Por mera curiosidad.

Notas de la autora:

Narración normal. Que es narrador omnisciente.

— Diálogos de los personajes —

— "Diálogos de los dragones" —

"pensamientos de los personajes"

(Aclaraciones del personaje o la autora según la narración)

El dragón de Hipo se llama Toothless.

El dragón de Hicca se llama Rasmus Chimuelo.


El devastador invierno está cerca.

La luna y los planetas se alinean, dando como resultado algo que jamás pensó posible el gran conquistador de dragones.

Encontrarse con su contra parte de otra dimensión. Viéndose a sí mismo, solo que un poco, pues, diferente…

No tenían ni idea, ni uno ni el otro de cómo habían llegado a parar hasta esa situación. Era todo una burla a la lógica, a las leyes naturales que conocían… pero claro que tratándose de ellos… habían aprendido a la mala que pues, tratándose de ellos cualquier cosa puede pasar.

Hipo jadeaba en la cúspide del éxtasis, el placer haciendo estragos en su sistema, gruñidos roncos, gemidos suaves saliendo desde labios y dientes apretados, tratando inútilmente de contenerse, de no hacer vocal cada gramo del satisfactorio placer que se le era administrado. Justo en su bajo vientre crecía calor sin poderlo contener.

Sudaba a mares.

Su corazón quería salirse de su pecho, sentía que iba a desfallecer en cualquier momento, no era capaz de pensar ni de hilar una idea con otra. Solo era capaz de saber lo que acontecía sobre su persona en esos segundos.

Primero, él estaba en su cama, acostado boca arriba, con las manos sujetas al cabezal de la susodicha con una cuerda.

Segundo, estaba abierto de piernas a todo lo que podía con los pantalones mal puestos.

Tercero, una boca húmeda que oh por Odín le estaba dando un placer que jamás creyó posible, menos aún poderle experimentar en su castaña y enclenque existencia.

Nada tenía sentido. Nada tenía lógica

Tenía al que supuestamente seria su contraparte. Es decir su otro YO pero de otra forma.

Su contra parte era una mujer, una muy parecida a él, pero demasiado hermosa como para que, como él, pudiese pasar desapercibida. La mujer más hermosa del mundo, así es como el la catalogaba, acompañada por su propio Furia Nocturna y, el que por cierto, demostró tener un lazo de lo más estrecho para con ella.

A la vista de ella, su contra parte masculino era un hombre inteligente, curioso, tanto como sí misma, y por Odín que es el hombre más atractivo que ha visto en su enclenque vida. El dragón del susodicho demostraba de igual manera ser muy apegado al hombre.

Hipo, como buen caballero que es, les dio alojamiento en su casa, a escondidas de todos los demás y para hacerla más fácil, su padre estaba de viaje junto con otros de los guerreros de la tribu, alejando la mayoría de los ojos curiosos que podrían meterles en problemas.

¿Qué tanto puede pasar entre dos jóvenes de diecisiete años, que curiosos hasta la muerte, que están escondidos a solas en una de las casas más alejadas de Berk y además con las hormonas a todo lo que dan?

Una mirada curiosa es lo que ambos se dedican el uno al otro.

Una mirada de deseo.

Ambos eran bien conocidos por tener "manos mágicas".

La curiosidad mató al gato. Pero murió sabiendo.

La curiosidad siempre los guía en cada paso que dan.

La curiosidad los pudo llevar al cielo azul sobre el lomo de un dragón.

La curiosidad ahora se les presentaba, dirigida a la persona contraria. ¿A dónde los llevará esta vez?

Unos días atrás…

Era de mañana en la isla de Berk, un joven que surcaba apenas sus 17 inviernos, de cabello castaño y vivos ojos verdes, avanzaba por el bosque en la oscuridad de la noche, iluminado únicamente por la luna, se dirigía hacia la cala (a horas de la madrugada para ser más específica) en la que conoció a su mejor amigo, nada más y nada menos que un dragón.

