Capítulo 1- El encuentro
La luna resplandecía en lo alto del cielo, cuando la luz de una linterna se proyectó en la negruzca piedra de las ruinas de un castillo medieval.
Las enredaderas habían cubierto las paredes, y los bloques de roca que antiguamente habían sostenido las defensas de aquel lugar, yacían dispersos por el suelo como si fueran los restos de una batalla milenaria. Una contienda en la que tanto vencedores como vencidos, habían contemplado con impotencia el impacto de su sangre al caer sobre las hojas, como un aviso desgarrador de la muerte que acaecería más tarde acudiendo a la llamada de sus frenéticas espadas.
Al menos eso era lo que le habían contado a Clara, el día que llegó con su tío al misterioso pueblo escocés.
Siempre le gustaron las historias de caballería, y la posibilidad de explorar aquella fortaleza olvidada, le resultó demasiado tentadora. Sin duda, aquello era una imprudencia en toda regla. Y la sensación le gustaba.
Llegó a lo que en algún tiempo debió de ser la torre de la reina. Lo supo porque aún había fragmentos de los tapices decorativos colgando en desgastados alambres de hierro macizo.
Alucinante….- musitó, mientras los observaba anonadada. Siguió caminando lentamente, alumbrando con detenimiento todos los rincones de aquel maravilloso castillo, que se le antojaba tremendamente interesante.
De repente, algo se movió como una ráfaga de viento, atravesando el haz de luz de su linterna. Clara se sobresaltó, y buscó rápidamente el origen de aquel movimiento. Se giró despacio, intentando no perder la calma.
Un gato…debe ser un gato… se dijo, para mantener la compostura.
Finalmente se dio la vuelta, pensando que todo había sido producto de su imaginación.
Y se golpeó contra algo duro y frío como un muro de piedra. Se apartó rápidamente, y descubrió con una extraña mezcla de terror y asombro la criatura que estaba situada delante de ella.
Era un hombre joven de piel pálida y formas esculturales. Sus rasgos eran los más bellos que Clara había contemplado jamás. Sin embargo sus ojos desprendían escalofriantes tonos rojizos y su mirada era salvaje, como la de un depredador.
Intentó hablar, pero las palabras se le congelaron en la garganta. Fue aquél maravilloso ser el que rompió el silencio con voz aterciopelada.
¿Sorprendida? - Clara dio un par de pasos hacia atrás. – Es una reacción muy común en los humanos. Pero me extraña que no hayas echado a correr todavía. No va a ser tan divertido darte caza…- esas palabras sacaron a Clara de su ensimismamiento como si se trataran de martillazos.
¿Qué…qué eres tú?
¿No está claro? Soy un vampiro. Y tú eres mi presa.
No…yo… yo no quería…no sabía... ¡Déjame marchar, por favor!
Lamento informarte que no me puedo permitir ese lujo. Tengo sed. Hace mucho tiempo que no pruebo la sangre…y estás atrapada en mi territorio.
¡No…por…por favor!- la linterna se le escurrió de las manos, y chocó contra las baldosas, pringándose de arenisca. El vampiro se acercó a ella y la arrinconó contra la pared. Su olor dejó a Clara en un estado somnoliento, como si la hubieran sedado. El cazador bajó la cabeza, dispuesto a clavar sus dientes sobre el cuello de su víctima, que era incapaz de reaccionar…
Y sin previo aviso, algo impactó contra el cuerpo del vampiro lanzándolo a varios metros de distancia.
¡Corre!- gritó con un rugido la figura que se había empotrado contra su captor. Clara obedeció sin pensárselo dos veces. Salió dando zancadas en dirección al bosque, protegiéndose los ojos con los brazos.
Sabía que si llegaba al pueblo, estaría relativamente a salvo.
Avanzó lo más deprisa que le permitieron sus piernas, al tiempo que escuchaba con terror lo que sucedía sus espaldas. Gruñidos, golpes y desprendimientos de roca, se entrecruzaban en sus oídos como una siniestra melodía. Y el sonido, se acercaba.
Jadeando, colocaba un pie por delante del otro, consciente de que su vida dependía de ello. Se arañaba contra las ramas de los árboles y se metía dentro de charcos, sin que le importase mancharse de barro los pantalones. Simplemente rezaba para no provocarse ningún esguince, antes de llegar a un lugar seguro.
