Disclaimer: Card Captor Sakura y sus personajes no me pertenecen. Son creación del maravilloso grupo de las Clamp. La historia es de mi autoría. Si hubiese algo similar con otra historia de esta u otra página es mera coincidencia.
Aclaraciones:
Cursiva: pensamientos actuales de Sakura
Normal: recuerdos de la antes mencionada Saku xDDD+
Summary: ¿Qué pasa cuando estás a punto de morir? ¿Será verdad que tu vida se pasa frente a ti como una película? Recuerdos de Sakura…
Sakura-chan Memories
Por: Lyrasama
Duele…duele mucho. Mi cuerpo está herido, sangre brota desde mi pecho…un disparo. Alguna vez escuché por ahí que al recibir un disparo mortal no hay dolor. Creo que alguien mintió, y mucho, esta sensación es insoportable. Estoy sola, me siento débil, tengo miedo…estoy escondida entre muchas cajas, espero que ellos no me encuentren. Lentas y dilatadas imágenes se pasean en mi memoria… ¿acaso esto es lo que ocurre antes de morir? Como una película, un recuento de todo lo que ha pasado…mi vida entera…
Capítulo 1: "lágrimas, soledad y salvación"
Sakura: flor de cerezo. Flor favorita de mi madre, Nadeshiko. Mi nombre.
Me gusta mucho mi nombre. Todos a mi alrededor me llaman así y me gusta como suena. Me miro en el espejo y veo a una niña pequeña en él, con el cabello castaño claro, ojos de esmeraldas y una gran sonrisa. Me siento feliz al lado de mis padres y mi hermano, Touya, que a pesar de pelear conmigo y molestarme siempre, me quiere y me protege. Estoy en los primeros años de mi vida.
Se aparece ante mi época del colegio. Aquellos años de infancia…rodeada de niños insoportables. No sé qué era, pero aquellas miradas llenas de envidia me obligaban a mantenerme en soledad. Mi desempeño en la primaria siempre fue sobresaliente, quizá era eso lo que tanto les molestaba. En realidad desde pequeña aprendí a no depender del cariño o estima de mis demás compañeros, excepto de dos personas que jamás me dejaron sola. Mi amiga Tomoyo, mi confidente, mi aliada, aquella que siempre me defendía de los comentarios de los demás, y…aquel chico, cómo olvidarlo. Su mirada llena de calidez y matices que jamás había visto. Shaoran, mi ángel guardián, protegiéndome siempre de aquellos niños que me molestaban cuando jugábamos en los descansos, aquel que me regalaba chocolatinas sin una razón aparente, con su rostro sonrojado y yo no entendía por qué, era muy despistada …
Llega hasta mi mente la imagen de la despedida. Mi padre recibe un traslado por su trabajo en la universidad, por lo que debo irme, y sólo me despido de Tomoyo y Shaoran. Tomoyo me abraza fuerte, y presa del llanto me pide que me cuide y que le escriba seguido desde Kyoto, la ciudad en la que tendría que vivir desde ese momento. Shaoran se mantiene serio, puedo ver tristeza en sus ojos, pero como siempre intenta mantenerse inalterable. Me entrega un osito de felpa con una tarjetita, y yo sólo puedo abrazarlo con lágrimas en mis ojos…
Mi vida en Kyoto…una ciudad bastante distinta a la apacible Tomoeda, el lugar donde nací y crecí. Mi nuevo colegio era un desastre. Sólo conocí disgustos ahí…las peleas, las malas palabras, la envidia, las burlas de mis compañeros, mi primer beso (lamentablemente no correspondido), el arrepentimiento de todas las situaciones que por ingenuidad y madurez no supe manejar. Por lo menos en Tomoeda tenía a mis dos amigos, y las burlas no pasaban de ser sólo eso, simples palabras. Mis padres están en otras cosas, ya no me toman en cuenta. Siento la soledad, el encierro en mí misma. Ya no puedo ni siquiera llorar, me miro y no soy ni la sombra de lo que fui. Estoy creciendo, soy una adolescente, me miro, pero ya no me gusta lo que el espejo refleja. Me siento vacía, necesito algo que haga latir este corazón, por un momento me siento de hielo, comienzo a perder las esperanzas…hasta ese día…
El tren llega a Tomoeda con una hora de retraso, el ambiente en la estación es casi insoportable. La gente moviéndose hacia todos lados mezclado con el calor, inusual en mi ciudad natal, no me hacen borrar la sonrisa de mi rostro. Estoy donde hace mucho tiempo quería estar, estoy de vuelta. Miro a mi alrededor buscando a mi mejor amiga. Allí está esperándome con su cámara de video y una enorme sonrisa. Veo que Tomoyo no cambió mucho, la alegría en su rostro me lo confirma. Me acerco hasta ella dándole un gran abrazo…
-Tomoyo!! Como estas?
