Lo que fue no será
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Entró al coche y cerró la puerta casi en un movimiento letárgico, no se movió ni hizo nada más que quedarse tieso en el asiento. Su cabeza estaba en un enredo caótico, en una manifestación de confusión sin poder comprender nada todavía, realmente nada de lo que había ocurrido hace un par de horas atrás. Tal vez no quería comprenderlo. Después de eso no pudo concentrarse en el colegio ni en la clase, todo por culpa de la imagen de esos dulces ojos perlados observándole tortuosamente.
¿Qué acababa de suceder?
No entendía como nunca se había dado cuenta de ella, de sus miradas ocultas, de sus palabras al dirigirse a él ¡Dios, era inimaginable! Pero era real, ahora se había hecho real para ambos.
No sabía si molestarse con la chica o lamentarse por ella. Hinata era una de las mejores amigas de su novia Sakura, eran casi como hermanas. Iban en la misma clase desde el inicio del bachillerato, hacían las tareas juntas, iban de compras juntas, hasta una dormía en la casa de la otra, siempre todo juntas. Él mismo la consideraba una chica linda, muy tímida para su gusto, pero agradable.
¿Cómo podía imaginar que esa retraída chica de expresivos ojos blanquecinos, larga cabellera negra y una figura escultural, que además era la inseparable de su novia… estuviera enamorada de él?
Y tal vez no lo hubiera creído si hubiera sido un simple rumor entre las bocas de toda la escuela, no. Pero lo había escuchado de los propios labios de la adorable princesita Hyūga, aquella que parecía tan dulce y frágil, que hasta daba miedo causarle el mínimo daño.
Naruto podía parecer un tonto, un parlanchín y demás, pero de eso a que lo fuera, estaba muy lejos. Era un chico suspicaz, increíblemente honesto y directo, nunca se andaba con rodeos, siempre decía lo que quería y lo que pensaba. Pero nunca se imaginó quedarse sin palabras al escucharla decir esas palabras extremas, al escucharla decirle te amo. Se lo dijo y eso para él sonó como un eco en su cabeza que se perdió débilmente en el silencio.
Volvió a sacudir la cabeza otra vez, sosteniendo el volante con ambas manos, sintiéndose extrañamente incómodo. No sabía qué hacer con la idea de que esa chiquilla con la que normalmente convivía debido a la amistad que tenía con Sakura le estuviera deseando de una forma totalmente diferente a la de un amigo cualquiera, pero algo que sí sabía muy bien era que tenía que decírselo a Sakura, no importaba que estuviera a punto de causar un gran lío. Ella era su novia y tenía que saber lo que pasaba con Hinata.
En algún momento pensó en callarse y pretender que nunca sucedió, porque la chica se había mostrado tan triste cuando lo escuchó decir que no debía sentir eso por él, pero tampoco podía ocultarle algo así a su novia, esa que con tanto esfuerzo pudo al fin conquistar, la mujer de sus sueños, Sakura era eso para él. Y mucho más.
Se sacó las llaves del bolsillo del pantalón y encendió el auto. Se dirigió a la casa de su novia pensando en cómo iba a soltarle la verdad; cómo podía hacerlo sin hacerla sentir engañada, triste o enojada. Tenía que pensar muy bien en ello antes de llegar a verla.
El móvil empezó a vibrar mientras conducía por la avenida y se lo colocó en el oído, sin percatarse de quien le estaba llamando.
—Hola —dijo sosteniendo la vista en el camino sin soltar el volante.
Pero no se escuchó nada del otro lado.
—Hola, ¿Quién habla? —insistió sin mucho interés.
Esperó unos segundos más para escuchar algún sonido del otro lado pero nada sucedió.
—Bien, voy a colgar enton…
—No… soy yo…
No colgó. Naruto se quedó estático por unos segundos en los cuales se perdió de la realidad al escuchar esa débil vocecilla, hasta creyó que un escalofrío le recorrió el cuerpo. Reaccionó al momento fijando su vista en la avenida. Era ella, era la dulce creatura frágil llamándole de nuevo. Se sintió contrariado y sorprendido, pero no pudo colgar, ahora él fue quien se quedó en silencio.
—¿Estás ahí? —la voz de Hinata era tenue, pero esta vez sonó más quebradiza de lo normal.
Naruto tardó en responder, pero pronto tomó control de sí y habló.
—Sí —su tono de voz fue serio, fingió estar escéptico—, ¿Qué sucede?
—¿Podemos vernos?
¡¿Qué?
¿Verse de nuevo? La chica debía estar loca. No había pasado ni mediodía desde que la encontró en la piscina del colegio esa misma mañana. Él había ido asistido al colegio y en ese momento no tenía una clase, así que salió del aula para buscar a su novia que extrañamente tampoco tenía clase en ese momento, por pura coincidencia entró a la alberca en busca de ella, pero lo único que encontró allí fue a la muñeca Hyūga. Después de esa confesión de amor y el rechazo de su parte, sentía que ya no tenían nada más de que hablar.
Hinata era la mujer más cohibida que conocía en la vida, sabía que el haberle confesado sus sentimientos fue un gran arranque de valor de su parte. Y él no fue grosero con ella, se veía tan vulnerable como un cachorro desamparado como para ofenderla rechazándola toscamente; aunque si fue muy claro. Él tenía novia y la quería mucho. Se lo dijo, y de alguna manera le pareció absurdo, ¿Qué no era Hinata la mejor amiga de su novia como para no saberlo?
No tenía caso continuar con eso, pero… ¿No estaba tan avergonzada como para pedirle que se vieran una vez más?
—Hinata… creo que no es buena idea… —le costó un poco tratar de zafarse de ella.
—Necesito pedirte perdón —lo interrumpió, casi suplicante.
Eso era. Ella estaba totalmente arrepentida de lo que había dicho y hecho. Ella le amaba, no había porque sentir pena por un sentimiento así, pero Naruto creía que a veces las circunstancias cambiaban la perspectiva de un amor y lo distorsionaba. Él no necesitaba perdonarla, él podía intentar olvidarlo por el bien de Sakura, y aunque no lo supiera claramente ahora, también por ella; Hinata le daba cierta pena y no quería dañarla.
