Capítulo 1: Secretos del alma

No sabía cuantas veces había tenido que coger aire para no perder la paciencia. El palacio era un auténtico caos, no sólo tendrían que subir los impuestos para reformar el castillo sino que el propio pueblo no era capaz de mostrar confianza hacia los Butterfly.

Los continuos actos de rebeldía de Star y sus enfrentamientos con Toffee habían creado una coraza tan resistente que sus súbditos le habían dado la espalda. Quizá por una parte lo entendía, pero un profundo miedo se instaba en su pecho ante todo lo que estaba ocurriendo.

- ¡ Reina Moon! - Gritó uno de sus soldados mostrando la mejor reverencia que sabía hacer.- Sé que está ocupada con las reformas del castillo, pero ante los destrozos que se ocasionaron cuando Ludo asedió el lugar, hemos encontrado una pequeña habitación secreta.

- ¿Alguien más sabe de esto? - Su tono era tan serio como gélido, no debía perder ese semblante neutro que siempre la había caracterizado. Siempre había vivido en el palacio, por lo que encontrar habitaciones secretas sólo podría suponer un peligro.

- No, mi reina. La alta comisión aún no sabe nada de esto, ¿Quiere que le guíe? Está cerca de las celdas donde el rey y Marco estuvieron encerrados.

La peliblanca asintió sin decir mucho más, prefería ser la primera en comprobar que todo estaba en orden, antes que Hekapoo y los demás pusieran el grito en el cielo. Aquellas paredes tenían tanta historia que seguramente Glosarick habría escondido algún que otro secreto a cada reina. Quizá con ella no era tan risueño como con su hija, pero sabía bien que los lazos que unieron a Eclipsa y a ese hombrecillo eran mucho más fuertes que los de ninguna otra reina de Mewni.

Alzó un poco su vestido para no pisárselo, podía escuchar como las pequeñas gotas de agua chocaban contra el suelo haciendo un pequeño tintineo. Era lúgubre, oscuro y lo suficiente aislado para que ningún curioso se atreviera a pasar tiempo con ningun prisionero. La habitación se encontraba al otro lado de la celda donde Ludo había encerrado a su esposo. Seguramente por los continuos hechizos que lanzó al aire, la pared de piedra se había agrietado y dado paso a aquella pequeña estancia. Entraron por el agujero de la pared, olía a humedad y musgo. - Parece que ha estado cerrada durante mucho tiempo.

- Así es, todo estaba en el mismo orden cuando lo hemos encontrado.

Moon alzó la vista, el lugar no estaba demasiado amueblado: Contaba con una pequeña cama de sábanas en color ciruela, ahora algo más oscuras debido al polvo que había sobre ellas. Un pequeño escritorio con notas y frascos de cristal con un olor algo desagradable y una cómoda de tres cajones en tono pastel con un espejo de pie al lado.

Dio un par de pasos con cierta inseguridad, por las características del lugar seguramente debió pertenecer a Eclipsa. Cogió un par de notas, algunas recitaban hechizos que no lograba entender del todo, otros parecían ser una pequeñas crónicas de su estancia en palacio y otros hablaban del "Qué hubiera pasado"

" Dime Glosarick,

¿Qué hubiera pasado si el destino de los Butterfly no fuera tan cruel?

¿Qué hubiera pasado si hubiera tenido la oportunidad de elegir?

¿Qué hubiera pasado si él hubiera venido a buscarme?

Sé que tenías buenas intenciones con ese espejo, pero lo único que me demuestra es que añoro la vida que refleja.

Eclipsa B."

- ¿Un espejo mágico? - Susurró no muy convencida. Nunca había escuchado hablar de un espejo que pudiera mostrar lo que más deseas. ¿Lo escondería Eclipsa de su marido por algún motivo? Dejó las notas a un lado de la cómoda y se centró en mirar el espejo de pie. Físicamente parecía un espejo normal, donde se reflejaba su figura, pero lo que más le extrañó fue esa cadena oscura que lo aferraba por el medio. Era similar a la del capítulo prohibido del libro de hechizos.

