Capítulo 1
Un nuevo día despuntaba ya por el horizonte y la actividad comenzaba en una pequeña casita en las montañas donde vivía la familia Son.
Eran tiempos de paz, pero esa paz pronto se vería alterada por los gritos de Chi-chí, la mujer de Goku y madre de sus dos hijos: Son Gohanda y Son Goten.
-¡Goku¡Ya me tienes harta!-dijo la mujer.-Te llevas todo el día holgazaneando y ya estoy harta, hoy nos vas a llevar a la ciudad que tengo que hacer unas compras y mientras tú y ese amigo tuyo de Piccolo vais a ir a la comisaría de policía para renovar vuestro permisos de conducir¿me has oído?-
Silencio.
-¡Ya está bien!-volvió a gritar Chi-chí. Se levantó de su silla donde estaba sentada tomando "tranquilamente" su desayuno y se dirigió a su dormitorio y al de sus hijos para despertarles y hacer que se levantasen.
-¿Goten, es que no me has oído¡Venga, arriba, perezoso!-gritó de nuevo quitándole las mantas a su hijo.
-Está bien, mamá… Ya voy…-contestó incorporándose y frotándose los ojos con las manos. Se levantó y se dirigió al baño para asearse.
"Ya sólo queda el padre…" pensó Chi-chí.
-¿Goku? Quiero que te levantes ahora mismo y sin chistar,-dijo poniendo los brazos en jarras. Repitió la operación de retirar las sábanas y podo ver que su marido seguí igual de perezoso que cuando le conoció. Con la desesperación sobre su cabeza gritó con todas sus ganas, -¡ARRIBA!-
-¿Y a Gohan por qué no le despiertas?-dijo Goku perezoso y volviéndose hacia el otro lado.
-Porque tu hijo vive ahora con su esposa. A diferencia de ti y de Goten él ha salido a mí,-dijo con ojos llenos de orgullo por su hijo. Pronto volvió a la situación y gritó:
-¡ARRIBA!-dijo enfurecida.-Habrás vencido a Célula, a Freezer y a Boo-Boo, pero conmigo no vas a poder… ¡DESPIERTA!-
El saiyan saltó de la cama sobresaltado la miró y se disculpó dándole los buenos días. Se vistió con su traje para ir a la capital y bajó a desayunar con su hijo que ya estaba listo.
A los pocos minutos de estar en la cocina tocaron a la puerta y Goten fue a abrir. Allí, de pie, estaba Piccolo, el que se encargó del entrenamiento de su hermano mayor cuando su padre no estaba, o al menos, eso le habían contado.
Era un ser extraño y saltaba a la vista que de otro planeta. Su piel era verde con la zona de algunos músculos demarcadas de un tono rosado. De su frente salían dos antenas parecidas a las de los caracoles. Sobre ellas, un turbante cubría su cabeza. Con respecto a su atuendo usaba un mono azul con el que combatía y entrenaba y una capa blanca.
-Hola, espero no llegar demasiado pronto,-dijo el recién llegado.
-Claro que no, Piccolo, pasa. Estábamos terminando de desayunar,-le invitó Goten.
-Hola, Piccolo,-dijo Goku con la boca llena de comida. Después de masticar y tragar continuó,- ¿dispuesto a pasar un gran día?-
Como respuesta obtuvo una sonrisa. "Este Goku… Por muchos años que pasen siempre será igual" pensaba.
-¿Nos vamos?-apremió la mujer. Todos se subieron al coche de la familia y se dirigieron a su destino. Durante el camino acordaron hacerles una visita a Bulma y a Vegeta, así ellas irían juntas de compras, los niños se quedarían en la casa y ellos hablarían, entrenarían y demás.
En la capital, a sólo unas manzanas más allá de la residencia de Bulma, la Capsule Corporation, se estaba produciendo una serie de acontecimientos que nunca se habían dado por esos barrios.
Unos jóvenes delincuentes se dedicaban a robar bolsos a las señoras y las carteras a los hombres y algún que otro reloj o joyas para intentar conseguir algo de dinero.
Aquellos que les habían visto les señalaban como un chico de unos diecisiete años y una chica de la misma edad.
-¡Vamos, vamos, vamos!-gritaba la chica.
-¡Ya voy, no me metas prisas!-contestó el chico que la acompañaba.
-Van a cogernos esta vez. Toma, coge el dinero y márchate, nos reuniremos donde siempre,-dijo ella. Le tiró una bolsa con el dinero recaudado ese día y giró por una calle distinta a la que tomó su compañero.
La policía le iba pisando los talones. Giró por otra calle pero con la mala suerte de que ésta era un callejón sin salida. Los policías desenfundaron sus armas para evitar su escape y dos de ellos la esposaron no sin algo de dificultad por la oposición de la joven. Subieron a una aeronave policial y partieron hacia la comisaría.
Justo en el momento de la detención llegaban a casa de Bulma la familia Son y Piccolo. Tanto Bulma como su hijo habían salido a recibirles, por el contrario, Vegeta seguía entrenando en la cámara de gravedad ajeno a la llegada de Goku y los demás.
-Bulma, cuánto tiempo,-saludó Chi-chí. -¿Y este debe ser Trunks, no es cierto¡Cómo ha crecido!-dijo revolviéndole el pelo a chico.
-Pues sí,-contestó la aludida.- ¿Qué te trae por aquí?-
-Goku y Piccolo han venido a renovar sus permisos de conducir y yo vengo a hacer unas compras, pensé que te gustaría que fuéramos las dos juntas,-contestó sonriendo.
Bulma quedó pensativa y luego agregó:
-Ahora que lo dices, Vegeta también tiene que ir a renovar al suyo,-dijo con la mano en el mentón en postura pensativa.- Espérame aquí unos minutos y enseguida estamos¿de acuerdo?-
Chi-chí asintió y Bulma desapareció para contarle los nuevos planes a Vegeta, quien aceptó de mala gana y tras muchas promesas que obligó a hacer a Bulma.
Cuando estaban todos listos subieron al coche, esta vez un poco más apretados, y partieron hacia el centro comercial para dejar allí a las mujeres mientras ellos iban a renovar sus permisos de conducir.
A los pocos minutos de estar en camino llegaron al centro comercial donde se apearon Bulma y Chi-chí, ambas con sus bolsos en mano y dispuestas a gastar sus fondos económicos en caprichos que se les antojaran.
Unos minutos más conduciendo, esta vez menos apretados, Piccolo, Vegeta y Goku llegaron a la comisaría. Aparcaron el coche en una calle cercana y caminaron hasta llegar a la puerta.
Cuando Goku se dispuso a abrir la puerta principal un policía le apartó de un empujón con una mano mientras con la otra agarraba con fuerza a una joven que iba gritando improperios y forcejeando.
Los tres hombres se quedaron parados ante la puerta, ahora cerrada, con el ceño fruncido y algo confusos y extrañados. Se miraron entre ellos y, al final, Piccolo dijo:
-¿Habéis notado el ki de esa chica?-
-Sí, es muy alto para ser una humana,-dijo Vegeta.- No quiero sorpresas, eliminémosla.-
-No, Vegeta, no sé si te habrás fijado que no pudo deshacerse del guardia, así que, aunque tenga mucho ki, no tiene mucha fuerza o, si la tiene, no sabe usar su ki. Propongo que intentemos averiguar quién es.-
-Encima es un ki desperdiciado¿para qué molestarse si no sabe usarlo?-dijo Vegeta cruzando los brazos. A pesar de este último comentario, los otros dos estaban dispuestos a averiguar a quién pertenecía ese ki y por fin se decidieron a entrar.