-Sakura, que alegría verte! Me siento tan feliz de que estés aquí, te echaba tanto de menos…tengo tanto que contarte, han pasado tantas cosas- en su voz se notaba esa emoción verdadera, por fin sentía que alguien se alegraba de verme realmente.
-Yo también, agradezco al cielo esta oportunidad, ya no soportaba vivir en Kyoto.
-Vamos a mi casa y ahí te instalas y me cuentas todo, con lujo de detalles…ay, que emoción!- las estrellitas en sus ojos eran evidentes, esa Tomoyo definitivamente no había cambiado nada.
-Estoy un poco cansada, será mejor que nos vayamos, allá te cuento todo.
Mi padre, al parecer, notó mi cambio, así que habló con mi madre y ambos estuvieron de acuerdo en que sería mejor que regresara a Tomoeda si era lo que yo deseaba. Tendría que vivir con alguien de confianza, así que se me ocurrió contactarme con Tomoyo, a la cual le fascinó la idea, por supuesto. Su familia, los Daidouji, tenían una excelente situación económica, por lo que no fue un problema para ellos el tenerme en su casa. La madre de Tomoyo, Sonomi, me recibió como a una hija más. Siempre tendré buenos recuerdos de ellas… Pero mis padres me pusieron dos condiciones (una lección importante: nada en esta vida es gratis, todo se paga de algún modo, eso ya lo aprendería bien más adelante), primero: tendría que estudiar en la preparatoria junto con Tomoyo, y obtener un desempeño excelente, y segundo: ir a verlos de vez en cuando a Kyoto. Si no cumplía con ambas condiciones, tendría que volver a vivir allá, y eso sería una tortura. Así que mi objetivo era dar lo mejor de mí por no volver a aquel pasado, comenzar de cero y hacer las cosas bien. Pero a mis quince años no contaba con el hecho de que mi vida cambiaría para siempre en aquella ciudad…
Tomoyo me hacía mil preguntas, de todo lo que había acontecido en mi vida desde que me fui de Tomoeda. Comencé a relatarle todo, con muchos detalles, de las cosas que había visto y vivido. La miré con ternura al notar cómo ponía caras tristes al contarle las cosas malas que me habían ocurrido, las peleas, las malas palabras que había recibido, el distanciamiento de mis padres, y su rostro de sorpresa cuando le conté que había dado mi primer beso, pero que lamentablemente el chico que me lo había dado no correspondía mis sentimientos…Kinta…
-…pero, ¿sabes Tomoyo? Algo en mí sabía que él no me correspondía, me puse triste, pero no fui capaz de llorar, fue como si mi corazón me dijera que él no era la persona que yo estaba esperando…el dueño de mis suspiros…como si sólo fuese alguien pasajero.
-Lo más probable es que así fue. Pero me alegro que no hayas salido lastimada de eso y ahora estés mejor.
-A veces pienso cómo será aquella persona especial, dónde estará ahora, si podré encontrarlo o no. Lo siento, sabes que a pesar de todo sigo siendo una soñadora de lo peor.
-No importa, sabes que te quiero por como eres amiga. Y respecto a lo de tu principito azul, quizá está más cerca de lo que te imaginas.
-Por qué dices eso?
-No sé, uno nunca sabe las vueltas de la vida-no sé por qué, pero al ver su mirada sentí que ella sabía algo que yo no. Pero dejé de prestarle atención a eso porque me sentí torpe al no preguntar sobre…
-Tomoyo, ¿has sabido algo de Shaoran?
-No he tenido noticias de él en los últimos dos meses. Tuvo que regresar a China por asuntos de su familia, y desde ahí que nos hemos comunicado por teléfono o e-mails. Antes de perder contacto con él le había preguntado si había posibilidades de que regrese a Japón, pero me dijo que eso era muy difícil, ya que su familia lo está preparando para que él maneje el imperio Li. Bueno, creo que ya recordarás todo ese asunto.
