Ranma ½ y personajes son propiedad de RumikoTakahashi. Hago esto sin fines de lucro.
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El hechizo
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Una noche, Akane se las arregló para burlar la vigilancia de su familia. Bajo un sólido de nerviosas esbeltas mimosas al fondo de una villa, encontramos refugio en las ruinas de un muro bajo, pedrusco. A través de la oscuridad y los árboles tiernos, veíamos las luces de las ventanas que, retocadas por las tintas de colores del recuerdo sensible, perdían su brillantez y pugnaba por no desvanecerse en la oscuridad. Ella tembló y se crispó cuando besé el ángulo de los labios abiertos y el lóbulo de la oreja. Un puñado de estrellas brillaba plácidamente sobre nosotros, entre siluetas de largas hojas delgadas; ese cielo vibrante parecía tan denudo como ella bajo su vestido blanco liviano. Vi su rostro contra el cielo, extrañamente nítido, como si emitiera una tenue irradiación. Sus piernas, sus inquietantes piernas, no estaban muy juntas y cuando encontré lo que buscaba, sus rasgos infantiles adquirieron una expresión soñadora y atemorizada… era nuestra primera noche juntos. Estaba sentada algo más arriba que yo, y cada vez que en su solitario éxtasis se abandonaba al impulso de besarme, inclinaba la cabeza, inclinaba la cabeza con un movimiento delicado, letárgico, como de vertiente, que era casi lúgubre, y sus rodillas desnudas apretaban mi mano para soltarla de nuevo; y su boca temblorosa, crispada por la actitud de alguna misteriosa pócima, se acercaba a mi rostro con intensa aspiración. Procuraba aliviar el dolor del anhelo restregando ásperamente sus labios secos contra los míos; después Akane se echaba atrás con una nerviosa sacudida de cabeza, para volver a acercarse oscuramente, alimentándome con su boca; mientras, con generosidad pronta a ofrecérselo todo, yo la hacía tomar el centro de mi pasión.
Recuerdo el perfume de ciertos polvos de tocador en mi piel (creo que los había tomado prestados de sus hermanas mayores): un olor a almizcle dulzón. Se mezcló con su propio olor a rocío y súbitamente mis sentidos se perturbaron. La repentina agitación de un arbusto cercano impidió que desbordaran y mientras ambos nos apartamos, esperando con un dolor en las venas lo que quizá no fuera sino un gato vagabundo, llegó de la casa la voz de SounTendo que la llamaba (con intensidad que iba en aumento) y mi padre apareció con una mirada grave en el jardín. Pero ese macizo de mimosas, el racimo de estrellas, la comezón, la llama, el néctar y el dolor quedaron en mí, y a partir de entonces ella me hechizó, como ahora, veinticuatro años después de nuestra unión, me sigue cautivando como aquel día.
Fin.
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Notas de autora: He visto a algunos escritores asumir el desafío de redactar una historia en primera persona, y quise hacer lo propio. Espero mi perspectiva absoluta haya sido de su agrado.
Quiero dedicar esta historia corta a una persona, alguien a quien, a veces, no valoro como debería. Sophy, esto es para ti. Aunque pasen muchas lunas antes de responderte, no dudes que lo haré, siempre lo hago y espero continuar haciéndolo por mucho tiempo más… siempre que tú quieras.
Gracias por pasarse.
