeaus le había hecho, una caja que encerraba todos los males del mundo, el pálido dedo también podía señalar un punto situado a la derecha del lienzo, en concreto una caja de madera muy labrada colocada sobre un pedestal de mármol. Hermione vio que se trataba de un estuche de cigarros y recordó que el profesor lo guardaba en su estudio. Parecía fuera de lugar junto a aquella pared.
Levantó la tapa y al instante abrió los ojos de par en par. La caja no contenía puros, sino una esfera, más bien, la mitad de una esfera muy antigua y gastada.
Hermione oyó pasos a su espalda, sacó la media luna y otro objeto plano de la caja y la sostuvo en alto para mostrársela al policía.
- Creo que es lo que quería el profesor- anunció al tiempo que señalaba el cuadro-. Pandora me ha mostrado el camino.
El policía guardó silencio y permaneció semioculto entre las sombras, mientras un relámpago iluminaba por un instante el salón lleno de antigüedades y tesoros ancestrales.
- ¿Puedo llevármelo?- preguntó Hermione-. Se lo llevaré al profesor mañana por la mañana. Puedo firmar un recibo si hace falta.
- Confío en usted- aseguró el hombre.
- ¿Por qué ha subido la escalera?- quizo saber Hermione en cuanto salieron al porche, cerraron la puerta y se enfrentaron de nuevo a la lluvia negra-.¿Ha encontrado algo?
El policía miraba la tormenta con fijeza.
- Estaba revisando la mosqueta para ver dónde había tropezado.
- Me pareció oírlo hablar por teléfono con alguien.
- El marido de la asistenta. Fue ella quien llamó a la ambulancia. Quería hablar con ella, pero está sedada.
Hermione lo observó con detenimiento. Mandíbula tensa, al igual que la voz. Y de repente la asaltó una idea alarmante.
- La caída del profesor no ha sido accidental, ¿verdad?¿por eso han asignado a un detective al caso?
- No me han asignado, y la caída sí fue accidental.
- Entonces, ¿por qué han enviado a un policía a buscarme?
El policía se volvió por fin hacia ella.
- Creía que lo sabía. John Canon es mi padre.
OK,OK!! Sé que la única persona que ha salido hasta el momento es Hermione, pero calma!! Es que esta parte es muy importante para la historia y aunque no lo crean todos los personajes que han salido lo son también.
Creo que falta un poco todavía para que un chico y una chica aparezcan en acción, ya?..y ahora..k opinan?? Dejen rr!!
He tenido k investiga muchas cosas para realizar este fic k tiene toda mi dedicación y espero k uds la tengan en leer..y vayan averiguando cositas.
Bueno..no los lateo más y en muy corto tiempo estaré de vuelta con otro capi.
XAU!! Parótida.
