Confessions

- ¿Shuichi...?
- ...
- ¡Shuichi! -estalló Hiro como último recurso para captar su atención. Era la quinta vez que Shuichi interrumpía el ensayo para checar su celular.
-Por favor, Hiro-chan! Esto es muy importante... -se excusó dando algunos pasos lejos de él para tener privacidad.
- Si no te conociera lo suficiente. -suspiró.
- No te enojes, por favor. El asunto es... el asunto es... ¡Es que hoy es nuestro aniversario! -chilló con ojos brillantes.
- Shuichi.... - murmuró reprobatoriamente viendo como corría a su lugar con el mismo entusiasmo de siempre. - Debería ordenar sus prioridades.

Shuichi no volvió a saber de Yuki en todo el resto de la tarde. Su último mensaje había sido un romántico y sencillo: Ai shiteru.
Volvió a suspirar antes de marcar el piso en el elevador. Su amante veterano había sido muy atento con él en este día.

Recordó como lo arrulló en sus brazos la noche anterior, juntos comieron lenta y sensualmente un muy bien elaborado helado de vainilla.
- Yuki... - Ya la puerta estaba abierta, faltaba poco, pronto vería a su propio sol, a su adorada razón por seguir adelante. - ¡Yuki! - llamó alzando apenas la voz. El departamento estaba en penumbras y fue más que fácil adivinar que se encontraba completamente solo allí.
Bajó la mirada decepcionado. Echó su mochila al sofá más cercano antes de desplomarse en él. - Prometiste estar aquí...

Secó una lagrima solitaria que había llegado hasta su barbilla. Una luz no muy intensa se hacía notar desde la habitación contigua.

Caminó hasta allá y encontró la computadora portátil de Yuki encendida junto a un documento de texto que seguía abierto. Shuichi se inclinó un poco para leer, solo era curiosidad.

Confesiones: Por Yuki Eiri

Era mi vida el lóbrego vacío: era mi corazón la estéril nada, pero me viste tú, dulce amor mío y creé un nuevo universo en tu mirada.

A ese golpe mis ojos encontraron bella la tierra, el ánima divina, mundo de sentimientos en mí por fin brotaron y ahora es tu sombra el sol que me ilumina.

Si esto es amor, ¡Oh Shuichi! Yo te amo, y si esto es gratitud, yo te bendigo, mío, mi adorado, mi pequeño te llamo, que otras te den el titulo de amigo.

Yo te amo, a pesar de ser indigno de tu afecto, sí, porque no hay ser digno de ti, ¡Pura imagen inocente! Joven perfecto, proscrito arcángel que se cruzó en mi camino.

¡Gracias, gracias!, mancebo poderoso, bello, generoso, de ningún mal y de todo bien capaz.

Por permitirme reír mirando tu sonrisa, para llorar mirando tu tristeza, por ser tu entusiasmado amante y contigo incesante delirar.

Lo sé, mereces mis lagrimas, mereces un sin fin de suplicas. Sí, te debo mis lagrimas, pero hoy por ti soy feliz.

Gracias Shuichi, por haberte cruzado ante mi, ahora sé que los Ángeles existen. Siempre serás mi sol en el día y la luna en la noche. Mis alegrías y tristezas, mi vida y mi muerte.

Gracias por estar presente, te cuidaré y amaré tanto, tanto que ni el mismo universo podrá guardar tanto amor.

Te amo, Shuichi.

- ¿Qué haces, baka?
- ¡Yuki!
- Hice una pregunta... - dijo serio rodeando su cintura diminuta con un brazo.
- Yo... yo solo estaba... - fue lo último que llegó a pronunciar antes de ser interrumpido por un beso suave, romántico y dulce. Él lo respondió de inmediato acariciando la mejilla del hombre más alto.
- Yuki... - musitó aún atontado.
- No digas nada. El momento es lo suficientemente precioso así.
Shuichi obedeció hundiendo su rostro en el pecho descubierto de Yuki.
- Gracias, gracias por esta noche.
- No, soy yo quien debe darte las gracias. -susurró a su oído- Gracias por existir.
- Yuki...
- Gracias por existir.

Owari