—Podemos olvidarlo.
—Lo haré si vienes y me escuchas, sólo una vez más…
Entendió que para ella realmente era difícil todo aquello. Si realmente querían dejar eso atrás y creer que nunca sucedió, debían de hacerlo del modo que lo dejara libres de todo remordimiento y culpa. Si Hinata necesitaba decírselo frente a frente para sentirse plena, lo haría… por el bien de Sakura.
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Estacionó el vehículo frente al edificio de una calle lejos de la avenida, como ella le había indicado antes de colgar el móvil. Él no conocía el lugar exactamente nunca había estado allí, pero una vez recogió a Sakura cerca, así que tenía una vaga idea de que el edificio era exactamente ese donde se había estacionado.
Salió del auto asegurándolo con la alarma. Levantó la vista para inspeccionar el lugar, que daba la impresión de estar desértico. Sólo había un mini mercado abierto y una cenaduría que apenas comenzaba a abrir. Caminó con las manos en los bolsillos haciendo muecas con los labios, en son de ansiedad. Siguió mirando cada rincón de esa desolada calle, inseguro de a dónde dirigirse.
El móvil le vibró en el bolsillo del pantalón advirtiéndole un mensaje nuevo. Era ella de nuevo.
Puedo ver tu coche. Entra al edificio y sube al último piso, te estaré esperando.
Se quedó quieto por un momento, repentinamente sintió un leve cosquilleo en el cuerpo que no intentó interpretar. Por inercia levantó la cabeza a la punta del edificio, esperando verla asomarse por la ventana del balcón.
Respiró hondo y exhaló el aire que le llenaba los pulmones, tenía que ser amable, no pretendía hacerla sentir peor de lo que él suponía ya estaba, porque seguramente debía de estar hecha un lío en ese momento.
Entró al edificio dirigiéndose al elevador. Presionó el botón del piso ocho, el último. Sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, se apretaban los nudillos con inquietud. Tampoco pudo interpretar aquello.
Al detenerse y cruzar el pasillo, sólo encontró una puerta roja esperándole. No había otro camino, ese era el lugar al que debía dirigirse. Se paró frente a la entrada sin pretender tocar la puerta. Rodó los ojos hacia cada extremo del marco de la puerta y sus dientes empezaron a chocar una y otra vez, en uno de sus juegos de ansiedad. Iba a tocar, pero quería esperar un poco más, ¿A qué? No sabía, sólo quería retrasar un poco más el encuentro.
Sin preverlo la puerta se abrió por dentro y la silueta de aquella adorable chica apareció al otro lado.
Naruto abrió los labios y los ojos asombrado. Lo había tomado de sorpresa, como si lo hubieran pillado de algun mal negocio. Ella en cambio tenía el rostro levemente sonrojado y sereno, sonrió casi forzosamente.
Hinata se corrió a un lado invitándolo a pasar. Él entró lentamente, con cierto encogimiento tratando de no verle directamente a la cara. Rápidamente su olfato percibió el olor a pintura acrílica combinado con el olor a la madera seca, fue entonces que se dio cuenta de que estaba rodeado de cuadros y pinturas artísticas de todos los tamaños y formas.
En algún momento se olvidó de su nerviosismo y se dedicó a contemplar en lo que ahora se significaba un estudio de arte. Parecía ser un departamento, había una pequeña salita sobre una alfombra azul, la salita constaba de un sofá, un sillón y una mesita cubierta de adornos de vidrio en formas de esfera. Al fondo había una cocina integral que daba la impresión de que nadie la usaba, estaba cubierta de adornos de madera y cerámica. A un lado había una pequeña cama para una persona con una colcha rayada al estilo de una cebra y con cojines de distintos colores, tendida correctamente. El resto del lugar estaba tapizado de obras de arte.
Estaba tan pasmado observando los cuadros, que no se dio cuenta de que la chica estaba a solo centímetros de él, cuando se giró a ella para decirle algo casi le cae encima, pero afortunadamente sólo la rempujó hacia un lado sin causarle daño.
—Ah, perdón, ¿Te lastimé? —se disculpó preocupado.
—N-No, estoy bien… —lo dijo sonrojada recorriéndose hacia atrás y enseguida le correspondió con una tierna sonrisa.
El rubio muchacho no pudo contenerse, sin ninguna intención oculta, sus ojos se plegaron a los de la pálida muchacha frente a él como si se tratara de un juego de hipnosis. Sólo duró un par de segundos cuando él desvió la vista hacia algún extremo de la habitación, tratando de restarle importancia al extraño ambiente que empezaba a emanar todo aquello.
—¿De quién es este lugar? —dijo girando su cuerpo, dándole la espalda mientras seguía observando cada detalle de aquel sitio secreto.
—Es mío —su voz era tan dulce que podía arrullar.
—¿En serio?
—Sí, mi papá me lo regaló el año pasado. No vivo aquí pero cuando quiero estar sola, tengo a donde llegar.
—¡Wow! No sabía que tenías un estudio de arte para ti solita, es genial porque es tan grande, creo que tiene el doble del tamaño del departamento donde vivo, qué locura… Sakura nunca me dijo que éste lugar era así de fascinante…
Cuando comprendió que acababa de nombrar a su novia, quien completaba el triángulo entre ellos, se detuvo. Se giró lentamente para ver a la ojiperla, pero esta ahora le daba la espalda a él ocupada mientras vertía en unas tazas lo que parecía ser té recién hecho.
Y así Naruto, en esa posición con la cabeza ligeramente ladeada, pudo observar de reojo un poco más a aquella chica que de repente se confundía con una muñeca de porcelana al tamaño de una jovencita de dieciocho años. En esta ocasión posó sus ojos en ella de forma superficial y notó que llevaba puestas unas zapatillas rojas parecidas a las de ballet que la hacía verse más aniñada, llevaba también una falda corta con holanes similar a la falda escolar pero en color negra, mostrando de esa manera las largas y torneadas piernas que daban la impresión de ser una patinadora artística; por último detalle, llevaba una ligera playera blanca que se ajustaba perfectamente a su silueta. Cualquier chica que la viera podía decir que Hinata lucía muy chic y a la moda.