Con cierto temor estiró las manos hasta esa gruesa cadena, la acarició con sus guantes y no pareció reaccionar de ninguna manera.- Esto es ridículo. Eclipsa era muy soñadora, quizá sólo imaginaba como era marcharse de aquí… - La reina giró sobre sus talones y por alguna extraña razón creyó ver que la figura que abandonaba la habitación, era aquella joven niña que perdió a su madre y acababa de ser coronada.

Cada noche se levantaba aturdida, dejaba que el frío mármol erizara por completo su piel ante el contacto con sus pies descalzos. Se levantó con cuidado de no hacer ruido, cogió su bata de seda grisácea y caminó en el silencio de la madrugada con su cabello desaliñado.

Últimamente las pesadillas no dejaban de atormentarla, tenía los hombros tensos y el labio inferior tembloroso. Aquella noche parecía dar la bienvenida a los primeros días de invierno, se abrazó así misma caminando sin un rumbo fijo, quizá la idea de haberse puesto uno de sus vestidos le hubiera dado el calor necesario para no tiritar.

Estaba preocupada, o más bien, terriblemente asustada. Quizá Star podía tener mucho más potencial que ella, pero últimamente veía su pequeño rostro en la oscuridad más remota de sus pesadillas, no dejaba de sollozar. Cada sueño le daba paso a otro, donde podía interactuar un poco más con la rubia, hasta que esa noche le había alarmado ver como sus mejillas se corrompían ¿Acaso era algún tipo de aviso por lo que estaba por acontecer?

Sus pasos se detuvieron en medio del pasillo que daba a la sala del trono, su pelo blanquecino se mecía al son del gélido aire que entraba por las ventanas. ¿Y si supiera que iba a pasar, podría detenerlo? Se mordió el labio y comenzó a caminar rumbo a las celdas. Debía buscar la posibilidad de salvar a Star, no iba a perder a nadie más de su familia y menos sin haberlo intentado.

Las pequeñas gotas que acariciaban el techo rocoso de la prisión le dieron la bienvenida, quizá para alguien que fuera a pasar sus últimos días allí era una sintonia llena de horror, pero para la reina, sólo mostró un profundo alivio. Hizo algún que otro gesto de dolor conforme bajaba los escalones, algunas piedras estaban afiladas por lo que hicieron algunas heridas superficiales en sus pequeños pies.

Todo parecía estar como esa mañana; La celda estaba vacía, a su izquierda presentaba esa pared echa añicos que daba paso a la habitación secreta de Eclipsa. Se aferró a una de las rocas más superficiales, se balanceó un poco y entró en el lugar. En una de sus manos hizo aparecer una pequeña llama de color azulada, debido a la oscuridad de la noche ni siquiera era capaz de ver el mobiliario de la estancia.

Caminó con paso lento, cada mueble del lugar, cada palabra mágica y cada historia procedente de esas cuatro paredes llevaba dormida desde hacía muchos años. Con suavidad movió su mano hacia arriba, dejando que esos tonos azules iluminaran el pequeño escritorio. Centró su atención en aquellas pequeñas notas, por más que intentara forzarse y concentrarse en todos los aprendizajes que había compartido al lado de Glosarick ni si quiera le sonaban. Seguramente sería un código propio de la peliverde, por si algún día alguien daba con su pequeño secreto. Así no podrían culparla de ejercer magia negra. Esparció cada pergamino por la mesa hasta que dio con otra nota como la dirigida a aquel hombrecillo, ésta parecía más esperanzada y llena de vida.

"Oh Glosarick,

hoy he vuelto a verle, quizá no comprenderías porque su sonrisa me parece la más hermosa del mundo, pero él me apoya en mis decisiones y eso me hace enormemente feliz.

Anoche mi esposo y yo discutimos, con todo su real derecho no dudó en alzarme la mano como tantas veces ha hecho cuando no está de acuerdo conmigo. Es un hombre despreciable, por eso me he ocultado aquí esta noche. Me arde la mejilla y a través del espejo puedo ver como el amor de mi vida me consuela.