Más en específico un Furia Nocturna.

Durante la noche hubo una tormenta, lluvia y rayos habían azotado la isla, con toda la fuerza que Thor podía dar a entender a los Hooligans. Le había asaltado la sensación de que debía de dirigirse a la cala. Tuvo un extraño sueño durante anoche, en el cual gritaba la necesidad imperiosa de llegar a la cala lo antes posible.

Despertó agitado, sudando, con el corazón latiendo de forma fuerte y errática, incapaz de recordar que era lo que había soñado. Tan solo sentía la arrolladora necesidad de llegar lo más pronto posible a ese valle, no sabía para que, solo necesitara ir. Sin demora se levantó de su cama con rapidez, notando por la oscuridad y la posición de las estrellas en el cielo que aún era de madrugada, faltarían aun varias horas para que el alba se asomase en el horizonte.

Removió a su dragón en un intento de levantarle de su roca, este al ser tan temprano no quería levantarse, estaba por protestar que quería seguir durmiendo pero la necesidad en el rostro de su humano era inusual e incluso algo perturbadora, la preocupación por su cría humana hizo morir cualquier queja, despabilándose de forma rápida permitió a su mejor amigo colocarle la montura.

Llegaron a la cala cuando aún faltaba mucho para que el sol saliera. Rayos y truenos habían menguado hacia algún rato, pero no la lluvia, que prometía no para quizás ya muy entrado el día.

Aterrizaron en un lugar al azar, no muy lejos de una entrada que en antaño Hipo había usado, cuando dragones y vikingos aún eran "enemigos a muerte".

Un rayo trono en el cielo, iluminando de manera breve todo lo que estaba alrededor de ellos, algo en especial les llamo la atención, tanto al jinete como al dragón.

Un bulto negro, uno que el muchacho reconocería en cualquier parte del mundo, fuera como fuera.

La silueta de un Furia Nocturna.

Hipo y Toothless se acercaron de forma cautelosa a la silueta, claro que el dragón lo había olfateado, aunque a muy poca distancia, un olor claramente similar a él no podía pasar desapercibido, pero lo atribuyo a que se trataban de un compañero de su misma especie, sin tener la remota noción de cuánto en realidad podían llegar a tener en común.

La figura del Furia Nocturna estaba inerte en suelo, donde había césped. La lluvia había amainado hasta ser casi un roció desde el momento en que Hipo y Toothless notaron la figura de la criatura. Este mismo tenía sus alas enroscadas alrededor de su cuerpo, como si estuviera protegiendo alguien muy valioso.

Sin duda que sería alguien y no algo lo que protegía ese dragón, de eso estaban seguros ambos espectadores, después de todo ellos también habían pasado por una situación similar.

Con cautela, ambos se acercaron al inconsciente dragón, notando a su vez que en efecto tenía una silla de montar en su lomo, cosa que indicaba que aquello que protegía debía ser efectivamente su jinete.

Se acercaron un poco más, estando a tres pasos, se dieron cuenta que salía humillo del cuerpo de la gran criatura, como si se hubiera quemado o algo similar, mas no parecía tener heridas a simple vista.

Una vez que Hipo estuvo junto al desorientado dragón, poso su mano en la trompa del mismo, de manera suave y delicada, mostrando que no tenía ninguna intención hostil. A su vez el dragón fue despejándose un poco, reaccionando ante el contacto.

Uno que curiosamente resultaba demasiado familiar, pero que de igual forma no lo era. Abrió los ojos, observando a quien le acariciaba dulcemente la trompa. Vio a un humano de cabellos oscurecidos por la lluvia y la penumbra, unos ojos con una tonalidad verde que reconocería en cualquier parte del mundo, así fuera de noche o de día. Por el aroma a tierra mojada, no distinguió del todo la esencia que desprendía este humano, que claramente era un varón, aun así, decidió confiar.