Pero no estábamos hablando de ninguna chica ni de la moda, esto sólo se trataba de un muchacho, un hiperactivo rubio que veía un poco más allá de una simple muchacha rica bien vestida.
Cuando Hinata se incorporó con una taza de té en cada mano, el rubio rápidamente desvió la vista lejos de ella y clavó los ojos al frente, quedándose quietamente en el mismo lugar.
Hinata se paró a su lado y le extendió una taza de té. Naruto se giró levemente a ella y la tomó.
De nuevo, se quedó quieto en el mismo lugar con la mirada bien fija en el atardecer a través del vidrio de la ventana del balcón. No quería hacer un movimiento, pero no tardó en darse cuenta de su estado maniático y empezó a preguntarse por qué estaba tan malditamente nervioso. Sabía que era una situación extraña y que iba a ser difícil manipular los hechos, pero no entendía porque de repente sentía tanta inquietud al tratar de evitar cruzarse con aquellos expresivos ojos perlados.
No era parte de su personalidad guardar apariencias, pero en ese momento por voluntad creyó que era lo más prudente, así que trató de despejar su mente. Respiró profundamente, obligándose a verse lo más sereno que se pudiera frente a ella. Se llevó la taza de té caliente sobre los labios para darle un sorbo, cuando entonces sintió una tibia y suave mano rozándole la otra mano que tenía desocupada, y ésta vez sin poder evitar controlarse, la mano que sostenía la taza le tembló sin control haciendo que se vertiera el té bruscamente sobre los labios, causando así que se quemara en el acto y seguidamente escupiera el té sobre la taza.
Rápidamente Hinata se alarmó al percatarse del accidente, trató de acercarse a él pero Naruto sólo maldijo algo y se cubrió los labios con una mano. Hinata corrió a la pieza de baño y enseguida volvió con una toalla, se la entregó al chico que parecía seguir tiritando.
—Lo siento Naruto, perdóname por favor… —la chica no cabía de vergüenza, estaba tan preocupada por él sin percatarse que se le acercó tanto que sólo faltaban centímetros para que su cuerpo estuviera plegado al de él.
Naruto respiraba más rápido de lo normal. No estaba seguro si era por el té caliente quemándole la piel o si era ese contacto de ella que alcanzaba sus expectativas. Al final, lo que haya sido no pudo controlarlo.
—Hinata, sólo dime eso que querías decirme —decía tratando de alejarse un poco de la muchacha.
Ella no lo escuchó al parecer, corrió a una pequeña nevera sobre un estante de la cocina y sacó un cubo de hielo. Volvió de prisa al chico y trató de ponerle el hielo en la piel herida. Naruto trató de alejarla con las manos, pero a ella poco le importó, lo atrajo a ella jalándolo por la playera y le puso el hielo sobre los labios.
No había ruido alguno, ni dentro de la habitación ni afuera de ella, sólo la respiración de un tembloroso chico hacía eco en ese pequeño espacio. Ese día realmente había comenzado de una manera extraña y parecía continuar igual. Era como una ilusión, una creación imaginaria de su mente. Estaba en una sombría habitación con un extraño adictivo olor a químico, solo, junto a una chica que antes apenas podía tomarle importancia; ahora esa chica con los sentimientos a flor de piel estaba casi encima de él mientras le acariciaba la piel con el cubo de hielo. Podía casi sentir su respiración sobre su cara y escucharle el latido del corazón.
No podía seguir haciendo eso, tenía que detenerlo.
—Estoy bien —dijo apartando la mano de la chica, dirigiéndose a otro extremo de la habitación.
—Lo siento mucho… —había pesar en aquel hilo de voz.
—Está bien, fue un accidente y no fue tu culpa, olvídalo solo… terminemos con esto.
—Naruto…
Escuchar su nombre en aquella voz, lo hizo volver a temblar.
¡Qué diablos le estaba pasando!
—¿Vas a decírmelo ahora? —se escuchaba molesto, pero él sabía que no era con ella, sino con él mismo.
No quería verla, sólo quería salir de allí.
—Sí.
Fue todo lo que dijo y en segundos Naruto volvió a sentir esa cálida mano rozar con más presión la suya, sosteniéndolo ligeramente y lo atrajo a ella. Él le clavó la vista sorprendido, pero al parecer su cuerpo ignorando su cabeza correspondió y se dejó conducir.
Hinata le señaló el viejo sillón de terciopelo color azul que completaba la salita, invitándolo a sentarse. Naruto miró el sillón tratando de encontrar un significado y después le clavó la vista a ella sin entender nada. Hinata parecía avergonzada aún pero así le indicó que se sentara.
—Siéntate allí… por favor.
Él la contempló por un momento antes de obedecer. Finalmente se dejó caer en el sillón con lentitud. Ella dio un par de pasos y se plantó frente a él, con las piernas levemente entreabiertas, ambos mirándose de frente, en este caso ella lo miraba hacia abajo y él hacia arriba.
La expresión de Hinata se confundía con la luz del sol cuando estaba a punto de ocultarse casi por completo. Naruto no podía descifrar lo que ella estaba haciendo, sus facciones eran suaves, pero veía sus ojos dilatados, excitados. Pensó por un momento con cierto temor, ¿Iba a llorar?
No. Eso sería muy complicado y no sabría qué hacer.
Tenía que evitar que ella dejara correr las lágrimas. No podía verla más vulnerable de lo que estaba ahora.
—Hinata, no voy a juzgarte, de verdad voy a olvidarlo por el bien de todos.
—No.
—No voy a decírselo a Sakura si tú quieres.
—No quiero que lo olvides todavía.
Volvió a quedarse mudo, hierático en expresiones y tenso. ¿Qué estaba diciendo?
Hinata le dedicó una mirada tan dulce como estremecedora que le causó una extraña descarga eléctrica recorriéndole por la columna vertebral hasta llegar a la espalda baja. Por consecuencia entreabrió los labios sin poder prevenir lo que creía que estaba a punto de suceder.
