Disclaimer:

Los personajes, trama y detalles originales de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, Shūeisha y Shūkan Shōnen Jump (manga), Hayato Date, Pierrot y TV Tokyo (anime).

Advertencias:

La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, o contenido de índole sexual en determinado momento, además de uso de lenguaje vulgar. Queda a discreción del lector el contenido.

Notas introductorias:

Estas notas son un poco extensas, e IMPORTANTE que la lean antes de continuar, solo para evitar malos entendidos.

"El clan de los cazadores de lunas rojas" NO ES UN FIC ORIGINAL DE KUSUBANA, el desarrollo de la trama y personajes pertenece a LAU LTIMA, en cuyo perfil pueden encontrar en mi sección de autores favoritos.

Ahora pues ¿por qué lo tengo yo?

Desde el momento en que LA ULTIMA entró a fanfiction para empezar a publicar su historia, me pidió que me convirtiera en su Beta Reader, no solo en el aspecto ortográfico y gramatical, sino que comentamos muy extensamente el desarrollo de la trama, sin embargo, por cuestiones escolares principalmente y algunos otros motivos personales, ella ha abandonado la historia (y el fandom, dicho sea de paso).

La cosa iba a quedar así, sin embargo, entre reviews y mensajes privados de lectores, pensó que le debía al mundo un final, la cuestión era que ya no se sentía ni con el valor ni con el ánimo de hacerlo ella misma.

Así llegamos a este momento, en el que pese lo que tengo pendiente, acepté el reto de terminarla, después de todo, sé cuál era el propósito de la historia porque yo aconsejé algunas cosas.

Han pasado algunos años desde que se publicó el último capítulo, pero sé que llevaré esto a buen puerto.

Este anuncio lo pueden encontrar publicado en su perfil, de modo que espero que disfruten de este pequeño que vuelve a la vida, con pequeñas modificaciones a su estructura original, especialmente por lo que aprendido como escritora después de tanto tiempo, pero en esencia es lo mismo.

Dedicatorias:

Para Lau Ltima, esperando que no se arrepienta de confiarme su proyecto, y para los lectores del original El clan de los cazadores de lunas rojas.


El clan de los cazadores de lunas rojas

Por siglos, dos clanes orgullosos de cumplir sus destinos se verán acorralados por algo más grande que sus propias vidas.


La maldición de los gemelos

Con el buen trabajo del sol en primavera, el jardín de la gran casa Hyūga se volvía frondoso y brillante, la hierva crecía hasta diez centímetros antes de que el jardinero interviniera, las flores abrían, los árboles estaban llenos de pájaros que trinaban. Incluso el estanque parecía más hermoso que de costumbre, reflejando el sol, lanzando brillos que hacían parecer que todo era una ilusión.

—Shion-chan, espera.

Ante el tímido llamado, una niña de cabello rubio giró la vista hacia atrás, deteniéndose luego de haber empezado a correr, otra niña, increíblemente parecida pero con el cabello oscuro, avanzaba con pasos apresurados, pero temerosos.

—No deberíamos salir de la casa — susurró para no delatarse, no había gritado, pero mantenía la convicción de que la haría entrar en razón por lo que intentó sonar todo lo firme que podía.

—No estamos saliendo de la casa, Hinata-chan, esto es aún parte de ella.

Las dos tendrían unos seis años, Hinata vestía un kimono color lila con pequeñas flores rosas mientras que Shion llevaba uno amarillo con flores naranjas. Las dos usaban el cabello largo, tenían la piel blanca, eran gemelas no idénticas que, sin embargo, sí guardaban un parecido razonable una con la otra. Al menos en lo que al físico refería, pues una era más reservada y firme en cuanto a seguir las reglas, mientras que la otra no dudaba en escaparse de su niñera apenas hubiera oportunidad.

—No es seguro… nuestro padre ha dicho que nunca salgamos en noches de luna roja.

—¡Son las nueve de la mañana! ¡Para que salga la luna falta mucho! ¡Vamos! ¡Estaremos de vuelta antes de que oscurezca!

—No creo que sea buena idea.

—¡No vengas entonces!

Y la rubia cruzó el puente sin volver a detenerse aunque su hermana la llamó. Hinata se mordió los labios, no quería cruzar el puente, mucho le habían advertido sobre los peligros de salir cuando se anunciaba luna roja, y de salir en general. Ella y Shion eran aún demasiado pequeñas, demasiado débiles, pero aún con eso su hermana parecía no tener miedo. Tragó saliva, no podía dejarla sola así que la acompañó siguiéndole por detrás.

—Vaya, pero si la miedosa decidió ir al peligrosísimo jardín.

—No tengo miedo, Shion-chan, es que tú eres demasiado necia.

—Solo quiero dar una vuelta.