Eclipsa B."

El pequeño rechinar de las cadenas llamó su atención, su corazón comenzó a latir nervioso en su pecho ¿Había sido su imaginación? Dejó la nota en su lugar y se acercó al espejo de pie. Su larga melena blanquecina era reflejada por aquel objeto sin percibir nada diferente. Descendió suavemente la mirada hacia sus pies, le dolían era cierto, pero las heridas no eran demasiado graves… Al parecer el espejo no lo veía de esa manera.

Movió los labios nerviosa al ver como bajo sus pies se coloreaba un camino de color escarlata, caía desde su talones y la guiaba hasta dentro de su reflejo. Moon alzó la mano hacia la cadena, no iba a demostrar que tenía miedo, no iba a causar ningún daño a su reino y menos por una simple curiosidad. Les protegería, como había hecho en tiempos de oscuridad, no haría caso a ese dolor que se instaba en su pecho. Con suavidad acarició las cadenas con sus manos desnudas, éstas parecieron despertar ante su pequeño roce y mientras daban paso a su reflejo completo volvía a verse siendo una niña. Tenía sus brazos sin ninguna marca del pacto con la reina de la oscuridad, una mirada inocente pero decidida y ese semblante que hizo que todo el mundo la respetara.

- ¿De verdad quieres verlo, Moon? - Le dijo la pequeña tras el espejo. Quizá sus ojos casi grisáceos eran similares a los suyos, pero había un atisbo de picardía que la hacía esbozar una pequeña sonrisa.- ¿De verdad quieres ver que hubiera pasado?

- ¿De qué estás hablando? Yo sólo quiero saber si Star estará a salvo, quiero que me lo muestres inmediatamente – Exigió la monarca en la oscuridad de la habitación.- Muéstramelo…

- Nuestras decisiones no empiezan con Star, empiezan desde mucho antes….- Susurró la niña caminando por lo que le permitía el espejo. Estaba tranquila, quizá algo más risueña para como era ella.- ¿Puedes recordarme como era tu cuadro?

- ¿Mi cuadro? - Ésta enarcó una ceja. Si se refería al que se había ido tejiendo en todos sus años de reinado, no era otro que el de aquella batalla.- Mi cuadro representa la batalla de Mewni, cuando derroté a Toffee y le corté el dedo…

- ¿Qué hubiera pasado si madre no estuviera muerta? ¿Qué hubiera pasado si nos hubiéramos dejado cortejar por aquel monstruo que quería quitarnos el castillo? Aún recuerdo esa mirada amarillenta.- La más joven rió conforme entrelazaba sus manos a su espalda.- ¿Pensaba que podría dominarnos por unas buenas palabras?

- ¿D-De qué estás hablando? - Un gran destello pareció salir del espejo. La blanquecina alzó su mano libre para ocultar su mirada de aquel enorme resplandor. Cerró los ojos con fiereza esperando que todo aquello acabara. Cuando creyó que había finalizado parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la oscuridad del lugar, pero no se encontraba en la habitación en la que se había sumergido aquella noche, sino en los largos pasillos de palacio.