—Todavía no debes olvidarlo.
Y enseguida la chica tomó los extremos de su playera blanca corriéndola hacia arriba mientras dejaba al descubierto un abdomen liso, pálido y lampiño, que perdía importancia cuando la playera salió de su cuerpo y dejó al descubierto dos grandes y redondos senos cubiertos por un elegante sostén lavanda de encaje.
Naruto sintió el cuerpo ponerse recto como tabla, sin poder dar crédito a lo que sus ojos estaban viendo. La pelinegra arrojó la playera al suelo, dejando a la vista la piel que parecía de cera por su perfección. Sonrió al instante, dulcemente. Dirigió ambas manos a su espalda para desabrocharse el sostén, y éste debido a la presión que guardaba se aflojó en un segundo cayendo al suelo haciendo que ambos senos se liberaran de tal presión y se dejaran visibles; redondos, blanquecinos, proporcionados y perfectos cayeron por su peso, viéndose firmes.
El rubio quiso decir algo pero le falló la voz, enseguida trató de ponerse de pie pero Hinata se lo impidió empujándolo de nuevo al sillón e hincándose en el suelo frente a él.
—H-Hinata, ¿Q-Qué estás h-haciendo? —estaba en estado de shock.
Ella colocó sus manos sobre los hombros del chico que no se movía. Naruto temía girar los ojos a aquellos senos redondos y preciosos que parecían ofrecidos como un banquete. No podía, no debía.
Hinata arrastró sus manos de los hombros del rubio con lentitud pasándolos por los brazos hasta llegar a esas manos masculinas que empezaban a sudar de la exaltación. Tomó ambas manos y se las llevó lentamente a sus pechos. Al instante Naruto respingó, sintiendo como una ola caliente le recorría por el cuerpo cuando sintió la blandura y suavidad de ese par de bellezas. Hinata sostuvo las manos del chico sobre sus senos con sus propias manos tratando de que no las apartara. Naruto no podía creer que esa chica ahora le estuviera provocando una erección. ¿Estaba teniendo un sueño húmedo? ¡No podía ser real!
—Voy a ser quien tú quieres que sea… sólo por hoy… —los ojos vidriosos de excitación de la chica brillaban y resplandecían en aquella habitación que empezaba a volverse oscura— …antes de que lo olvides todo.
Lentamente bajó las manos del chico por la cintura hasta llegar a sus caderas, con ambas manos separó las piernas de él y se acomodó entre ellas. Dirigió las manos a la abertura del pantalón del Uzumaki y desabrochó el botón, pero él apartó las manos de aquellos pechos y sostuvo las muñecas de la muchacha aprisionandola.
—No, Hinata —quiso sonar juicioso, pero su cuerpo que temblaba le restaba credibilidad.
Ella le clavó la vista fijamente, él lo hizo de la misma manera. Hinata quiso soltarse del agarre del rubio de un jalón, pero él la había sujetado muy bien. Le clavó los ojos insistentemente.
—Voy a olvidarme de ti, pero lo haré a mi manera… por favor…
Naruto la observó sin entender las verdaderas intenciones de aquel acto, pero de nuevo no pudo contra ella. ¿Por qué parecía perder voluntad con aquella mirada tan inocente y vulnerable? No lo sabía, pero así pasaba. Lentamente la soltó del agarre. Hinata volvió al pantalón concentrada en bajarlo, una vez hecho se concentró en el bóxer de licra que le cubría su masculinidad. Naruto seguía mirándole incrédulo, tan sorprendido y ofuscado a la vez, todo parecía tan irreal. Hinata de un momento sacó el miembro masculino de aquella trusa de licra, causando que él respingara en el acto. La sostuvo en su mano por unos segundos. Hinata tragó saliva, se inclinó hacia el miembro para verlo bien dotado y erecto. Naruto sintió que la mano de la chica sosteniéndole su virilidad quemaba.
Hinata sostuvo el miembro desde la parte baja, lentamente se acercó a el y comenzó introducirlo en su boca poco a poco y por completo con cierta torpeza. Naruto sintió la cavidad húmeda y tibia de los labios de Hinata cubriéndole su masculinidad y sintió tan flojo el cuerpo que pensó que colapsaría.
—Aaaaah aah —él gimió entrecortadamente.
Hinata empezó torpe, pero pudo tomar las riendas del acto y comenzó a succionar el miembro rosado de Naruto sin sacarlo de su boca en ningún segundo. Lo metía en su boca y lo sacaba de ella lentamente pero con presión que le causó espasmos al muchacho. La chica se quitó el cabello de la cara y empezó a lamer el glande del miembro erecto, como si fuera una paleta, echándole de repente una mirada a la expresión del rubio. Siguió succionando despacio una y otra vez cada vez con más esmero. Naruto se sostuvo con ambas manos de los brazos del sillón, contrayendo los músculos involuntariamente, tratando de contenerse de gemir o de lanzar algún sonido de sí. Hinata no se detuvo, con una mano masajeó el miembro duro hacia arriba y hacia abajo, y continuó lamiendo y succionando sin parar. En un momento succionó con tanta presión que parecía que iba a exprimir el miembro empinado.
Naruto sintió que iba a correrse y le agradó la idea de terminar con aquello en un desbordado éxtasis de placer. Los gemidos eran imposibles de ocultarse, los trataba de reprimir y fallaba en el intento. Cuando creyó que estaba a punto de explotar en la boca de la chica, esta se apartó de él de repente dejándolo en medio de un colapso. Naruto gimió una vez más mientras su respiración se sacudía.
Hinata le observó y le sonrió tiernamente. Naruto aún descompuesto por el gran placer oral que acababa de recibir, le clavó la vista a la chica fijamente tratando de reconocerla. Hinata le correspondió, pero por un momento dudo. Él la miraba, pero su mirada estaba cobijada con un sentido diferente al de cualquier otro día. Era contrariedad, asombro y una mirada profunda que no supo exactamente como interpretar.
