Los personajes no me pertenecen.
| hold me
—Gin.
—¿Sí?
—Creo que nos enamoraremos.
Gin parpadeó, pero eso pasó desapercibido para Hotaru, que miraba sus pequeños pies salpicar en el agua. Incluso si lo miraba, nunca se iba a enterar porque su máscara no se lo permitiría.
Sintió un calor alojarse en sus mejillas, pero no era producto de la intensa luz solar que los alumbraba. Qué tontería, si Hotaru solo era una niña...
—O eso dice mi madre. Si pasas mucho tiempo con alguien... ¿es verdad?
Él se encogió de hombros, muy avergonzado. Intentaría que no se le notara en la voz.
—Puede ser.
—Si me enamoro de ti, ¿me dejarás abrazarte alguna vez?
Gin levantó la cabeza, mirando el cielo de ese azul intenso. De reojo, notó que las mejillas de la joven estaban tan arremolinadas como las de él. «Apenas tiene once años, sigue siendo solo una niña...»
—No puedes tocarme, ¿lo recuerdas?
—Podríamos buscar una forma, ¿qué crees?
Ella levantó el rostro y lo miró con vehemencia. No sonreía, y eso le molestaba un poco. Sus ojos eran encantadores, pero era más linda su esplendorosa sonrisa.
Tenía que estar enfermo. No podía andar pensando cuánto le emocionaba esa idea.
—De acuerdo. Solo si tú me dejas a mi.
Ella sonrió, y algo dentro de él se derritió.
—¡Es un trato! ¡Sin golpes en la cabeza!
—Sin golpes.
—De acuerdo.
Hotaru le sonrió abiertamente y volvió a concentrarse en sus pies chapoteando en el agua. Ya no estaba ensimismada y seria, parecía aliviada y extrañamente feliz.
Gin también sonrió, mirando con sus ojos dorados toda esa energía que rebosaba de ese cuerpo menudo y humano que se había hecho su amiga y terminaría siéndolo todo para él. Se preguntó si alguna vez podría abrazarla de verdad. Desde que Hotaru era una pequeña había sentido curiosidad por la calidez de sus manos. No poder tomar ni siquiera de la mano a una persona como ella era toda una lástima...
Decidió que la abrazaría cuando llegara el momento. Cuando se viera irremediablemente enamorado de ella. Y la abrazaría aunque fuera lo último que hiciera.
Con esa sensación de certeza y tranquilidad, miró el cielo otra vez, con más ganas de que el tiempo transcurriera lenta y cálidamente junto a ella. Así, cuando llegara el momento, no se sentiría tan mal de dejarla por un tiempo, hasta que irremediablemente se volvieran a ver. Como estaba seguro de que ocurriría.
Nota:
Después de amar y odiar la película durante la pijamada en ¡Siéntate!, mi corazón se partió y algo dentro de mi me obligó a escribir, a fuerza de latigazos. No tardé más de quince minutos, así que no acepto críticas(?) -no, mentira, jijiji-.
Gracias por leer. :)
Mor.
