DON'T WAKE ME UP

Todos los días habían sido más o menos penosos en los últimos dos meses, pero aquel viernes estaba siendo particularmente insoportable. En el número 12 de Grimmauld Place el reloj parecía estar burlándose de la paciencia de tres jóvenes que perezosamente trataban de limpiar la casa. El sol, atravesando cada ventana e iluminando los más oscuros rincones, no hacía más que empeorar el humor de un ya suficientemente enfurecido pelirrojo.

-¿ Queréis hacer el favor de abrir las ventanas?- repetía Ron Weasley, desde lo más alto de la escalera, una y otra vez- este olor apesta más que la Multijugos…

Normalmente nadie le contestaba, no verbalmente al menos, pero sus amigos empezaban a hartarse de aquella actitud tan poco productiva.¿ Acaso pensaba que él era el único que estaba agotado?¿ El único que deseaba dejarlo todo y sentarse en la gran mesa de la cocina, a charlar un rato?´

Dos pisos más abajo, en el hall de la casa, Hermione bufó exasperada.

Habían llegado a la antigua casa de los Black el miércoles y, viendo el mal estado en el que se encontraba, supieron que no podían posponer más la limpieza. Así, aquel viernes, Harry, Ron y Hermione se despertaron un poco antes de lo habitual y se pusieron manos a la obra. Era cierto que llevaban dos meses de absoluto agotamiento, tanto físico como psíquico, pero no podían permitirse no hacer nada, dadas las circunstancias.

El estado de la casa era lamentable, no había detalle que se librara del espeso polvo que poco a poco se había apoderado de la estancia. Ni siquiera los productos más potentes del mercado – muggle o mágico- conseguían quitarlo (lo único que hacían era enrojecer los ojos de los tres amigos e intensificar el tóxico aroma que tanto irritaba a Ron).

A Hermione le había tocado limpiar el primer piso, es decir, la cocina, una sala de estar y el Hall. No habría sido tan malo si no fuera por el dichoso cuadro de Warburga Black, quien consideraba una auténtica deshonra que una sangre sucia fuera a tocar su retrato, aunque solo fuera para limpiarlo. La mujer, además, no dudaría en montar todo un escándalo por si alguien se quedaba sin saber de su tan humillante desgracia.

Hermione se rehízo la coleta por enésima vez y suspiró, lo que fuera por retrasar, por unos pocos segundos siquiera, el momento en el que habría que empezar a frotar en maldito cuadro. Con el ceño fruncido, los ojos entrecerrados y una expresión de auténtico terror, Hermione aplicó el producto más fuerte en la vieja madera. Los gritos debieron de escucharse desde el mismísimo parlamento e hicieron que inconscientemente la chica se echara hacia atrás, tapándose los oídos con las manos. Por esa razón no llegó a escuchar la urgente advertencia de Harry, ni pudo ver la contraída expresión de Ron mientras un balde de agua caía directamente sobre la cabeza de la muchacha.

Solo sintió frío, mucho frío y una sensación terriblemente desagradable. Estaba mareada, todo le daba vueltas y no sentía suelo alguno bajo sus pies. Flotar, nadar, hundirse… lo que fuera que estuviera haciendo no tenía ningún sentido. Tuvo tiempo de preguntarse mil y una veces qué estaba ocurriendo, pero antes de hallar la respuesta correcta, perdió la consciencia.

OoooOoooOoooOoooO

Se despertó, o lo que fuera, con una angustiosa sensación de estar ahogándose, como cuando la fuerza de una ola te sumerge a sus anchas, y das vueltas, y vueltas, y vueltas… Y es que, por alguna extraña razón, Hermione supo que debía nadar, no sabía dónde estaba, pero debía salir a la superficie.

Lo primero que vio al abrir los ojos le hizo creer que seguía sumergida, que la falta de oxígeno le provocaba aquellas alucinaciones. Porque era totalmente imposible que hubiera reconocido la torre de astronomía de Hogwarts. Ella estaba en Grimmauld Place, con Harry y Ron, cuando aquel balde cayó sobre ella. Volvió a abrir los ojos y la torre seguía allí… y el castillo entero, y los jardines, los campos de Quidditch…

¿Qué estaba pasando?

