Disclaimer: Miraculous: Tales of Ladybug and Chat Noir no me pertenece. Es de Thomas Astruc (Hawkdaddy) y Zagtoon Animation. La trama de esta historia si es mía.
REGRETS
Hay momentos en nuestra vida en los que nos damos cuenta que somos idiotas y que nos hemos equivocado. Chloe escogió una ocasión de blanco para expresar su arrepentimiento. Adrien escogió un evento escolar que no era suyo. Marinette escogió una ocasión de profunda tristeza. Nathaniel, una de profunda alegría. Alya, un accidente. Nino, una fiesta.
El arrepentimiento te lleva por caminos inhóspitos, difíciles, agotadores. Y ahora, es momento de pensar si podemos volver en el tiempo y decirle al mundo la verdad.
Advertencias y aclaraciones
Esta es una historia de amor adulta, una historia de amor un poco diferente a lo que el fandom esta acostumbrado (a menos que hablemos de los ships crack los cuales casi siempre tienen finales tristes). Esta es la historia de un romance condenado al FRACASO, aunque no diré de buenas a primeras cual es el romance condenado a este fracaso, ya que la historia contiene muchas lienas argumentales. La historia tratará muchos temas que considero el fandom deja muy de lado: las familias infelices, el amor perdido, las relaciones tóxicas, traición, engaño, suicidio, etc. Aunque entiendo porque los deja de lado, creo que va siendo hora de hacer un fic sobre ello.
Ahora, el primer capítulo o prologo (es decir este capítulo) sucede exactamente cuando Marinette y los demás tienen 23 años. Esto significa que sucede 10 años después del punto en que esta la serie actualmente. La linea argumental de la historia toma lo que sucede en esos 10 años como algo importante para que se desarrollen los eventos de esta manera. Por ello es que sugiero esperar a saber que paso en esos años que no se ven antes de quejarse por algun acontecimiento, palabras o actitudes de los personajes. A partir del capítulo 2, los eventos suceden 25 años después de los acontecimientos actuales de la serie.
Speak Now (Prólogo)
"La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones." – Severo Catalina (1832-1871) Periodista y escritor español.
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—Te amo. No tienes idea de cuánto te amo o por cuanto tiempo lo he hecho —las palabras de Chloe venían tan cargadas de sentimientos, que Adrien no pudo evitar borrar su sonrisa burlona.
Aquello era mucho más de lo que podía aguantar. Chloe estaba llevando sus juegos infantiles muy lejos. No podía jugar con su corazón, con su historia y con sus sentimientos de esa forma. No tenía derecho a intentar confundirlo. Por fin sabía lo que quería y estaba seguro de que podría ser feliz si solo Chloe cerraba la boca.
—Para ya, Chloe —dijo el rubio sin tacto—. Estoy cansado de tus estúpidos juegos.
—No estoy jugando —gritó Chloe conteniendo las lágrimas.
— ¿Esperas hasta este momento para decirlo? —Adrien nunca había estado así de enojado en su vida.
—Creí que volverías a mí. Se supone que volverías conmigo —Chloe jugaba con sus manos mientras trataba de poner sus sentimientos en palabras—. Parece que me equivoque.
—Si, te equivocaste —Adrien sentía un nudo atorado en su garganta. Deseaba hacerle daño a la chica frente a él y no sabía por qué—. Hoy me voy a casar con Marinette y nada de lo que digas lo puede cambiar.
—Eso ya lo sé —interrumpió Chloe tomando por los hombros al chico. Adrien le sacaba al menos una cabeza.
—Entonces ¿qué quieres? —preguntó Adrien calmándose un poco.
Chloe observó a los ojos a su amigo de la infancia y el chico del que llevaba mucho tiempo enamorada. Necesitaba verlo a los ojos, ver su reacción mientras hablaba, saber toda la verdad. Aunque estaba segura que esta le iba a doler de la peor manera.
—Necesito saber que estás seguro de lo que vas a hacer —dijo en susurros—. Dime que en verdad amas a Marinette.
—No me casaría con ella si no fuera así —contestó Adrien con una sonrisa lastimera que Chloe supo notar.
—Dime que tu amor a ella no tiene nada que ver el que ella sea Ladybug —el tono que voz que Chloe utilizó saco de sus casillas al chico quien la empujó un poco para tener más espacio.
