Disclaimer:
Hetalia y sus personajes son propiedad de Hidekaz Himaruya.
(Título inspirado en la versión de Paul Mauriat de "L'amour est bleu")
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~ Para Moony ~
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Love is Blue
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A veces, detestaba el vals.
Los bailes de salón, en reuniones sociales como aquella, resultaban ser uno de los pasatiempos más utilizados en aquella época, en aquel lugar donde se había visto obligado a permanecer con uno de esos trajes elegantes que todo caballero debía saber llevar (con clase, eso era importante). Sin embargo, ¿qué hacía realmente allí? Con la frente en alto y los pies clavados en el suelo, tan sólo observando desde su lugar aislado en la pared, con el vaso de aquella sustancia alcohólica en mano. ¿Ponche?, ¿vino? Ni siquiera recordaba qué era lo que teñía el cristal de aquella colorida tonalidad.
Sus ojos, de aquel tono esmeralda que emitía una sensación enigmática, como un hechizo cautivador, no hacían más que observar con un deje de melancolía aquella figura que destacaba entre la multitud. Siempre sonriente, siempre jovial. Tal como si el paso de los años no hubiera hecho mella en aquel ser que se confundía entre los humanos, confiando en que su gracia y sus cabellos dorados pudieran atraerlos y dejarlos a su merced. "Perfección", ¿qué más podría haber descrito a aquella criatura?
Aunque, y por mucho que odiara admitirlo, no todo era perfecto.
En el momento en el que pudo ver la mirada azulada del inmortal, lo notó.
Notó como aquella sonrisa en su rostro se quebraba en un gesto de soberbia y se dirigía un poco más allá de donde se encontraba. Notó como los ojos azules de sus anhelos se encontraban y desafiaban a un verde más retorcido, invitándolos en silencio a seguir aquel delirante ritmo del vals que se clavaba en sus entrañas mientras las pálidas manos de los inmortales se encontraban.
Habiendo visto suficiente, se alejó del salón principal sin decir palabra, lejos de las miradas curiosas de los invitados que estaban lejos de entender aquella realidad, la realidad en la que llevaba tantos tortuosos años viviendo. La misma realidad que se mezclaba con la ilusión de creer que aún estaba en la época en la cual ese asqueroso esmoquin le daría un estatus social.
Y así, dejando atrás la corbata y la chaqueta, Escocia no hizo más que reír ante aquella tonta imagen mental en la que Francia era una bella dama por la que sufrir como los viejos poetas románticos. Sólo se limitó a asegurarse de que no hubiera nadie que pudiera verlo allí, resbalando hasta caer sentado con la espalda pegada a la pared de la casa de Inglaterra, con el vino de su copa derramado y los cristales clavándose en su piel por la fuerza ejercida sobre el objeto inanimado con el que pagaba la frustración de escuchar la asquerosa música del interior.
Porque sabía que (entre discusiones y deseo contenido) sería su hermano, y no él, quien se llevara a la persona que amaba, hechizándola con los viejos pasos del vals. La vida no era un cuento de hadas y, fuera quien fuese el dragón, ya había perdido a la princesa.
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~ Gracias por leer ~