Ella dejó de sonreir; se puso de pie sin dejar de verlo. Le extendió una mano invitándolo a ponerse de pie junto a ella. Naruto tardó en responder, aún tenía la erección en su punto. Se puso de pie, ahora él mirándola levemente hacia abajo por la diferencia de estatura. Hinata empezó a desabrocharse la falda y él la observo hacerlo, esta cayó por su propio peso al suelo dejandole al descubierto los muslos perfectamente torneados y mostrando una ajustada braga que le cubría perfectamente ese delicado triángulo carnoso.
Naruto se detuvo. Entonces pensó realmente lo que estaba ocurriendo y lo que estaba a punto de ocurrir y recapacitó. Todavía tenía el control, no estaba siendo arrastrado por nada ni nadie, él no se había ido porque no quiso. Sabía que en algún momento el impulso podía dominarlo, así que prefirió prepararse antes de que ello ocurriese.
Miró a la chica en silencio y finalmente lo decidió.
—Quieres terminarlo para siempre, ¿De ésta forma?
Hinata no contestó, sólo siguió contemplándolo con aquellos ojos expresivos que mostraban ahora un deseo tan limpio, casi tan puro, que tal vez podía confundirse así debido a sus facciones de niña.
—Quiero ser para ti esta noche lo que no podré ser nunca más…
Al escuchar esto, él por fin pudo sonreir.
—Entonces… —se detuvo para observarla— yo también seré esta noche para ti lo que nunca más volveré a ser…
Hinata trató de esbozar una sonrisa, pero algo falló y sólo logró hacer una mueca con los labios asintiendo. Naruto borró la sonrisa de su cara, y enseguida agarró la cara de la chica con ambas manos atrayéndola a él para unir sus labios contra los de ella, sellándolos en un inesperado beso. Hinata abrió los ojos sorprendida al verse unida a él, pero pronto volvió a la realidad y correspondió al beso entrecerrando los parpados. Naruto no dudó en besarla apasionadamente, ella abrió la boca lo suficiente para dejarlo entrar, inundándole con la miel de sus labios. Naruto empezó a dejarse llevar, bajó las manos por la espalda de la chica hasta llevarlas a la diminuta cintura femenina y con impulso la atrajo más a su cuerpo, siendo los firmes pechos presionándose en él, ella a su vez sintió la firme erección del muchacho sobre las bragas que llevaba puestas y tembló. Hinata llevó sus manos a los hombros de él sosteniéndose. El beso se alargó tanto, que se olvidaron de sus respiraciones, él quería pasar su lengua dentro de ella hasta cansarse.
Naruto empezó a caminar sin soltar a la chica de sus brazos, dirigiéndose a la impecable cama detrás de un altero de cuadros y libros, topando con el filo de ésta se separó y la dejó caer sin tosquedad sobre el colchón. Hinata tirada sobre la cama con sólo una prenda de ropa y las zapatillas aun puestas no se movió del sitio, aún así sin dejar de verlo.
Naruto de la misma forma que ella, se jaló la camisa del torso del pecho y la arrojó a algún rincón de la habitación. Hinata observó ese cuerpo perfecto del que tanto añoraba y fantaseaba; un abdomen atlético, bronceado y lampiño. Ya lo había visto antes en la piscina con traje de baño, pero no se comparaba ahora ni por poco. Ahora ese cuerpo iba a pertenecerle solamente a ella, esa noche.
El rubio continuó con el pantalón, bajándolo hasta el suelo y deshaciéndose de él con una patada. Se quitó los zapatos quedándose sólo con el bóxer que se adhería a sus glúteos. Se dirigió a ella y le arrancó las zapatillas de los pies arrojándolos por algún rincón. Como si se hubieran intercambiado los papeles, esta vez Hinata era quien temblaba sobre el colchón al verlo y verse casi desnudos.
Naruto en un movimiento rápido, se lanzó sobre la chica sosteniéndose con los brazos sin dejar caer su peso sobre ella. Hinata dio un respingo al acto y se estremeció. Él se acercó a su cara y volvió a besarla profunda y lentamente. Hinata correspondía al beso mientras posaba una mano sobre los alborotados cabellos amarillos de su hombre. Naruto empezó a bajar sus labios por las mejillas sonrojadas, por sus orejas, continuó el juego de besos más abajo haciendo succiones por el cuello, bajando lentamente para su tortura hasta llegar a sus preciosos senos. Naruto llegó al botón rosado de uno de los pechos, le dio un beso y enseguida abrió la boca para introducir la mayor parte del seno sobre su boca para después succionar el suave pezón.
Hinata gimió al instante curveando la espalda y llevando la cabeza hacia atrás.
Naruto siguió succionando sin detenerse a respirar. Con la punta de la lengua trazaba círculos sobre el erecto pezón y después volvía a succionarlo casi en un mordisco, que volvía a hacer retorcerse a la chica en placer. Con la otra mano levantó una de las piernas de la chica y se la acomodó en la cadera, pudiéndose acomodar casi de una forma perfecta entre las piernas de ella. Rápidamente sintió el calor de la parte femínea de la chica chocar con su entrepierna causando que su erección volviera a tomar veracidad cada vez más. Su mano empezó a subir por los muslos de la chica acariciándolos suavemente. Se separó de ella sentándose sobre sus propias piernas, tomó con ambas manos las largas piernas de ella, las acarició llevándo las palmas hasta las caderas sin dejar de ver cada curva de esa perfecta silueta deseando tocar cada centímetro, entonces agarró los delgados hilos de la braga y empezó a jalarlos hacia arriba pasándola por las piernas para deshacerse de ella.
Por inercia Hinata se llevó ambas manos a su feminidad cubriéndola con vergüenza. Podía pensar que estaba lista para todo, pero lamentablemente era demasiado pudorosa y era demasiado para ella. Naruto lo notó y sonrió divertido, no le importó sino al contrario, se lamió el labio inferior excitado por su ademán de recato. Se acomodó las piernas de la chica a cada lado de su cadera y fue contra las manos de ella para apartarlas de la parte secreta que ya empezaba a desear. Volvió a inclinarse a ella para besarla en los labios, continuó el camino de besos hacia abajo volviendo a besar el pezón, bajando por la cintura hasta dirigirse a la parte secreta, antes de llegar allí, Hinata no pudo ahogar un gemido.