Shion daba saltos, el jardín pronto empezó a difuminarse con el bosque, las niñas sabían que había una muralla en algún lado; bloques de piedra con reja de púas electrificada para ladrones y sellos de papel con campanillas para espíritus. Su padre las había puesto y les había hablado de ella para calmar su miedos nocturnos, ahora Shion quería verla, de ser posible mirar al otro lado y ver de una vez por todas con sus propios ojos algunos de los cuentos con los que le llenaban la cabeza todos los días.

—¿De verdad crees que existan esos monstruos?— preguntó la rubia con las manos atrás.

—Si nuestro padre dice que sí, entonces así es. Y si no los hemos visto que porque no pueden entrar a esta casa por la muralla que puso para protegernos.

—Fastidiosa.

Los árboles se volvieron más constantes, la luz era intermitente por las hojas que no estaban en todos lados, hierbas y flores silvestres.

—Se van a dar cuenta de que no estamos.

—Tardarán en encontrarnos.

Siguieron caminando por un rato, el jardín/bosque privado era realmente extenso, silencioso y frío. De pronto, un ruido las alertó.

—¿Qué fue eso?— la voz exaltada de Hinata se volvió un susurró la segunda vez que preguntó.

Cerca de ahí, pero sin poder verlo con precisión, se escuchó el crujir de unas ramas, levantaron la cabeza cuando entendieron que venía de arriba y no de los matorrales.

—¿Una ardilla?— preguntó Shion sintiendo que su hermana le tomaba de la mano.

—Regresemos…

Una sombra pasó sobre sus cabezas, las chillaron, el aire empezó a llenarse con un nauseabundo olor a comida podrida, pero en cuanto un ruido gutural y cavernoso se hizo presente, corrieron al mismo tiempo.

—¡Dijiste que estaba la muralla!— gritó la pequeña rubia.

—¡Shion-chan!— chilló la otra señalando un árbol caído no muy lejos de donde estaban.

El tronco astillado estaba partido en dos pedazos, la base fuera de un muro de piedra blanca apenas asomando unas puntas irregulares, y la copa dentro de los terrenos, rompiendo el lazo que contenía los sellos y campanas.

Una ráfaga de aire pasó entre ellas levantándoles los vellos del cuerpo hasta la nuca.

Las dos gemelas gritaron tan fuerte como pudieron mientras frente a ellas una nube blanca empezaba a formarse con la apariencia de una mujer vieja, sin dientes y con dos agujeros negros en lugar de ojos. La vieja empezó a crecer, aunque jorobada, hasta ser tan alta como su padre, estiró la mano huesuda hacia Hinata que junto a su hermana habían quedado acorraladas por el miedo contra el tronco caído.

Risas demenciales empezaron a emerger de todas partes, Hinata golpeaba el aire con las manos sin tener valor para ponerse de pie y correr, alejándose de quien tiraba de su cabello. El frío continuó, siguieron gritando, Shion pataleaba pero otra criatura de humo blanco la sujetó por el tobillo y la atrajo hacia el, hacía un ruido como de puerta oxidada, de goznes podridos y flojos, su tacto era demasiado frío y la niña se quiso sujetar de la larga hierva para no ser arrastrada, pero solo se quedó con las briznas entre los dedos.

—¡Hinata! ¡Hinata!— gritaba arañando la tierra con sus pequeñas manos. Pronto, el ser la tuvo más cerca levantándola con sus largas manos hasta ponerla por encima de su cabeza, el kimono de Shion había resbalado por sus piernas y la falda le cubría la cara mientras que sus piernas quedaban descubiertas.

—¡Shion!— Hinata saltó para alcanzar a su hermana, pero era demasiado alto para su estatura, así que cambió su objetivo a aquél que la tenía prisionera.

—¡Bájala! ¡Bájala!— chillaba golpeándolo con la palma de las manos, esperaba poder hacer algo pero el cuerpo era etéreo para ella, en cuanto lo tocaba, se volvía como un hilo de humo.

Las risas se volvieron más intensas y con ellas, el grito de su hermana que había sido arrojada con fuerza hacia arriba.

La pequeña rubia cayó haciendo un único rebote, tosió sangre pero no podía moverse, sangraba también por el oído y tenía muchos huesos rotos, solo pudo parpadear y girar los ojos un poco para ver cómo en esos momentos subían a Hinata al igual que ella.

Pero antes de que pudieran hacerle algo, todos callaron. Todos excepto Hinata que chillaba con más fuerzas poniéndose roja completamente, por el esfuerzo y por estar bocabajo.

Todos los seres de humo retrocedieron sin soltar a su presa, de nuevo apareció ese olor a comida podrida y el mismo gruñido tenebroso que hiciera correr a las niñas en primer lugar. Shion no podía ver bien, lo que fuera eso, se acercaba por detrás.

—¡Shion! ¡Shion!— empezó a gritar Hinata que había quitado el kimono de su cara y aterrada llamaba a su hermana como si pudiera ayudarle en algo.

