Cartas a Nonno bastardo

Constantinopla, 4 de Septiembre del año 506 d.C. Un pequeño niño, tan sólo unos 6 años de apariencia caminaba, carta en mano y pequeñas y coloridas flores en la otra, hacia el centro de la ciudad.
Tenía un objetivo, y desde hacía ya 30 años, lo cumplía cada 4 de Septiembre.
Entró a aquel recinto tan ornamentado, de grandes pinturas e increíbles esculturas, más él no iba a nada de aquello, al final de aquella sala, estaba colocada una escultura que resaltaba del resto, allí, yacía su padre, aunque él lo recordaba como su abuelo.
Se colocó enfrente de aquel monumento, abrió la carta, que en su mano sujetaba con fuerza y empezó a leer.
"Querido nonno bastardo.
Hace
ya 30 años que te fuiste y todos notamos mucho tu falta, sobretodo Vene. Aquel día en que te vi por última vez, ya no podías moverte, pero seguías igual de grande y poderoso para mí…había mucha gente que yo no conocía y que a Vene le asustaban, pero como me pediste yo le protejo cada día.
Ya sé que cada año vengo y digo lo mismo, pero sé que te alegras porque puedes saber cómo están todos. Vene y yo nos apañamos bien, aunque el primer año no sabíamos que hacer ya poco a poco podemos hacer cosas solitos. El tonto de Hispania dijo que nos cuidaría, aunque todavía es pequeño, y lo mismo de ese rarito de Francia…vi también a niños que se parecían a ti, pero también a otra chica que no recuerdo. Eran rubios, pero no eran como Francia.
Oh, y otra cosa más. ¡ERES UN BASTARDO! ¡¿Por qué nos dejaste solos?! –
Pequeñas gotitas, lágrimas, manchaban esta sección– Te echamos mucho de menos…y a veces parece que estás a nuestro lado, pero cuando nos giramos, nunca estás…dijiste que siempre estarías aquí con nosotros, pero no lo estás, te has ido…Eres un mentiroso…Ojalá algún día vuelvas y te pueda dar un cabezazo por mentiroso…
Romano."

Cuando el pequeño acabó de leer, se limpió las lágrimas y sorbió los mocos que estas causaron. Cerró la carta de nuevo y junto a las flores las depositó en un cofrecito que, misteriosamente, siempre estaba allí ese día desde que él venía a dejar las cartas.

Hasta el próximo año nonno…Murmuró el niño, abrazando aquel monumento todo lo que podía.Ti voglio bene… Se despidió, caminando fuera de aquella sala, sin notar que era observado por alguien, la que hace siglos, llamó madre.

Cuida bien de él, Romulus. Cuida de él desde donde te encuentres. Susurró, para no ser escuchada, depositando así mismo, otro pequeño ramo de flores al lado del cofre del niño y salir en silencio.