—A-Aaah —quiso reprimirlo pero el placer fue más grande.
Naruto agarró ambas piernas y las llevó hacia arriba dejándolas al aire, al descubierto y dejando completamente visible la vulva carnosa y húmeda. Sin esperar más empezó a besar esa parte sobre el delgado y escaso vello de la zona pélvica, dirigiéndose poco a poco a la cavidad húmeda de la chica. Le jaló las piernas para atraerla más a él y ella respingó. Naruto comenzó a lamer la vulva de la chica haciendo movimientos rápidos con la lengua en la pequeña abertura. Hinata curveó la espalda debido a un espasmo de placer y se agarró del colchón. Naruto con la lengua encontró el diminuto clítoris y lo atrapó con los labios succionándolo probando su sabor y volviendo a lamer toda la zona carnosa, sin dejar de sujetar las piernas de la chica, haciendo que los pies le quedaran en la espalda. Hinata no pudo contenerse más y soltó un aullido de deleite.
—Aaah, Na-Naru… Aaaah, ¡N-Naruto!
Con aquel alarido, Naruto no pudo evitar encenderse más y volvió a mover su lengua descontroladamente por los pliegues de carne, hundiéndose de nuevo en la abertura y succionando el cálido liquido que empezaba a escurrirle. Lo sabía, Hinata estaba en tan excitada como él, estaba lista. Continuó jugando con su lengua escuchando cada sonido de placer de Hinata. Lamió un poco más de ese jugo viscoso y empezó a dirigir la lengua hacia arriba lentamente, empezó a darle dulces besos en el vientre, sobre el ombligo, paso sobre su seno y succionó una vez más el pezón rosado, continuó los besos por el cuello y llegó a los labios sedientos de la chica que respiraba con dificultad. Le dio un tierno beso y se separó de ella para observarla.
La noche estaba casi por aparecer, el poco reflejo de luz resplandecía en aquel rostro angelical. Naruto miró como se dilataban aquellos preciosos ojos, contempló como palpitaba debajo de su cuerpo por la falta de aire. Era una hermosura aquella chica, ahora tenía el atrevimiento de pensarlo sin sentirse culpable; tenía el derecho, en ese momento ella era sólo para él.
Naruto sonrió y volvió a besarla apasionadamente, casi queriéndose hundir en ella. Mientras con un brazo se sostenía en la cama, con la mano desocupada empezó a acariciarla desde las piernas para subir a sus glúteos y lentamente se dirigió a la deliciosa abertura. Pasó los dedos sobre la rajadita que ya estaba empapada, la acarició y ella gimió en su boca, causando que continuara besándola más profundamente. Entonces metió dos dedos sobre la abertura resbalosa, sintiendo la calidez ardiéndo dentro de ella. Hinata se agarró de su cuello clavando los dedos sobre su espalda, sintiendo como era penetrada poco a poco. Naruto no se detuvo, movió los dedos dentro de ella sintiendo la fricción y el estrecho espacio apenas apto para sus dedos. Despacio empezó a sacarlos y volverlos a meter una y otra vez aumentando la velocidad, ella volvió a gemir.
Naruto sentía el cuerpo ardiéndole, estaba tan excitado como nunca imaginó que podía estarlo. Su erección estaba al máximo, ya no podía esperar ni un minuto más. Se separó de la chica y la observó, sus mejillas color carmesí le producían tanta excitación, que aveces creía que se estaba aprovechando de una inocente chiquilla, que estaba arremetiendo contra ingenua que no sabía realmente lo que estaban a punto de hacerlo, se sintió como un loco tratando de descargar sus deseos más bajos sobre una casta creatura… pero no era así; ambos lo querían, ambos lo deseaban. Y la sonrisa cálida que ella le dirigió en ese momento se lo comprobó.
Él tomó ambas piernas y se las acomodó a los costados, se apoyó con una mano y le sostuvo la cadera con la otra, se acercó a pocos centímetros a su cara. Ambas respiraciones estaban calientes.
—Hinata… si te estoy haciendo daño puedes decírmelo… ¿Está bien?
Ella lo observó atentamente, repentinamente sus ojos se llenaron de cierto pánico al escucharlo decir eso, pero pese a cualquier temor asintió con la cabeza. Naruto volvió a sentir una devota ternura por ella, no quería asustarla así que la besó dulcemente en los labios y al separarse le susurró al oído.
—Dios, eres tan hermosa… te cuidaré, lo prometo.
Hinata tragó saliva y le respondió con otra tierna sonrisa.
Naruto volvió a pasar sus manos por aquellas voluptosas curvas contemplando la perfección de su figura, tomó una pierna de ella y la levantó, dejando nuevamente la deliciosa cavidad expuesta para él. Naruto se acomodó entre las piernas y levantó la cadera para por fin introducirse en ella. La cabeza de su miembro duro rozó la abertura y la chica se agarró de las sábanas. Naruto lentamente encontró el acceso a la feminidad de la chica y empujó ligeramente.
—Ah… — gimió al sentirse penetrada.
Naruto rempujó de nuevo y esta vez el miembro pudo entrar más a la abertura. Hinata gimió con más intensidad. Naruto se tiró sobre ella, casi pegando su cara contra la de ella. Volvió a arremeter y el pene empezó a entrar e inundarla lentamente. Hinata no paraba de gemir, él sabía que ella sentía un poco de dolor, así que trató de ser cuidadoso. Empujó de nuevo y entonces se topó con algo que aún dudaba, pero que ahora se aclaraba. Hinata era virgen. Sintió aquella tela impidiéndole entrar. Sonrió fascinado. Creyó que lo mejor era hacerlo rápidamente para que Hinata no sufriera, besó sus labios y en ese momento arremetió contra ella rompiendo por completo el himen que la protegía. Hinata lanzó un alardido de dolor, que fue compensado con el beso dulce de él. Una vez dentro por completo, comenzó a mecerse dentro de ella lentamente, Hinata se calmó y abrió la boca debido al placer mezclado aún con el leve dolor que le producía el ser penetrada. Un hilo de sangre se mezcló con el líquido mucoso que salía de ella, pero ninguno de los dos se percató de ello. No importaba en ese momento.
