Desclaimer: Los personajes de SS Lost Canvas no me pertenecen, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Tenshirogi
Aclaración: En esta historia, estoy haciendo a Agasha sólo un año menor a Albafika.
Summary: ¿Qué sucedería si en vez de Agasha sentir adoración por Albafika, fuera a la inversa? Un pequeño Albafika quedará prendado de la linda hija de los vendedores de flores, Agasha, una niña con sonrisa de ángel... ¿podrá Albafika guardar esa sonrisa de todo el mal que se revolverá a su alrededor?
Broken Blossom
By Goddess Rhiannon
Chapter 01
Era un hermoso día soleado en el pueblo de Rodorio, el cielo se veía despejado de nubes y los tibios rayos de sol se llevaban poco a poco los últimos vestigios del fino rocío que había caído sobre las flores que, tan temprano en la mañana, la familia de floristas del pueblo comenzaba a cosechar para vender en el día. Una niña de aproximadamente seis años miraba con atención como su madre cortaba los pimpollos con sumo cuidado para no dañarlos. La niña era de constitución delgada y ágil, su padre la solía comparar con una pequeña liebre cuando corría de aquí para allá, su sonrisa podía iluminar el corazón de la persona más gris, su nombre era Agasha. Vivía con su familia, que constaba de sus dos padres y su anciana abuela, que la consentía casi en todo, le contaba historias de los santos de Atena y cuan valientes eran, Agasha adoraba oírla relatarle fantásticas historias antes de dormir.
Esa mañana, su padre estaba ordenando los estantes y floreros, mientras que Agasha y su madre cortaban los tallos muy largos de algunas flores, a Agasha obviamente no se le permitía aún manejar cuchillos, los dioses sabían de que era capaz si sus pequeñas manitas llegaban a apoderarse de uno. Tenía un carácter bastante difícil cuando se enojaba con otros niños, así que ya se pueden imaginar. Eso no impedía que algún día la niña fuera a cargar más de una filosa navaja con ella. Agasha tomaba con cuidado las flores, especialmente las rosas, tan letales con sus filosas espinas, la niña las adoraba, eran sus favoritas. Su madre le sonrió, Agasha la miró con orgullo al dejar otra rosa más en su lugar en perfecto estado, pero no contó con que la rosa no se quedaría allí, cayendo suavemente del florero, Agasha sin pensarlo la atajó, y las espinas de la traicionera rosa se le clavaron en las palmas de las manos sin compasión, aún así no la soltó. La mujer pronto le quitó la flor a su hija de las manos, llevándola aparte para vendárselas.
"Agasha, debes tener cuidado, las rosas son hermosas, pero peligrosas" Dijo la mujer, lavando las heridas. Agasha soportaba valientemente el profundo y venenoso dolor sin derramar una lágrima.
"Lo sé, pero es que no quería que se arruine, mami. Nuestras rosas son tan hermosas" Contestó Agasha.
"Es verdad, pero no tanto como las del santo dorado de Piscis, esas son rosas de verdad bellas... y letales."
"¿Por qué letales, mami?" La mujer suspiró, mirando los ojos pardo verdosos de su hija. Le acarició el lacio cabello castaño con cariño.
"Se dice que el santo de Piscis guarda las puertas hacia el santuario de Atena, por lo que ataca con rosas venenosas. Las hay rojas, blancas y negras" Relató la buena mujer. Agasha abrió los ojos con sorpresa, ¡rosas negras! Jamás había visto ninguna.
"¿En serio, mami? ¡Guau!¡Le pediré a la abuela, que sabe tanto, que me cuenta del santo dorado de Piscis!" Exclamó Agasha, ya olvidada de sus heridas. Su madre sonrió, seguro su suegra le diría lo que sabía, y le tejería alguna historia antes de dormir.
Dicho y hecho, Agasha casi no se podía contener de pedirle a su abuela que le contara sobre el santo de Piscis. La anciana sonrió ante esa mirada que conocía tan bien en su nieta, le costaría dormirla esa noche.
"¡Abuela, abuela! Cuéntame una historia del santo de Piscis, ¿cómo se llama? ¿tiene tantas rosas?¿es muy fuerte?" Agasha bombardeó con mil y una preguntas, la anciana sólo rió, y se sentó en su mecedora, junto con su tejido, y carraspeó.
"Bueno, mi pequeña, déjame pensar... ummm... ah, sí, santo dorado de Piscis, un hombre muy poderoso, pero muy solitario. Se dice que el veneno de sus rosas es mortal y mata con sólo inhalarlo. También oí que es el más hermoso de todos los santos dorados, pero su sangre es tan venenosa que se aleja a propósito de las demás personas, no quiere lastimar a nadie." Relató la anciana, tejiendo de memoria la suave lana. Agasha la miraba con ojos redondos de curiosidad.
"Pobrecito... debe ser feo no tener amigos... ¿sabes su nombre, abuela?"
"Ummm, sin mi mente no me falla, el actual santo de Piscis se llama Lugonis..."
"¿Lo has visto, abuela?¿es muy guapo?"
"¡Ja ja ja! Hay Agasha, tu curiosidad te meterá en problemas algún día. Si, lo he visto, aunque vive como un recluso, a veces viene al pueblo. Es muy apuesto, en verdad. Pero no hay mujer que capte su atención, teme lastimar a las personas con su sangre envenenada" La abuela quedó pensativa, mientras Agasha digería la información. Pero no se quedó muda por mucho rato.