— ¿Qué significa eso? —preguntó sintiendo que sus nervios estaban por explotar.
—Que todos saben que solo empezaste a notar a Marinette cuando se reveló su identidad —gritó Chloe enojada, colérica.
Quería que Adrien se diera cuenta de todos los rumores que corrían haya afuera y que seguramente eran ciertos. Él amaba a Ladybug, no a Marinette. Chloe estaba segura de que el chico se haría miserable a si mismo si daba el 'si' esa tarde. Estaba segura de ello. Pero Adrien no lo soportaba ¿cuántas veces le habían hecho la misma pregunta? Estaba cansado de que le preguntaran si amaba a Ladybug o a Marinette. ¡Con un demonio! Lo único que él sabía es que estaba enamorado. Y no quería que el resto del mundo lo intentara confundir.
— ¡Vete! —gritó Adrien muy enojado.
— ¿Qué?
—Lárgate —chilló él señalando la puerta—. No te quiero cerca de mí, de mi familia, de esta iglesia. Es más, por mi puedes morir en este momento.
Chloe sintió las lágrimas correr por sus mejillas y no tenía la más mínima intención de detenerlas. En realidad, sabía que estaba haciendo mal. Sabía que se estaba comportando como una maldita egoísta en ese momento, pero no quería hacer nada por remediarlo. Lo único que le quedaba en ese momento era su dignidad y estaba dispuesta a dejarla en esa habitación. Así que dejo que sus lágrimas salieran libres mientras inspeccionaba a quien fuese su mejor amigo. Necesitaba saber que sus palabras eran mentira. Pero no logro hallar ningún rastro de duda en sus ojos. Se dio la vuelta apretando los labios para no dejar salir un gemido. Pero entonces se lo pensó mejor. No se iría de ahí sin un último intento.
Adrien la vio detenerse antes de poner su mano en el picaporte. Chloe cerró el puño antes de girar a ver al chico. A sus veintidós años Adrien se veía más guapo que nunca. Chloe se armó de un valor que no sabía que tenía. Corrió hasta donde Adrien se encontraba y se lanzó a sus brazos. Por inercia Adrien la tomo por la cintura evitando que la chica se cayera. Los labios de Chloe tomaron los de Adrien por sorpresa, eran suaves y dulces, el sabor de su labial a cereza que había cambiado con los años caló en su interior, como si se tratara de una deliciosa droga. Chloe le besaba con urgencia y pasión, sabía que sería el único beso que recibiría de él. Adrien no supo porque no la apartó, Chloe trataba de no albergar esperanzas.
—Si de alguna forma aún tengo una oportunidad, ven a verme a las escaleras del Trocadéro antes de las seis —aquellas fueron las primeras palabras que dijo Chloe cuando dejó los labios del modelo y las últimas que este le escuchó decir aquel día.
Chloe salió de aquella capilla con los ojos rojos por las lágrimas. Su vestido de primavera estaba adornado por un collar de girasol que su mejor amiga le había regalado en su cumpleaños, este se balanceaba de un lado al otro mientras la chica corría hacia el taxi que tenía más de quince minutos esperándola. Abordó al mismo tiempo que el taxista cambiaba de estación de radio, una canción melancólica empezó a sonar mientras la chica tomaba la maleta que dejo en el mismo. El taxista prefirió no preguntar qué había pasado así que emprendió el camino hasta el siguiente destino.
— ¿Se encuentra bien, señorita? —preguntó el taxista al ver a Chloe limpiarse unas silenciosas lágrimas. Chloe no contestó—. Descuide, señorita, cuando sé de cuenta de su error volverá a buscarla.
Chloe suspiro guardando la esperanza de que aquel hombre tuviera razón. No hablo en el resto del viaje hasta que el taxi le dejo enfrente de la torre Eiffel con su maleta. Chloe había planeado aquella huida por muchos meses, casi la misma cantidad de tiempo que había pasado soportando las notas de periódico y los anuncios sobre la boda más famosa del año. Era un juego con una única escapatoria, cuyo final dependía de otra persona. Así que camino por la calle hasta sentarse en la escalera del Trocadéro. Para su desgracia, no fue hasta que las luces de la torre Eiffel se prendieron que supo había albergado esperanzas vacías todo ese tiempo. Suspiro viendo a las familias y parejas felices caminar de un lado a otro. Tal vez era buen momento para empezar a moverse.