Naruto no se detuvo y continuó penetrándola una y otra vez. Hinata cerró los ojos mientras algunos gemidos apenas audibles, salían de sus labios. Naruto apoyó ambas brazos a los lados de la cabeza de la chica sin dejar de arremeter en el frágil cuerpo de ella. La fricción era tremenda, la chica había sido desvirgada por él, era un deleite inimaginable. Sin darse cuenta de ello, Naruto empezó a elevar el ritmo de la penetración y entonces él fue quien empezó a gemir. Hinata tuvo que sostenerse de sus hombros, levantó la cabeza en busca de los labios de él, que apenas se encontraron se fundieron, pero debido al movimiento de sus cuerpos su beso era entrecortado.
El ritmo empezaba a volverse descontrolado. Hinata dobló las rodillas y sus pies tocaban la espalda de él. Naruto ya sin razonar mucho si estaba siendo brusco o no, agarró una de las piernas de la chica y se la llevó al hombro, sin dejar de penetrarla una y otra vez. Naruto estaba cavilando fuera de la realidad, empezaba a gemir en el oído de la chica que a su vez, clamaba de placer.
—N-Naruto, aaah, aaaah N-Na, N-Narut-to…
—¿Te gusta? —tal vez lo dijo por ego o lo que haya sido, pero quería escucharla.
—Aaah. ¡S-S-Sí! ¡M-M-Me gusta!
Como si haya sido turbina para él, arremetió con más fuerza sobre ella. Hinata ya estaba sudando y las gotas de sudor de él empezaban a caer sobre su propio cuerpo. Naruto se hundió en su cuello, besándolo, lamiéndolo mientras su miembro entraba con más velocidad por su abertura. Hinata lo tomó por la cabeza y lo dirigió a ella, lamiéndole ligeramente la oreja. Naruto gimió en el acto. Su cuerpo estaba totalmente encendido, el deseo transpiraba por sus poros, quería entrar en ella hasta donde pudiera.
El colchón empezó a mullirse debido a la fuerza que Naruto arremetía sobre la pobre muchacha.
Y entonces lo vio venir, el final estaba cerca.
—¡V-Voy a venirme! —aulló él entrecortadamente.
Hinata trató de abrazarlo pero él se lo impidió, le agarró ambos brazos a cada lado de la cama sosteniéndola y continuó arremetiéndola. Hinata gemía con una mueca de dolor en su cara, pero no podía negarlo pues estaba disfrutando cada embestida aunque sintiera que con cada empujón la destrozaba. La velocidad incrementó, el sonido de las caderas chocando contra la cavidad que escurría líquido era tan audible para ambos, que sus gemidos se mezclaban con ellos. Naruto sin poderse contener más, la penetró una vez más con tanta intensidad que el ritmo de sus cuerpos se perdió y entonces un calambre se apoderó de él, recorriéndole cada centímetro de piel haciéndole cerrar los ojos. La explosión en su miembro se hizo llena, Naruto arquó la espalda culminando con una eyaculación inmediata y placentera.
—¡Aaa, Aaa, Aaah!
Una ola fría sacudió su cuerpo causándole un espasmo involuntario.
Débil, acabado se dejó caer sobre Hinata que inmediatamente lo abrazó. La respiración descontrolada de ambos era lo único que se hacía presente.
La noche se hizo presente, la oscuridad iluminada de aquella compleja luz de luna deslumbraba esa habitación. Era el manto de la noche tal vez, para aquellos dos cuerpos al límite era un cobijo. No existía la perfección decían por allí, pero si algo estaba cerca de ellos, era ese momento en silencio al final de una unión inolvidable. Lo era para él, y para ella…
Naruto se desplomó a un lado de la diminuta cama que sólo era para una persona, aún así permitía que ambos cuerpos estuvieran casi uno sobre el otro. Hinata se ladeo para poderlo ver de frente. Nadie habló, el sonido de sus respiraciones y aquella profunda mirada era la única comunicación entre ellos que realmente importaba ahora.
Él la observó. Su piel se veía brillante debido al sudor que podía ser de ambos. Los cabellos negros se plegaban sobre su frente por la humedad. Naruto empezó a retirar las tiras del cabello de su frente apartándolos hacia atrás, quería dejar al descubierto aquel hermoso rostro. Era un rostro que nunca antes le interesó, pero que ahora podía admirar maravillado. Hinata sonrió tímidamente y alargó una mano al pecho de él, solo para dejarlo sobre el palpitante corazón que apenas empezaba a marcar su regular ritmo.
—No pude darte un orgarmo… —sí, ahora eso lo tenía inquieto.
Hinata sonrió dulcemente.
—No sé qué es eso, pero no me importa. Yo obtuve lo que quería, tal vez más y… ¿tú… obtuviste lo que querías? —preguntó temerosa de lo que él podía contestar.
Naruto rió. ¿Por qué le causaba tanta ternura? Se estaba volviendo costumbre.
—Fue obvio, ¿No lo crees?
La mueca en aquella cara zorruna aclaraba perfectamente sus dudas. Sonrió. Sin poder controlar el pudor que la personalizaba, bajó la mirada sintiendo la fija mirada de él. De repente sintió la mano de él tocarle la mejilla. Hinata se sobresaltó ligeramente y lo vio a los ojos. Era fácil hacerla respingar.
—Siento mucho que las cosas sean como son…
Hinata sabía a lo que él se refería. No quería escucharlo.
—Esta será nuestra única vez… —dijo él.
Ella sintió como una aguja se clavó dentro de su pecho.