Abrió sus enormes alas negras, revelando ante el muchacho su preciada carga. Una figura humana, menuda, que vestía de cuero y otros artilugios que no logro reconocer de inmediato debido a la escases de luz, aun así el atuendo le era muy familiar, pues le recordaba vagamente a lo que el usaba diario.

—Tranquilo amigo, voy a ayudarte— Le hablo Hipo de manera que pudiese darle algo de calma —Van a estar bien ustedes dos. —Le aseguro al dragón mientras sobaba lentamente su trompa. Este en respuesta le dio un ligero lengüetazo en la mano. Eso era buena señal.

Con cuidado, tomo la persona que descansaba entre los protectores miembros del dragón, este mismo se la entrego con cierta confianza. Sus instintos le decían que con ese muchacho, tanto su propio jinete, su mejor amiga y él mismo estarían a salvo.

Hipo tomo la persona en brazos, como si fuera una novia o algo similar. Para asombro suyo, no pesaba casi nada, a juzgar por el pelo largo atado en trenza y el rostro de facciones finas, era una muchacha. Aunque con lo oscura que estaba la noche le era imposible verle a detalle el rostro.

Con ayuda de Toothless, la llevaron hasta su casa en la cima de la colina, entro por la puerta trasera que daba hacia el bosque, con cuidado subió a su recamara llevando a la desconocida joven hasta su cama. Bien, ahora la prioridad era asegurar el bienestar de ese Furia Nocturna. De nueva cuenta se dirigió al bosque pero esta vez llevaba consigo algunos pescados para alimentarlo, se le veía realmente cansado pero no mal herido, por lo deseaba de todo corazón que pudiera levantarse.

Cuando llego al lado del Furia Nocturna desconocido le ofreció de comer como antes había hecho con su mejor amigo, haciendo uso de su carisma logro que este aceptase con gusto. En esos momentos ya no estaba lloviendo, aun así el cielo retumbaba.

Al parecer la lluvia regresaría con mucha más intensidad y furia, así que más valía apresurarse.

El dragón desconocido logro despejarse un poco más, pero aún seguía demasiado aturdido para pensar en nada, por lo que se limitó a seguir las instrucciones del humano. Pero algo muy importante había pasado por alto y ese algo era dragón que acompañaba al Humano, que no era otro que un Furia Nocturna igual a él, y a juzgar por el aroma, diría que también era macho.

Hipo, ha como pudo, logro sacar al dragón de la cala (agradecía haber agrandado la entrada el mismo hace años) y lo condujo a su casa bajo la vigilancia precavida de Toothless, parecía que el nuevo compañero se había lastimado un ala, pero como no podía revisarlo debido a que estaban completamente a oscuras a mitad del bosque, pues ni modo, lo revisaría al lado de la fogata de su estancia. Suerte que estaba solo en casa.

De nuevo entro a su casa por la puerta trasera, se aseguró que estuviera bien cerrada, hizo lo mismo con la entrada principal, con todas las ventanas de la planta baja y la habitación de su padre, solo faltaba la propia. Justamente, donde descansaba su invitada.

— Y ahora ¿Dónde dormiré? — Reflexiono el muchacho en la planta baja, a la sola compañía de ambos Furia Nocturna.

En momento ambos dragones giraron la cabeza hacia las escaleras, por donde ahora bajaba una muchacha de cabellera castaña, ojos verde esmeralda y rostro de facciones finas salpicada con pecas por donde mirase.

— Veo que despertaste, ¿Te encuentras bien? — Indago Hipo, dándole una mano a su invitada para que terminase de bajar, la cortesía nunca estaba de más, por mucho que los vikingos no la usasen a menudo.

— Sí, gracias, me encuentro bien — respondió ella.

— Ven, siéntate. — La encamino hacia la cocina, jalando una silla de la mesa para que su invitada pudiese acomodarse — Seguro tienes hambre. —

— Un poco sí. — dijo algo tímida sentándose a la mesa donde le ofrecía el joven.