Nadó hasta la orilla del lago y torpemente consiguió ponerse de pie. Tierra firme, al fin! Le parecía que había pasado horas flotando Merlín sabía dónde. Llevaba puesta exactamente la misma ropa que recortaba llevar durante la limpieza de la antigua casa de los Black. Los desgastados vaqueros se habían vuelto un par de tonos más oscuros a causa del agua y el "enorme" polo negro que había encontrado por casualidad en una de las muchas salas, y que suponía que habría sido de Sirius, se le pegaba incómodamente a cada curva de su torso.

Buscó rápidamente en los bolsillos de sus pantalones y encontró lo que buscaba, su varita. Se secó y, al entrar un poquito en calor, empezó a preocuparse de verdad. Todo era demasiado real para ser un sueño. De hecho, estaba segura de que no lo era.¿ Pero entonces…?

-No te ofendas, Lunático, pero tú tienes la culpa de que tenga que abandonar a James esta noche…

Hermione se quedó de piedra. La voz le era terriblemente familiar y, teniendo en cuenta los dos aludidos, aquello solo podría significar que estaba perdiendo la cabeza.

-No creo que eso suponga una desgracia para él, Sirius. Y más teniendo en cuenta que Lily llega hoy al colegio.

Era la voz de Remus Lupin, un poco menos ajada que la última vez que la escuchó, pero estaba claro que se trataba de él. Una terrible sospecha empezó a apoderarse de la joven Gryffindor. Una sospecha que no se atrevió a descartar pero que su lógica mente no podía tomar en serio.

-Total, para el caso que le hará… - dijo por lo bajo una tercera voz.

Cierra el pico, Colagusano. Este año Evans va a caer rendida a mis pies, lo juro por mi escoba!- "Es el padre de Harry" pensó la chica muy confundida "cómo es posible?".

-James…- la voz de Sirius Black era igual y completamente distinta. Sonaba más animada, más feliz…

-Dime

-Vas a tener que darme tu escoba, amigo!

-Jamás! Lily me adora, casi tanto como yo la adoro a ella, solo que aun no lo sabe…

-Parecía más lista, la verdad…

-Sirius- De pronto la voz de James Potter sonó mortalmente seria- como vuelvas a meterte con ella voy a tener que hechizarte.

Las voces se iban alejando poco a poco y lo único que Hermione escuchó como respuesta a la amenaza de James fue una indiscreta pero amistosa carcajada.

OoooOoooOoooO

Ya casi estaba segura de que era cierto, que sus sospechas eran acertadas y que no se trataba de ningún sueño o alucinación. Estaba en Hogwarts, el Hogwarts que ella bien conocía y al que pensaba que jamás iba a volver. Cruzaba los pasillos que tantas veces había recorrido y se dirigía al despacho del director, sin saber muy bien qué esperar.

Sin embargo, se sentía una extraña. Era raro no cruzarse con ningún conocido y saber que todos los alumnos que veía, en grupo o en solitario, pertenecían a un tiempo pasado. Pero, dadas las circunstancias, era lo único que se le ocurría.¿ Por qué sino había escuchado a los Merodeadores charlar en el lago?¿ Cómo era sino posible que James y Sirius siguieran con vida?

Según sus cálculos había retrocedido unos veinte años, era increíble. "Tengo que hablar con Dumbledore" pensó deduciendo que, si el padre de Harry y su padrino seguían vivos, también lo estaría el viejo profesor. Perdida entre las millones de preguntas que se hacía a ella misma, no se dio cuenta de que había llegado hasta que se dio contra la estatua que guardaba la entrada, "Maldita sea, no sé cuál es la contraseña!"

Tras varios intentos fallidos y una desesperación peligrosamente creciente, Hermione decidió que lo mejor sería suplicar a la fría estatua que la miraba con arrogancia.