Sí, lo recordaba bien. Shaoran Li, el chico proveniente de Hong Kong, nacido en una familia acaudalada, dueña de una de las empresas más exitosas y reconocidas mundialmente. Al ser el único hijo varón, poseedor de cuatro hermanas, debía ser preparado para algún día continuar con el legado familiar. Aún recuerdo cuando lo conocí: serio, frío, distante. Quizá era así porque desde pequeño estuvo consciente de sus responsabilidades futuras y debía mantenerse firme y no desviarse de sus objetivos. Un día me vio llorar en el patio de la primaria porque me había caído y tenía heridas en las rodillas. Desde ese momento se hizo mi amigo inseparable, mi defensor, mi ángel guardián, el que siempre tenía un rincón de mis pensamientos. Sentí ganas de volver a verlo.
Conversamos largas horas con Tomoyo. Esa noche dormí plácidamente, como en mucho tiempo no lo hacía. Como era verano, aproveché el tiempo libre con Tomoyo y salíamos a todos lados, incluso ella me diseñó muchos vestidos, alegando que tendría que cambiar mi clóset (ella tenía ese pasatiempo desde que éramos pequeñas), y me convenció de que me corte el cabello, ya que yo lo llevaba demasiado largo para su gusto. Le hice caso, ya que quería hacer un cambio y dejar de ser aquella niña amargada por los malos recuerdos, agregarle al cambio interior un cambio externo quizá me daría un toque más especial. Necesitaba un respiro, y creo que estaba teniéndolo, cuando sucedió lo inesperado…
Una mañana de febrero tuve ganas de salir a correr por la ciudad. La brisa matinal acarició mi rostro y me hizo sentir que aquel día sería todo distinto. Las calles estaban casi vacías, Tomoeda estaba recién despertando. El sol dejaba caer en la tierra sus primeros rayos, y me sentí casi en armonía, pero había algo que me faltaba. Mientras trotaba por una calle cercana a la estación, reflexionaba sobre ese vacío inexplicable, y me preguntaba qué era. La respuesta estaba a la vuelta de la esquina…
El choque fue un poco violento. No siendo una novedad en mí, me distraje en mis pensamientos cuando alguien venía en frente mío y choqué con esa persona. Me dolió el golpe, y me sentí torpe por no mirar por dónde iba. Veo una mano ofreciéndome apoyo. La tomo y me levanto del suelo. Las palabras de disculpa estaban a punto de salir de mi boca cuando veo la revelación…la respuesta a todas aquellas preguntas…
En ese momento lo vi, vi sus ojos y lo supe. El torbellino de imágenes me llenó el cuerpo y la mente: lágrimas, soledad, sus ojos de miel y chocolate, una sonrisa tibia, un abrazo, un beso en la mejilla, la despedida, un oso de felpa con una tarjeta que llevaba escrito el mensaje que acabé de comprender en ese mágico instante: Te quiero.
-Shaoran…
Continuará…
N/A: Hola! Me presento, soy Lyra sama, y estoy aquí con mi primera historia. Desde hace más de 2 años que ando por aquí en pero nunca me había atrevido a registrarme y escribir. Me encanta leer historias pero tenía ganas de escribir algo a ver cómo salía. No sé realmente si esta historia será del agrado de alguien, si alguien se da el tiempo de leer ojalá le guste. Por favor si alguien lee esta historia y puede hacer un comentario, sea bienvenido. De veras que necesito saber si este es un buen comienzo para mí, me sería de mucha ayuda. Si la crítica es para decirme q la historia apesta, es bienvenido, pero eso si, si me dicen "tu historia es basura" especifiquen por qué xD. Si me dicen q es buena, y si hay tiempo, también especificar por qué. De verdad, I need help! xD
Prometo que si esta historia gusta de su lectura, se ira poniendo cada vez más emocionante…esto es sólo la introducción…muajajajajajaja )
Quizá llame la atención d q el título esté gramaticalmente mal escrito en inglés (creo q así es según mis conocimientos, q son bastante…rudimentarios xD). Aclaro de inmediato q así se me vino el nombre a la mente y no pude resistirme a dejarlo tal cual P.
Bueno, eso sería todo por hoy…
Buena suerte…y gracias desde ya por su comprensión…
Bye!