— Por favor, disculpa si soy descortés pero ¿Quién eres tú? — le pregunto ella un tanto confundida.

Hipo estaba seguro de que ella estaba perdida, después de todo Berk no era un lugar muy grande así que todos se conocían, había hecho grandes excursiones por lo que conocía a la mayoría de las tribus del archipiélago barbárico, así como a mucha gente, por lo que ella debía ser de fuera, muy lejos quizás.

— Bueno, soy quien los encontró a ti y a tu dragón, tirados en el bosque a mitad de la noche — Respondió con cautela, sarcasmo y humor, jamás sabes quién puede apuñalarte por la espalda sin pensarlo un segundo, ya había tenido experiencia en eso antes.

— Gracias por ayudarnos señor "soy quien los encontró a ti y a tu dragón, tirados en el bosque a mitad de la noche". Mi nombre es Hicca y él es Rasmus Chimuelo. — respondió la chica al tiempo que el nombrado dragón se posaba a su lado, dejando en claro quién era su guardián.

El nombre de la chica, su sarcasmo, el comportamiento de su dragón, el nombre de este. Todo eso dejo pasmado al joven que no creía lo que estaba aconteciendo frente a sus narices.

— ¿Me puedes repetir tu nombre por favor? — Pidió el muchacho ya sin el sarcasmo tintando sus palabras, mirando a la chica muy fijamente, totalmente asombrado pero cauteloso.

— Mi nombre es Hicca Horrendus Haddock Abadejo la tercera. — le respondió de nueva cuenta ella, pensando que a lo mejor ese nombre a él le era conocido. Ni idea tenían ni uno ni otro de lo pasaría en adelante. — y tu ¿Cómo te llamas? —

— Hipo Horrendus Haddock Abadejo tercero, y él — Hizo un ademan hacia su propio dragón, el cual ya estaba a su lado.

— Es Toothless. Esta es mi casa, — Hizo un ademan al lugar donde estaban.

— Y soy hijo de Estoico el Basto el jefe de Berk, que es aquí donde estas —

— Eso no puede ser, yo soy la hija de Estoico y te aseguro por los dioses que soy hija única — Debatió ella cruzando sus brazos bajo sus pechos. (Los cuales por cierto estaban "algo desarrollados" pero sus ropas disimulaban).

Luego de una larguísima charla entre los Haddock, cestas de pescado para los dragones y una merienda para ambos castaños, se aclaró que los dos decían la verdad. Que uno era el reflejo del otro, es decir como que cada uno era la versión o contraparte del otro y que fue la chica quien "aterrizo" en el Berk de "Él".

— Esto es de locos — declaro Hicca pasando las manos por su cabello en un gesto de frustración.

— Solo a mí me pasan estas cosas. Mira que encontrarme con mi YO de otro mundo… —Se quejó el de igual forma, y por como lo veían ambos eso iba para largo.

— Que si no es una cosa es la otra — Hicca continuaba con sus poco características quejas.

— ¿Es tanto pedir una vida normal? — el pobre estaba bajo mucho estrés.

— O mínimo tranquila… — le siguió el hilo a las quejas del otro.

— oh, espera un momento, se trata de un Haddock, ¡Pues claro que nada será normal o tranquilo! — el sarcasmo volaba cual dragones revoltosos en el aire de la habitación.

— No tengo idea de cómo llegue aquí y menos aún de como "regresar por donde vine" — dijo molesta. Desde lo que paso con los aldeanos y su padre, ya no quería llamar ese montículo de roca mojada hogar o casa nunca más. No desde Aquello.

— Es oficial — comenzó Hicca mientras ambos tiraban sus cabezas hacia atrás y se estiraban frustrados en sus respectivos asientos.

¡Los dioses me odian! — dijeron al unísono.

Ambos jóvenes se miraron a los ojos con resignación.

Estaban sacando el estrés no solo de la situación en sí, sino de muchas, muchas más cosas.

….