—Mañana será como siempre… como si este momento, tú aquí recostada a mi lado, nunca antes hubiera existido…
Hinata palideció. Repentinamente sintió que el corazón se le encogió. ¿Dolor? Sí, era un inevitable dolor que se apoderó de su pecho. Nunca fue buena para controlar sus sentimientos, pero ahora estaba a punto de hacer lo que nunca hizo antes. Iba a llorar. Irrevocablemente iba a romper en llanto por el significado de todo lo que acababa de pasarle y más aún por el inevitable final que ya habían marcado en acuerdo. Sintió la humedad al borde de sus ojos listo para dejar correr las lágrimas.
En un acto de escape, impulsivamente lo abrazó.
Naruto abrió los ojos al atraparla en sus brazos, sorprendido. Se sintió extraño de repente, pero no quiso apartarla de él, sólo la rodeó con sus brazos pegándola a su cuerpo.
Hinata estaba a salvo. Se hundió a su cuello, así podía ocultar las lágrimas confundiéndolas con el sudor de él y podía pasar de una escena dramática y tonta. Pero era una tonta, una tonta enamorada y no podía hacer nada contra ello. Ella no lo había decidido fue su corazón quien lo eligió. Por error o lo que sea, lo lamentaba, pero no podía evitarlo. Ahora que ese amor había sido correspondido, por una sólo una vez, dolía más que si nunca lo hubiera hecho.
—Te amo… Naruto…
Se abrazó más de él y esperó a que su corazón dejara de sufrir.
Pero no pasó así o no se dio cuenta. Ambos unidos, se olvidaron de todo, cayendo en el cobijo del sueño perdidos en la irrealidad. Dos cuerpos desnudos y expuestos por la luz de luna dejaron de existir para sólo volar en un sueño.
-0-
Hinata abrió los ojos lentamente, parpadeando. No se movió, su cuerpo estaba cálido y en una buena posición. Notó la luz del sol que iluminaba toda la habitación, vio sus cuadros intactos y cada detalle se veía igual. Cerró de nuevo los ojos sintiéndose cómoda.
Y entonces, lo recordó.
Abrió los ojos como platos y se sentó en la cama con brusquedad. Se quedó tiesa, asustada. Empezó a mirar a todos lados. El lugar estaba intacto, todo estaba en orden. Se miró a ella misma, completamente desnuda debajo del cobertor.
Sí, lo que pasó había sido real, ¿Verdad? Lo sabía, porque estaba desnuda y ella no duerme nunca desnuda. Estaba sola, entonces él se había ido antes de que despertara. Se miró con curiosidad, se tocó su feminidad. Estaba seca, ya no había humedad. Pero había sido real.
Rápidamente se puso de pie, sin saber exactamente a dónde dirigirse, sin saber bien qué debía hacer. Se había acabado.
Se metió a la ducha. Se alistó y arrancó dirigiéndose al colegio.
No lo buscaba a él, ni a Sakura. No buscaba a nadie, sólo caminaba sin rumbo fijo. Estaba a punto de entrar por la puerta principal cuando escuchó su nombre en la voz de quien menos quería ver.
—¡Hinata, acá!
Giró el cuerpo para encontrar a Sakura sacudiendo la mano efusivamente, se dio cuenta que él estaba allí también. Y no sólo ellos dos, estaban el resto del círculo de amigos también.
No podía irse e ignorar el llamado, era tonto hacerlo. Pero ahí estaba él, que no había volteado en ningún momento aunque Sakura había gritado su nombre. Caminó dirigiéndose a ellos, una vez frente a la pelirrosa, ésta se arrojó a abrazarla cariñosamente. Hinata no tuvo tiempo de corresponder a aquella muestra de afecto, pues Sakura se separó al instante.
—¿Dónde te metiste ayer hija de la luna? Estuve llamándote todo el día pero tu móvil estaba apagado, tenía algo importante que contarte y no sabía dónde buscarte.
Sakura hablara sin dejar de sonreir. Hinata sólo pudo fingir una sonrisa.
—Lo siento… ¿Qué querías decirme?
—Olvídalo, ahora ya no es tan importante, ¿Qué harás esta noche?
—Hmp, no lo sé. Creo que mi padre me tendrá ocupada —de reojo buscó la mirada de Naruto, pero éste estaba muy entretenido hablando con Shikamaru y Kiba.
—¡Qué triste! —hizo una mueca de dolor— si se cancelan tus planes llámame, hay alguien que quiero presentarte, es perfecto para ti. Ahora Naruto y yo tenemos que irnos, pero no olvides cargar tu móvil.
Hinata asintió. En ese momento Sakura llamó a Naruto, que sin pensarlo poco se despidió del grupo y caminó hacia las dos amigas. Hinata sintió los nervios revolotearle en todo el cuerpo cuando lo vio de frente caminando hacia ella con una sonrisa. Se quedó tan tiesa que pensó que los zapatos se habían pegado al suelo. Naruto se acercó e inmediatamente rodeó con un brazo el cuello de la pelirrosa. Hinata vio como si fuera el lente de una cámara lenta como él le dirigía la mirada a su novia con una encantadora sonrisa.
—¡Naruto! —lo empujó levemente— no seas tan brusco.
Él sólo sonrió, segundos después la miró a ella.
—Hola Hinata, ¿Cuándo llegaste? —no dejó de sonreir.
—Ah. Y-Yo, acabo de llegar.
—Bien, pues nosotros ya estamos por irnos, ¿Sakura ya te dijo de la fiesta de ésta noche?
—S-Sí, mencionó algo… —Hinata de milagro controló perfectamente los nervios.
—Si quieres que pasemos por ti llama a Sakura. Nos vemos luego, adiós.
Y agarró a su novia alejándose de allí.
—Adiós Hinata —fue el despido de su amiga antes de perderse entre la multitud.
La chica de grandes orbes perladas se quedó en el mismo lugar. Ahí estaba la prueba que necesitaba, lo que le comprobaba que todo había sido real. Naruto había prometido que lo olvidaría, que no lo recordaría. Él lo estaba haciendo muy bien. Entonces si él podía, ella también podía.
La gran diferencia es que Hinata lo amaba.
¿Entonces ella? ¿Alguna vez iba a olvidarlo?
¿Continuación?