Su celular sonó. Chloe lo revisó y contestó sin mucho entusiasmo a su mejor amiga.
—Hola Sabrina —contestó triste la rubia.
—Por favor, dime que me calle porque te estoy interrumpiendo mientras huyes con el amor de tu vida —pidió Sabrina muy interesada en su amiga.
—No, voy al aeropuerto —dijo Chloe evitando pelear o ponerse arrogante, estaba demasiado cansada para eso.
— ¿Estás segura? —preguntó Sabrina preocupada—. Si te vas me sentiré muy triste, ¿qué haré sin ti?
—Probablemente morirás sin poder ver a mi perfecta presencia —Chloe rio al decir aquellas palabras mientras seguía caminando en busca de un taxi hacia el aeropuerto.
—Te quiero —dijo Sabrina con melancolía.
—Lo sé, yo también me quiero —dijo Chloe antes de que su amiga colgara sin despedirse.
Chloe sabía que algo como eso pasaría. Sabrina tenía problemas para adaptarse a nuevos ambientes, pero no quería llevarla consigo haciendo que abandonara sus sueños y lo que conocía. Era egoísta, pero la visita de su madre y lo que ella le había dicho movió una fibra sensible. Necesitaba irse de París, por su beneficio y el de las personas a su alrededor. Aunque extrañaría ese lugar. Mantendría la comunicación con su padre, pero no estaba segura de volver a pisar suelo parisino en mucho tiempo. No supo de qué forma o en qué momento acabo en el aeropuerto. El tiempo se le resbalaba al punto que se vio en su avión sin darse cuenta.
—Supongo que ya no sirve de nada arrepentirse —pensó mientras se ponía unos audífonos y cerraba los ojos para dormir.
Pero no era la única persona que se sentía de ese modo. Adrien sabía que se estaba comportando como un ser humano de la peor calaña, no lo podía evitar. Se supone que esa sería la mejor noche y día de su vida, y en su lugar estaba recostado en su cama con su flamante esposa desnuda a su lado pensando en los labios de Chloe. Marinette dormía sin tener idea de los pensamientos que atormentaban a su esposo en aquella primera noche de casados. Las palabras de Chloe y su atrevimiento acababan de arruinar su matrimonio. Pero Adrien no sentía culpa por eso, no sentía culpa por pensar en la rubia. Y eso era lo peor de todo.
— ¿Porque no dejo de pensar en ti? —La pregunta fue hecha al aire y se disipó con el paso del tiempo y la brisa veraniega.
Mientras él compartía su lecho triste y ahogado en su pensamiento reflexionó sobre todo lo que había pasado ese día. Su corazón latía desbocado cada que pensaba en la que fuese su mejor amiga. No sabía cuál era la razón, solo sabía qué hacía mucho tiempo él había estado enamorado de ella. Pero aquellos sentimientos se fueron desdibujando con las actitudes de la rubia. Aunque Adrien sabía que no debía de juzgarla, se parecían mucho más de lo que el mundo creía. Supo que para saber la verdad debía de intentar algo, una última cosa. Así que se levantó de entre los brazos de su esposa y se dirigió al baño. Cerró la puerta con llave y mientras se veía al espejo susurró palabras que cambiarían su vida.
—Te amo y te quiero a mi lado— dijo sin más esperando que el suspiro llegara hasta su corazón.
Adrien no sabía a quién iban dirigidas esas palabras, su corazón tampoco lo sabía, aunque sus pensamientos estuviesen con una rubia que fuese su amiga en el pasado. Para el hijo de diseñadores la respuesta parecía obvia ¡Demonios! Si solo Chloe le hubiese declarado sus sentimientos hacía mucho tiempo no estaría metido en semejante lío. Ahora tendría que aprender a vivir negando lo que sentía y fingiendo que su corazón le pertenecía a alguien más. Al menos eso era lo que su cabeza pensaba. Poco sabía Adrien que una figura sombría le había visto desde aquella mañana. Y que ahora se sentía maravillado por el resultado, ¿quién diría que algunos corazones confundidos podían causar tantos problemas? Ni siquiera esta figura misteriosa pudo haber previsto los acontecimientos futuros.
Continuara...