"¿Si le pidiera una rosa me la daría, abuelita?" Dijo la niña, con un dejo de avidez en sus ojos. Deseaba ver que rosa podía ser más hermosa que las de sus padres.
"Bueno, me parece un hombre muy amable, pero no querrá que te le acerques, querida, quizás si le pides una a su pequeño discípulo y los conquistas a ambos con esa mirada tan adorable que pones cuando quieres algo, te la traigan" Dijo la anciana, dudaba que Agasha se cruzara con el señor Lugonis, pero no hacía daño darle alas a su imaginación. La mente de Agasha ya comenzaba a lucubrar como convencer a su madre de que la dejara ir con ella al Santuario la próxima vez. Quizás podría ver a Sr. Lugonis y pedirle una rosa.
"Recuerda, nietita, que siempre que haya peligro, puedes estar segura que los santos de Atena vendrán en tu recate. Y ahora a dormir, a dormir." Agasha se arrebuyó en su cálida cama, y su abuela le dio un beso de buenas noches, y que soñara con muchas bellas flores.
Esa semana, el aprendiz de Lugonis, llamado Albafika, miraba de reojo la lista de cosas que debía comprar en el pueblo para él y su maestro, el niño, de siete años, era muy atractivo, con su suave cabello color aguamarina, el cual le llegaba apenas a los hombros, y sus inusuales ojos color azul cobalto, que miraban con inocencia a las personas que pasaban a su lado. El pequeño olía a rosas, literalmente, vivía entre esas flores desde que era un bebé, así que su perfume era casi una segunda piel. Iba caminando distraído, cargando algunas provisiones, miraba con curiosidad los varios estantes con mercadería ya que no era usual que pudiera ir solo a ninguna parte. Observó a uno niños jugar con una pelota un poco más adelante, deseaba tanto poder jugar también, pero sabía que no podía hacer amigos, era peligroso. El pequeño Albafika suspiró, sus ojos mostraban una sombra de tristeza, pero enseguida sacudió la cabeza y sonrió, él estaba entrenando para ser santo dorado, y era consciente de que eso conllevaba una gran responsabilidad y sacrificio.
Caminó un trecho más y se encontró mirando un estante lleno de flores, eran hermosas, de seguro las vendían allí. Se acercó como en trance hacía estas, alzando una mano para acariciar los suaves pétalos, acercó su nariz a unas margaritas y sonrió, cerrando los ojos para enfocarse sólo en el suave aroma. Tan ensimismado estaba que no notó que alguien se acercaba. Cuando Agasha lo vio se sorprendió, había una niña oliendo las flores.
"¡Hola! ¿vas a comprar alguna?" Dijo Agasha a un sorprendido Albafika, que enseguida abrió los ojos para encontrarse con una niña más o menos de su edad, mirándolo con curiosidad. Agasha le sonrió, era una niña muy bonita, lástima que su cabello estuviera tan corto, sus ojos eran dos joyas azul oscuro, y el rubor que se esparció por las redondeadas mejillas sólo acentuaba su atractivo. Albafika se quedó sin habla, la niña era muy bonita, hermosos ojos verdes y redondeadas mejillas, un rostro adorable enmarcado en suave cabello castaño lacio y largo. Era un ángel.
"Ummm, ¿está bien? estás muy colorada, le diré a mi mamá si puedes entrar a refrescarte." Dijo Agasha, solícita, le encantaría tener una amiguita que le gustaran las flores como a ella. Albafika aún no salía de su estupor, tanto que ni se había dado cuenta de que Agasha lo creía una niña. ¡Debía irse ya!
Cuando Agasha regresó con su madre, la niña ya no estaba, para su enorme decepción. Su madre le palmeó la cabeza, reconfortándola.
"Quizás la niña era muy tímida, Agasha, si la vemos por ahí, la saludaremos y veremos si quiere ser tu amiga, no te desanimes" La consoló la mujer, y siguió con sus cosas, dejando a su hija mirando a todos lados, buscando a la linda niña. Pero nada, se había esfumado. Con un suspiro volvió adentro se su casa. Sin saberlo, Agasha era observada de un poco más lejos por un Albafika aún sorprendido, la niña era un sol y no podía dejar de mirarla, parecía que Eros había flechado totalmente al pequeño aprendiz de santo. Al menos sabía su nombre al haberlo escuchado de la mujer que estaba con ella.
"Agasha... qué bonito nombre" Suspiró Albafika.
¡Hola! Bueno, mis musas no me abandonaron... aún XD, así que se me ocurrió algo más que escribir. Esta historia la tenía en mente pero sin darle forma aún, y todavía no sé cómo va a salir esto. Una de las mis lectoras me sugirió la idea de que Albafika fuera el que se enamorara primero de Agasha y no a la inversa, me pareció que eso debía ser como un flechazo para Albafika, y sin el peso del veneno que porta más tarde en su vida, por lo que creí conveniente que conociera a Agasha en la infancia con un tierno enamoramiento de niño. La historia la voy a seguir dependiendo si la idea gusta o no, ya sé que no hay mucho por ahora, pero apreciaría reviews que me dijeran que les parece.