-Por favor, por favor, no sé qué hago aquí y necesito tú ayuda. Profesor Dumbledore? Se lo ruego, tengo que hablar con usted…

Para el gran alivio- y sorpresa- de la muchacha, la estatua giró sobre sí misma dejando el paso libre y Hermione subió prácticamente corriendo hasta el despacho de Dumbledore. No pudo evitar que el corazón le diera un vuelco al ver al anciano profesor (aunque considerablemente más joven) sentado en frente de ella, mirándola, curioso, a través de sus gafas de media luna.

-Buenos días, señorita…

-Granger, señor- se apresuró a decir- Hermione Granger.

La chica notó que los ojos se le humedecían al mirar al difunto director. No podía creer que estuviera hablando con él, que la estuviese evaluando con sus transparentes ojos azules, sonriéndole amablemente. Aunque, obviamente, él no la reconocía a ella. tofo era tan confuso!

-Siéntese, señorita Granger.- pidió- y dime,¿ en qué puedo ayudarle?

-No sabría por dónde empezar, profesor.- dijo ella, un poco avergonzada.

-Entiendo… dígame, ¿en qué colegio estudia?

.Aquí, en Hogwarts- ante la asombrada mirada del director, Hermione trató de explicarse por fin.- verá… la verdad es que puede sonar demasiado increíble, pero creo que he retrocedido en el tiempo.

Dumbledore agachó ligeramente la cabeza y la miró directamente a los ojos, decidiendo si creerla o no. La joven se sintió bastante absurda al principio, pero sabía lo que estaba diciendo, estaba cada vez más segura de ello y acabó por mantener pacientemente su mirada, a la espera de alguna respuesta.

-Me temo que debo pedirle que lo demuestre, señorita Granger.

-Por supuesto.- la mente de Hermione buscaba algo a toda velocidad, lo que fuera que pudiera demostrar que sus palabras eran ciertas. Solo se le ocurrió una cosa, era terrible tener que recurrir a eso pero no veía qué otra confesión podría servirle .-Remus Lupin es un hombre lobo.

La sorpresa ahogó por un instante los ojos del director. Se la quedó mirando mucho, mucho tiempo hasta que pareció decidir que la muchacha decía la verdad.

-Confío en que se asegurará de que este pequeño secreto se mantenga como tal, señorita.

-Si, profesor, no se preocupe.- aseguró ella, un poco más tranquila y sintiéndose mucho menos sola.- Aunque… me pregunto si podría usted ayudarme.

El hombre se levantó y se dirigió a la ventana, demasiado concentrado en lo que fuera que estaba pensando. Hermione se removió en su asiento, sin saber muy bien qué hacer o hacia dónde mirar. Un espejo al final del despacho reflejó su lamentable estado. Estaba sumamente pálida y llevaba el pelo húmedo aún, revuelto, pero no tanto como se imaginaba. Al ver que sus labios se habían vuelto casi morados a causa del frío, decidió que ya era suficiente. Apartó la vista del espejo, intuyendo que iba a tener mucho tiempo para preocuparse por su físico.

- Está bien, señorita Granger, le prometo que haré todo lo posible para averiguar cómo hacer que vuelva a su tiempo. Pero, mientras tanto, tendrá que quedarse aquí. Voy a proporcionarle la ropa y el dinero que sea necesario, por supuesto. Solamente hay una cosa que no debe olvidar, bajo ningún concepto. Sabiendo que el futuro no es más que la consecuencia de los actos del presente, tiene que tratar de mantenerse al margen, influir lo menos posible en todo... y en todos. ¿Me ha entendido, verdad?- La chica asintió con rapidez- y ahora, ¿recuerda a que casa pertenecía?

- A Gryffindor, señor.

- Me lo imaginaba... puede retirarse señorita, Filch le acompañará hasta su sala común.

A Hermione no se le escapó el hecho de que los labios del profesor se torcieran dibujando una media sonrisa.


Dadme más tiempo, por favor.

Esto irá mejorando con el tiempo, en serio :) solo os pido paciencia... y REVIEWS! lo que sea, crítica, ideas, opiniones... todo es bienvenido.

Hasta muy pronto!

L.