Miró de un lado a otro, intentando percibir algo fuera de lo normal, las cortinas de color berenjena se movían en la oscuridad de la noche. ¿Acaso se había teletransportado fuera de la estancia mediante algún hechizo? Se acarició suavemente los brazos, notando como aquellas marcas violáceas parecían inyectadas en sangre. Moon las acarició suavemente con la yema de sus dedos, estaban en relieve, como si fueran venas de su propio cuerpo. Cerró suavemente los ojos al notar como un simple roce la hacía encogerse de dolor, no lo había soñado, aquel espejo tenía algo que aceleró la maldición de Eclipsa. Con paso firme volvió a sus aposentos, seguramente River habría puesto el grito en el cielo al ver que había desaparecido. Cogió un poco de aire subiendo las escaleras, pero volvió a detenerse. El pasillo que daba a las habitaciones estaba en penumbra, aunque por alguna extraña razón no le pareció que todo estuviera como siempre. Centró su atención en la puerta que daba a sus aposentos, la piel se le erizó al comprobar como aquella magnolia que una vez dibujó su madre en la puerta, le daba la bienvenida. - No puede ser...- Susurró abriendo la puerta en un estruendo. Sus ojos grisáceos se acostumbraron a la luz de la pequeña vela que bailaba al son de la brisa que entraba por la ventana. Se tapó la boca con las manos al comprobar como volvía a retroceder en el tiempo. Los colores violáceos predominaban en la cama, junto a aquellas enormes cortinas que ocultaban el interior de ésta. Cuando era pequeña siempre le insistía a su madre de tener unas en su propia cama, quería sentirse especial y una auténtica princesa, por lo que Comet siempre sonreía. Los muebles de color roble estaban en armonía con el armario y las dos pequeñas mesitas de noche. ¿Eso significaba que era aquello lo que quería ver su subconsciente? - ¿Madre? - Susurró con voz temblorosa al no verla por ningún sitio. ¿Qué le diría exactamente si se encontraba con esa mirada cálida y llena de amor?

Con cierto temor agarró entre sus delicadas manos las cortinas, cogió un poco de aire y tiró de ellas para comprobar si sus padres estarían en los brazos de Morfeo, sin embargo allí no había absolutamente nadie. Un pequeño taconeo le hizo alzar la mirada, una pequeña figura se encontraba de pie al lado de la ventana. Su largo cabello se movía al son del reconfortante viento que entraba en la estancia. Moon se fue acercando poco a poco a ella, le costaba adaptarse un poco a la oscuridad de la habitación, aunque cuando se vio reflejada en aquella pequeña niña de cabellos blanquecinos el corazón le dio un vuelco.- ¿Eres yo?

La más joven pareció no escucharla, llevaba un vestido bastante voluminoso, con media manga y lazos por todos lados. Podía deducir que se trataba de su vestido favorito en tonos morados y grisáceos. Ésta no dejaba de aferrarse al filo de la ventana, miraba al frente como si algo hubiera llamado por completo su atención. - Están llegando a palacio, debo avisar a madre… - Susurró en un hilo de voz.

Moon siguió la mirada de la niña, quizá no podía ver con exactitud que ocurría, pero reconocería las siluetas de aquellos monstruos que habían estado al servicio de Toffee en cualquier momento. Aprovechaban la oscuridad de la noche para fundirse en las sombras, quizá de esa manera tenían la facilidad de encontrar un punto débil en aquellas barreras.- No hay tiempo para mirar que ocurre, ve a ver a madre ahora – Le dijo la más mayor, pero al ver que no reaccionaba a sus palabras sólo pudo suspirar. Aquello era algún tipo de espejismo, en el que por más que gritara sólo podría ver que ocurría….- ¿Qué tiene que ver esto con la seguridad de Star? Mi madre murió hace demasiado tiempo, no hubiera cambiado nada….- Sus palabras quedaron en el aire al ver como la chica susurraba un pequeño hechizo que coloreaba sus manos de azul. Estaba centrando su mirada en un objetivo, no sabía bien cual, había perdido la cuenta de todos los que eran.- Avisa a los guardias, vamos.- Intentó susurrarle para que así reaccionara, pero lo único que logró es hacer desaparecer ese tono azulado de sus manos para salir corriendo fuera de la habitación.

Moon suspiró un poco, apoyó las manos en el ventanal y miró hacia abajo. Se mordió el labio al comprobar en quien había centrado toda su atención. Aquel monstruo de melena azabache investigaba personalmente la seguridad del palacio y eso supondría que querría rehenes o víctimas.- Toffee...- Tragó saliva. Su encuentro con él no había sido de lo más afectivo. El moreno había acabado con la vida de su madre sin pestañear, ocasionó el miedo en Mewni y lo único que sabía hacer era mirarla como si se tratase de alguien inferior. Alguien que podía pisar si así lo deseaba, por lo que siempre ella le dedicaba una mirada gélida, como si un insecto y él fueran de lo más similares.

