Desde el otro lado del bosque me llegó un olor muy fuerte, como a incienso, junto a ese olor me llegó también un recuerdo, el recuerdo ya lejano de un día en el que estuve a punto de morir a manos de Victoria. Eso significaba que la lucha allí había terminado, algo me oprimió el pecho, ¿quién había ganado? Mis ojos buscaron los de Alice que miraba fijamente la torre de humo que se elevaba a kilómetros de aquí. Su cara estaba desencajada y debido a que no prestaba atención a la lucha uno de los guardias la consiguió aplacar, rápidamente me acerqué y aprovechando que el guardia no me prestaba atención le mordí y le empujé para liberar a Alice quien me ayudó a acabar con él.

-¿Qué ocurre Alice?

-No lo sé, no he visto nada estaba demasiado metida en la lucha y me despisté- Alice me miró con los ojos inundados de pena- lo siento Bella…

Miré a nuestro alrededor, solo quedaban un par de guardias, seguro que Alice, Esme y Jasper podrían vencerles; al menos eso esperaba, pero no podía soportar más el suspense de no saber qué había ocurrido al otro lado así que eché a correr a través del bosque deseando encontrar a Edward recogiendo trozos de dura roca y arrojándolos al fuego.

Las ramas de los arboles rozaban mi dura piel, pero no me importaba, ya no era la frágil Bella que necesitaba protección.

Cuando llegué al claro el humo me hería en los ojos, pude ver a Aro junto a la hoguera con una siniestra sonrisa en la cara mientras seis guardias inspeccionaban los alrededores. Lo comprendí y me derrumbé.

A lo lejos vi un blanco brazo que se retorcía lentamente, no sabía si aún podría sentir algo pero supe que era la última parte que quedaba de él así que corrí y me aferré a él con todas mis fuerzas y la mano se aferró a la mía. Ante la escena Aro comenzó a reírse a mandíbula batiente. Un fuego intenso recorrió mi ser y me abalancé contra él, esquivé a un par de guardias y lo empujé hacia la gran hoguera, Aro se tambaleó y consiguió agarrar mi mano por lo que los dos caímos al fuego, no me importó, mi vida estaba vacía sin Edward y quizás mi destino fue desde hace mucho la muerte. Acepte la sentencia.