Cuando llegó a la puerta de su casa, en el centro del pueblo, resopló aliviada. Había dejado atrás a su perseguidor, que con un poco de suerte ya no volvería a molestarla. Ahora tendría que enfrentarse al ojo crítico de su tío que sin duda se percataría de su entrada en casa. Se había marchado sin decir nada, descolgándose por las enredaderas que había al lado de la ventana de su habitación, y bajar, era mucho más fácil que subir. De modo que no le quedaba más remedio que entrar por la puerta.
Intentó hacer el menor ruido posible, y cuando creyó que el peligro había pasado…
¡CLARA! ¡DÓNDE DIABLOS ESTABAS!- su tío la estaba esperando, sentado en el sofá del salón. Las venas de la cara se le habían hinchado. Siempre le ocurría cuando algo lo alteraba sobremanera. Pero cuando su sobrina se colocó bajo la luz de la lámpara, cambió su expresión enfadada por otra de preocupación.- ¡¿Qué te ha sucedido?!
Me…me perdí en el bosque.
¿Y qué hacías allí?
Fui a explorar el castillo en ruinas. No supe encontrar el camino de regreso…hasta hace poco.
¡Te prohibí que fueras a ese lugar! ¡Es peligroso! ¡Se te puede caer un muro encima…- en ese momento, Clara consideraba que había cosas peores, por ejemplo lo que le había ocurrido hace solamente unos instantes. Procuró no pensar mucho en ello.
Lo siento. No lo volveré a hacer…
Si tus padres se enterasen de esto…
¡No se lo digas! ¡Tío, no me hagas esto!
De acuerdo, sube a cambiarte. No me parece buena idea contarles esto a tus padres, ahora que están disfrutando de unas buenas vacaciones después de tanto tiempo trabajando…pero no vayas a investigar sin mi permiso otra vez, Clara. Ni tú ni yo nos merecemos unos sustos semejantes…
Entendido.- dijo, y subió a su cuarto con cara de circunstancias.
Después de darse una ducha y cambiarse de ropa se metió en la cama. No podía olvidar los magníficos, pero amedrentadores ojos del vampiro. Cada vez que cerraba los párpados, los veía.
El viento agitaba las persianas, y eso hacía mucho más difícil conciliar el sueño.
Paro Clara no se había dado cuenta de que la estaban vigilando, al otro lado del cristal.
Ivano – dijo una voz queda, que apenas resultaba audible a causa de la ventolera. No obstante el aludido la escuchó perfectamente.- Apártate de la ventana. Podría verte.
No me verá.
Te arriesgas demasiado ¿Cuándo vas a asimilar de una maldita vez, que ya no eres humano?
Ella lo comprenderá.
No. Es una humana como otra cualquiera. ¿Qué te hace pensar que es diferente? ¡En cuanto te vea saldrá corriendo y no volverás a verla!
Ivano gruñó, rabioso. Hacía solamente tres años que le habían transformado en un vampiro, y aunque el olor de la sangre ya no le resultaba tan irresistible como antes, aún no era capaz de templar su carácter.
Es humana, recuérdalo. ¡No te conviene tener problemas con los Vulturis! Debes dejar de rondarla. Nunca será tuya.
Si la convierto antes de…
¿Antes de que descubra quién es su verdadero padre? ¿A caso piensas que eso cambiará las cosas? Quizá nunca se lo digan, y su sangre seguiría corriendo por sus venas…conoces el peligro que supone tenerla cerca ¿No? Y aún así te arriesgas.
Puedo evitar que…
¡No puedes! – Ivano rugió de cólera y se lanzó contra su compañero. Éste lo esquivó con rapidez y lo sujetó con fuerza por los brazos. Seguía teniendo muchos más años de experiencia.- Si haces algo para llamar su atención, se lo diré al jefe.- Eso pareció atemorizar a su atacante, que dejó de moverse a regañadientes.- Marchémonos. O atraeremos la atención de otros sobre esta casa, y creo que eso no conviene a tus planes…- de esa forma, desaparecieron entre la lluvia y el viento que azotaba la oscura hierba de los alrededores.