Parpadeó un par de veces perdiéndolo por completo de vista, era astuto y generaba un gran odio a su familia, no tardaría en hacer cualquier movimiento que le delatara.- Vamos Moon, piensa. ¿Qué hiciste la noche que madre se marchó a hacer un acuerdo con aquellos monstruos? - Se llevó la mano izquierda a la barbilla y miró a un punto fijo conforme la acariciaba. No venía a su mente que lo ocurrido aquella noche fuera de esa manera. Nunca entraría a los aposentos de sus padres sin ningún motivo… Eso quería decir que… ¿En ese momento si lo tenía? - La noche que madre se dispuso a marcharse, me despedí de ella como una reina, no como una hija.- En su mente podía verse delante del trono de su madre, haciendo una de sus mejores reverencias mientras que ésta se marchaba para no volver… Nunca se perdonaría no haberla vuelto a abrazar e incluso habría hecho cualquier cosa por suplicarle que se quedara, pero no fue así. Con toda la frialdad del mundo, Moon "La inconmovible" se quedó con el reino, pero sin una madre a la que abrazar.

Un estruendo la hizo girarse, si el castillo podía presumir de algo era de su gran silencio cuando el Sol se marchaba. Siempre había permitido que tanto reyes, como aldeanos pudieran descansar lo suficiente para el día siguiente. Aunque esa pequeña "tradición" se fue perdiendo cuando River fue proclamado rey y cada semana hacía una fiesta más estridente que la anterior.

Con pasos descalzos se atrevió a salir de la habitación, podía escuchar unos gemidos que intentaban ser acallados, frunció un poco el ceño sin reconocer de donde provenían. Acarició la barandilla de mármol que daba al gran recibidor, se detuvo en el último escalón al ver a esa parte de ella acorralada contra la pared, intentaba alzar sus brazos inútilmente para ejercer algún hechizo que viniera a su mente. Por otro lado, aquel reptil aferraba el cuello de la peliblanca con fiereza, los continuos jadeos de la chica le daban a entender que no podía coger el aire suficiente para que sus pulmones hicieran su trabajo habitual. Se mordió el labio impotente, por más que intentara usar algún hechizo para detenerle no serviría, ya le había quedado claro que sólo podía ser una mera observadora.

- Pequeña Moon Butterfly, ¿Pensabas que tú sola podrías detenerme? - Una sonrisa sarcástica apareció en los labios de Toffee. Parecía tan efusivo con la situación que no dudó en entrelazar sus cabellos blanquecinos entre sus garras.- La guerra es la guerra y las princesas como tú deben estar escondidas a buen recaudo. ¿Acaso quieres dejar a Mewni sin futuros reyes?

- N-No voy a consentir que nos tiendas una trampa.- Dijo ella entre dientes. Otro quejido escapó de sus labios al ver que por más que hiciera fuerza no podía quitárselo de encima.- Las negociaciones dan una tregua para que ningún bando sea atacado. ¿N-Nunca te han enseñado a ser un estratega?

- Los estrategas pierden demasiado el tiempo, se centran en jugar sus inútiles partidas de ajedrez para que después sean vencidos.- La mirada amarillenta de éste se centró en aquellos ojos color perla. Había oído muchas historias de la hija de Comet Butterfly, una de ellas es que brillaba por su frialdad, sin embargo ante él veía a una joven princesa dispuesta a luchar con uñas y dientes por su madre.- ¿Qué clase de reina serás tú? Cierto… Si consigues salir con vida…

El labio de la chica tembló, por supuesto que no quería morir, había tantas cosas que no tenía la oportunidad de vivir debido a su corta edad, que en muchas ocasiones se sentía un pájaro enjaulado. Cerró los ojos sintiendo como sus uñas se le clavaban en la garganta, no le iba a dar la oportunidad de gritar, no le daría el gusto de ver que en el fondo era una niña aterrada. Cogió un poco de aire, su aprendizaje al lado de Glosarick aún no había terminado, no estaba preparada para enfrentarse sola a una guerra. ¡ Ni siquiera había pasado la Mewbertad!

