DISCLAIMER: Ninguno de los personajes me pertenece. Todos y cada uno de ellos son propiedad de J. R. Johansson. Yo sólo escribo con el propósito de entretener, ¡sin ningún fin de lucro!

ATENCIÓN: Contiene spoilers de Insomnia.


Detonación

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Finn no se consideraba una de esas personas que suelen enfadarse con frecuencia. De hecho, es bien visto por lo demás, y él mismo, como un adolescente de buen carácter y enorme carisma. Sólo conseguía fingir molestarse con su hermana, Addie, pero no podía sostenerse de esa manera por más de cinco segundos. ¡Cinco segundos!

No obstante, la molestia se volvía un revoltijo de calor en su estómago, mientras conducía el auto de Parker en completo silencio.

No era para menos. Quien creía su mejor amigo lo había golpeado por primera vez en su vida.

Bien, solían darse golpes de hermanos del alma, de esos que salen sin fuerza y sin ánimo de herir o causar daño; pero Parker se había pasado.

Le costaba reconocer a su mejor amigo, allí sentado a su lado, con unas impresionantes bolsas negras bajo sus ojos y la cabeza gacha, como si le molestase ser visto por las personas que ojeaban hacia las ventanillas. Su aspecto delgado y oscuro—debido a las vestimentas negras—le hizo sentir cierta simpatía. Sabía que Parker no debía estar pasándola bien, independientemente de la razón de por qué, y Finn no lo culpaba ni cuestionaba. Sólo era difícil para él aceptar que tal vez su mejor amigo se hubiese vuelto un acosador.

Curvó sus labios en disgusto. Los sucesos vividos últimamente le perturbaban. No ayudaba mucho que Addie se hubiese vuelto tan cercana a Mia, debido a que le tenía que ver la cara a la pobre chica que parecía pronta a volverse loca.

Admitía silenciosa e internamente que estaba realmente preocupado.

¡Pero al diablo con Mia!

Estaba preocupado por el adolescente idiota que estaba sentado a su lado.

Claro que iba a esperar a escuchar lo que tuviese que decir en su defensa, comenzando por una disculpa. Finn sabía que no le iba a costar perdonar a Parker, lo conocía desde que eran pequeños, se habían criado juntos, y era por ello que, de alguna manera, continuaba negándose a caer en lo que decía la gente.

Miró de reojo al muchacho. Parker se mantenía con su mirada azul en la nada, con el labio inferior temblándose levemente mientras fruncía el ceño cada tanto, inconsciente de ser observado.

Algo perturbaba a su mejor amigo, lo sabía, y Finn tuvo la certeza de que, lo que fuese a decirle, no importase cuán grave fuere, iba a iniciar un reloj interno hacia lo increíble. Pasó saliva con cierto nerviosismo, con sus manos tensas apretando el volante, sin frenar su rumbo al Shake Shop. Se conocía lo suficiente como para afirmar que su persona se iba preparando para recibir una de las mayores responsabilidades que pudiese mantener al margen.

Mantener en secreto.

Le volvió a echar un vistazo. Parker continuaba sin sentirse aludido de su mirada pero en aquel momento, parecía avergonzado.

Suspiró imperceptiblemente.

Cuando llegaron, Finn se tomó la molestia se buscar la mesa más apartada del resto, buscando privacidad. Bebió un sorbo apresurado de su pedido—un batido con chips de chocolate—y encaró finalmente a su mejor amigo, puesto en duda. El otro había estado siguiendo detenidamente cada una de sus acciones.

—¿Y bien? Adelante.

Parker dudó, aún mirando directamente a sus ojos con los propios claros, y entonces abrió la boca para hablar.

Repentinamente, Finn sintió que el conteo había comenzado.

Que los números se movían en descenso con velocidad.

Y su mejor amigo podría no estar vivo al final.

{…}