Boku no Hero Academia/My Hero Academia no me pertence.
Inspirado por dos prompts: "a room full of broken clocks" y "I'm in charge of the destruction. I don't create, I don't save– I destroy"; el primero pertenece a chimericalwrites y el segundo a witterprompts, ambos en Tumblr.
DekuKatsu. Universo alterno. Older!Izuku. Ambiguo.
Olvido
Te amo, decía cada vez que le veía. Le cansaba escucharlo una y otra vez porque le avergonzaba, con oírlo una vez era más que suficiente.
Te escuché la primera vez, respondió en cada ocasión.
Izuku no hacía más que reírse cuando recibía ese comentario, se acercaba a él, le rodeaba con los brazos y le sujetaba con un cariño capaz de sofocarle; le sostenía como si quisiera grabar el sentir de su cuerpo entre sus brazos, como si quisiera que el momento fuera eterno.
Como si mañana no fuera a verle.
Pensaba que estaba exagerando las cosas, le parecía ridículo su comportamiento, en especial porque era mayor, y a pesar de que detestaba que actuara de esa forma al final nunca podía zafarse de sus abrazos, de sus cariños ni de sus besos, los aceptaba por el simple hecho de que correspondía su afecto y porque había un extraño sentimiento cada vez que el joven hundía el rostro en el hueco entre su cuello y su hombro.
Y no entendió esa sensación hasta que abrió aquella puerta.
Los muros estaban tapizados con relojes de distintos tamaños y diseños.
Desconcertado caminó por la habitación y advirtió que había algo en común en tan diferentes máquinas: estaban descompuestas. Todos y cada uno de los relojes estaban detenidos, aunque algunos estaban maltrechos dudaba que esa fuera la razón de su silencio.
Desde el centro de la habitación se giró hacia la puerta y dirigió su mirada escarlata al muchacho de cabello verdoso, esperando una explicación que sabía que no quería oír pero que aún así necesitaba.
—Intenté repararlos alguna vez, nunca funcionó —dijo mientras se acercaba a una de las paredes —. Frustrado llegué a romper más de uno —comentó, una sutil risa en su voz.
Hubiera preferido que evitara su discurso y fuera directo al grano pero de igual manera se quedó callado, escuchándolo.
—Sabía que no serviría de nada y aún así lo intenté —su voz sonó más ahogada —. No puedo arreglarlos, no es mi trabajo —volteó a verle y vio un gesto solitario en su rostro.
Sostuvo su mirada esmeralda y tragó saliva para hacer la pregunta que tanto le inquietaba.
—¿Qué son?
Izuku sonrió y desvió la mirada para regresarla a la incontable cantidad de relojes en el muro, tocó uno de ellos y sin verle respondió —Son tus vidas, Kacchan.
Aturdido miró a todos lados para ver los relojes colgados en las paredes de la habitación. No quería creer en sus palabras, era tan surrealista que no podía concebirlo.
—A veces todavía trato de repararlos pero es inútil —se alejó e inclinó la cabeza, mirando el piso de mármol —, yo no puedo reconstruir ni crear, mucho menos salvar.
Lentamente se fue acercando a él y cuando estuvo enfrente tomó su rostro entre sus manos y le obligó a mirarle.
—Sólo puedo destruir.
En ese momento comprendió porqué se tomaba la molestia de repetirle lo mismo cada vez, porqué se esforzaba en hacérselo entender, porqué lo decía como si fuera a olvidarlo.
Porque tarde o temprano así sería.
Sin poder evitarlo sus ojos se llenaron de lágrimas, abrumado por el pesado sentimiento que se alojó en su corazón. Había estado haciendo esto por años, siglos... milenios, sin importar cuán infructuoso y cuán decepcionante pudiera ser.
Y aún así seguía amándole.
Izuku no podía hacer más que verle morir y él no podía hacer más que olvidar.
Besó sus labios y otro reloj dejó de funcionar.
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