Shion, sin embargo, solo podía sentir dolor, gimió, pero con la quijada rota no podía gritar, había sentido una mordida, su carne desgarrándose entre colmillos afilados justo por su espalda, y nuevamente en sus piernas, acompañándose de una sacudida que puso de punta todos sus nervios arrancándole el terrible deseo de desaparecer o… morir…

Tenía seis años y había pensado en morir por primera vez en toda su vida.

Su pierna se había desprendido de su cuerpo y cayó nuevamente al pasto con los ojos hinchados de llorar. La tercera mordida finalmente no dolió tanto, aunque tampoco hubo nada después.

Estaba muerta.

Aunque si hubiera aguantado solo un minuto más, habría visto a su padre aparecer junto con su tío y otros miembros de la familia uniendo las manos en posición de rezo para lanzar un poderoso halo de luz azul que desapareció a los seres de humo y al monstruo que la estaba devorando.

—¡Shion!— gritó su padre, pero ella ya no lo oía, ni sintió sus brazos tomándola con cuidado y estrecharla contra él, pretendiendo hacerla reaccionar.

—Hinata…

El hermano de su padre era como ellas, un gemelo, solo que idéntico en voz y apariencia. La pequeña Hinata tenía los ojos muy abiertos pero la mirada estaba perdida, había dejado de gritar hacía un rato, temblaba, estaba mas pálida de lo usual y sudaba.

—¡Hinata!

—Pa-pa-pa-dre…— llamó siendo incapaz de controlar su lengua.

Su tío quiso abrazarla pero su hermano se la arrebató y la sacudió con fuerza tomándola de los hombros.

—¡¿Qué es lo que les dije de salir?! ¡¿En qué estabas pensando?! ¡Estúpida! ¡Mira lo que han logrado!

—Yo-yo- lo-lo si-sien-siento…

—¡Con eso no vas a traer de vuelta a tu hermana!

—¡Hiashi, basta!— exclamó finalmente su tío consiguiendo apartarla de las violentas sacudidas abrazándola él mientras la niña volvía a llorar, presa de un temblor incontrolable.

—¡Mira lo que ha sucedido! ¡Si tan solo hubiera usado esa cabeza para pensar… !

—¡Si me hubieras hecho caso de venir en cuanto sentimos que la muralla se rompió! ¡No es culpa de Hinata!

—¡Cierra la boca!

Hiashi le había dado la espalda, se había quitado su larga capa con la que había estado oficiando una ceremonia en el templo y con ella envolvió los dos pedazos que encontró de su hija.

El silencio volvió a reinar en ese pequeño bosque particular, los dos hermanos dejaron a las niñas un instante y se enfocaron en la reconstrucción de la soga con los sellos y campanas para no dejar que ningún otro ser entrara, sería una noche larga, todos deberían quedarse a cazar a los espíritus que había conseguido colarse, y respecto al lobo, le habían visto salir, seguramente los Uchiha se harían cargo de él en cuanto les llamaran para informar.

Regresaron a la casa principal sin pronunciar palabra.

—Lleva a esa niña con su nana— ordenó Hiashi a su hermano gemelo con tal desprecio que era posible sentir que hubiera preferido verla morir también.

La nana era una mujer joven, estaba bañada en lágrimas y en cuanto le comunicaron el resultado de su descuido, rompió en llanto con más fuerza.

—Cuida de Hinata-chan — susurró el hombre —, lo que ha visto hoy…

La niña se abrazó a la mujer y la mujer a ella, las dejó solas mientras que él se iba a encontrar con su hermano.

—Hinata no podrá tomar mi lugar— dijo Hiashi mirando por la ventana de su habitación. En la cama se encontraba su esposa, completamente dormida, pálida y con la blanca piel perlada de sudor, ya le habían dado la noticia y tras la impresión se había desmayado.

Al lado de ella había una cuna de madera blanca y en ella una bebé con no más de un par de meses de haber nacido.

—Tal vez Hinata pueda…

—No. Shion está muerta, la mitad de Hinata se fue con ella. Así como tú, Shion era la tierra, y como yo, Hinata es el cielo. Muerta Shion, Hinata muy seguramente morirá si pretende usar su poder de cualquier forma. Nacieron juntas, recibieron el legado de nuestra familia, y ahora está roto.

—¿Qué vas a hacer?

—Hanabi.

—¡Pero es solo un bebé!

—Deberá crecer rápido entonces, ella no es dos, ella es una sola, Neji podría ayudarle, pero si Hanabi ha nacido sola, está más completa que Hinata.

—Ya veo.

—No vale más lamentarnos por los descuidos, solo nos queda ser fuertes, y vivir, hermano, vivir lo suficiente como para que Hanabi pueda sucederme antes de que yo muera.

Nuevamente se hizo el silencio, generalmente dominante en esa casa, pero nunca tan sobrecogedor como esa mañana.


Comentarios y aclaraciones:

Bien, ahora espero que les agrade este regreso.

¡Gracias por leer!