- ¿Todos los monstruos son igual de prepotentes que tú? ¿Vuestro cometido en la vida es sólo arrasar, matar y destrozar las vidas de los mewhumanos? Sois tratados como tales y llevados a una guerra porque lo único que sabéis hacer es rugir para provocar miedo.

- ¡ Ni siquiera sabes en qué situación estamos, no hables como si fuéramos un parásito en tu cuento de hadas! - Toffee rugió con fiereza. No luchaba por los ideales de nadie, era el príncipe de la oscuridad como muchos le habían coronado. Quería el poder de Comet Butterfly y si tenía que entrar en palacio y matarla mientras dormía así lo haría. Apretó el cuello de la pequeña sin ningún pudor, ¿Acaso esa mujer no pondría el grito en el cielo al ver a su hija muerta entre sus brazos?

Moon intentó tragar saliva, debía concentrar su poder, sabía que no estaba lista para poder sacarlo al exterior, pero no le importaron las consecuencias. Un halo azulado comenzó a cubrirla, se mordió el labio hasta permitir que su sangre real descendiera por su barbilla. No era una cobarde, no temía a las represalias de forzarse a hacer algo así, debía proteger a su familia de cualquier forma. Y si eso suponía perder sus poderes ante esa gran colisión de poder, lo haría.

Un frío viento inundó aquel recibidor, Toffee miraba a todos lados sin comprender que estaba ocurriendo, conocía el poder de las Butterfly, pero no que una niña tan joven fuera capaz de extraerlo a su voluntad. Alzó una de sus garras contra ella, por más que empleara todas sus fuerzas no pudo tocarla. Sin poder creérselo su cuerpo se estampó contra el otro extremo del lugar, hizo un gesto de dolor hincando la rodilla en el suelo. Él jamás se postraría ante nadie y menos ante esa cría, sin embargo toda la rabia que se había acumulado en sus facciones cambió repentinamente a sorpresa. Se levantó algo tembloroso y se centró en donde debía estar ella.

Su pelo blanquecino se mecía al son de aquel poder que había despertado, el color de su piel se había acentuado algo azulado, aparecieron en su tronco un par de brazos a cada lado, mientras que a su espalda unas enorme alas de tonos azules y blancos se alzaron como una rosa cuando florece.- S-Si no quieres que yo misma me encargue de tí… Tú y tus hombres marcharos de aquí inmediatamente…

El desconcierto del moreno pasó a demostrar una gran neutralidad, era astuto y soez. Si la princesa había despertado sus poderes con tal de enfrentarle ¿Cómo sería de fuerte con la varita entre sus manos? - ¿Quieres que me marche? Negocia conmigo mañana… - La curiosidad se instaló en sus ojos amarillentos. Ese afán de proteger lo suyo había llamado por completo su atención, ¿Hasta que tales extremos estaría dispuesta a llegar? Se sacudió la ropa como si fuera lo más caro que jamás había llevado y se dispuso a salir de allí, no sin mirar el pequeño aleteo de sus alas.

Cuando las puertas se cerraron, la pequeña cayó al suelo terriblemente exhausta, sus manos se aferraron al suelo, algunos gemidos quedaban entrecortados en su garganta. Dolía… Dolía demasiado, pero debía controlarlo delante de los demás. ¿Acaso no era "Moon La inconmovible"?

La mayor se atrevió a caminar hacia ella, se agachó a su altura y aunque no fuera capaz de sentirlo acarició su cabello con suavidad. Ojalá hubiera tenido el suficiente temperamento para dejar salir de su interior esa fiereza que ella si demostraba. No sólo se había puesto en peligro al hacer algo así, sino que no parecía importarle en lo más mínimo. Poco a poco comenzó a ponerse de pie, las rodillas le temblaban, aunque intentó hacer como si no le importara. Cada paso hacía que su cuerpo se tensara, era como ser un pequeño muñeco de peluche, el cual estaba siendo estirado tanto que terminaba destrozado. Cogió un poco de aire mirando nuevamente hacia la puerta, ¿Había sido una pequeña tregua?